El Hospital Varsovia de
Toulouse, un hito de la medicina social obra de los exiliados españoles
Por Ignacio
Fontes
Rebelion / España
09/10/2024
Fuentes: El
Diario
Los guerrilleros que lucharon contra los nazis y en el Valle de Arán
crearon un centro sanitario que hoy sigue siendo un modelo de la medicina
social que querían para la República.
La pasada
semana dejamos al XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles, que había
invadido el leridano Valle de Arán,
retirándose a su base transpirenaica de Pau. Comenzada la Operación Reconquista
de España, el 3 de octubre de 1944, la aplastante superioridad numérica del
enemigo, diez efectivos franquistas por cada guerrillero, obligó a los mandos
–al político, Santiago Carrillo, y militar, el general Luis Fernández, jefe de
la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE) de las Fuerzas Francesas del
Interior (FFI)– a ordenar el 21 de octubre la retirada de todas las fuerzas
republicanas para evitar ser cercadas y destruidas. Algunas unidades lo habían
hecho ya por iniciativa propia y un número indeterminado de guerrilleros logró
romper los cercos e integrarse en las partidas del maquis, “los del monte”, que
actuaban en el interior de España.
Las tropas en
retirada dejaron 129 muertos y 218 prisioneros en los frentes de batalla y
llevaron consigo entre 241 y 588 heridos, según las fuentes, que habrían de
recibir cuidados médicos en Francia. Previéndolo, la dirección del Partido
Comunista de España había instalado, con ayuda de su homónimo francés, un
hospital de primeros auxilios en Toulouse, sede del PCE, en el número 15 de la
calle Varsovia –nombre que era, en realidad, una deformación de la expresión
occitana verse vin, portabotellas o escanciador de vino–, un
viejo château a las afueras que el gobierno provisional le
permitió ocupar gracias a los ministros del PCF: 53 camas servidas por una
plantilla de 25 médicos y enfermeras, comunistas en su mayoría, dirigidos
inicialmente por el José Miguel Momeñe, al parecer un practicante graduado en
la universidad de Valladolid, según Francisco Guerra (La medicina en el exilio
republicano, 2003), que la experiencia médica en las guerras de España y contra
los nazis lo habían hecho acreedor del grado de teniente médico de las FFI.
Concebido como
hospital de sangre militar, tras acoger a los heridos de Arán y de los enfrentamientos
con las tropas invasoras de Hitler, el Hospital Varsovia extendió su acción al
cuidado sanitario de los exiliados españoles de Occitania, la mayoría de los
527.843 refugiados en Francia al final de la Guerra Civil, de acuerdo con la
estadística oficial francesa.
A los pocos
meses de su funcionamiento, en mayo de 1945, se funda la Amicale des Anciens
FFI et Résistants Espagnols para administrar el centro y transformarlo en
hospital civil. El nuevo director es el comandante medico de las FFI Josep Torrubia,
militante del PSUC, y su mano derecha, la anarquista María Gómez Álvarez,
cirujana-jefa –aunque la precariedad de medios no haría posible instalar el
primer quirófano hasta 1947, con sólo 16 camas quirúrgicas, según cuenta ella
misma–.
La idea era organizar
el Hospital Varsovia como referente de la sanidad republicana que se
implantaría en España cuando retornara la democracia. Una sanidad universal,
gratuita y avanzada científicamente que había puesto en marcha la II República.
Paralelamente, con el mismo espíritu, la Cruz Roja Republicana Española
estableció al amparo del gobierno en el exilio un centenar de dispensarios en
la Francia liberada atendidos por sanitarios españoles.
Al principio,
el Hospital Varsovia no disponía de otro material sanitario que el que le
aportaban los guerrilleros que lo requisaban de las tropas alemanas en fuga y
algunas donaciones de ayuntamientos, los de Glasgow, Varsovia y el de Zurich,
que, con la Centrale Sanitaire Suisse, donó un equipo de rayos X.
