Los
agricultores y la población trabajadora contra la Unión Europea
El Viejo Topo
9 de febrero de 2024 /
El encarecimiento de los
alimentos está empobreciendo y actuando como un verdugo que tortura y sacrifica
a las clases sociales más débiles. Muchas de las familias que cobran el IMV o
las rentas mínimas con los ingresos que perciben tienen prohibido el acceso a
ciertos alimentos producidos en el campo. Los agricultores se arruinan con los
precios de lo que producen. Los intermediarios, los monopolios, las entidades
bancarias y las grandes superficies se enriquecen con beneficios millonarios.
Los datos estadísticos así lo corroboran: aumentan las familias en exclusión
social, las rentas agrarias disminuyen y los beneficios de los bancos son
multimillonarios.
Todo esto pone de
manifiesto que dentro de los límites de las sociedades capitalistas se agudizan
los problemas que sufren las capas trabajadoras que poco a poco se rebelan
contra un sistema que los explota y oprime. En este caso concreto son los
agricultores de los países europeos los que no han podido aguantar más y saltan
a la calle expresando su ira y su rabia contra las políticas que les hunden.
Nacen en la Unión Europea y las aplican los gobiernos al pie de la letra, como
normas escritas en piedra.
Las decisiones que emanan
de las instituciones de la Unión Europea tienen como grandes objetivos beneficiar
al gran capital materializado en las multinacionales, las grandes entidades
bancarias y financieras, las grandes superficies y los grandes latifundistas.
Las normas concretas que fijan estas directivas comunitarias están devastando
el campo y con ello la depauperación y la soberanía alimentaria de nuestros
pueblos.
El sometimiento al
imperialismo está presente en las decisiones que permiten a Ucrania, ya en
manos de los grandes fondos de inversión americanos, vender libremente en
Europa arruinando a las economías más débiles, además de los muchos acuerdos de
libre comercio con grandes agrupaciones comerciales, como Mercosur u otras
entidades supranacionales o países más o menos desarrollados económicamente.
En todo caso, se trata de
facilitar el comercio de productos y servicios con la particularidad de que lo
que se nos divulga como libre intercambio es muy favorable a los países del
Norte de Europa. Así, una figura de esta reciprocidad comercial con algunos de
los terceros países menos desarrollados económicamente es la de que a cambio de
comprar productos que se originan en los países más ricos e industrializados
del continente europeo se les permite relativa libertad para vender sus
producciones agrarias en Europa. Lo curioso de todo esto es que los productos
agrícolas y ganaderos que vienen de terceros países están producidos por
grandes compañías europeas y americanas que se mueven con plena libertad en
Marruecos o en países de otros continentes en donde los costes de producción
son más baratos y con menos controles fitosanitarios que en Europa. Este
sistema de compra venta está en crisis como estamos viendo en toda Europa con
la rebelión de los agricultores europeos.
La Ley tendencial
capitalista de la concentración y centralización de capital adquiere en la
agricultura un grado de desarrollo tal que no tiene que envidiar lo que está
sucediendo con las grandes concentraciones de entidades bancarias e
industriales.
Este estado de cosas se ve
propiciado por las políticas de ayudas y subvenciones provenientes de Bruselas
que lucran a los dueños de extensas propiedades de tierras y se recortan o
eliminan a quienes tienen un número pequeño de hectáreas. Hay que señalar el
rechazo campesino a unas reglas medioambientales contenidas en la agenda 2030
que difícilmente pueden cumplir, alejándolos de algunas ayudas concretas.
En definitiva, el saqueo y
la rapiña, permitido y favorecido por las instituciones nacionales y europeas,
que llevan a cabo quienes tienen en sus manos el dinero, las semillas, los
abonos, los fertilizantes, está arruinando a los pequeños y medianos
agricultores que cada vez con más frecuencia se ven obligados a abandonar el
campo y vender sus tierras a los fondos de inversión o a grandes propietarios
agrícolas.
