El saqueo de las tierras cultivables de Ucrania
DIARIO OCTUBRE / agosto 11, 2023
Hoy la
propiedad de la tierra se concentra en manos de una nueva oligarquía. Alrededor
de 4,3 millones de hectáreas son cultivos industriales. La mayor parte de
ellos, tres millones de hectáreas, están en manos de una docena de grandes
empresas agrarias.
Unos cinco
millones de hectáreas de suelo público han sido robadas, literalmente, por
intereses privados. El área total de tierra controlada por oligarcas,
individuos corruptos y grandes agronegocios asciende, por lo tanto, a más de
nueve millones de hectáreas, lo que supone más del 28 por cien de la tierra
cultivable. El resto lo utilizan los ocho millones de agricultores ucranianos.
Los mayores
terratenientes son una mezcla de oligarcas y empresas extranjeras, en su mayor
parte europeas y norteamericanas, incluido un fondo de capital privado con sede
en Estados Unidos y el fondo soberano de Arabia saudí. Con una única
excepción, las diez mayores empresas inmobiliarias están registradas en
el extranjero, principalmente en paraísos fiscales, como Chipre o Luxemburgo.
El Instituto
Oakland ha identificado (*) a muchos especuladores, incluidos Vanguard Group,
Kopernik Global Investors, BNP Asset Management Holding, NN Investment Partners
Holdings, propiedad de Goldman Sachs, y Norges Bank Investment Management, que
gestiona el fondo soberano noruego. Varios grandes fondos de pensiones,
fundaciones y dotaciones universitarias de Estados Unidos también han invertido
en tierras ucranianas a través de NCH Capital, un fondo buitre con sede en
Estados Unidos, que es el quinto mayor propietario de tierras rurales.
La mayoría de
estas empresas están muy endeudadas con instituciones financieras occidentales,
en particular el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, el Banco Europeo
de Inversiones y la Corporación Financiera Internacional, la rama del Banco
Mundial dedicada al sector privado. Estas instituciones han financiado los
agronegocios ucranianos con casi 1.700 millones de dólares estadounidenses para
solo seis de las empresas de tierras más grandes de Ucrania en los últimos
años.
Otros
prestamistas importantes son instituciones financieras, principalmente europeas
y norteamericanas, tanto públicas como privadas. La deuda no solo les reporta
intereses a los acreedores, sino también un importante medio de presión. La
reestructuración de la deuda de UkrLandFarming, uno de los mayores
terratenientes de Ucrania, es prueba de ello. Involucró a acreedores como las
agencias de importación y exportación de Estados Unidos, Canadá y Dinamarca,
entre otros, y condujo a cambios organizativos importantes, incluido el despido
de miles de trabajadores.
La financiación
internacional beneficia directamente a los oligarcas, muchos de los cuales
están acusados de fraude y malversación, así como a fondos extranjeros y empresas asociadas como accionistas o
acreedores. Mientras tanto, los agricultores ucranianos han tenido que trabajar
con tierra y financiación limitadas, y muchos están ahora al borde de la
pobreza. Estos agricultores prácticamente no reciben apoyo, en comparación con
los agronegocios y los oligarcas. El Fondo de Garantía Parcial de Crédito
establecido por el Banco Mundial para apoyar a los pequeños agricultores
asciende a 5,4 millones de dólares, una suma insignificante en comparación con
los miles de millones de dólares asignados a las grandes agroindustrias.
En los últimos
años, las potencias occidentales han brindado una ayuda militar y económica
masiva a Ucrania, que se ha convertido en el mayor receptor de fondos
exteriores de Estados Unidos. Es la primera vez, desde el Plan Marshall que un
país europeo recibe dichos fondos. En diciembre del año pasado, menos de un año
después del inicio de la guerra, Estados Unidos asignó más de 113.000 millones
de dólares a Ucrania, incluidos 65.000 millones de dólares en ayuda militar,
más que el presupuesto total del Pentágono y la USAID en todo el mundo (58.000
millones de dólares).
La ayuda
occidental ha estado condicionada a un programa de ajuste estructural drástico,
que incluye medidas de austeridad, recortes en seguridad social y privatización
de sectores clave de la economía. Una condición clave fue la creación de un
mercado de tierras, implementado en 2020 bajo Zelensky, a pesar de la oposición
de la mayoría de los ucranianos por temor a que exacerbara la corrupción en el
sector agrícola y fortaleciera su control por parte de intereses monopolistas.
La creación de
un mercado de compraventa de tierras aumentará aún más la cantidad de cultivos
en manos de los oligarcas y las grandes agroindustrias. Estas últimas ya han
comenzado a ampliar la extensión de sus tierras. Kernel ha anunciado su
intención de aumentar su reserva de tierras a 700.000 hectáreas, frente a las
500.000 hectáreas que tenía en 2021. De manera similar, MHP, que actualmente
controla 360.000 hectáreas de tierras, también busca expandir sus propiedades a
550.000 hectáreas. MHP elude las restricciones a la compra de tierras
poniéndolas a nombre de sus directivos. Luego se las arriendan a la empresa.
Al apoyar a las
grandes agroindustrias, las instituciones financieras internacionales están
subsidiando la concentración de la tierra y un modelo industrial de agricultura
basado en el monocultivo a gran escala. Mientras los pequeños y
medianos agricultores ucranianos garantizan la seguridad alimentaria del país,
las grandes empresas agroalimentarias se orientan hacia los mercados de
exportación.
En diciembre
del año pasado, una coalición de agricultores, académicos y ONG pidieron al
gobierno de Kiev que suspendiera la reforma agraria de 2020 y todas las
transacciones de tierras realizadas en el mercado durante la guerra, para
garantizar la seguridad alimentaria del país. Hoy miles de jóvenes de las zonas
rurales, agricultores, luchan y mueren en la guerra. Lo han perdido todo. La
compra y venta de tierras está cada vez más liberalizada y publicitada, lo que
amenaza los derechos de los ucranianos a sus tierras, por las que están dando
su vida.
Las
preocupaciones se ven exacerbadas por el vertiginoso ascenso de la deuda
externa de Ucrania, contraída a expensas de las condiciones de vida de la
población como resultado de las medidas impuestas por el programa de ajuste
estructural. Ucrania es ahora el tercer mayor deudor del mundo con el
Fondo Monetario Internacional y es probable que la abrumadora carga de
la deuda genere más presión por parte de sus acreedores sobre la reconstrucción
de la posguerra. El costo se estima en 750.000 millones de dólares. Estos
actores ya han amenzado con utilizar su influencia para privatizar aún más el
sector público del país y liberalizar su agricultura.
(*)
https://www.oaklandinstitute.org/sites/oaklandinstitute.org/files/takeover-ukraine-agricultural-land.pdf
FUENTE: mpr21.info
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