viernes, 3 de febrero de 2023

La Media Luna Boliviana

 

Las fuerzas opositoras bolivianas tienen su nicho fundamental en el movimiento separatista de Santa Cruz de la Sierra y otras regiones que constituyen la llamada “Media Luna Boliviana”. Las instituciones democráticas bolivianas son asediadas desde ese enclave.


La Media Luna Boliviana


por Rúkleman Palacios

El Viejo Topo

3 febrero, 2023

 


Uno de los fenómenos que caracteriza la dinámica política nuestroamericana es la lucha por el poder en Bolivia. Esta pugna está caracterizada por la aparición de una fuerte oposición al proyecto del partido Movimiento al Socialismo (MAS) y el desarrollo de un Estado plurinacional que incorpora las distintas expresiones del pueblo boliviano en un proyecto nacional con carácter reivindicativo de sectores populares e indígenas.

La nación boliviana entre 2009 y 2019 ha sido protagonista de una estabilidad política y económica sin precedentes en su historia nacional. En años previos, comenzando el siglo XXI, una serie de revueltas resquebrajaron el modelo político, económico y social imperante en el país durante décadas, propiciando el ascenso al poder de Evo Morales y la realización de un proceso constituyente.

Sin embargo, han sido recurrentes y periódicas las convocatorias a subvertir el orden por parte las fuerzas opositoras, que tienen su nicho fundamental en el movimiento separatista de Santa Cruz de la Sierra y otras regiones que constituyen la llamada “Media Luna Boliviana”. Este proyecto es contrapuesto al horizonte planteado por los bolivianos en su constitución, y se ha aferrado al autonomismo como vía para ejercer la protesta y propiciar malestar y aversión hacia los procesos de cambio iniciados por el gobierno de Morales y los movimientos sociales que lo acompañan, desembocando en el año 2019 en el golpe de Estado liderado por estas fuerzas representadas por el Comité Cívico de Santa Cruz y otros factores de poder económico tradicionales en la nación sureña.

La geografía boliviana pueda caracterizarse por dos territorios esencialmente: el Altiplano, que abarca en torno a un 40 % del territorio, en éste está situado el centro de gravedad político y el económico hasta la segunda mitad del siglo XX; y el otro territorio se ubica en la parte oriental (Los Llanos) que abarca casi un 60 % del país.

“Esta región de los Llanos se divide en una vertiente norte y noroeste que siente la influencia de la cuenca amazónica y de Brasil y una parte sur y sureste volcada hacia la cuenca del Plata”.

Siendo que el centro de gravedad se ubicaba en altiplano, la periferia oriental del país padeció el desamparo por parte del Estado central, pero en la década de los 50 del siglo XX esta región comenzó a integrarse política y económicamente en el conjunto del Estado.

La construcción de la Media Luna

Los conflictos relacionados con el movimiento autonomistas en el oriente de Bolivia tienen su origen en el siglo XIX, “a la rebelión de Andrés Ibáñez en 1876-1877 le sigue, en 1891, la denominada Rebelión de los Domingos impulsada por Domingo Ardaya y José Domingo Ávila que pretendieron establecer unos Estados Federales del Oriente siendo ambas rebeliones aplastadas por las autoridades centrales”.[1]

La aparición de un bloque en Santa Cruz de la Sierra acompañado por los departamentos de Tarija, Beni y Pando impulsado por la explotación de los recursos naturales abre las puertas a estas regiones al comercio exterior. Los orientales inician exigencias que permitan conectar estos territorios con el centro boliviano, y estas exigencias se traducen en protestas:

“En 1868, los cruceños ya redactaron un memorándum lamentando el estado en el que se encontraba la región señalando que «el Departamento de Santa Cruz, no obstante, la inagotable exuberancia de su fecundo suelo languidece por la falta de vías de comunicación que lo pongan en fácil contacto con el mundo exterior». Los agravios hacia la población oriental se pusieron de nuevo de manifiesto con la redacción de otro memorándum en 1904 para promover la creación de un ferrocarril de Cochabamba a Santa Cruz. En este documento se exponía que «una larga y dolorosa experiencia de más de 70 años, nos ha persuadido de que los pueblos occidentales de la región andina, cuyos intereses son más o menos solidarios entre sí, no toman en cuenta los intereses y el progreso de los pueblos orientales». Las tensiones entre Santa Cruz y el poder central fueron aumentando paulatinamente llevándose a cabo varias insurrecciones durante los años 20”.[2]

La guerra del Chaco provocó heridas también entre los territorios bolivianos, ya que cierta parte del estamento político acusaba a los líderes de la región de colaboracionistas, por casi 70 años el crecimiento sostenido de la región y la obliteración por parte de los gobiernos centrales profundizaron aún más las diferencias entre las regiones.

