La geopolítica de Oriente Medio está cambiando
aceleradamente, al mismo tiempo que la influencia de China crece también en esa
parte del mundo. Por ahora, los grandes perdedores son EEUU y sus subordinados,
es decir, Occidente. Habrá que ver cuál es su respuesta.
Oriente Medio se reconfigura
El Viejo Topo
27 abril, 2023
Durante mucho
tiempo, casi desde el inicio del conflicto, algunos sostuvimos que Arabia
Saudita saldría derrotada en su guerra con Yemen. Hicimos otra predicción hace
pocas semanas, que también se ha demostrada cierta: el acuerdo irano-saudí,
negociado por China, traería un amplio acuerdo político en todo Oriente Medio.
Las previsiones parecen cumplirse.
La guerra en
Yemen fue desastrosa para las armas saudíes y genocida para la población
yemení. Mohamed bin Salmán, el hombre fuerte en el reino, necesitaba consolidar
su liderazgo. Recurrió a dos medidas drásticas. La primera fue la represión
interna que tuvo como consecuencia la eliminación, incluso físicamente, de
algunos aspirantes al trono. La segunda, la guerra, que pretendía victoriosa
contra un rival débil como era Yemen. En paralelo financiaba a grupos que
actuaban contra Siria, Irán y se inmiscuía en la política libanesa. Desde 2011
se implicó en la guerra siria y en 2015 iniciaba la agresión contra Yemen para
posteriormente, en junio de 2017, invadir Qatar. Todo ha sido un conjunto de
fracasos terriblemente costosos.
La victoria del eje de la resistencia.
La guerra en
Yemen es también, y sobre todo, una victoria del eje de la resistencia. Sin la
determinación del pueblo yemení de resistir contra el régimen de Riad, apoyado
por EEUU e Israel, no se habrían alcanzado estos acuerdos. La voluntad de
resistencia se ha impuesto a la tecnología y el dinero. Tal es así que durante
8 años Tel Aviv, Washington y Riad coordinaron sus acciones militares creando
un Estado Mayor conjunto que dirigía las operaciones. Su fracaso, a pesar de
los millares de toneladas de bombas arrojadas o la destrucción de las
infraestructuras, es evidente. Tras la mediación china Riad se comprometerá a
pagar los salarios de los empleados públicos, a abrir el puerto de Hudeidah y a
resolver los problemas monetarios de Yemen a cambio de la aceptación de la
tregua por parte de Sanaa. En paralelo el reino saudí ha prometido fuertes
inversiones a países de la zona como Turquía, que recibirá unos 7.000 millones
de dólares en créditos blandos.
Arabia Saudita
ha sido uno (no el único) de los países responsables de la desestabilización en
Oriente Medio. Mantenía conflictos de alta/media intensidad con Irán, Siria,
Iraq, Yemen y Líbano. La política de Riad de “normalización” con el estado de
Israel aseguraba la penetración de la política estadounidense en la zona
mientras intentaba debilitar al eje de la resistencia (Siria, Líbano e Irán).
Este planteamiento está saltando por los aires. Todo está cambiando. En cascada
y de forma más rápida de lo esperado las reacciones políticas se suceden:
acuerdo irano-saudí (intercambio de embajadores y cónsules), acuerdo
iraquí-iraní (para impedir que los kurdos iraquíes se conviertan en un elemento
de desestabilización en la zona), intercambio de embajadores entre Siria y
Arabia Saudita, visita del presidente sirio a Emiratos y restablecimiento
de nuevos y más fuertes lazos comerciales, reIntegración de Siria en la Liga
Árabe con apoyo saudí (su reincorporación se propondrá en el mes de mayo),
nuevos acuerdos comerciales ampliados entre El Cairo y Damasco, intercambio de
embajadores entre Túnez y Siria, nuevos acuerdos entre Catar y Bahréin (desde
el 2017 habían roto relaciones diplomáticas y el 12 de abril acordaron
restablecerlas)… también se abre paso a una futura estabilización en Líbano.
Por último, las negociaciones entre Irán, Siria, Turquía con la mediación de
Moscú están muy cerca de culminar en un acuerdo entre Ankara y Damasco.
