¿Es la de Ucrania una guerra
por delegación de Estados Unidos contra Rusia?
Rebelion / España
| 05/05/2022 | Mundo
Fuentes: Counterpunch
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
A primera vista, parece que Rusia está en guerra con Ucrania. Pero el
presidente ruso, Vladimir Putin, dice que en realidad es Estados Unidos el que
está en guerra contra Rusia y que simplemente está delegando en Ucrania para
llevar a cabo esa guerra. Por tanto, lo que Putin quiere decir es que, si que
Estados Unidos está en guerra contra Rusia, la posibilidad de una guerra
nuclear sigue aumentando con cada día que pasa.
Esto plantea
una pregunta importante para el pueblo estadounidense, una que la prensa
generalista de Estados Unidos se resiste a realizar: ¿Es cierta la acusación de
Putin? ¿Están los funcionarios estadounidenses utilizando a Ucrania para
debilitar o incluso destruir a Rusia sin participar directamente en una guerra
contra este país?
Ciertamente, no
sería la primera vez que las instituciones de seguridad nacional de Estados
Unidos utilizara un ejército delegado para intentar disfrazar su papel en una
guerra contra un régimen extranjero. Recordemos el uso por parte de las
autoridades de EE.UU. de un ejército externo para atacar e invadir Cuba. Para
disfrazar el hecho de que era Estados Unidos el que estaba librando una guerra
de agresión contra Cuba, las autoridades estadounidenses utilizaron un ejército
formado por exiliados cubanos para llevar a cabo la invasión.
Aunque dicho
ejército había sido entrenado y armado por los organismos de seguridad nacional
de Estados Unidos, los funcionarios estadounidenses podían negar que su país
estuviera en guerra contra Cuba, a pesar de que ese era el caso. Esa es la
función de un ejército delegado.
Si situamos la
guerra de Ucrania dentro de un contexto histórico más amplio, hay pruebas
considerables de que la acusación de Putin es válida y que las autoridades de
EE.UU. están haciendo con Ucrania lo mismo que hicieron con su ejército
delegado en la Bahía de Cochinos.
A lo largo de
la Guerra Fría, la administración estadounidense se dejó llevar por una animadversión
extrema contra Rusia, contra los soviéticos, contra los comunistas y contra
Cuba, una animadversión que en realidad nunca desapareció y se ha ido
trasmitiendo a cada generación sucesiva de generales del Pentágono y
funcionarios de la CIA.
Esa es la razón
por la que Estados Unidos mantiene su brutal embargo económico contra Cuba, que
no pretende sino el empobrecimiento y la muerte del pueblo cubano, con el fin
de promover el cambio de régimen en la isla.
No tenía por
qué ser así. Después de la revolución cubana, la administración estadounidense
podría haber dejado a Cuba en paz y no haber impuesto un embargo económico a la
isla. Podrían haber dejado que los estadounidenses siguieran viajando a Cuba y
comerciando con el pueblo cubano.
Además, la administración
de EE.UU. podría haber levantado el embargo cuando se produjo el ostensible
final de la Guerra Fría. A fin de cuentas, ¿por qué continuar con él si la
Guerra Fría supuestamente había terminado? La razón era que la extrema
animadversión anticubana y anticomunista era tan poderosa dentro del establishment de
seguridad nacional de Estados Unidos que sus funcionarios sentían el impulso
irrefrenable de seguir tratando de destruir a Cuba.
No ha sido
diferente con Rusia, que era el principal miembro de la Unión Soviética. Tras
derrotar a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, a los estadounidenses
se les dijo que, lamentablemente, no podían relajarse. Les informaron de que
Estados Unidos se enfrentaba ahora a un nuevo enemigo oficial, posiblemente más
peligroso que la Alemania nazi. Ese nuevo enemigo era doble: el comunismo ateo
y la Unión Soviética. Se decía que una conspiración comunista internacional con
sede en Moscú pretendía apoderarse del mundo. A menos que Estados Unidos
actuara para detener esta conspiración, dicho país y el resto del mundo
terminarían volviéndose Rojos.
Así es como el
gobierno federal pasó a convertirse en un Estado de seguridad nacional,
representado por el Pentágono, el vasto complejo militar-industrial, un imperio
de bases militares nacionales y extranjeras, la CIA y la Agencia de Seguridad
Nacional, la NSA, todo lo cual era nuevo para el estilo de vida estadounidense.
También así es como aplicamos la cada vez mayor generosidad de los
contribuyentes al pago del establecimiento de la seguridad nacional y su
ejército cada vez mayor de contratistas de «defensa». También es la razón por
la que ahora vivimos bajo un gobierno con poderes omnipotentes, no revisables,
del lado oscuro, de tipo comunista-totalitario, como son el asesinato
patrocinado por el Estado, el secuestro, la tortura, la detención indefinida,
la vigilancia secreta masiva, los golpes de Estado, las operaciones de cambio
de régimen, las sanciones, los embargos y las alianzas con regímenes
dictatoriales extremos.
También es así
como conseguimos la OTAN, una alianza militar burocrática cuyo propósito
ostensible era proteger a Europa Occidental de un ataque de la Unión Soviética.
