Las
fuerzas opositoras bolivianas tienen su nicho fundamental en el movimiento
separatista de Santa Cruz de la Sierra y otras regiones que constituyen la
llamada “Media Luna Boliviana”. Las instituciones democráticas bolivianas son
asediadas desde ese enclave.
La Media Luna Boliviana
por Rúkleman Palacios
El Viejo Topo
3 febrero, 2023
Uno de los
fenómenos que caracteriza la dinámica política nuestroamericana es la lucha por
el poder en Bolivia. Esta pugna está caracterizada por la aparición de una
fuerte oposición al proyecto del partido Movimiento al Socialismo (MAS) y el
desarrollo de un Estado plurinacional que incorpora las distintas expresiones
del pueblo boliviano en un proyecto nacional con carácter reivindicativo de
sectores populares e indígenas.
La nación
boliviana entre 2009 y 2019 ha sido protagonista de una estabilidad política y
económica sin precedentes en su historia nacional. En años previos, comenzando
el siglo XXI, una serie de revueltas resquebrajaron el modelo político,
económico y social imperante en el país durante décadas, propiciando el ascenso
al poder de Evo Morales y la realización de un proceso constituyente.
Sin embargo,
han sido recurrentes y periódicas las convocatorias a subvertir el orden por
parte las fuerzas opositoras, que tienen su nicho fundamental en el movimiento
separatista de Santa Cruz de la Sierra y otras regiones que constituyen la
llamada “Media Luna Boliviana”. Este proyecto es contrapuesto al horizonte
planteado por los bolivianos en su constitución, y se ha aferrado al
autonomismo como vía para ejercer la protesta y propiciar malestar y aversión
hacia los procesos de cambio iniciados por el gobierno de Morales y los movimientos
sociales que lo acompañan, desembocando en el año 2019 en el golpe de Estado
liderado por estas fuerzas representadas por el Comité Cívico de Santa Cruz y
otros factores de poder económico tradicionales en la nación sureña.
La geografía
boliviana pueda caracterizarse por dos territorios esencialmente: el Altiplano,
que abarca en torno a un 40 % del territorio, en éste está situado el centro de
gravedad político y el económico hasta la segunda mitad del siglo XX; y el otro
territorio se ubica en la parte oriental (Los Llanos) que abarca casi un 60 %
del país.
“Esta región de
los Llanos se divide en una vertiente norte y noroeste que siente la influencia
de la cuenca amazónica y de Brasil y una parte sur y sureste volcada hacia la
cuenca del Plata”.
Siendo que el
centro de gravedad se ubicaba en altiplano, la periferia oriental del país
padeció el desamparo por parte del Estado central, pero en la década de los 50
del siglo XX esta región comenzó a integrarse política y económicamente en el
conjunto del Estado.
La construcción de la Media Luna
Los conflictos
relacionados con el movimiento autonomistas en el oriente de Bolivia tienen su
origen en el siglo XIX, “a la rebelión de Andrés Ibáñez en 1876-1877 le sigue,
en 1891, la denominada Rebelión de los Domingos impulsada por Domingo Ardaya y
José Domingo Ávila que pretendieron establecer unos Estados Federales del
Oriente siendo ambas rebeliones aplastadas por las autoridades centrales”.[1]
La aparición de
un bloque en Santa Cruz de la Sierra acompañado por los departamentos de
Tarija, Beni y Pando impulsado por la explotación de los recursos naturales
abre las puertas a estas regiones al comercio exterior. Los orientales inician
exigencias que permitan conectar estos territorios con el centro boliviano, y
estas exigencias se traducen en protestas:
“En 1868, los
cruceños ya redactaron un memorándum lamentando el estado en el que se
encontraba la región señalando que «el Departamento de Santa Cruz, no obstante,
la inagotable exuberancia de su fecundo suelo languidece por la falta de vías
de comunicación que lo pongan en fácil contacto con el mundo exterior». Los
agravios hacia la población oriental se pusieron de nuevo de manifiesto con la
redacción de otro memorándum en 1904 para promover la creación de un
ferrocarril de Cochabamba a Santa Cruz. En este documento se exponía que «una
larga y dolorosa experiencia de más de 70 años, nos ha persuadido de que los
pueblos occidentales de la región andina, cuyos intereses son más o menos
solidarios entre sí, no toman en cuenta los intereses y el progreso de los
pueblos orientales». Las tensiones entre Santa Cruz y el poder central fueron
aumentando paulatinamente llevándose a cabo varias insurrecciones durante los
años 20”.[2]
La guerra del
Chaco provocó heridas también entre los territorios bolivianos, ya que cierta
parte del estamento político acusaba a los líderes de la región de
colaboracionistas, por casi 70 años el crecimiento sostenido de la región y la
obliteración por parte de los gobiernos centrales profundizaron aún más las
diferencias entre las regiones.
