FERNANDO BUEN ABAD. Eso que
llaman periodismo
INSURGENTE.ORG
/ 03.06.2023
Cada día más mediocre,
más corrupto y más servil; eso que llaman «periodismo» en las empresas
mercantilizadoras de «noticias» o «información», constituye hoy una de las
maquinarias de guerra ideológica capitalistas más degeneradas… Su degeneración
es su fracaso y al mismo tiempo su delación. Se delata su definición a partir
de su función distorsiva y lo que debería servir para orientar a la sociedad es,
en realidad, un negocio para desorientar.
No es lo mismo
«periodismo» que mercadeo de noticias. Aunque se ha instalado la idea perversa
de que sólo lo que vende diarios es información, y con ello se han creado
cátedras, carreras, posgrados y especialidades… aunque reine en la cabeza de
muchos la idea de que «periodismo» es el arte mercenario de vender la pluma al
mejor postor… aunque impere el criterio peregrino de que un periodista es
mercader de confiabilidad… y, aunque se machaque con la falacia de que el
periodismo es el arte demagógico, la «objetividad» burguesa… lo cierto es que
lo que llaman y practican como «periodismo», en las empresas de periódicos, es
una mercancía más sometida a las peores leyes del capitalismo. Lo saben bien
los trabajadores.
Los hechos que genera
la vida social, económicos, políticos, artísticos, culturales… a partir de su
motor histórico que es la lucha de clases, no pueden ser privatizados por
maniobra comercial alguna aunque esta sea capaz de convertirlos, según sus
intereses, en «información» o «noticia». Los hechos cotidianos (ocurran cuando
ocurran) producto de las relaciones sociales, hasta hoy divididas en clases,
además de requerir registros y análisis científicos, exigen capacidad de relato
clarificante, creativo y emancipador; para contribuir a elevar el nivel de la
conciencia colectiva, incluso en la resolución de problemas individuales. La
tarea de producir análisis e información periodística además de ser praxis
ética cotidiana, debe ser trabajo organizador para la transformación del mundo.
Así lo ejerció el propio John Reed.
En las empresas que han
hecho de la información una mercancía caprichosa y desleal con la verdad, el
trabajo de los «periodistas» ha sido deformado hasta la ignominia de la
esclavitud del pensamiento y la explotación de personas obligadas a traicionar
la conciencia (individual y colectiva) sobre la realidad. Se vive diariamente
un desfalco informativo en contra de todo sentido común y se humilla la
inteligencia de los trabajadores de la información sometiéndolos a principios y
fines empresariales cada día más mediocres, corruptos y mafiosos. La Sociedad
Interamericana de Prensa conoce bien esta historia.
En las escuelas hay no
pocas tendencias empeñadas en «formar» mano de obra barata, mansa y acrítica
dispuesta a tragarse, con disfraz academicista, las condiciones laborales más
aberrantes a cambio de ilusiones de fama burguesa, prestigio de mercachifles y,
desde luego, rentabilidad de cómplices muy creativos a la hora de
inivisibilizar las verdades más duras, criminalizar a quienes luchan por
emanciparse y asegurar las ventas de los «informativos». Títulos universitarios
de «periodista» amancebados con el capitalismo y sus odios, así sea necesario
mentir, calumniar o matar. Así sea necesario auspiciar golpes de estado o
magnicidios. Los hemos visto y los vemos a diario. Para la tele, para la web,
para la radio… para los impresos.
Dignificar el trabajo
del «periodista» es un reto social enorme que no se resuelve sólo de manera
«gremialista», ni sólo con «educación de excelencia», ni sólo con «buena
voluntad». Se trata de una profesión, un oficio y una tarea política… atascada
en el pantano de la guerra ideológica y la guerra mediática burguesa.
Dignificar la definición y la función de periodista comprende factores muy
diversos que parten de la base concreta de luchar contra el trabajo alienado y
contra las condiciones de insalubridad ideológica extrema en que, bajo el
capitalismo, se desarrolla. Dignificar el trabajo periodístico implica
emprender, a diario, una revolución de conciencia y acción que devuelvan a la
producción informativa su alma socialista y su poder como herramienta
emancipadora de conciencias… implica pues devolver al «periodismo» sus brújulas
y sus responsabilidades en el camino de la revolución.
Eso implica exigencias
programáticas, organizativas y disciplinarias cuya base es la lucha de clases y
cuya praxis debe andar al lado de las luchas emancipadoras de la clase
trabajadora. Ya basta de que cualquier payaso capaz de publicar, bajo cualquier
método y medio, sus canalladas se haga llamar «periodista» a costa de degenerar
la verdad que es de todos. Frenarlos en seco implica desarrollo científico y
político para conquistar un poder profesional y militante capaz de ponerse al
servicio de la clase que emancipará a la humanidad. Ese es su lugar mejor. Eso
implica impulsar escuelas nuevas, estilos nuevos, sintaxis, comunicación y
conciencia revolucionarios. Eso implica impulsar generaciones nuevas de
trabajadores del periodismo emancipados de la lógica del mercado informativo.
Nada menos.
Ahora que estamos
asqueados por la desfachatez y la impunidad con que exhiben sus canalladas
omnipresentemente los amos y sus siervos «periodísticos», hay que fortalecernos
para combatirlos. Ahora que la náusea nos sacude y la irracionalidad del
mercado informativo se vuelve comando golpista y magnicida, en todo el mundo,
es preciso organizarnos de manera democrática, plural y combativa.
Ahora que se despliegan
las acometidas más feroces de las mafias comerciales que venden «diarios»
contra la verdad de los pueblos en lucha y contra sus logros más caros…
nosotros requerimos la unidad y la acción organizada y desde abajo como causa
ética suprema. Ahora que se alían las mafias mediáticas y forman su ejército de
«periodistas» para bombardearnos con misiles de injurias y mentira… nosotros
debemos hacer del «periodismo» un frente riguroso en sus principios y adaptable
en su organización para sumarnos abiertamente a todas las fuerzas de la
comunicación emancipadora donde se propicie colaboración revolucionaria
irrestricta.
Al menos. Así, eso que llaman «periodismo» dejará de ser, muy pronto, reducto de farsantes mercenarios enfermos consuetudinarios de la mentira para convertirse, de una vez por todas, en herramienta creativa de la verdad al servicio de la Revolución. Y ya hay muchos trabajadores que avanzan en esa ruta. A diario.
(Cuatro F)
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