Un gobierno prisionero de la
OTAN
Por Higinio Polo
Rebelion / España
| 24/08/2022 |
Fuentes: Mundo obrero
La integración de España en la OTAN fue un chantaje y una estafa. Un
chantaje de Estados Unidos porque la operación se inició con la amenaza
estadounidense de impulsar la independencia de Canarias, utilizando para ello
un estrafalario grupo independentista, el MPAIAC, al que podía manipular.
Entonces,
apenas el 18 % de la población española era partidario de la integración en la
OTAN. Adolfo Suárez, presionado, aseguró a Washington que España ingresaría,
propósito que culminó Leopoldo Calvo-Sotelo y que Felipe González confirmó tras
una tramposa y desigual campaña. Estafa, porque la campaña del referéndum de
1982 fue una trampa para elefantes, donde los opositores a la OTAN dispusieron
de pocos recursos, mientras todos los medios de comunicación invadían con su
propaganda hasta el último rincón del país. Estafa, también, porque todos los
requisitos previos para la entrada en la OTAN, aprobados en el referéndum, se
incumplieron después.
Pocas semanas
antes de la convención de la OTAN en Madrid, el Instituto de Investigación para
la Paz de Estocolmo dio cuenta de que en 2021 el mundo gastó en armamento 2,1
billones de dólares. Estados Unidos encabeza la lista con un despilfarro de
801.000 millones de dólares anuales; China gastó la tercera parte: 293.000
millones, y Rusia apenas el 8 % del gasto estadounidense: 65.900 millones. Pese
a esa evidencia, Estados Unidos y la OTAN han lanzado una disparatada carrera
armamentista, y la alianza occidental ha aprobado un «concepto estratégico» con
la declarada intención de cerrar el paso a Rusia y China, porque Estados Unidos
no acepta que otros países se fortalezcan: solo admite la sumisión a su poder
hegemónico.
En esa
tesitura, Sánchez, Robles y Albares se han convertido en unos patéticos
propagandandistas de la OTAN, mintiendo sin reparo, declarando que la alianza
es defensiva, como si nadie recordara las agresiones y guerras en Yugoslavia,
Afganistán, Iraq, Siria, Libia y otros países. Alardeando del «éxito» de la
reunión en Madrid de la OTAN, Sánchez y su gobierno intentaron ocultar su
vergonzoso papel ante la matanza de inmigrantes en Melilla, donde el presidente
alabó el comportamiento de la policía marroquí, pese a la evidencia de su
ferocidad y de la masacre.
Todo fue
presentado por la complaciente prensa como un éxito de España: las grotescas
recepciones, la cena en el Museo del Prado, el ridículo de cortar el madrileño
Paseo de la Castellana para que Jill Biden comprase alpargatas, la vergüenza de
todas las televisiones y diarios adulando a Borbón y a Ortiz por su supuesta
capacidad para ser unos «perfectos anfitriones». El ministro Albares incluso se
pavoneó aludiendo a que la relación con Estados Unidos «es la más estrecha en
los últimos veinte años», mostrando inadvertidamente la subordinación de España
a las imposiciones estadounidenses, porque el gobierno de Sánchez ha accedido a
doblar el presupuesto militar español, y acepta la ampliación de la base de
Rota; también, a aumentar el número de militares del Pentágono acantonados en
España, y albergar a dos destructores estadounidenses más, añadidos a los
cuatro que están en Rota y que forman parte del escudo
antimisiles contra Rusia.
El otro
componente del gobierno, Unidas Podemos, ha tenido al rebufo de la guerra en
Ucrania un comportamiento profundamente equivocado. Yolanda Díaz, como si
ignorase la génesis del conflicto en Ucrania, siguió el guion de Sánchez,
aplaudiendo en las Cortes a un personaje tan turbio como Zelenski, declarando
que «Ucrania tiene derecho a defenderse», lo que implica apoyar el envío de armamento
a Kiev y el despliegue de soldados, aviones y buques de guerra en Europa
oriental. Así, el decidido atlantismo del gobierno de Sánchez ata a todos sus
componentes y el socio minoritario ha preferido cerrar los ojos pese a la
evidencia de que la guerra de Ucrania no se inició en febrero de 2022, y que el
golpe de Estado del Maidán de 2014 que desató la crisis
ucraniana forma parte del plan de Estados Unidos para acosar a Rusia e intentar
retener la hegemonía en el mundo.
Ucrania no es
un conflicto aislado, y la situación es extremadamente peligrosa porque Estados
Unidos ha declarado la guerra a Rusia y China, de momento con soldados ajenos,
y el Pentágono y la OTAN especulan con un conflicto nuclear y solo parecen
esperar el momento más adecuado para iniciar las hostilidades. El nuevo
concepto estratégico de la OTAN no ofrece dudas: el imperialismo estadounidense
arrastra a sus aliados europeos y ha señalado con precisión sus enemigos, en
una peligrosa deriva belicista de la que España no debería formar parte: es una
enorme irresponsabilidad que el gobierno de Sánchez y Yolanda Díaz se preste a
acompañar esa locura.
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