El elemento clave
El acuerdo
irano-saudí ha sido el elemento clave en la nueva reconfiguración de Oriente
Medio. Es una victoria espectacular de la política exterior china. El apretón
de manos entre los dos antiguos enemigos tiene también otra significación: el
entierro de billones de dólares gastados durante más de cuatro décadas con la
excusa de la Guerra Global contra el Terrorismo.
Pekín es ahora
la capital de la paz. La idea se ha impuesto en todo el Sur Global. La
procesión de dirigentes políticos visitando Pekín demuestra la importancia del
paso que ha dado Xi Jinping. La presentación del plan de paz de 12 puntos para
solventar la crisis en Ucrania refuerza esa posición y choca frontalmente con
la postura europea y estadounidense de implicarse más y más en la guerra de la
OTAN contra Rusia.
El acercamiento
entre Teherán y Riad se comenzó a diseñar antes del inicio de la guerra en Ucrania.
Se aceleró cuando Arabia Saudita observó que EEUU bloqueaba los capitales rusos
a consecuencia del conflicto. El miedo a correr la misma suerte empujo a
Mohamed bi-Salman a repatriar capitales (la quiebra del Credit Suisse tiene
nombre saudí). Riad se decidió por una mayor integración en los BRICS y ésta no
podía hacerse en un estado casi de pre-guerra entre dos futuros socios como
eran Teherán y Riad. Los dos países tenían intereses comunes que han pasado por
Pekín. Las relaciones futuras entre los dos estados no serán fáciles. Les
espera un largo camino. Deberán activar los acuerdos de cooperación firmados en
1998 y 2001 y lo más importante, deberán respetar la soberanía mutua.
El
fortalecimiento de Irán, a pesar de las sanciones, y la imposibilidad de
derrotar al movimiento Ansarolá en el Yemen, aceleró la necesidad de este
cambio de posición por parte de Riad. La derrota en Siria y Yemen de las
fuerzas apoyadas por EEUU, Israel y las monarquías del Golfo es el síntoma más
evidente del nacimiento del nuevo mundo multipolar. Joe Biden, en un
movimiento, que algunos calificaron de desesperado, quiso convertir la cumbre
de países árabes celebrada en Jiddah, en julio del 2022, en una alianza contra
Irán. El país más proclive a EEUU e Israel que es Marruecos fue excluido de la
conferencia por presiones del reino saudí. Ningún país participante se
posicionó con EEUU. Lo sucedido en Ucrania pesaba mucho.
El gran juego en marcha
El tren de la
multipolaridad ha salido de la estación y cobra velocidad. La transición a este
nuevo marco no se improvisa. Es un efecto buscado; fue en 2008 cuando Brasil,
Rusia, India y China comenzaron a desarrollar enfoques comunes en política
internacional. El paso definitivo posiblemente se dé en agosto. Se pretende que
los países BRICS aceleren los procesos para crear una moneda de reserva al
margen del dólar. Es un proceso que tiene no sólo objetivos económicos sino que
define zonas de especial importancia política tal como es Taiwan para China.
EEUU pretendía
debilitar a Rusia económicamente a partir de la guerra en Siria (enfangarla en
una larga y costosa guerra como la de Afganistán) para, finalmente, derrotar a
Moscú en el conflicto ucraniano, golpeando posteriormente a China. Nada de eso
parece funcionar. El Pentágono pretendía que los conflictos en Oriente Medio
crearan un cinturón de países desestabilizados y en permanente conflicto
alrededor de Rusia y China. Este objetivo está cada vez más lejano. La posibilidad
de expansión de Pekín hacia el centro de Occidente a través de la iniciativa
“una franja, una ruta” es evidente. Es lo que definía Halford Mackinder
como el Heartland de Eurasia. La angloesfera sabe que quien mantenga la
influencia sobre esas zonas asegura una posición dominante. Washington había
dispuesto un plan “B” por si fracasaba el primero, intentando crear un cinturón
de contención hacia China en el Este de Asia utilizando países como Australia[*],
Japón o Corea del Sur. Este objetivo presenta las primeras fisuras. El viaje a
finales de diciembre del 2022 del primer ministro australiano a Pekín revela la
preocupación de Gamberra por quedar enfrentada a China. El veto chino a la
importación de carbón australiano ha hecho reaccionar a Gamberra alejándola de
la posición norteamericana.
Las consecuencias
El acuerdo
irano-saudí dará un fuerte impulso hacia la estabilidad y la cooperación en
Oriente Medio y el Golfo Pérsico. Los grandes perdedores de esta nueva realidad
son EEUU y el régimen israelí. Durante años han pretendido enemistar a unos
países con otros con el objetivo de debilitarlos. El fin último de esta
estrategia era preservar la hegemonía del régimen israelí en la zona y acabar
con la causa palestina. EEUU e Israel buscaron crear una coalición
árabe-israelí contra Irán. EEUU ha usado reiteradamente la supuesta “amenaza
iraní” para “proteger” a sus aliados. No ha dudado en exacerbar las rivalidades
confesionales entre sunitas o chiitas, como excusa para mantener sus tropas de
ocupación en el Golfo. En esta estrategia jugó un importante papel el
wahabismo, una doctrina que fue oficial en Arabia Saudí y es la base ideológica
de los grupos terroristas Takfiris, como el Daesh y Al-Qaida.
A pesar de
todas las presiones los países del Golfo Pérsico no han apoyado las sanciones
occidentales contra Rusia. Incluso Arabia Saudí suscribió un acuerdo con Moscú
para reducir la producción de petróleo y mantener los precios. Biden quería lo
contrario. Otros países como Emiratos Árabes Unidos también han dado un impulso
a sus vínculos con Rusia.
La desdolarización avanza
La consecuencia
más temida por Washington se está haciendo realidad: Arabia
Saudita postulándose como futuro miembro tanto de la Organización de
Cooperación de Shanghai (OCS) como de BRICS+, al igual que Irán. En diciembre
del 2022 el presidente chino en visita a Riad acordó usar monedas nacionales en
sus intercambios comerciales al margen del dólar, lo que es para Arabia Saudita
una demostración de independencia. Por otra parte el reino saudí ha dado pasos
a una cierta “liberalización” de las costumbres; Mohamed bin Salmán, por puro
pragmatismo, se aleja del wahabismo y ha encarcelado a varios dirigentes de
esta corriente. Esto debilita la idea de fragmentar al mundo islámico
utilizando las líneas más dogmáticas de la religión con finalidades políticas.
Mientras
Occidente fantasea con el «gran reinicio» que se defendió en Davos como
proyecto de mundo futuro, Rusia y China, detrás de la escena, han proseguido su
intento de derrocar al imperio, contando con casi todos los líderes del Sur
Global. La desconexión que tanto había teorizado Samir Amin se hace realidad.
Es una auténtica revolución. Se pensó, en un principio, que la desdolarización
era una repuesta a las sanciones impuestas a Rusia y China. Ha resultado más
coordinada de lo que parecía y, sobre todo, mucho más rápida de lo que se
presumía. Los múltiples acuerdos que obvian el dólar entre países lo atestiguan
(Brasil, Emiratos, Irán, Arabia Saudita, India, China, Kenia….).
La respuesta norteamericana
Parece ser que
Joe Biden dijo, refiriéndose al acuerdo irano-saudí, “no podemos permitir eso”
y se envió al director de la CIA a Arabia Saudita, en un viaje
improvisado. Su objetivo: convencer a los líderes saudíes de su error. Ha
sido un fracaso. Es posible que veamos algunos sucesos desagradables en el
entorno que requieran la “protección” de los EEUU, que reaccionarán. Los
choques en Sudán son la primera consecuencia. La posibilidad de que Rusia
instalara una base en el país ha animado a Biden a intervenir de la única forma
que sabe: Washington está incrementando sus amenazas. El despliegue de
portaaviones y submarinos atómicos en la zona ha sido la respuesta. Los
estrategas norteamericanos teorizan que EEUU deberá vencer a China antes del
2025. No se habrá cerrado el conflicto ucraniano cuando se agudizará el
conflicto en Taiwán.
Nota
[*] De ahí el acuerdo AUKUS firmado entre EEUU y
Australia, dejando fuera a Francia.
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