Elecciones en Andalucía: un
reto para la izquierda
Rebelion / España
| 22/04/2022 |
Fuentes: Nueva
Tribuna
Después de lo
sucedido en Castilla y León, es decir, después del resultado electoral y de
matrimonio gubernamental entre PP y Vox en esa comunidad parece que ha cundido
un cierto desánimo en la izquierda y un alborozo en la derecha, en el mundo
mediático de la derecha (ABC, El Mundo, La Razón,
periódicos digitales, redes, etc.). Parece que han remozado las campanas de la
derecha en esta ya finiquitada Semana Santa para tocar un laudeamus por
el previsible resultado electoral en Andalucía y por un posible nuevo encamamiento del
PP y Vox en el palacio de San Telmo, sustituyendo en esta hipotética situación
Vox a Ciudadanos como pareja de cópula política del PP. Incluso para preparar a
los posible votantes futuros del PP y de Vox, estos medios están tildando de
“derecha” y al PP de “centro-derecha”, y así hacer más presentable la pareja en
las urnas futuras. Pero no tan deprisa. En primer lugar veamos la composición
del Parlamento andaluz actual, porque el PSOE tiene 33 escaños, Adelante
Andalucía 17 (que suman ambos 50), y PPA (26), Ciudadanos (21) y Vox (12),
suman 59. Es decir, la derecha aventaja a la izquierda en 9 escaños. Por otro
lado, estas tres derechas aventajaron en solo 231.918 votos a las dos formaciones
de izquierdas. Hay que pensar que la izquierda tiene opciones de dar la vuelta
a esos resultados electorales del 2018, pero tiene poco margen de maniobra y ha
de hacer las cosas bien, muy bien, en varios sentidos y en poco tiempo.
En primer lugar
parece imprescindible la unidad de la izquierda a la izquierda del PSOE, y eso
no solo vale para Andalucía sino para todo el país, para todas las Comunidades
y para la Moncloa siempre. Y no se trata de un toque de arrebato porque por
primera vez en la reciente historia de la democracia española haya consejeros
fascistas en una Comunidad, sino porque la forma de combatir la izquierda a la
extrema derecha es, en esta coyuntura, es combatir a la derecha –sin más– y, en
concreto, al PP. Vox recuerda aquello de Xabier Arzallus del nogal y las
nueces: en este caso Vox zarandea el nogal pero las nueces gubernamentales las
recoge el PP. Los partidos –lo mismo que las personas– se definen por sus
amistades, por sus acuerdos, por los hechos, no por las palabras, y el PP se ha
convertido en el partido que alfombra a la extrema derecha y nada hay que
acordar, proponer, negociar, etc. con esta “derechita cobarde” (Abascal dixit)
mientras siga encamada con el franquismo-siglo XXI que es Vox.
En segundo
lugar, hay que conseguir para Unidas Podemos que deje de una vez para siempre
de vender la piel del oso antes de cazarlo, es decir, este partido debe
esforzarse en ampliar su base electoral, su influencia, sus escaños como tarea
fundamental y, luego, discutir sobre programas conjuntos, gobiernos o
consejerías, tanto si los electores le colocan en la oposición o en un posible
gobierno municipal, comunitario o estatal. No puede ocurrir más que haya que
repetir elecciones (2019) porque se discutan puestos gubernamentales o de hipotéticas
consejerías antes de la caza: nunca máis.
En tercer
lugar, la izquierda a la izquierda del PSOE tiene que aprovechar toda ella todo
el capital político, mediático y de imagen acumulado por Yolanda Díaz, para
crear una plataforma de izquierdas que dé el sorpasso, pero
el sorpasso útil, que consistiría en desalojar del gobierno
andaluz al matrimonio plausible o hipotético PP-Vox por uno de coalición de la
izquierda. El sorpasso inútil sería que esa plataforma
existiera y obtuviera un buen resultado electoral, pero que no impidiera seguir
al PP y su posible consorte en el gobierno andaluz y en una mayoría
parlamentaria. Por ello debe quedar claro desde el mismo momento del nacimiento
de esa plataforma de izquierdas –o como se la denomine– la
relación entre ella y el PSOE; debe quedar claro que son dos partidos distintos
dentro de la izquierda, pero que ambos, ni por activa ni por pasiva, van a
permitir que gobierne la derecha si tienen escaños suficientes en el Parlamento
andaluz para impedirlo. A partir de ahí se pueden confrontar programas, ideas,
tareas, pero lo anterior no debiera ser objeto ni siquiera de parlamento. Una
vez cazado el oso luego se podrá discutir sobre composición de consejerías,
presidencias, programas, etc., pero luego. Y esto tiene un corolario que salta
desde el ahora mismo: que no tiene sentido que, en ningún ámbito, MásPaís y
Unidas Podemos sean dos partidos distintos. Y aprovechar que no esté entre los
podemitas ya su macho-alfa, aunque siempre haya que agradecer al
Sr. Iglesias su labor de creación e impulso del partido morado.
En cuarto lugar
el programa de la izquierda –y más en Andalucía– debe tener dos guías, dos
ansias, dos parámetros, aunque genéricos: defender y ensanchar lo público y
acortar la brecha de la desigualdad en esta comunidad, pero que ambas tareas
valen para todo el país. La derecha está deteriorando lo público allí donde
gobierna aunque de forma también desigual, pero su objetivo es único:
privatizar en lo posible lo público, es decir, la sanidad, la educación, la
dependencia, etc., y que cada uno se la pague y el que no pueda –como dijo una
diputada del PP en el Congreso– que se joda. Instrumentos y recursos hay para
ambas cosas. Está la fiscalidad cedida y compartida y el consiguiente gasto
público: no hay excusas.
Y por último
sería quizá inteligente desgajar en el tratamiento a Ciudadanos de las dos
derechas franquistas para ayudar a que este partido deje de ser el perrillo
faldero del PP. Es verdad que a lo mejor no se lo merece, que este partido ha
permitido, al menos por pasiva, que el PP gobierne con la ayuda de Vox –como
ocurre en Andalucía–, pero Ciudadanos era la esperanza de que por fin hubiera
en España un partido de ámbito nacional de derechas de origen no franquista.
Quizá merece la pena hacer un esfuerzo en ello y que sea Ciudadanos quien se
coloque el solito donde no le conviene, cosa que, es verdad, ha hecho hasta
ahora. Y así les va. Quizá merece la pena que la izquierda evite el suicidio de
Ciudadanos; que alguien le explique a Arrimadas y compañía que hacer de
perrillo faldero en política te lleva a la extinción, porque aún no se han dado
cuenta.
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