El Plan Bohan
aparece en 1942, el mismo pretendía conectar a Santa Cruz con el resto de
Bolivia, desarrollar su industria y diversificar sus fuentes de crecimiento,
mecanizar las explotaciones agrícolas a través de créditos y fomentar la
exportación de la producción agropecuaria. No obstante, los proyectos del plan
no podrán cumplirse hasta el año 1952.
En 1950 tiene
lugar un hecho especialmente relevante para la articulación del movimiento
oriental con la creación del “Comité Cívico Pro Santa Cruz” que a partir de ese
momento va a ser el pilar fundamental del poder político cruceño. El comitpe
arropaba a un conjunto de organizaciones de carácter autonomista pero su aporte
fundamental estaba en de esparcir la noción de “cruceñidad”, es decir, una
identidad separada del resto de Bolivia fundamentada en dimensiones sociales,
culturales e incluso raciales.
Posteriormente,
siete años más tarde se fundará la Unión Juvenil Cruceñista, identificada como
el brazo armado del Comité. “La primera actuación relevante de ambas
instituciones tendrá lugar durante las luchas del 11 % que enfrentaron al
presidente Siles Zuazo con el movimiento oriental. Estas se centraban en la
obtención por parte del departamento de Santa Cruz del 11 % de las regalías
obtenidas por la explotación de los yacimientos de hidrocarburos situados en la
región. Las luchas cívicas continuarán hasta el año 1959 con la desmovilización
política del Comité Cívico y de la Unión Juvenil
Cruceñista”.[3]
Durante al
menos tres décadas la región de Santa Cruz protagonizaría enormes
transformaciones en términos de infraestructura, explotación de recursos
naturales y el desarrollo de la industria, lo que ubico a la región como una
potencia económica dentro de la propia nación boliviana. Sus aportes al
Producto Interno bruto del país condicionaron las relaciones con la centralidad
política y los reclamos por la participación de los beneficios del presupuesto
nacional se agudizaron.
El desencuentro de los proyectos
En el año 2000 surge
un movimiento de carácter identitario denominado “camba”, que pretendía
diferenciar al boliviano mestizo de las regiones orientales del resto del país.
Ek Movimiento Nación Camba se presenta como “la otra versión” de Bolivia
anhelando alcanzar la autonomía radical de esta nación oprimida. El afán por
dar forma a esta identidad y la aparición de los movimientos sociales que
luchaban por las reivindicaciones sociales y la defensa de los derechos humanos
en Bolivia se desarrollan de manera paralela en el siglo XXI, perfilando las
profundas diferencias que caracterizan el contexto político boliviano de hoy en
día.
Tras la
aprobación de la Asamblea Nacional Constituyente promovida por el MAS y Evo
Morales. En 20008, el Comité Cívico tendrá un papel relevante en las
confrontaciones de calle que rechazaron los cambios institucionales promovidos
por los nuevos gobernantes que asumieron la conducción del país tras salir
victoriosos en 2005.
Golpe y Justicia
Las huelgas
paros, y conflictos callejeros no cesaron desde la llegada al poder de un líder
indígena que impulsaba un proyecto nacional de reformas enmarcadas en la
llamada “ola socialista de la década del 2000”. Esta realidad se manifestó
durante más de una década, desembocando en el golpe de estado de 2019, que
depuso a Morales tras su reelección por un tercer mandato y acabando con la
vida de cientos de bolivianos que pedían en las calles el regreso a la
institucionalidad, el respeto al voto y a la democracia.
Las fuerzas
armadas y grupos de poder en Bolivia sofocaron las iniciativas por reestablecer
el hilo constitucional usurpado por Jeanine Añez, quien representaba los
intereses de diversos grupos, entre ellos el Comité Cívico de Santa Cruz,
liderados por Luis Fernando Camacho, quien fuera gobernador de esa región y que
fue uno de los principales promotores del golpe de 2019.
En el año 2021
Luis Arce, del Movimiento al Socialismo, obtiene la mayoría en las elecciones
presidenciales en Bolivia, y progresivamente se inician procesos de
investigación en contra de los promotores del golpe, siendo detenida Jeanine
Añez en un principio, y posteriormente el propio Camacho. Esta última detención
generó reacciones de las bases autonomistas en oriente quienes intensificaron
protestas para solicitar la liberación del golpista procesado por la justicia
boliviana.
El conflicto
entre el oriente boliviano sigue dinamizando la política de esa nación, y ha
sido una grieta importante que ha permitido a agentes foráneos desestabilizar
las instituciones democráticas bolivianas. La propia Organización de Estados
Americanos, estimuló las acciones golpistas al cuestionar el sistema del voto y
desprestigiar al ente rector. Sin embargo, las luchas y la entereza del pueblo
boliviano han resistido los embates de los separatistas y sabido restituir su
democracia.
Notas
[1] Instituto Español de Estudios Estratégicos: La Media Luna
Boliviana Como Factor de Inestabilidad. En: www.ieee.es›publicaciones-new›DIEEEO54_2021_MAYYAS_Bolivia
[2] Op. cit.
[3] Op. cit.
Fuente: Segundo Paso para Nuestra América
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