La
situación en Ucrania es tan peligrosa como la crisis de los misiles rusos en
Cuba de 1962. Ciento seis segundos es el tiempo que tardarían las cabezas
hipersónicas Avanguard montadas en el último misil ruso el RS-28 “Sarmat” en
alcanzar Berlín.
106 segundos
El Viejo Topo
7 mayo, 2022
Ciento seis
segundos es el tiempo que tardarían las cabezas hipersónicas Avanguard montadas
en el último misil ruso el RS-28 “Sarmat” en alcanzar Berlín. 120 segundos, en
atacar Paris y aniquilarla. 122 segundos serían suficientes para hacer
desaparecer Londres. Algo menos, unos 119 segundos, para Roma, Madrid o
Barcelona. Según las estimaciones militares de Occidente uno solo de los 46
misiles en construcción destruiría unos 400.000 km cuadrados. El misil, en eso
coinciden los especialistas militares, es imposible de derribar para la
tecnología occidental.
Esa capacidad
de destrucción es la que salvaguarda a Rusia. Moscú enseña músculo contra
amenazas como la pronunciada por la ministra de Exteriores de Reino Unido que
se mostró favorable a que, con armas inglesas, se atacaran ciudades y civiles
rusos. En palabras del ministro de Asuntos Exteriores ruso Serguéi Lavrov, la
situación en Ucrania es tan peligrosa como la crisis de los misiles cubanos de
1962. La historia nos enseña que todas las armas inventadas ha sido usadas en
los conflctos y el arma nuclear desgraciadamente no tiene porque ser una excepción:
es sobre esta base que sabemos que Rusia no puede ser derrotada.
Lo que hace un
mes parecía imposible, en pocos días se convirtió en probable y ahora, en
posible; esperemos que no se transforme en real. El peligro de una escalada
militar que tenga como campo de batalla el continente europeo flota en el
ambiente. La reunión de los ministros de defensa de la OTAN el martes 26 de
abril ha hecho subir aún más la tensión. El ejército ucraniano está siendo
derrotado y la alianza atlántica no puede permitirlo. El conflicto se ha
transformado en una lucha entre la supervivencia de Rusia (que de perder
correría el riesgo de desaparecer) y la oposición de EEUU a perder su primacia
unilateral. Solo así se explica que Zelensky, tras alcanzar un principio de acuerdo
con Moscú, lo rechazara. EEUU persigue a toda costa la derrota de Moscú; en
consecuencia ha puesto todo el bloque otanista a luchar contra Rusia. La
tipología de armas y la presencia de militares extranjeros en territorio
ucraniano asi lo confirman.
La única opción
del senil Biden en estos momentos es la escalada. El presidente norteamericano
observa con temor las elecciones de medio mandato y quiere mantener la tensión
para incluir al partido republicano en la ecuación. Las encuestas en este
momento le hacen perder entre 40 0 50 congresistas y 4 o 5 senadores, esto le
convertiría en un “pato cojo” y todo ello si el escándolo de su hijo no aumenta
aún más el descrédito de su gobierno. Biden ve con horror como la compra de
Twitter por Elson Musk permitiría a Donald Trump acceder nuevamente a su medio
de comunicación predilecto.
Fue durante la
administración republicana de Trump cuando Rusia reafirmó el acuerdo suscrito
entre un presidente republicano (Ronald Reagan) y un líder soviético (Mijaíl
Gorbachov) donde manifestaban que en una guerra nuclear no habría ni vencedores
ni vencidos y que por tanto un conflicto de ese tipo no podía desatarse. En la
cumbre de junio de 2021, Biden y Vladimir Putin lo reafirmaron. El
mandatario ruso hizo algo más. En enero del 2022 propuso al Consejo de
Seguridad de la ONU, un documento sobre la inaceptabilidad de la guerra nuclear
como tal. Hoy, frente a la implicación directa de Occidente en el conflicto con
los riesgos que conlleva, Lavrov ha hecho un llamamiento recordando esos
acuerdos. Estaríamos, para el ministro de exteriores ruso, en una situación
peor que la crisis de los misiles. En aquel momento Washington entendía los
comportamientos de Moscú y viceversa; aunque enfrentados, las normas de
conducta estaban claras y había comunicación.
