Tal día
como hoy en 1853 nacía Errico Malatesta, uno de los más importantes teóricos
del anarquismo, que contribuyó al movimiento libertario tanto con su acción
como con su pensamiento. Lo recordamos con este sugerente texto escrito en 1924.
Democracia y Anarquía
El Viejo Topo
4 diciembre, 2021
En el
siguiente artículo de 1924, Errico Malatesta, mientras concuerda con que la
democracia es preferible a una dictadura, ofrece una crítica anarquista a la
democracia, y explica por qué es mejor la anarquía. Malatesta enfatiza que para
que la revolución social y la anarquía triunfen, los anarquistas deben ofrecer
soluciones prácticas a los problemas urgentes que el pueblo enfrenta.
Los
descontrolados gobiernos dictatoriales en Italia, España y Rusia, que
despiertan tanta envidia y anhelo entre los partidos más reaccionarios y
pusilánimes alrededor del mundo, están suministrando ‘democracia’ desposeída
con una suerte de nueva virginidad. Así, vemos re-emerger – cuando no les falta
arrojo – a criaturas de antiguos regímenes, bien acostumbradas a las turbias
artes de la política, y responsables de la represión y las masacres del pueblo
trabajador, presentarse como hombres de progreso, buscando capturar el futuro
cercano en nombre de la liberación.
Y, dada la
situación, podrían incluso lograrlo.
Hay algo que
decir de las críticas hechas a la democracia de parte de los regímenes
dictatoriales, y del modo en que exponen los vicios y mentiras de la
democracia. Recuerdo a aquel anarquista, Hermann Sandomirski, un compañero de
ruta Bolchevique con quien tuvimos agridulce contacto en el tiempo de la
conferencia de Génova, y quien está ahora intentando asemejar a Lenin con
Bakunin, nada menos; digo que recuerdo a Sandomirski quien para defender al
régimen ruso sacó su Kropotkin para demostrar que la democracia no es la mejor
forma imaginable de estructura social. Su método de razonamiento, como ruso, me
recordó – y creo que se lo dije – al razonamiento hecho por algunos de sus
compatriotas cuando, en respuesta a la indignación del mundo civilizado ante el
desnudamiento, azotamiento y ahorcamiento de mujeres, argumentaron que si los
hombres y las mujeres tienen iguales derechos debiesen también aceptar iguales
responsabilidades. Esos defensores de la prisión y el cadalso recuerdan los
derechos de la mujer solo cuando sirven de pretexto para nuevas atrocidades! De
este modo, las dictaduras se oponen a los gobiernos democráticos solo cuando
descubren que hay una forma de gobierno que da aún mayor cabida al despotismo y
la tiranía para quienes se las arreglan en detentar el poder.
Para mí no hay
duda de que la peor de las democracias es siempre preferible, si es que quizás
solo desde el punto de vista educativo, que la mejor de las dictaduras. Por
supuesto que la democracia, el así llamado gobierno del pueblo, es una mentira;
pero la mentira siempre ata levemente al mentiroso y limita el grado de su
poder arbitrario. Por supuesto que el ‘pueblo soberano’ es un payaso de
soberano, un esclavo con corona y cetro de papel maché. Pero creerse libre, aún
cuando no se es, es siempre mejor que saberse esclavo y aceptar la esclavitud
como algo justo e inevitable.
La democracia
es una mentira, es opresión y es, en realidad, oligarquía; esto es, el gobierno
de los pocos para beneficio de una clase privilegiada. Pero aún podemos
combatirla en nombre de la libertad y la igualdad, al contrario de quienes la
han reemplazado o quieren reemplazarla por algo peor.
No somos
demócratas, pues, entre otras razones, la democracia tarde o temprano conduce a
la guerra y la dictadura. Así como no somos defensores de las dictaduras, entre
otras cosas, porque la dictadura despierta un deseo por la democracia, provoca
un retorno a la democracia, y por ende tiende a perpetuar un círculo vicioso en
el que la sociedad humana oscila entre la tiranía abierta y brutal, y una
libertad falsa y embustera.
Así que,
declaramos la guerra a la dictadura y guerra a la democracia. ¿Pero qué ponemos
en su lugar?