El Plan Bohan aparece en 1942, el mismo pretendía conectar a Santa Cruz con el resto de Bolivia, desarrollar su industria y diversificar sus fuentes de crecimiento, mecanizar las explotaciones agrícolas a través de créditos y fomentar la exportación de la producción agropecuaria. No obstante, los proyectos del plan no podrán cumplirse hasta el año 1952.

En 1950 tiene lugar un hecho especialmente relevante para la articulación del movimiento oriental con la creación del “Comité Cívico Pro Santa Cruz” que a partir de ese momento va a ser el pilar fundamental del poder político cruceño. El comitpe arropaba a un conjunto de organizaciones de carácter autonomista pero su aporte fundamental estaba en de esparcir la noción de “cruceñidad”, es decir, una identidad separada del resto de Bolivia fundamentada en dimensiones sociales, culturales e incluso raciales.

Posteriormente, siete años más tarde se fundará la Unión Juvenil Cruceñista, identificada como el brazo armado del Comité. “La primera actuación relevante de ambas instituciones tendrá lugar durante las luchas del 11 % que enfrentaron al presidente Siles Zuazo con el movimiento oriental. Estas se centraban en la obtención por parte del departamento de Santa Cruz del 11 % de las regalías obtenidas por la explotación de los yacimientos de hidrocarburos situados en la región. Las luchas cívicas continuarán hasta el año 1959 con la desmovilización política del Comité Cívico y de la Unión Juvenil Cruceñista”.[3]

Durante al menos tres décadas la región de Santa Cruz protagonizaría enormes transformaciones en términos de infraestructura, explotación de recursos naturales y el desarrollo de la industria, lo que ubico a la región como una potencia económica dentro de la propia nación boliviana. Sus aportes al Producto Interno bruto del país condicionaron las relaciones con la centralidad política y los reclamos por la participación de los beneficios del presupuesto nacional se agudizaron.

El desencuentro de los proyectos

En el año 2000 surge un movimiento de carácter identitario denominado “camba”, que pretendía diferenciar al boliviano mestizo de las regiones orientales del resto del país. Ek Movimiento Nación Camba se presenta como “la otra versión” de Bolivia anhelando alcanzar la autonomía radical de esta nación oprimida. El afán por dar forma a esta identidad y la aparición de los movimientos sociales que luchaban por las reivindicaciones sociales y la defensa de los derechos humanos en Bolivia se desarrollan de manera paralela en el siglo XXI, perfilando las profundas diferencias que caracterizan el contexto político boliviano de hoy en día.

Tras la aprobación de la Asamblea Nacional Constituyente promovida por el MAS y Evo Morales. En 20008, el Comité Cívico tendrá un papel relevante en las confrontaciones de calle que rechazaron los cambios institucionales promovidos por los nuevos gobernantes que asumieron la conducción del país tras salir victoriosos en 2005.

Golpe y Justicia

Las huelgas paros, y conflictos callejeros no cesaron desde la llegada al poder de un líder indígena que impulsaba un proyecto nacional de reformas enmarcadas en la llamada “ola socialista de la década del 2000”. Esta realidad se manifestó durante más de una década, desembocando en el golpe de estado de 2019, que depuso a Morales tras su reelección por un tercer mandato y acabando con la vida de cientos de bolivianos que pedían en las calles el regreso a la institucionalidad, el respeto al voto y a la democracia.

Las fuerzas armadas y grupos de poder en Bolivia sofocaron las iniciativas por reestablecer el hilo constitucional usurpado por Jeanine Añez, quien representaba los intereses de diversos grupos, entre ellos el Comité Cívico de Santa Cruz, liderados por Luis Fernando Camacho, quien fuera gobernador de esa región y que fue uno de los principales promotores del golpe de 2019.

En el año 2021 Luis Arce, del Movimiento al Socialismo, obtiene la mayoría en las elecciones presidenciales en Bolivia, y progresivamente se inician procesos de investigación en contra de los promotores del golpe, siendo detenida Jeanine Añez en un principio, y posteriormente el propio Camacho. Esta última detención generó reacciones de las bases autonomistas en oriente quienes intensificaron protestas para solicitar la liberación del golpista procesado por la justicia boliviana.

El conflicto entre el oriente boliviano sigue dinamizando la política de esa nación, y ha sido una grieta importante que ha permitido a agentes foráneos desestabilizar las instituciones democráticas bolivianas. La propia Organización de Estados Americanos, estimuló las acciones golpistas al cuestionar el sistema del voto y desprestigiar al ente rector. Sin embargo, las luchas y la entereza del pueblo boliviano han resistido los embates de los separatistas y sabido restituir su democracia.

Notas

[1] Instituto Español de Estudios Estratégicos: La Media Luna Boliviana Como Factor de Inestabilidad. En: www.ieee.es›publicaciones-new›DIEEEO54_2021_MAYYAS_Bolivia

[2] Op. cit.

[3] Op. cit.

Fuente: Segundo Paso para Nuestra América

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