No importaba
que los soviéticos nunca tuvieran la intención de iniciar una guerra contra
Europa Occidental, lo que inevitablemente habría implicado a Estados Unidos,
una nación con armas nucleares que había mostrado su disposición a emplearlas
contra ciudades con población civil. No importaba que la Unión Soviética
hubiera sufrido una devastación casi total en la Segunda Guerra Mundial,
dejándola sin base industrial para librar otra gran guerra. Y no importaba que
la Unión Soviética hubiera sido socia y aliada de Estados Unidos durante esa
misma guerra.
Todo eso no
importaba. Lo que importaba era la extrema animadversión antirrusa,
anticomunista y antisoviética que ahora movía al gobierno de Estados Unidos.
Cualquiera que no se sumara a esta animadversión era considerado una grave
amenaza para la seguridad nacional.
Como detallo en
mi nuevo libro An Encounter
with Evil: The Abraham Zapruder Story, hubo un hombre que se
desvinculó de esta animadversión extrema contra Rusia, el comunismo, la Unión
Soviética y Cuba. Ese hombre fue el presidente John F. Kennedy, que decidió
poner fin a ello y llevar a Estados Unidos en una dirección diferente, que estableciera
una relación pacífica y amistosa con Rusia, la Unión Soviética, Cuba y el resto
del mundo comunista.
No hace falta
decir que esa visión totalmente diferente de Kennedy para Estados Unidos no
sentó bien al establishment de seguridad nacional. Después de
su asesinato, Estados Unidos volvió a la senda de una animadversión extrema
contra Rusia, los soviéticos y los comunistas, contra Cuba y contra Vietnam del
Norte.
Cuando la Unión
Soviética se retiró inesperadamente de Alemania Oriental y Europa Oriental, y
se desmanteló en 1991, todos pensaron que era el fin de la Guerra Fría. En ese
momento, lo lógico habría sido desmantelar la OTAN, dado que su misión
manifiesta había perdido relevancia.
Pero lo que
casi nadie pudo entonces prever era que la extrema obsesión antirrusa,
antisoviética y anticomunista que había impulsado al Pentágono, la CIA y la NSA
durante 45 años no iba a desaparecer de repente. Sino que, por el contrario,
continuaría siendo una fuerza motriz para las autoridades de la seguridad nacional.
Ello quedó
claramente de manifiesto con la continuación del brutal embargo económico
contra el pueblo cubano. Pero también por la decisión de mantener la existencia
de la OTAN e, incluso peor, de comenzar a utilizarla para absorber a los
antiguos miembros de la Unión Soviética, lo que permitiría al Pentágono
instalar sus misiles nucleares cada vez más cerca de la frontera rusa.
Durante los
últimos 25 años, las autoridades rusas se han opuesto a esta expansión de la
OTAN, al igual que las autoridades estadounidenses se opusieron cuando la Unión
Soviética instaló misiles nucleares en Cuba en 1962. La administración
estadounidense ignoró esas objeciones de forma consciente, deliberada e
intencionada. Hizo exactamente lo contrario: continuó absorbiendo países de
Europa del Este para acercar cada vez más sus misiles nucleares a la frontera
con Rusia.
A pesar de las
declaraciones públicas, la guerra entre Rusia y Ucrania no tiene nada que ver
con la libertad, sino con el deseo de Estados Unidos de integrar Ucrania en la
OTAN, un viejo dinosaurio de la Guerra Fría que podría -y debería- haber
desaparecido cuando la Unión Soviética se desmanteló voluntariamente.
Desde la
invasión rusa de Ucrania, los funcionarios estadounidenses, desde el presidente
Biden hacia abajo, han cometido varios deslices freudianos en relación con el
conflicto, como afirmar que su objetivo era destituir a Putin del poder,
juzgarlo como criminal de guerra, debilitar y degradar al ejército ruso,
especialmente matando a un gran número de tropas rusas, destruir la economía
rusa y empobrecer al pueblo ruso con un conjunto extremo de sanciones
económicas.
Vale la pena
señalar, por supuesto, que la crisis de Ucrania ha hecho que las invasiones del
Pentágono y la CIA y las guerras de agresión contra Afganistán e Irak caigan en
un agujero negro de la memoria para la prensa generalista de Estados Unidos, al
mismo tiempo que contribuye a seguir inundando las arcas de los organismos de
seguridad nacional con dinero de los contribuyentes.
Todo esto pone
claramente de manifiesto que la extrema animadversión antirrusa, antisoviética,
anticomunista y anticubana que promovió el establecimiento de los organismos de
seguridad nacional de Estados Unidos durante la Guerra Fría nunca desapareció.
Está claro que sigue impulsando a la actual generación de generales y
funcionarios de la CIA, como vemos no sólo con Cuba sino también con Rusia.
Por lo tanto,
la pregunta que debemos hacernos surge de manera natural: ¿Está Putin en lo
cierto? ¿Están el Pentágono y la CIA haciendo lo mismo que hicieron en 1962
contra Cuba? ¿Les mueve su extrema animadversión a Rusia a librar una guerra
contra ese país mediante el uso de un ejército delegado, entrenado y armado por
Estados Unidos? ¿Y están los estadounidenses dispuestos a aceptar las
consecuencias altamente peligrosas de tal decisión de política exterior?
Fuente: https://www.counterpunch.org/2022/05/03/is-ukraine-a-us-proxy-war-against-russia/
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