No todos los
demócratas son como los descritos antes – hipócritas que están más o menos
conscientes de que en nombre del pueblo desean dominar al pueblo y explotarle y
oprimirle. Hay muchos, especialmente entre los jóvenes republicanos, que tienen
una creencia seria en la democracia y la ven como el medio para obtener la
libertad de desarrollo total y completa para todos.
Estas son las
personas jóvenes que quisiéramos desengañar, persuadirles a no confundir una
abstracción — ‘el pueblo’ — con la realidad viva, que es mujeres y hombres con
todas sus distintas necesidades, pasiones y a menudo contradictorias
aspiraciones.
No es nuestra
intención aquí repetir nuestra crítica al sistema parlamentario y a todos los
medios pensados para tener diputados que realmente representen la voluntad del
pueblo, una crítica que, después de cincuenta años de propaganda anarquista es
al fin aceptada e incluso repetida por aquellos escritores que más aparentan
menospreciar nuestras ideas (p.ej., Ciencia Política, del Senador
Gaetano Mosca).
Nos limitamos a
invitar a nuestros jóvenes amigos a usar mayor precisión en el lenguaje, con la
convicción de que una vez que las frases se analicen minuciosamente verán por
sí mismos cuán vacías son.
‘Gobierno del
pueblo’, no, porque esto presupone lo que no podría ocurrir nunca – la
unanimidad completa de la voluntad de todos los individuos que componen el
pueblo.
Sería más
cercano a la verdad decir, ‘gobierno de la mayoría del pueblo’. Esto implica
una minoría que deba o bien rebelarse o someterse a la voluntad de los demás.
Pero nunca
ocurre que los representantes de la mayoría del pueblo concuerden en todos los
asuntos; es necesario por ende recurrir nuevamente al sistema de mayorías, y
así, nos acercaremos más a la verdad con: ‘gobierno de la mayoría de los
elegidos por la mayoría de los electores.’ Lo que ya comienza a tener una
fuerte semejanza con el gobierno de la minoría.
Y si uno luego
toma en consideración el modo en que se sostuvieron las elecciones, cómo se
conforman los partidos políticos y los grupos parlamentarios y cómo se
fabrican las leyes, cómo se votan y se aplican, es fácil comprender lo que ya
ha sido comprobado por la experiencia histórica universal: incluso en la más
democrática de las democracias es siempre una pequeña minoría la que gobierna e
impone su voluntad y sus intereses por la fuerza.
Por ende,
quienes realmente deseen el ‘gobierno del pueblo’ en el sentido que cada quien
pueda afirmar su propia voluntad, ideas y necesidades, deben asegurar que nadie
pueda gobernar sobre los demás, ni mayoría ni minoría; en otras palabras, se
debe abolir el gobierno, es decir toda organización coercitiva, y reemplazarlo
por la libre organización de aquellos con intereses y propósitos en común.
Esto sería muy
simple si todos los grupos y todos los individuos pudiesen vivir aislados y por
su cuenta, a su manera, sustentándose independientes del resto, suministrándose
sus propias necesidades materiales y morales. Pero esto no es posible, y si lo
fuera, no sería deseable puesto que ello significaría el declive de la
humanidad hacia la barbarie y el salvajismo.
Si están
determinados a defender su propia autonomía, su propia libertad, todo individuo
o grupo debe por lo tanto comprender los lazos de solidaridad que les atan al
resto de la humanidad, y poseer un sentido medianamente desarrollado de
simpatía y amor por su prójimo, de modo de saber hacer voluntariamente aquellos
sacrificios esenciales para la vida en sociedad que traigan los máximos
beneficios posibles en cada situación dada.
Pero por sobre
todo debe hacerse imposible que algunos se impongan, y absorban, a la vasta
mayoría mediante la fuerza material.
Erradiquemos al
gendarme, al hombre armado al servicio del déspota, y de un modo u otro hemos
de alcanzar el libre acuerdo, pues sin tal acuerdo, libre o forzado, no es
posible vivir.
Pero aún el
libre acuerdo siempre beneficiará más a quienes estén intelectualmente y técnicamente
preparados. Nosotros recomendamos por lo tanto a nuestros amigos y a quienes
verdaderamente deseen el bien de todos, estudiar los problemas más urgentes,
aquellos que requerirán una solución práctica el mismísimo día en que el pueblo
sacuda el yugo que le oprime.
Pensiero e
Volontà, Marzo de 1924
Blog Anarquista Rebelde
Alegre.
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