Pablo Picasso,
que durante el último año de la guerra civil había fundado en París y presidía
el Comité de Ayuda a los Republicanos Españoles para enviar alimentos y
medicinas a las zonas republicanas asediadas, impulsó la recaudación de fondos
de ayuda al “hospital de los españoles en Francia”. Marie Curie, Louis Aragon o
Albert Einstein, además de una cantidad considerable de personalidades de todos
los campos, acudieron al llamamiento del pintor. Y, sobre todo, el
norteamericano Comité Antifascista de Refugiados (Joint Anti-fascist Refugee
Committee, JAFRC) –presidido por Edward Barsky, el médico brigadista de la
Abraham Lincoln–, que, a través del Comité de Servicio Unitario (Unitarian
Service Committee, USC), lo subvencionó con 370.000 francos mensuales.
También participaron
otras instituciones como la Casa de Galicia de Unidad Gallega de Nueva York, la
Spanish Refugee Appeal de Vancouver, la Comisión de Asistencia de Cuba y La
Comisión de Ayuda al hospital Varsovia de México. Numerosos catedráticos de la
facultad de Medicina de Toulouse contribuyeron con apoyos e influencias al
mantenimiento del Hospital Varsovia, especialmente el oncólogo Joseph Ducuing,
miembro del PCF, que será decisivo, como veremos, para la supervivencia de la
institución sanitaria de los guerrilleros. La Seguridad Social francesa también
se involucró y desde finales de 1947 le reembolsaba 56 francos por cada
consulta médica evacuada.
Pese a las
limitaciones económicas y técnicas, poco a poco el equipo del hospital hace
crecer su proyecto de medicina social, en el que se potencia la formación del
personal, tanto médico como auxiliar, y la investigación, como los estudios
realizados por Joaquín Vinyes sobre la avitaminosis C y el adelantado estudio
del uso adecuado de la penicilina, proporcionada por el USC, su acción
terapéutica, dosificación adecuada y efectos secundarios, de gran importancia y
aplicación en la práctica hospitalaria francesa. Sus programas de acción sobre
la desnutrición y la prevención sanitaria, así como sus campañas contra la tuberculosis,
la sífilis y la mortalidad infantil tuvieron una notable repercusión en la
salud de los refugiados españoles. Fueron pioneros sus programas de lucha
contra el cáncer, con el apoyo del Centro Anticanceroso de Toulouse, dirigido
por el citado doctor Ducuing.
Todo ello se
recogía a través de una revista propia, Anales del Hospital Varsovia
–subtitulada “Walter B. Cannon Memorial”, en homenaje al reputado fisiólogo que
fue devoto de la causa republicana y miembro destacado del JAFRC–. El primer
número apareció en julio de 1948 con la declaración de principios: “Velar por
la salud de toda la emigración española republicana en Francia”.
Víctima colateral, civil, de la Guerra Fría
En 1949, un
fantasma recorría no ya Europa sino Occidente, pero no era el fantasma del
comunismo alumbrado por Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista de
1848. Un siglo después, el fantasma era el del anticomunismo: comenzaba la
Guerra Fría con la Doctrina Truman de 1947, el Plan Marshall de ayuda económica
a países de gobiernos anticomunistas y la constitución de la OTAN en 1949.
A parte de los
protagonistas, de aquel enfrentamiento relativamente incruento sólo hubo un
neto vencedor, ayer como hoy: el “complejo militar-industrial”, culpable de la
enloquecida escalada armamentística, concepto que acuñó el poco sospechoso
presidente de los EE. UU. Dwight D. Eisenhower en su famoso discurso de
despedida a la nación del 17 de enero de 1961. Y una multitud de víctimas
colaterales.
El Hospital
Varsovia fue otra notable víctima colateral, tanto en los Estados Unidos como
en Francia. La fama del hospital había crecido exponencialmente en un lustro,
atendiendo pacientes de toda Francia y de las colonias, relata el enfermero e
historiador Pablo Molanes Pérez, y las aportaciones del JAFRC permitían
sucesivas ampliaciones de las instalaciones sanitarias. El presidente del
Comité Antifascista de Refugiados, el doctor Edward K. Barsky (1897-1975), era
una figura prominente de la medicina norteamericana; hijo del fundador del
ilustre Beth Israel Hospital de Nueva York, donde ejerció junto a su padre y
dos hermanos; se afilió al Partido Comunista de los Estados Unidos (PCUSA) en
1935 y emocionalmente implicado con España, al estallar la guerra civil fundó
el American Medical Bureau to Aid Spanish Democracy como filial del North
American Committee to Aid Spanish Democracy, uno de los numerosos comités para
recaudar fondos para la República, mientras que el suyo –denostado por la
jerarquía católica norteamericana– enviaba ambulancias, equipamiento médico y
suministros hospitalarios a España.
En enero de
1937 se trasladó a España al frente de un equipo de doctores, enfermeras,
conductores de ambulancia y técnicos hospitalarios, para participar en los
servicios médicos del ejército leal. A éste le siguieron otros sanitarios –en
1938 llegaron 117 personas– que le permitieron establecer unidades de
emergencia en los frentes en ambulancias y tiendas de campaña y un hospital
móvil con quirófano alimentado con baterías, así como hospitales de sangre y de
convalecencia. Tras una gira por Estados Unidos para promover el apoyo y la
ayuda a España, de vuelta a los frentes, se hizo cargo de los Servicios
Sanitarios de las Brigadas Internacionales, cuya dirección desempeñó hasta la
retirada de los combatientes voluntarios en enero de 1939.
De vuelta a
Estados Unidos, en 1941 fundó el Joint Anti-Fascist Refugee Committee, dedicado
a la recaudación de fondos para los refugiados españoles y para hacer lobby en
favor del depuesto gobierno democrático. Cuando fue prohibido, en junio de
1947, el comité había distribuido 1.011.448 dólares en metálico y 217.903
dólares en bienes. La organización había proporcionado dinero, comida, equipamiento,
vestidos, refugio, educación y tratamientos médicos en once países, entre ellos
los propios Estados Unidos. Gracias a Barsky, entre otros, el Hospital Varsovia
pudo disponer de la milagrosa penicilina.
El comité de
Edward Barsky fue una de las víctimas de la Guerra Fría, como él mismo. En
noviembre de 1947, el Joint Anti-Fascist Refugee Committee fue clausurado como
consecuencia de una Orden Ejecutiva –la United States Executive Order 9835,
conocida como la “Loyalty Order”, firmada por el presidente Truman el 21 de
marzo de 1947– destinada a purgar la administración de comunistas, a los que se
suponía leales, pero a la Unión Soviética. Un producto de la Guerra Fría,
hábilmente explotado por el partido republicano, que, en base a la propaganda
sobre el terror comunista y la infiltración soviética en “altos puestos del
gobierno”, les dio la mayoría de ambas cámaras en las elecciones de 1946.
Desde 1938 (y
hasta 1975) funcionaba en la Cámara de Representantes el Comité de Actividades
Antiamericanas (House Un-American Activities Committee, HUAC), que más tarde
sería campo de batalla del dipsomaníaco crónico –forma elegante de llamarlo
borracho sin remedio– senador Joseph McCarthy, éste desde la presidencia del
Subcomité Permanente de Investigaciones de Seguridad Nacional del Senado, cuya
“caza de brujas” terminó con él mismo cuando acusó al presidente Eisenhower y a
su ministro de Defensa, Charles Wilson, de encubrir el espionaje extranjero
(soviético, claro).
Esta psicosis
dio lugar al Employees Loyalty Program –la purga de funcionarios propiamente
dicha– y a una lista negra del Fiscal General personas y organizaciones que
acusaba de “comunistas” e involucradas en “actividades antiamericanas” y a las
que, en función de esa acusación, se le negaban todo tipo de licencias, incluso
para recaudar fondos, lo que de hecho suponía la desaparición del Joint
Anti-Fascist Refugee Committee.
Entre ellas, la
del doctor Barsky, quien, además, fue citado con todo su staff por el citado
comité de la cámara de Representantes para ser interrogados y para que
entregaran toda la documentación contable de la organización, con los nombres
tanto de los colaboradores en dinero y bienes –entre ellos, Eleanor Roosevelt,
viuda del anterior presidente de los EE. UU.–, así como de los receptores de
las ayudas. La negativa a someterse a los métodos inconstitucionales, lo que
con McCarthy era moneda corriente, se resolvió con penas de cárcel y multas por
“desprecio al Congreso”. En el caso de Barsky, el más afectado, con seis meses
de cárcel, que cumplió, y una multa de 500 dólares.