La Rusia
actual, acorralada por la OTAN, tiene un plan, tangible, meditado y
examinado. Hoy intuimos que, fracasadas las negociaciones en Estambul, el
ejército ruso no cejará hasta controlar toda Ucrania y evitar como señaló el
presidente Putin que sectores rusófobos y nazis se instalen cerca de sus
fronteras. En la medida que la guerra en Ucrania tiene un vencedor y que la
integridad territorial del país está en entredicho, otras regiones observan sin
disimulo la evolución de los aconteciminentos. El marco fronterizo creado tras
la II Guerra Mundial corre el riesgo de colapsar. Las ansias expansionistas
de Polonia, Rumania o Bulgaria a costa de Ucrania o Moldavia pueden
agravar aún más los problemas de la desunida Unión Europea. Un ejemplo es la
posición de Estonia. El 3 de mayo, el Parlamento de ese país báltico estudió
una propuesta para retirar la firma del acuerdo de fronteras terrestres y
marítimas con la Federación Rusa. Los diputados consevadores argumentan la
medida por los ataques “ideológicos y políticos” de Moscú a Tallin. También
esperan obtener reperaciones económicas por la “ocupación del 5% del
territorio” desde el Tratado de Tartu en 1920. La larga mano de Whasington se
percibe detrás.
El colapso de la UE
Hoy una enorme
confusión en el bando occidental. Podemos o no compartir los objetivos de Moscú
pero son previsibles y ha definido sus lineas rojas. En cambio Occidente es una
miríada de personajillos rusófobos, prisioneros de su propia arrogancia que están
demostrando su incapacidad para gobernar en las actuales circunstancias. La UE
actua como un pollo sin cabeza. Ursula von der Leyen, la presidenta de la
Comisión Europea, sostiene que existe una gran unidad frente a Moscú; en la
práctica vemos como cada país intenta salvarse como puede: ya son 4 paises
europeos los que rechazan aplicar las sanciones al gas y otros 10 los que han
abierto cuentas en rublos para pagar las importaciones de energía. La ínclita
Ursula von der Leyen incluso propuso que la UE, en un paso más hacia su
disolución, impusiera sanciones a aquellos paises que no boicoteen el gas ruso.
Pero la industria química es el centro de la economía alemana y no puede
funcionar sin este recurso energético insustituible. Alemania, y con ella la
economia europea, transita entre Escila y Caribidis. Durante muchas décadas el
gas ruso ha sido barato y abundante permitiendo a las burguesías europeas
grandes tasas de beneficio. Su visión cortoplacista les ha impedido buscar
otras fuentes o apostar decididamente por energías alternativas.
La situación en
este momento es insostenible. Rusia amplia su mercado energético hacia India y
China y firma con Pekín el 4 de febrero la construcción del nuevo gasoeducto
Sakhalin-Khabarovsk-Vladivostok y se inaugura el colosal puente sobre el
rio Amur. Mientras, la UE, en manos de EEUU, corre el riesgo de paralizar más
del 60% de la actividad industrial. Millones de trabajadores quedarían sin
medios de subsistencia. Grandes empresas europeas venden a precio de saldo a empresas
rusas sus activos en ese país. Las pérdidas para empresas como Renault son
enormes. Las clases sociales poderosas comienzan a temer oleadas de ira popular
en los paises europeos. Alemania es el prototipo de la crisis. Depende, como
hemos señalado, de los recursos energéticos rusos pero no quiere, los
verdes en el poder lo impiden , crear una política exterior propia al margen de
los dictados de Whasington. Alemania, no lo olvidemos, es un país ocupado por
las bases militares estadounidenses en su territorio. La presión de la gran
industria alemana para pagar en rublos y mantener la producción en este país es
también intensa. La esquizofrenia alemana es la esquizofrenia europea.
