Al
Mutámid, el último rey poeta de Sevilla
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21 enero, 2023
Profundos sentimientos en el mausoleo dedicado a
Al-Mutámid en Agmat, a 35 kms al Sur de Marrakech. He visitado numerosas veces
Marrakech, y siempre tenía pendiente ir a Agmat. Hace poco viajé una vez más, a
Bounou, la kasbha que resiste al paso del tiempo y a la invasión de las arenas
del Sahara. Allí desde hace años, hay una familia de amigos y amigas bereberes
y marroquíes, que nos reciben siempre con amistad, hospitalidad y afecto. En
este viaje le propuse a mi amigo Plácido Osuna, empresario agrícola, productor
de un excelente AOVE ecológico en Sevilla, poeta, y artífice de esos viajes a
los oasis de Bounou y a M´hamid, que al regresar junto con nuestra amiga Maru,
fuesemos a Agmat. Les encantó y así lo hicimos. Llegamos antes del anochecer a
Agmat y nos alojamos en “Moorish House”, una casa familiar situada en un lugar
tranquilo y cerca del mausoleo. Recorrimos Agmat y cenamos en un pequeño establecimiento
y al día siguiente, llegamos a las diez a las puertas del edificio donde nos
recibió Ibn Abd el-Krim, el guardíán conservador del panteón. Sobre el suelo
tres lápidas de mosaicos o azulejería de variado colorido predominando el verde
y blanco. A la izquierda la que simboliza ser la de Al-Mutámid; a la derecha,
la de su esposa Itimad Rumaykiya y en el centro, una pequeña, la del hijo. Allí
reza el epitafio del rey poeta de Sevilla: “Tumba del forastero, que la
llovizna vespertina y la matinal te rieguen, porque has conquistado los restos
de Ibn Abbad”. Le pregunté a Abd el-krim que ya que Al Motamid había sido rey
de Sevilla donde se habla español, porqué en los paneles explicativos no
figuraba nuestra lengua, además del árabe, francés e inglés. Y me dijo que se
lo expondría a su director. Por este lugar, pasan pasan unas 200 personas al
mes, me dijo. Y muchos son españoles, le insistí. Creo que tomo nota de mi
observación, y espero que en alguna visita futura, pueda comprobar que las
informaciones sobre las tumbas de Al Mutámid, Rumaykiya y su hijo se puedan
ofrecer también en nuestra querida lengua española, pero conociendo un poco a
nuestros vecinos del sur, dudo que mi sugerencia sea tenida en cuenta, aunque
sería beneficiosa para nuestras relaciones de vecindad y hermanamiento. Hay un
cuadro que constata la visita que hizo el Presidente de la Junta, Manuel Chaves
el 19 de marzo de 1999, como homenaje de Andalucia, al rey poeta. El mausoleo
se creó en 1970. Es un lugar simbólico, quizá no el lugar exacto donde hace
casi mil años fuese enterrado Al Mutámid, pero allí se guarda su memoria, y me
hizo pensar en la importancia de la Ley de memoria histórica que trata de
devolver reparación, justicia y dignidad, a todas las personas asesinadas o
desaparecidas tras el levantamiento militar contra la Segunda República
española, la guerra civil y los años negros posteriores.
Abu I-Qásim al.Mu´támid (Beja, Portugal, 1040-Agmat,
Marruecos, 1095), reinó en la taifa de Sevilla entre 1069 y 1090 y fue el
último rey abadí. Al-Mu´támid sucedió a su padre al-Mu´tadid el año 461 de la
Hégira, correspondiente al 1068 de la era cristiana. En 1091, el general
almorávide Yusuf ibn Tásufin le arrebató la ciudad hasta 1147, en que pasó a
manos de los almohades.
Al-Mutámid destacó como poeta y en su reinado la
cultura floreció en Sevilla. Protegió a poetas, literatos y científicos como:
el astrónomo Azarquiel, o los poetas: Ibn Hamdís, Ibn al-Labbana, Ibn Zaydún o
el propio visir y poeta Ibn Ammar (Silves, Portugal, 1031-1086, Sevilla).
También fue visitado por Ibn Hazm de Córdoba (994-1063), autor del Collar de la
Paloma:
“Aunque queméis el papel, no podréis quemar
lo que encierra, porque lo llevó en mi pecho”.
Ibn Ammar, era de origen humilde, su talento para la
poesía hizo que el joven Al-Mu´támid lo convirtiera en su amigo y amante y le
hiciera visir, al morir su padre Al-Mutádid. Tras traicionar a Al-Mutámid, Ibn
Ammar fue de sitio en sitio, Murcia, Toledo, Zaragoza, hasta llegar a la cárcel
de Sevilla, donde escribió una casida, una elegía por la que solicitaba el
perdón a Al-Mutámid:
¡Cuántas noches pasamos en el Azud,/ entre los
meandros del río,/ que se deslizaba con la sinuosidad de una serpiente!
¿Quién ha visto el sol en mitad/ de la negra noche,
sino nosotros?
Al-Mutámid estuvo dispuesto a perdonarle, pero cayó en
sus manos una carta de ibn Ammar contra Rubaykiya, y al-Mutámid preso de la
cólera acudió con un hacha a la celda donde estaba su antiguo amigo encadenado,
y sin darle tiempo a reaccionar lo golpea hasta matarlo, tal como relata
Claudio Sánchez-Albornoz en “Ben Ammar de Sevilla”.
“Motamid, último rey de Sevilla” es una obra de teatro
que publicó en 1920, Blas Infante, considerado el padre de la patria andaluza.
Es un drama sobre el último emir de la Taifa de Sevilla, en el que Motamid
aparece como un símbolo de pacifismo y tolerancia. Blas Infante visitó la tumba
de Al Mutámid el 15 de setiembre de 1924.
En noviembre de 2022, Plácido Osuna, Maru, y un
servidor firmamos en el libro de visitas del mausoleo: “Con emoción, en honor
de Al-Mutámid, el último rey de Sevilla”. En Agmat, queda el recuerdo del rey
poeta de Sevilla: “En verdad bebí vino que derramaba su resplandor,/ mientras
la noche desplegaba el manto de la tiniebla/ hasta que la luna llena surgió en
Géminis,/ como un rey en el apogeo de su pompa y de su fausto”.
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