Hay una repulsa general en
el sector a la burocracia que les obliga a un amplio e intenso papeleo que los
hace dependientes de agencias y gestorías privadas para la realización de los
trámites administrativos necesarios para acceder a estas subvenciones europeas
y a la hora de establecer o modificar cultivos en sus tierras. En ocasiones, no
entienden las preferencias poco racionales establecidas en estas normativas
medioambientales que se justifican oficialmente por el cambio climático.
La Ley de la Cadena
Alimentaria fue una herramienta que no ha tenido la eficacia prevista por el
gobierno y que a fin de cuenta se interpreta más como un artilugio creado por
el Poder Político para salir del paso y acallar el movimiento social iniciado
hace unos años. En resumen, este conjunto de instrumentos políticos creados en
las sociedades capitalistas, divulgados y ampliamente publicitados como
soportes de las rentas agrarias no solucionan verdaderamente los problemas y
pretenden periodos cortos de estabilidad y paz social para el gobierno
establecido.
La única manera de acabar
con la ruina y el saqueo a la que están sometidos los productores agrícolas y
lograr una verdadera soberanía alimentaria al servicio del pueblo es romper con
el capitalismo y sus normas. El estado está organizado para prestar servicio y
administrar los intereses de las burguesías regionales y nacionales cuyos
intereses son muy diferentes a los que tienen los agricultores. Para
romper estas estructuras dominantes los campesinos se tienen que organizar al
margen de las asociaciones agrarias y entidades políticas que están demostrando
que son pilares que contribuyen a la estabilidad de un sistema económico y
social regulado por el gran capital condensado y personalizado en las grandes
corporaciones económicas y financieras, y cuyos dirigentes se mueven como peces
en el agua al socaire de las grandes burguesías agrarias y monopolios
industriales.
La lucha de los
agricultores además de extender y propagar sus reclamaciones al conjunto de la
sociedad, para mejorar su efectividad deben conseguir la intervención directa y
el control de las disposiciones, mandatos y preceptos que se toman en los entes
políticos territoriales y les afectan tanto en aspectos administrativos como
productivos. Para ello, los campesinos se tienen que organizar de modo
independiente eligiendo a sus representantes, trabajando y en colaboración con
otras capas sociales para organizar y planificar la producción de los alimentos
en base a las necesidades de la sociedad. En todo esto es fundamental que
desarrollen su propia capacidad organizativa rompiendo con las estructuras que
los quieren manipular y controlar, eligiendo a sus representantes en los
pueblos, en las provincias, en las naciones y en Europa. La lucha es
antifascista, internacionalista y antiimperialista.
El ejemplo más claro, es lo
ocurrido días atrás en Bruselas. Mientras los agricultores protestaban en la
puerta del parlamento europeo, se celebraba la última cumbre en Bruselas en la
que se acordó conceder 50.000 millones de euros para continuar la guerra de
Ucrania contra Rusia. La UE no tiene vergüenza en destinar miles de millones
para las matanzas humanas mientras desprecia las reclamaciones y mire para otro
lado ante la ruina del mundo agrícola.
La presidenta del Ejecutivo
comunitario, la burócrata URSULA VON DER LEYEN dijo que los agricultores
merecen ser escuchados, pero en vez de ello la sede del Parlamento Europeo fue
rodeado de barreras anti tractores. El único que salió a recibirlos fue el
presidente de Hungría VICTOR ORBAN, al que la diplomacia y los medios de
comunicación occidentales tachan de ser un dictador.
En Francia, el gobierno
pide levantar las sanciones contra Rusia en el gas y el petróleo. Pero la UE
prepara un nuevo plan de sanciones que creará más dificultades y un
empobrecimiento en los países europeos. La UE no quiere dar solución a
las reclamaciones de los agricultores que se centran en cuestiones que tienen
que ver con la inflación, el alza en los precios energéticos y de fertilizantes
que se han encarecido enormemente con las sanciones económicas a Rusia,
actuando como un boomerang contra los países de la UE. Por este motivo los
agricultores con el resto de la población trabajadora tenemos que unirnos y
trabajar por otras instituciones, tenemos que luchar por otra sociedad en donde
la justicia y la solidaridad sea la directiva mundial a seguir.
Imagen de portada:
Agricultura 7 . Public Domain Pictures | Detalles de
la licencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario