España:
Paradigma de una desgracia ( 1 de 2)
Publicado el 25 de abril de 2023 / Por Patrocinio Navarro Valero
España es un país raro. De
haber nacido en otro y conocido eso que Unamuno llamaba su intrahistoria, tal
vez pensaría algo parecido de ese otro. Pero el caso es que nuestra
intrahistoria con los avatares de nuestras gentes a través de los siglos
nos lleva a pensar si es que existe una especie de maldición histórica que hace
imposible lo deseable, ilógico lo lógico, despreciable, cuando no punible, lo
natural y desgraciado lo inicialmente venturoso. Y de tal manera
suceden aquí las cosas que todo proceso histórico que pudiera ser considerado
como parte inevitable de un ciclo evolutivo según las reglas más naturales y
convenientes para el interés general se ve rechazado por unas minorías de poder
dominante siglo tras siglo como algo indeseable que hay que combatir con
todas las armas posibles, y esa resistencia contra natura nos lleva–
tragedias innumerables por medio- a renunciar a lo bueno y a verlo
sustituido por un engendro impuesto a sangre y fuego y sostenido en
toneladas de mentiras, penas de cárcel, torturas, exilios y amenazas de
infiernos.
Ay, los
rebeldes
Siempre hubo gente que se
rebeló contra la idea de vivir en un país atrasado, dominado por la
Iglesia y las otras clases de privilegiados dogmáticos, autoritarios, alejados
del mundo de la ciencia y el pensamiento, y amantes del garrote vil, la cárcel
y el paredón como remedio contra los rebeldes.
A pesar de ello, y
contra el orden establecido a lo largo de nuestra historia hubo comuneros,
militares democráticos, místicos anti jerarquía, filósofos críticos, mujeres
rebeldes- monjas incluidas- políticos, maestros y artistas
revolucionarios. Y muchas son aún las gentes anónimas que el tiempo
va sacando del olvido a que fue conducida violentamente. Este trabajo es un
humilde homenaje a todos ellos, entre los que podemos encontrar
todavía a algunos de nuestros abuelos que quisieron esa España que
tanto cuesta sacar de su eterno día de la marmota violenta y de derechas, donde
todavía se homenajea a un rey corrupto sin que pase nada, los usureros dominan
las economías domésticas, los explotadores viven una época dorada que les
permite despedir a quien les parece, y la Iglesia sigue con todos sus
privilegios, como si el tiempo no pasara por ninguno de ellos. Esta
es la España eterna, la España, que con toda la razón nos duele a tantos
y tantos rebeldes contra las injusticias y desmanes que hemos presenciado
a lo largo del tiempo histórico protagonizadas por gentes con mucho
poder, pocas luces y mucha crueldad.
Las malas
artes de los peores artesanos
Me vienen a la memoria
varias catástrofes nacionales de esta naturaleza. El mundo de la España
musulmana, por ejemplo, era infinitamente más rico culturalmente,
refinado, y hasta poseedor de buenos hábitos alimenticios, con
recomendables costumbres higiénicas, como el lavado corporal, y mucho más
tolerante y capaz de progresar económicamente que el de los castellanos:
zafios, incultos, groseros, sucios, fanáticos religiosos, poco dados a consumo
de frutas y verduras, como los musulmanes, xenófobos y violentos.
Tras el triunfo de estos últimos después de siglos de pugna, el
país se empobreció a todos los niveles. La agricultura se vino abajo, al igual
que la artesanía, y la incultura creció al mismo nivel que la intolerancia.
¿Quién sacó provecho de esa calamidad la nacional? La innoble casta pastoril y
caciquil, guerrera y católica, con sus curas, sus señoritos y sus señores de
pernada, que no descansaron siglo tras siglo hasta la expulsión del
último de los moriscos.
Lo mismo pasó con los
judíos. Tras una tortuosa convivencia causada por la Iglesia, se terminó con su
expulsión. Y de nuevo un retroceso cultural, financiero, artesanal, y agrícola
y un aumento de la pobreza nacional. Pero todas esas barbaridades
parecían lo mejor para aquellos señores feudales y religiosos de segunda
clase, porque echarlos de aquí y robar propiedades y riquezas
formaba y sigue formando parte del ADN de las clases dominantes en
este país. (Recordemos los desahucios de los bancos, los paraísos fiscales, o el
derecho de la Iglesia a inmatricular bienes públicos hoy mismo).
Cuando
apareció un continente nuevo…
En una nueva oportunidad histórica, con el expolio repugnante del oro y la plata del continente americano y el negocio inhumano, pero católico, de la esclavitud, que fue el origen de varias de las grandes fortunas españolas que aún perviven envueltas en títulos nobiliarios sin retirar, se tuvo la oportunidad de impulsar la economía, el progreso cultural y el bienestar social por encima de cualquiera de las europeas de entonces, pero los belicosos monárquicos católicos y los zafios caciques terratenientes prefirieron Contrarreforma y cierra España, financiar guerras en lugar de financiar industrias, proteger la agricultura y la artesanía y crear redes comerciales. Con esa política estúpida, el país era una ruina, como muy bien expresa la picaresca del “ siglo del oro”, del que como antaño, se enriquecieron obispos, señoritos, caciques, matones de uniforme de alta graduación y sobre todo los banqueros alemanes que financiaron las guerras europeas a cambio del oro y la plata de las Américas. Nueva ocasión perdida. Pero no sería la última.
Imagen: “Cordoba – España”
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BY-NC-ND 2.0.
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