Lo contó en los
Anales del Hospital Varsovia el escritor norteamericano Howard Fast, militante
del PCUSA desde 1944 y destacado miembro del JAFRC: “Hacemos pública nuestra
protesta por la condena de la que fueron objeto el Dr. Barsky por el «crimen»
de prestar ayuda a las víctimas del fascismo y en particular a los enfermos y a
los inválidos españoles (…) Preferimos publicar algunos párrafos que el
escritor Howard Post [sic] –una de las personas encarceladas– ha hecho público:
‘Así voy a la cárcel. No solo sino con 21 más. Os digo que estoy orgulloso de
tener por compañía a estos hombres y a estas mujeres y que jamás estuve mejor
acompañado, pues con ellos entra en la cárcel lo mejor de América. El Comité de
Actividades Antiamericanas nos ha exigido darle los nombres de los republicanos
españoles que hemos ayudado, de suerte que al hacerlo nos hubiéramos convertido
en criminales asociados al abominable Franco. Y porque nos hemos negado a ello,
vamos a la cárcel’” (Anales del Hospital Varsovia, editorial del número 9,
1950). Fast, autor de la novela Espartaco, llevada al cine por Kirk
Douglas con guion de Dalton Trumbo, otro de los de la lista negra de Hollywood
perseguidos por el alcohólico McCarthy, fue encarcelado tres meses en 1950 por
desacato al Congreso.
El último acto
de la historia altruista del doctor Barsky fue la suspensión de su licencia de
médico durante seis meses, a pesar de la indignada solidaridad profesional que
despertó. Barsky llevó al Colegio de Médicos de Nueva York a los tribunales,
hasta el Supremo, que, en 1954, ratificó la suspensión. El magistrado William
O. Douglas resumió el estado de cosas en su voto particular contra la
sentencia: “Cuando un médico no puede salvar vidas en América por oponerse a
Franco en España, ha llegado la hora de hacer un alto y contemplar críticamente
la neurosis que nos tiene poseídos”.
Un estado de
cosas que conducía a entenderse con un régimen, el franquista, que un lustro
antes era repugnantemente inmoral y cada día parecía más normal.
La persecución obsesiva contra el Hospital Varsovia
Fast, que
visitó el Hospital Varsovia en abril de 1949, antes de cumplir la pena de
cárcel, traía otra mala noticia: el millón de dólares que iba a enviar el JAFRC
para construir un nuevo dispensario había sido bloqueado por la administración
norteamericana, como todos los bienes del Comité. Aunque, allí como aquí, hecha
la ley, ingeniada la trampa: el JAFRC continuó su aportación económica mediante
otra organización, la Spanish Refugee Appeal.
Pero nubes
oscuras se cernían sobre el admirado hospital de los republicanos españoles. La
Doctrina Truman es obedecida por Francia y, en mayo de 1947, el presidente de
la IV República, el socialista Vincent Auriol, expulsa a los ministros
comunistas del gobierno; la pérdida de influencia del PCF redunda en el apoyo
que prestaba al PCE y sus instituciones, que están en el punto de mira
gubernamental. Émile Pelletier, prefecto del Alto Garona, denuncia en febrero
de 1948 que en más de la mitad de los crímenes cometidos en Toulouse, capital
del departamento, se hayan implicados españoles –¿no suena la miserable
acusación?–. Oportunamente, el 17 de febrero de 1950 se descubre un importante
depósito de armas en Barbazan, cerca de la frontera española; armas que, según
las interesadas declaraciones del democristiano Alfred Coste-Floret, alcalde de
la vecina localidad Bagnères-de Luchon, “no están destinadas a cazar a Franco;
al contrario, según un plan establecido, a ayudar a los comunistas franceses en
caso de guerra civil”, cuenta el citado historiador Molanes Pérez.
El miedo de los
estamentos del poder en Francia es que si se entra en guerra con la Unión
Soviética, el PCF trataría de hacerse con el poder con el apoyo de los
comunistas españoles, ésos de los que no hacía tanto, en marzo de 1945, Charles
de Gaulle había dicho: “Guerrillero español: en ti saludo a tus bravos
compatriotas. Por vuestro valor, por la sangre vertida por la libertad y por
Francia, por tus sufrimientos, eres un héroe francés y español”.
Todo está
preparado para desencadenar la Operación Bolero-Paprika. El prefecto Pelletier,
obsesionado con el Hospital Varsovia. “refugio de agentes soviéticos”: escribe
el 7 de febrero de 1950 al ministro del Interior Henri Queuille: acusa al
doctor Francisco Bosch i Fajarnés, capitán médico miembro del PCE, a la sazón
director del hospital –tras haber fundado dos centros de reposo para veteranos
y convalecientes y una casa de acogida de huérfanos– de ser “uno de los agentes
principales del brazo español de la Kominform”, sucesora de la Komintern, y le
propone revocar la ley Billoux de agosto de 1945, que permitía a los sanitarios
extranjeros asistir a sus compatriotas: “Significará que los médicos españoles
ya no tendrán derecho a ejercer, como los del Varsovia, lo que conllevará la
clausura del hospital. La población hospitalizada, que no pasa de 50 enfermos,
podría ser admitidos sin ninguna dificultad en los diferentes hospitales de
Toulouse”.
El primer
ministro del gobierno de Auriol, René Pleven, de la Unión Democrática y
Socialista de la Resistencia (UDSR), da luz verde a la Operación, que la dirige
el secretario de estado de Interior Eugène Thomas y en la que colaboran los
servicios de información del ejército de la dictadura franquista.
Todo el equipo
médico del Hospital Varsovia es encarcelado el 7 de septiembre de 1950. El
diario France Soir recoge en su crónica del 10 de septiembre de 1950 la nómina
de detenidos: “Todos los dirigentes conocidos del PCE en Francia, todo el
personal del hospital Varsovia, todos los jefes de construcción y del servicio
de la empresa Fernández-Valledor, así como los dirigentes de la Asociación de
Veteranos de las FFI y Resistentes Españoles y de otras asociaciones de
obediencia comunista”.
Un mes después,
ya expulsados los 177 dirigentes del PCE señalados como agentes de la Kominform
y disueltas las organizaciones comunistas, un decreto del ministerio del
Interior del 7 de octubre declara ilegal al PCE y ordena la disolución de la
Amicale des Anciens FFI et Résistants Espagnols, administradora del hospital,
la liquidación de sus bienes, la clausura del Varsovia y el traslado de sus
pacientes a otros centros sanitarios.
Los planes
represivos del gobierno francés se cumplían al ritmo previsto, pero no contaban
con un séptimo de caballería que acudió al rescate: el PCF y el citado doctor
Joseph Ducuing, catedrático de Cirugía de la Universidad de Toulouse y director
del centro regional Anticanceroso, que, junto a un nutrido equipo de médicos y
sanitarios franceses, se hizo cargo del hospital el mismo día 7 de octubre
mediante la Societé Nouvelle Hôpital Varsovia –otra ONG avant la lettre, como
la Amicale–, sin que dejase de funcionar ni un solo día. La nueva empresa administradora
compró las instalaciones sanitarias a la Amicale el 1 de enero de 1951 y,
posteriormente, el 12 de febrero de 1952, el château que albergaba al Varsovia
por seis millones de francos que adelantó el PCF.
El Hospital
Varsovia, llamado desde 1979 Hospital Joseph Ducuing de Varsovia en memoria de
su salvador, creció espectacularmente, se incorporó a la red pública sanitaria
francesa como hospital general privado concertado y es hoy el hospital de
referencia antituberculoso y de enfermedades raras del Midi-Pyrénées. Una de
sus alas lleva el nombre de los guerrilleros españoles. La Asociación de Amigos
de la Medicina Social, que fundó el profesor Ducuing en 1955, asegura la
continuidad de los principios sociales que lo inspiró en 1944.
Los exiliados
españoles enraizados en Francia no abandonaron nunca la reivindicación de ver
rehabilitada la Amicale des Anciens FFI et Résistants Espagnols. Hasta que
murió el dictador, Francia no se avino, o no se atrevió por motivos
diplomáticos, a revisar la injusticia y derogar el bochornoso decreto de 1950.
La dictadura franquista también reinó en Francia: durante más de un cuarto de
siglo, los exiliados españoles, casi todos también con la ciudadanía francesa,
estuvieron privados de derechos humanos elementales: reunión, asociación,
expresión, prensa… El gobierno francés volvió a inscribirla en 1976, bajo el
nombre Amicale des Anciens Guérilleros Espagnols en France-Forces Françaises de
l’Intérieur.
Gloria a todos
ellos.