Es tal la
indigencia intelectual en Occidente que determinados dirigentes sólo perciben
la crisis en clave de política interna. Sin ir más lejos, Boris Jhonson
pretende salvar su asiento en el 10 de Downing Street permitiendo que su
ministro de defensa justifique el ataque a ciudades rusas con armas inglesas.
El presidente polaco, anteayer a punto de ser sancionado por la UE, mueve ficha
y acumula tropas en Rumania para intervennir en Modavia y no oculta su interés
por recuperar zonas del oeste de Ucrania. La excusa será la intervención
“humanitaria”; mientras alguno de sus generales no ocultan su interés en
“recuperar” Kaliningrado (como sabemos, la antigua Königsberg alemana
anexionada por Rusia como reparación de guerra en 1945). La transferencia de
tropas polacas a ese escenario ha sido respondida por Bielorrusia reforzando militarmente
sus propias fronteras.
La política
occidental alcanza tal nivel de confusión, de idas y venidas, de proclamas,
matizaciones y rectificaciones que la hace indescifrable. Un elemento se añade
a la confusión generallizada: nadie sabe en realidad, porque no se ha hecho
jamás una auditoria al Banco de Londres ¿cuánto oro europeo se atesora aún en
la capital inglesa? Observamos también como la UE y el euro se construyeron
para que Alemania pudiera expandirse por todo el continente. Mientras la mayoría
de los dirigentes europeos afirman que no enviarán tropas al escenario
ucraniano vemos cada día como la implicación militar de la OTAN se hace más
evidente. La distancia entre los políticos europeos y sus poblaciones se
amplía. Muchos de los actuales políticos están actuando contra los intereses de
sus propios ciudadanos, cuando la propaganda anti-rusa se disipe se hará
evidente el empeoramiento de las condiciones de vida. Un político como Pedro
Sánchez hace méritos internacionales a costa de los intereses de España, como
se ha visto en el tema del Polisario. Una de sus aspiraciones, vistas sus
expectativas electorales, es ser elegido cabeza de la Comisión Europea y eso
implica la sumisión absoluta a los designios de la Casa Blanca. Las burguesias
europeas que no están ligadas al sector armamentístico comienzan a estar muy
inquietas. El presidente de la Basf alemana lo ha reconocido publicamente hace
pocos días.
Las sanciones
Rusia ostenta
el record absoluto de sanciones impuestas en su contra (más de 5 mil desde
finales de febrero), Rusia ha superado a Irán, Siria, Venezuela, Cuba y Corea
del Norte en cuanto a la cantidad de restricciones introducidas. Incluso
los países occidentales han bloqueado y pretenden robar casi la mitad de las
reservas de oro y divisas de Rusia, unos 300.000 millones de dólares. Es una
jugada muy arriesgada puesto que paises aliados de EEUU, como Arabia Saudita,
lo han visto con gran recelo y han decido desprenderse del dólar e ir apostando
por el yuan o monedas nacionales. Rusia ha estado sancionada de una u otra
forma desde siempre; cuando colapsó la URSS, el país siguió bajo sanciones.
Como señaló Vladimir Putin el 11 de marzo en una reunión con Alexander
Lukashenko: Rusia siempre ha superado las adversidades. Vamos por el sexto paquete
de sanciones y como es fácil deducir los otros 5 no han funcionado. Uno de los
objetivos era hundir el rublo ruso que ahora cotiza más fuerte que antes de la
guerra a diferencia del dólar y el euro que se han depreciado.
