Argelia, en vísperas del viernes 15 de marzo
Primera victoria, ¡la lucha continúa!
Hocine Belalloufi
Viento sur
14.03.2019
[Hocine
Belalloufi analiza el primer retroceso del poder en Argelia como consecuencia
del movimiento popular de las últimas semanas y la forma en que Buteflika
intenta conservar el control de la situación proponiendo una “Conferencia
Nacional” de la que estarán inevitablemente excluidas las clases populares y
sus preocupaciones sociales y democráticas. Evoca finalmente algunas pistas
para profundizar el movimiento.]
Las inmensas
manifestaciones populares de los viernes 22 de febrero, del 1 y del 8 de marzo
coronadas por una huelga general emprendida el 10 de marzo han acabado haciendo
retroceder al poder.
El 11 de marzo,
Buteflika anunció por carta su renuncia a presentarse a un 5º mandato, la
anulación de las elecciones presidenciales del 18 de abril y “cambios
importantes en el seno del Gobierno”. Este anuncio fue seguido de la dimisión
del odiado Primer Ministro, Ahmed Ouyahia.
Este retroceso
no debe ser banalizado, pues es el acta del fracaso de una tentativa de
imposición y constituye por ello un innegable éxito popular. Movilizado y
unido, el pueblo puede arrancar victorias.
La Conferencia
Nacional de Buteflika: una maniobra antidemocrática
Pero Buteflika
intenta al mismo tiempo retomar la iniciativa política que se le escapaba desde
el 22 de febrero. Anuncia una salida de la crisis por arriba a fin de
permanecer ilegalmente en su puesto tras el 18 de abril y de mantener el
control sobre el ineluctable proceso de cambio a fin de salvar su régimen
liberal autoritario de fachada democrática. Intenta también reeditar la
experiencia de 1988 cuando la transición política fue enteramente pilotada por
las instituciones de la era del partido único (Presidencia, Gobierno, Asamblea
Popular Nacional -APN…), con el resultado que se conoce.
Hoy Buteflika
conserva la APN y el Senado de mayoría FLN (ex partido único), el Consejo
Constitucional cuyo presidente ha nombrado él mismo y todas las instituciones
antidemocráticas del régimen. Cesa a Ouyahia, pero le reemplaza con su ministro
del Interior, Noureddine Bedoui, el hombre que amenazaba al pueblo hace apenas
unas semanas.
Pretende
imponer la forma, el contenido y el ritmo del cambio a través de una ciénaga
institucional. La Conferencia Nacional que será convocada intenta en lo
fundamental impedir al pueblo que elija él mismo su destino. Quiere reunir, sin
mandato del pueblo, a “élites” autoproclamadas provenientes de las filas del
poder y de la oposición, flanqueadas de “personalidades independientes” y de
notables a fin de ahogar las pocas voces independientes restantes para adoptar,
en circuito cerrado, un proyecto de Constitución que el pueblo, sin embargo
único verdadero soberano, no tendrá sino que ratificar. Todo este procedimiento
debería además durar más de dos años…
Inaudibles
desde hace tres semanas, los partidos de la coalición presidencial (FLN, RND,
MPA, TAJ) han expresado tímidamente su apoyo a la iniciativa de Buteflika. Con
el objetivo de que se sume la oposición ultraliberal que se pronuncia también
por una Conferencia Nacional, el Presidente le muestra la perspectiva tentadora
de “reformas económicas”.
Demasiado poco
y demasiado tarde, pues el pueblo exige un verdadero cambio político
La promesa de
cambio de Buteflika llega demasiado tarde y resulta demasiado limitada. No se
trata ya de parchear el régimen, sino de cambiarlo. El pueblo argelino se ha
expresado. No quiere ya que Buteflika permanezca y rechaza el mantenimiento de
las personas y de las instituciones actuales. Las capas populares rechazan
mayoritariamente su política antisocial y antinacional que enriquece a un
puñado de oligarcas y de importadores, favorece el saqueo de las riquezas
nacionales por las multinacionales y hunde en la miseria a las y los
trabajadores y las capas populares. Esta política ofrece por únicos horizontes
para la juventud popular el paro y la precariedad, la droga, el fondo del
Mediterráneo o un exilio incierto en una Europa en crisis. Además, esta
política solo puede ser impuesta de forma antidemocrática.
Por todo lo
anterior, las manifestaciones han continuado al día siguiente del anuncio de
Buteflika, el Presidente que se comunica con su pueblo exclusivamente por
carta. Las y los manifestantes rechazan la prolongación del cuarto mandato más
allá del 18 de abril y reclaman la salida de Buteflika. La huelga general
emprendida el 10 de marzo se mantiene mientras ha empezado un proceso de
reapropiación de la UGTA por sus afiliadas y afiliados y sus estructuras de
base. Los partidos políticos de izquierda han rechazado, todos, sumarse a la
iniciativa presidencial.
