EDITORIAL. Una gran farsa que
necesitan renovar y una verdad como un puño
La crisis que estalla
en 2007-2008 en el corazón mismo del sistema capitalista nunca se ha resuelto.
Han intentado exportarla, entre otras cosas, de la mano del endeudamiento y del
sometimiento financiero de la periferia así como de la provocación de guerras
más o menos regionales cada dos por tres.
Indurgente.org /6 marzo 2022
A
mucha gente, incluso cercana, le ha sorprendido la inmediata agresividad a
borbotones que gran parte de los gobiernos occidentales han mostrado a raíz de
cómo se (les) han precipitado los acontecimientos en (toda) Ucrania. Ponemos
paréntesis porque a las poblaciones del Donbass en el este de Ucrania los
acontecimientos se les venían precipitando desde el 2014 cuando filonazis
quemaban edificios de sindicatos y machacaban a comunistas en Kiev en el marco
de un golpe de Estado pro y por occidental y se vieron obligados, en el
Donbass, a proclamar repúblicas populares que durante 7 años no han dejado de
ser asediadas con miles de víctimas. Y de cuyas lágrimas y desesperación,
ninguna cadena libre
de TV ha tenido a bien dedicarle un miserable instante. Les viene perfecto lo
de “cadena”…
En
esta puja occidental por ver quién es más duro con la bárbara Rusia, nuestra
querida patria no iba a quedar atrás. Y vemos inflados de orgullo cómo España
no solo no acaba en los Pirineos, sino que bien allende hemos dejado suelto por
Bruselas al valiente Borell, hecho todo un valido va-t-en-guerre como el que más.
¡Qué bien lo ha reflejado en su última viñeta nuestro Malhumorgráfico
insurgentiano!
Pero la verdad es que
igual es más comprensible de lo que parece la histeria guerrera de ese flamante
“alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad
y vicepresidente de la Comisión Europea” (ahí es nada). Porque algo sabe de
economía el hombre que fue el segundón más brillante en las carteras del dinero
de los primeros gobiernos de nuestro no menos apasionado pro-occidental Felipe
González. Y es que en el fondo, y desde bien atrás, la que están
(de)formándonos mediáticamente tiene que ver con que no se vea cómo va
realmente la economía por estos lares capitalistas. Por partida doble: en
cuanto al diagnóstico macroeconómico y en lo que se refiere a las
medidas-ataque que se prestan a aplicar a las micropersonas de a pie. De ahí
que asistamos a la renovación de una farsa en dos actos que, de alguna manera,
tome el relevo tras la guerra que nos ha dado el virus.
Por un lado hay que
seguir tapando la podredumbre del sistema capitalista y, dentro de él, la
especial y veterana querencia estadounidense por incendiar todo con tal de
prolongar su hegemonía. Y en esa carrera obliga a la propia UE a compartir el
papel de Nerón aunque, en principio, la no menos imperialista UE partía con una
agenda explícitamente menos guerrera.
Hay
que seguir tapando miserias propias, sí. La crisis que estalla en 2007-2008 en
el corazón mismo del sistema capitalista nunca se ha resuelto. Han intentado
exportarla, entre otras cosas, de la mano del endeudamiento y del sometimiento
financiero de la periferia así como de la provocación de guerras más o menos
regionales cada dos por tres. Según el Instituto de Finanzas Internacionales,
la deuda global alcanza cerca de 4 veces el PIB mundial, siendo la de los
propios EEUU –campeón en la exportación de deudas y en la magia de inventarse
el dinero- de cerca del 140% de su PIB, habiendo pasado de unos 5 billones de
dólares en 2000 a 30 billones en 2022. Todo esto es insostenible y esa
insostenibilidad es un factor de primer orden para
tener al mundo en una constante desestabilización y provocación bélicas.
En este escenario,
grandes países como Rusia que, de objeto del deseo de ser comidos a cachos,
bien al contrario mantienen la potencia militar heredada de su pasado
socialista, esos países como Rusia, sencillamente sobran. Y hay que cercarlos y
minarlos hasta hacerlos implosionar (por segunda vez) como sea. Y hay que
fabricarle enemigos hasta en la sopa. Jugando también con esta, con las cosas
del comer.
Así, igual que
utilizaron la pandemia, intentan ahora culpar de la crisis y la inflación al
demoníaco y viral Putin. Hay que tapar entonces toda podredumbre del sistema
capitalista mundial, no vaya ser que a cada vez más pueblos les den por
preguntarse si no solo a los rusos les conviene sembrar futuro con buena parte
de su pasado soviético.
En ese sentido -y he
ahí el segundo aspecto de la farsa- nuestros enemigos de clase (ahora “amigos
de la paz”) sueñan que cuando haya manifestaciones contra los recortes
sociolaborales directos y los indirectos de la inflación que se desmadra, esas
manifestaciones no se hagan contra el gobierno de turno y demás cómplices de la
politiquería, sino que se realicen en las embajadas y consulados de Rusia
porque “evidentemente” todo estas medidas de recortes que “nos vemos obligados
a tomar” es por culpa del malvado Putin.
Para que no se hagan realidad esos sueños perversos de
desviar la diana popular de su verdadero enemigo, la gente progresista en
general no puede ir más a la defensiva y paralizarse. Habrá que ser decididos
contra la farsa en curso. Y si es preciso, no solo hay que denunciar toda la
demonización contra los rusos y la agresión mediática que están perpetrándonos.
Habrá que tomar toda clase de
distancia con los de arriba y hasta con los ninistas de al lado. Y que
nos ladren lo que quieran cuando proclamemos bien alto: tras el desastre de la
caída de la Unión Soviética, menos mal que allí… no cayó todo. Porque
sencillamente es una verdad como un puño (sic).
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