Las sanciones
fallan, provocan inconvenientes pero no paralizan la economia rusa; bien al
contrario, la falta de criterio de los pollticos occidentales está llevando a
sus países a un callejón sin salida. La UE, con la prepotencia que la
caracteriza, quiso doblegar a Rusia y es en realidad la que más sufre y sufrirá
las sanciones que ha impuesto. El gas, el petroleo y el carbón ruso siguen
siendo imprescindibles. Las nuevas medidas restrictivas de la Unión Europea
contra Rusia son un «suicidio». No tienen en cuenta la integración de Rusia en
las cadenas económicas de todo el mundo. Un intento de desconectar
completamente a la Federación Rusa daña a toda la economía que depende de
muchas materias primas rusas, desde el niquel, al uranio o el trigo, al gas, el
carbón o el petróleo. Las consecuencias se anuncian catastróficas incluso
para la Unión Europea. Como hemos enunciado en repetidas ocasiones uno de los
objetivos de esta guerra es hundir la economía alemana y europea en beneficio
de EEUU.
Las sanciones
están colapsando las cadenas de distribución hacia Europa. La consecuencia es
el crecimiento de la inflación que supera cualquier previsión. La prohibición
para circular de camioneros rusos y bielorrusos en el espacio de la UE añadirá
aún más tensión. Como si esto no fuera poco, la pandemia que golpea Shangái es
el argumento para paralizar la economía mundial y provoca la parálisis de la
industria europea que muestra una vez más sus carencias. El principio
productivo que introdujo el Neoliberalismo, del trabajo sin stocks, muestra
ahora sus enormes flaquezas, una interrupción por breve y anodina que parezca,
como la acción de los “chalecos amarillos” o el accidente del
porta-contenederos en el Canal de Suez pueden provocar un auténtico colapso en
la industria europea. El colapso de los sistemas de transporte no ha sido
tenido en cuenta, no fue valorado ni por empresas ni por gobiernos. Lo vimos
con la crisis de camioneros en Reino Unido en Navidad. La gente, tras la sexta
ola de la pandemia (nos enfrentamos a la séptima) prefirió comprar objetos
reales antes que consumir servicios. Debiera haber sido un toque de atención al
sistema que deslocalizó la producción real y la llevó a Asia, pero nadie en
Occidente parece tener eso en cuenta.
El negocio de la guerra
El complejo
militar estadounidense vive una auténtica “fiebre del oro”: aunque las ventas a
Ucrania son relativamente pequeñas, la remilitarización de los paises europeos
a cuenta de renovar los arsenales es un buen negocio. Alemania, por ejemplo, ha
pedido 35 cazas F-35 a la Lockheed Martin y 60 helicopteros pesados Chinook
Ch-47F a la empresa Boeing. Polonia quiere comprar 15 F-36 e invertirá 6000
millones de dólares para comprar 250 tanques Abrams M1A2 SEPv3. España desea
adquirir 22 aviones para defender las “Islas Canarias” a un coste de 4000
millones de euros. EEUU ha centralizado los envios para tener el control total
de las compras y evitar la competencia en el llamado Comando Europeo en la
ciudad de Stuttgart, donde el ejército español envió hace pocas jornadas 600 tm
de material militar incluidos camiones. Otros que se enriquecen con esta guerra
son la familia del premier turco Erdogan; su yerno Selçuk Bayraktar es el
propietario de la empresa que fabrica el dron Bayraktar TB2 que tan mal
resultado está dando en el conflcto. Incluso el propio Zelensky ha comentado
que esas máquinas no han tenido ningún papel relevante en la guerra.
Se insiste en
la culpabilidad de las acciones del ejército ruso en el Donbass, pero son
algunos dirigentes políticos europeos y norteamericanos los que se aprestan a
cubrirse de oro. Así las acciones bursatiles del fabricante aeroespacial
Raytheon Technologies (tanto Blinken como Austin habían trabajado para esa
empresa utilizando intermediarios) y otras corporaciones de defensa se
dispararon meses antes del inicio de la guerra. Estas empresas tienen
representantes que se sientan en reuniones secretas del Pentágono. Su objetivo
es incitar a la guerra y, ahora, mantener abierto el conflicto.