Todo indica que
el pueblo volverá a salir masivamente a la calle el 15 de marzo para expresar
claramente su rechazo a las maniobras del poder y mantener su exigencia de un
verdadero cambio político. Signo de los tiempos, la propia oposición
ultraliberal ha rechazado el mercadeo de Buteflika aunque no esté
mayoritariamente a favor de la consigna de Asamblea Constituyente.
Conferencia
Nacional o Asamblea Constituyente soberana
Frente a la
maniobra de Buteflika que pretende arrebatar la iniciativa política del Hirak
(movimiento) y enterrar a este último en los muros de un recinto cerrado
llamado Conferencia Nacional, la única solución democrática consiste en
devolver la palabra al pueblo, no para que se pronuncie mediante un “si” o un
“no” en un referéndum sino para que decida, tras un debate popular, la elección
a la proporcional integral de una Asamblea Constituyente soberana. Una Asamblea
encargada de redactar un proyecto de Constitución, de satisfacer inmediatamente
las reivindicaciones sociales de las masas populares y de preservar los
intereses de la nación frente a la oligarquía y el imperialismo.
Las consignas
gritadas por las y los manifestantes son particularmente claras en lo que se
refiere a las potencias imperialistas. Expresan un rechazo claro a las
injerencias imperialistas, se manifiesten bajo la forma de un apoyo a Buteflika
(Francia) o de un apoyo hipócrita al movimiento (Washington).
Proseguir el
movimiento e indicar una perspectiva política popular
Hoy todo el
mundo es consciente de la trampa tendida por Buteflika. La manfiestación del 15
de marzo constituirá un test decisivo para expresar el rechazo a esta enésima
maniobra del poder. Por ello las fuerzas políticas y sociales, de todas las
tendencias, preparan esta movilización a fin de que sea lo más masiva y
combativa posible.
La protesta
popular tiene más necesidad que nunca de unidad. Pero las fuerzas políticas
(PT, FFS, PST…) y sociales (sindicatos, movimientos y asociaciones) que, en su
seno, luchan a la vez por la defensa de la soberanía nacional frente al
imperialismo y por la soberanía popular y la justicia social frente al
autoritarismo y las políticas liberales deben urgentemente converger para
constituir un polo consecuente que garantice que el movimiento no sea desviado
y llevado a una vía sin salida. Tarde o temprano, en efecto, las clases y
fracciones de clases dominantes, bien apoyen al poder o a la oposición,
encontrarán un terreno de acuerdo, realizarán un compromiso para defender sus
intereses e impedir a las clases populares, con las y los trabajadores a su
cabeza, ofrecer una perspectiva democrática, pero también social (antiliberal)
y nacional (antiimperialista).
El polo
popular, que se trata de construir en una situación de desconfianza
generalizada hacia los partidos, debe poder constituirse para:
- aumentar la
presión sobre el poder ampliando la movilización, la autoorganización popular y
la huelga general,
- denunciar la
Conferencia Nacional que intenta parchear el régimen y oponerle la consigna de
Asamblea Constituyente soberana,
- impulsar el
proceso fundamental de reapropiación de la UGTA así como el proceso de
autoorganización de la ciudadanía (estudiantes, abogadas y abogados, jueces y
juezas, periodistas…)
- propagar la
idea de constitución de un Frente Sindical que agrupe a las y los militantes de
una UGTA renovada y a las y los militantes de los sindicatos autónomos combativos
a fin de que la clase trabajadora juegue un papel político central en la
movilización,
- movilizarse
masivamente todos los viernes en todas las wilayas (provincias) del país,
- enfrentarse a
las injerencias imperialistas, cualquiera que sea la forma bajo la que se
presenten: apoyo del gobierno francés a Buteflika o apoyo de los EEUU al
movimiento. El pueblo argelino no tiene necesidad del apoyo hipócrita y
envenenado de Washington.
*Hocine
Belalloufi vive y trabaja en Argel. Periodista, antiguo coordinador de la
redacción de Argel Republicano de 2003 a 2008 y militante del Partido
Socialista de los Trabajadores (PST), es tambiénautor de dos obras, La
démocratie en Algérie. Réforme ou révolution ? (Apic et Lazhari-Labter, Alger, 2012) y Grand Moyen Orient : guerres ou
paix ? (Lazhari-Labter, Alger, 2008).
Argel,
13/03/2019
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