En torno al círculo polar ártico, pueblos indígenas de la región y organizaciones ambientalistas suecas e internacionales se oponen enérgicamente a un experimento para avanzar la geoingeniería solar, una propuesta tecnológica de alto riesgo.
Tapar el sol con el dedo
El Viejo Topo
2 abril, 2021
En uno de los
confines del mundo, alrededor del círculo polar ártico, se está llevando a cabo
una lucha que nos afecta a todos. Pueblos indígenas de la región y
organizaciones ambientalistas suecas e internacionales se oponen enérgicamente
a un experimento para avanzar la geoingeniería solar, una propuesta tecnológica
de alto riesgo. A gran escala, tapar parte de los rayos del sol con nubes
artificiales podría causar sequías y otras alteraciones en los trópicos,
poniendo en riesgo las fuentes de agua y alimentación de miles de millones de
personas. Un proyecto de la Universidad de Harvard, financiado por Bill Gates y
otros billonarios, pretende usar el territorio del pueblo indígena Saami en
Kiruna, Suecia, para realizar un experimento de esta tecnología (https://tinyurl.com/y5ut32y4).
El 24 de
febrero, el Consejo Saami, que reúne a los pueblos saami de Suecia, Noruega,
Finlandia y Rusia, manifestó su oposición a dicho proyecto y exigió al gobierno
sueco cancelar el experimento (https://tinyurl.com/f4ektwdj) por falta de consulta previa y
consentimiento de sus pueblos. También porque el experimento es para
desarrollar una tecnología muy peligrosa que afectaría a todo el planeta, por
lo que señalan que no es papel de un grupo de Harvard o algunos gobiernos
decidir sobre ella.
Aunque la
geoingeniería todavía aparece para mucha gente como ciencia ficción, el juego
geopolítico y las implicaciones del desarrollo de la tecnología son una amenaza
muy real y que avanza rápidamente.
En ese camino,
la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, acaba de mover otra pieza
en el escenario global. El 25 de marzo publicó el informe Reflecting
Sunlight (Reflejar la luz solar) donde recomienda que el gobierno de
ese país debe asignar inmediatamente 100 a 200 millones de dólares para avanzar
en la investigación y experimentación con geoingeniería solar y cómo se debe
gobernar (https://tinyurl.com/yut5patf).
Esa inversión multiplica de cinco a 20 veces la financiación pública para
investigación en geoingeniería de gobiernos como la Unión Europea, China, Rusia
y Corea. No obstante, la mayor inversión en el desarrollo de geoingeniería es
de los supermillonarios, encabezados por Bill Gates, Jeff Bezos, Elon Musk y
otros titanes tecnológicos (https://tinyurl.com/32d38zyx).
Según Raymond
Pierrehumbert, profesor de la Universidad de Oxford y autor principal de
reportes globales del IPCC, el nuevo informe no aporta mayor información
científica a la que ya existía en otro anterior sobre geoingeniería, publicado
por la Academia en 2015. Claramente, el mensaje principal ahora no es
científico, sino político.
Se trata de un
intento de legitimar la experimentación a campo abierto de esta riesgosa
tecnología, tal como el que pretenden hacer en territorio saami y desde antes
en otros territorios indígenas desde Arizona y Alaska a Canadá y Australia. Al
mismo tiempo, asegurar que Estados Unidos (gobierno, empresas, academia) lidere
tanto las inversiones en geoingeniería, como la definición de quién decide
sobre ella. Que haya subsidos públicos es también una forma
de blanquear el dinero que invierten los billonarios, haciéndolo
parecer pertinente.
El informe de
la Academia reconoce que la geoingeniería solar es altamente peligrosa e
injusta, ya que conlleva impactos desiguales: mientras algunos países se
beneficiarían con la disminución de los picos de temperatura, otros sufrirán
sequías y más desequilibrios climáticos.
Por sus altos
riesgos, el Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB),
estableció en 2010 una moratoria al despliegue de la tecnología y un llamado a
extrema precaución y a cumplir con una serie de condiciones previas –como un
mecanismo multilateral de gobierno y consulta previa a pueblos indígenas y
comunidadeslocales– consulta que aplica también a los experimentos a pequeña
escala.
Para evadir
esta y otras decisiones de Naciones Unidas –Estados Unidos no es parte del CDB,
pero la geoingeniería tiene alcance global–, el informe pretende colocar otras
reglas de juego: que se establezcan sistemas de gobierno a la investigación y
experimentación, por iniciativa de Estados Unidos, pero que serían internacionales invitando
a otros países (a su antojo) a discutir, para lograr una decorativa muestra de
diferentes regiones. Incluyendo también a los actores privados que tienen
intereses en geoingeniería.
Esta propuesta
es un intento de sabotaje a las decisiones multilaterales y por consenso de
todos los países, que es como funciona, por ejemplo, el CBD. En el caso de la
geoingeniería la decisión por consenso de todos es un requerimiento mínimo, ya
que necesariamente habrá países que serían afectados negativamente.
Åsa Larsson Blind, del Consejo Saami en Suecia, manifestó: La geoingeniería solar se opone totalmente a la cosmovisión del pueblo saami y va contra de lo que tenemos que hacer: transformar el planeta a sociedades sin emisiones de carbono y en armonía con la naturaleza. Este informe [de la Academia de EU] plantea avanzar una tecnología que conlleva peligros existenciales, con el falso argumento de que sería un plan B para el cambio climático. Si los gobiernos no son capaces de manejar la crisis climática con soluciones reales ahora, menos aún podrán manejar los enormes riesgos e injusticias de la geoingeniería. Importante apoyar esta lucha que nos concierne a todas y todos.
Artículo
publicado originalmente en La Jornada.
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