A nadie parece
preocuparle que gran parte de ese material militar esté siendo revendido.
Incluso los “medios” estadounidenses clasifican a Ucrania como un pozo sin
fondo a nivel financiero. EEUU, según la CNN, carece de la capacidad para
controlar ni seguir los movimientos de las armas que se puedan perder. A nadie
le preocupa el hecho de que una vez que Kiev toma posesión del apoyo financiero
y de las armas el desvío continúa. Ucrania revende el equipo militar que
recibe y que acabará, ineludiblemente, en manos de grupos terroristas en
Oriente Medio. A EEUU, que alienta esos grupos, no parece importarle en
demasía.
Como decíamos,
el futuro de la administración Biden está en juego. Se sabe que el Secretario
de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, se ha encargado de suminstrar los 5100
misiles anticarro Javelin a Ucrania que fabrica la empresa de la que es
accionista. Las revelaciones de The New York Times confirman las filtraciones
de hace dos años sobre los negocios ilegales en Ucrania del hijo del
presidente. Hunter Biden ha tenido que pedir préstamos cuantiosos para pagar las
deudas con el fisco al que había ocultado sus dudosos beneficios. Según las
propias fuentes de EEUU, sólo el 10 o 15% del dinero enviado a Afganistán acabó
en las manos previstas, lo mismo pasará en Ucrania. La UE por otra parte está
enviando dinero sin ninguna base legal (se está saltando el propio tratado de
Maastricht de 1992) al brindar apoyo financiero a un estado no-miembro.
España, en el ojo del huracán…
El último
informe de Caixabank dibuja un escenario sombrío. Se han disparado del 2 % al
25 % el monto de empresas industriales radicadas en España con problemas para
producir por falta de materiales. El sector más afectado es la automoción,
donde el 65 % de las compañías han tenido problemas derivados de “los grandes
retrasos en el envío de piezas metálicas y la escasez de semiconductores”. La
abrupta subida de los precios de la energía profundiza aún más este proceso: la
industria auxiliar de la construcción española muestra una caída del 46 % de su
resultado económico por el aumento del precio de la electricidad, y la
industria del metal, del 45 %.
Es un shock en
la oferta. Esta crisis demuestra que el axioma neoliberal de que el gasto
público provoca inflación se demuestra falaz. Los problemas que hemos citado
(deslocalización, cierre de China y guerra en Ucrania) se ven agravados por la
estructura económica del país. La entrada en la UE fue condicionada a que nos
convirtiéramos en un país de servicios. El turismo representaba el 12,4% del
PIB español antes de la pandemia, pero cayó en enero del 2022 al 5,5% y se
espera una contracción aún mayor cuando el incremento del carburante se
traslade al precio de los billetes de avión. Además, la obturación creciente de
las cadenas de suministro empieza a mostrar lo que puede provocar la crisis
ecológica global en ciernes.
Sin visos de acuerdo político
El patriotismo
ucraniano tiene sus límites, se queda para los que quieran creérselo. Aunque
contraria a la Constitución del país el presidente Zelensky así como su familia
(la esposa vive en la Costa Azul francesa) ya han recibido la nacionalidad
inglesa (fue una de las exigencias para no abandonar el país). Así mismo se
otorgó la nacionalidad al jefe de la oficina del presidente de Ucrania Andriy
Yermak y sus familiares, al asesor de Zelensky, Mikhail Podolyak y sus
familiares. Empleados del Estado Mayor de Ucrania, policía secreta (SBU)…
incluso las élites ucranianas tienen preparados un aeródromo alternativo para
ellos y los suyos.
Aunque la
propaganda en Occidente quiere autoengañarnos nadie pregunta cómo seguirá
luchando Kiev en las próximas semanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario