Cumbre CELAC-UE
El posicionamiento
latinoamericanista
Rebelion
27/07/2023
Fuentes: Rebelión
En los
continuos estudios sobre las nuevas relaciones mundiales entre bloques y países
que se han producido en medio de imparables transformaciones de la economía y
la política internacionales del siglo XXI, va quedando en claro que la era de
la globalización capitalista hegemonizada por los Estados Unidos tras el
derrumbe del socialismo de tipo soviético se debilita. Lo cual no significa que
haya caído el poder que mantiene esa potencia. Pero el proceso de construcción
de un mundo multipolar, particularmente determinado por el ascenso de China y
Rusia, junto con la conformación de bloques con capacidades autónomas como los
BRICS, es irreversible. Y en ese contexto se inserta la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que quedó constituida en la Cumbre de
2010.
La CELAC es un espacio de coordinación y convergencia de acciones conjuntas
entre los países de la región, con exclusión de los EE.UU. y Canadá. Este solo
hecho da cuenta de su importancia y de la ruptura que ocasionó con el americanismo
monroísta. La visión latinoamericanista fue posible por las claras posiciones
asumidas por los gobernantes del primer ciclo progresista, se debilitó con
gobernantes derechistas que les sucedieron (entre los cuales destacó Jair
Bolsonaro, de Brasil) y ha sido revitalizada por mandatarios de un nuevo ciclo
progresista y particularmente con el retorno de Brasil gracias al presidente
Lula da Silva.
La reciente cumbre de la CELAC y la Unión Europea (UE), realizada el 17 y 18 de
julio (2023), ha puesto de manifiesto, una vez más, que América Latina afianza
sus propias políticas internacionales. Ello se refleja en la Declaración final
(https://rb.gy/pifqn), un documento de 41 puntos, en los que
hay señalamientos de carácter general, redactados en el tono diplomático con el
que suelen valorarse las relaciones entre América Latina y Europa, la
democracia, los derechos y principios sociales universales, el reconocimiento a
pueblos y nacionalidades tanto como a la institucionalidad o las esperanzas por
una humanidad que logre solucionar sus problemas y límites históricos.
Pero hay varios asuntos que merecen ser resaltados. El 10 se refiere a la
esclavitud y la trata de esclavos, que incluye la trata transatlántica, como
“tragedias atroces” y un “crimen de lesa humanidad”, lo cual constituye una
clara alusión al colonialismo europeo. Punto 11: expresa condena al “bloqueo
económico, comercial y financiero impuesto contra Cuba” y rechaza la
designación de este país como “Estado promotor del terrorismo”, lo cual
evidencia una nueva derrota histórica y directa para los EE.UU. Punto 12: se
“toma nota” de que es la CELAC la que ha declarado que América Latina y el Caribe
son una “Zona de Paz”, sin dejar en claro si Europa participa de un criterio
similar. Punto 13: también la UE declara haber “tomado nota” de la “cuestión de
la soberanía sobre las Islas Malvinas” y de “la posición histórica de la CELAC,
basada en la importancia del diálogo y el respeto del Derecho internacional en
la solución pacífica de controversias”, lo cual es un eficaz golpe diplomático
a la misma Europa y aún más directo a Inglaterra. Punto 15: frente a las
presiones europeas y las que desde el origen del conflicto vienen realizando
los EE.UU., no se ha logrado que América Latina se una al Occidente hegemónico
para inculpar a Rusia, de manera que la Declaración tuvo que acoger la
diplomática frase: “Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra
en curso contra Ucrania”. De este modo, los países latinoamericanos han
ratificado su clara posición de no inmiscuirse en una guerra ajena y preservar
a la región como Zona de Paz. Punto 17: Dice la Declaración: “Destacamos la
necesidad de reforzar el sistema multilateral y de promover una gobernanza
mundial más eficaz e inclusiva, que respete el Derecho internacional”. Con ello
igualmente la región latinoamericana no se ha unido a la ideología de los
EE.UU., compartida por Europa, de tratar de imponer un “orden basado en
reglas”, que ha sido el concepto forjado para enfrentar especialmente a China,
sino que se refuerza la idea del Derecho internacional, que exige respeto a la
soberanía de los países, la convivencia pacífica y el reconocimiento de la variedad
de sistemas políticos, sin caer en la maniquea división entre el mundo de la
“democracia” y el de los “autoritarismos”. Punto 18: se postula un nuevo orden
económico-financiero, “que engloba el Pacto de París por los Pueblos y por el
Planeta, la Agenda de Acción de Adís Abeba y la Iniciativa de Bridgetown”, lo
cual es un golpe al FMI y al BM. Los puntos 19 hasta el 26 igualmente refuerzan
no solo la protección del medio ambiente sino la preservación de los recursos
existentes en América Latina y que siguen en la voraz mira de empresas
transnacionales y países que las respaldan.
Se añaden compromisos teóricos sobre los avances tecnológicos, la inteligencia
artificial, la seguridad ciudadana, la justicia social, el combate a la
delincuencia y a la corrupción. Sobre todo, la preocupación por “el continuo
deterioro de la seguridad pública y la situación humanitaria en Haití” (punto
38); el “pleno apoyo al proceso de paz en Colombia” (punto 39), que resulta en
un cuestionamiento a los guerreristas y extremas derechas de este país, y un
respaldo de enorme significación para el presidente Gustavo Petro, quien
enfrenta la creciente oposición y reacción de esas fuerzas contrarias a la paz.
También el aliento al “diálogo constructivo entre las partes en las negociaciones
dirigidas por Venezuela en Ciudad de México” (punto 40), que podía incluir la
condena al bloqueo que sufre el país, comparable con el que soporta Cuba, y que
la Declaración no lo contiene.
Por todo lo señalado, la Declaración final de la Cumbra CELAC-UE no es tan
agridulce como algunos suponen o demasiado tibia, como otros han subrayado. Y
esto, a pesar pesar de las voces disonantes como las del presidente de Chile,
Gabriel Boric, abogando por la condena a Rusia; o la de Guillermo Lasso de Ecuador,
privilegiando la eliminación de la visa Schengen como demanda central (https://rb.gy/ni165), para añadir, días después y una vez
retornado al país, la suscripción de un “Memorando de Entendimiento” (MOU)
sobre asuntos militares y de seguridad con los EE.UU., totalmente ajenos al
espíritu de la CELAC (https://shorturl.at/jEPY0); e incluso la de Nicaragua,
negándose a suscribir la Declaración.
De todos modos, lo que queda en evidencia es que no se logró doblegar los
principios históricos fundamentales que han caracterizado a las posiciones
latinoamericanistas desde el siglo XIX y que solo han crecido con el paso de
los siglos y hoy se muestran suficientemente sólidos y con fuerte presencia. De
manera que la cumbre ha sido de vital importancia histórica para posicionar a
América Latina con su propio peso continental e internacional.
* Este artículo puede ser reproducido citando la fuente.
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