Qué deberíamos aprender de las
protestas de los agricultores indios
Por Harleen Kaur Bal
Rebelión
10/04/2021
Fuentes: Counterpunch
[Imagen: Concentración de agricultores participantes en la huelga general en
protesta por las reformas agrícolas en Singhu, 8 de diciembre de 2020 (Foto:
Sajjad Hussain / AFP vía Getty Images)]
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
En el exterior
de la embajada india en Washington DC, un hombre con turbante azafrán
distribuye botellas de agua a las familias de manifestantes que portan
pancartas en las que se lee: “Sin agricultores no hay comida”. La concentración
es una muestra de la creciente preocupación internacional, especialmente entre
las comunidades indias en la diáspora, por las protestas pacíficas de los
campesinos indios que se oponen a las recientes propuestas de ley que pretenden
desregular la agricultura india.
Cuando, al
terminar el acto, mi familia y yo nos dirigimos hacia casa, una mujer nos
detiene al ver nuestros carteles y me dice: “Es lógico que protesten allí [en
la India] pero ¿por qué protestan ustedes aquí?”. Lo que en realidad me
preguntaba, en una época en la que se multiplican las protestas, es por qué
demonios debería importarle a la comunidad internacional lo que pasa en India y
por qué estas protestas en concreto habían logrado tanta repercusión. La
respuesta no radica tanto en los motivos de la oposición del
movimiento campesino como en el modo en que los
manifestantes se están organizando en Nueva Delhi.
El espeluznante
paralelismo de las imágenes de la cara del manifestante sij Ranjit Singh bajo
la bota de un agente de policía indio y la foto de la rodilla de un policía
estadounidense sobre el cuello de George Floyd nos recuerda que la injusticia
desenfrenada repercute más allá de las fronteras. Durante cuatro meses, los
campesinos indios han protestado pacíficamente con sus tractores y sus carros
en las afueras de Nueva Delhi. Las proposiciones de ley pretenden desregular la
agricultura, lo que impediría a millones de campesinos conseguir su sustento
y causaría una degradación ecológica. Este cambio legislativo recuerda a
la desregulación de la agricultura en Estados Unidos que fue la ruina de los
pequeños granjeros y aceleró la desertificación.
Los manifestantes se enfrentan al gas lacrimógeno y los cañones de agua de la policía y a la violencia de los simpatizantes de extrema derecha del partido nacionalista hindú del primer ministro [Narendra] Modi, el Bharatiya Janata Party (Partido Popular Indio). El gobierno ha bloqueado internet, la cobertura de teléfonos móviles y el acceso al agua en los campamentos. Sin embargo, sus esfuerzos por sofocar, sin armar mucho ruido, una protesta que no ha dejado de crecer han fracasado gracias a la naturaleza decididamente unitaria de las protestas. Meses atrás, Rihanna y Greta Thunberg publicaron tuits en apoyo de los campesinos, lo que colocó el asunto en el foco internacional. Cuando Estados Unidos se enfrenta a una creciente polarización política y cultural tras el mandato de Trump, las protestas en la India ponen de manifiesto un prometedor antídoto al creciente populismo derechista y al nacionalismo étnico más allá de las fronteras.
Campesinos en un bloqueo de carretera en la frontera entre los estados de
Delhi y Uttar Pradesh el 14 de diciembre de 2020 (Foto: Jewel Samad/AFP vía
Getty Images)
En un
emocionante artículo publicado
poco después de la elección de Trump, Andrés Rondón articula una serie de
estrategias para contrarrestar el populismo oponiéndose a la polarización y
buscando un terreno común con los demás. Al adoptar estas y otras estrategias,
las protestas de los campesinos en la India representan la antítesis del
populismo y sirven de modelo para contrarrestar dicha polarización. En ellas se
da cita una concurrencia diversa de identidad religiosa, casta, afiliación
política, edad y vocación. Entre los manifestantes hay agricultores, personas
famosas y urbanitas de clase media, unidos por la preocupación universal en
relación con la comida y la agricultura. Todos tenemos que comer y la comida no
depende de esas categorías.
Al generalizar la identificación con lo indio más allá de afiliaciones basadas en la religión o en la clase social, los manifestantes han convertido los campamentos de protesta en lugares comunitarios, espacial e ideológicamente. Cada día, los concentrados ofrecen comida a los policías y a los pobres siguiendo la tradición sij de cocina comunitaria (langar) que funciona con trabajo voluntario. Los hospitales de campaña organizados en los campamentos ofrecen sus servicios tanto a los manifestantes como a los policías que lo necesitan. Estas iniciativas colectivistas radicales minimizan la polarización y el desdén hacia los “otros” indeterminados, toda una proeza frente a las tácticas de mano dura de Modi. Mientras la mayor parte de las protestas actuales profundizan en las divisiones basadas en la identidad (recuerden la insurrección del Capitolio), los manifestantes en la India representan una rara concurrencia de religión, casta y edad unidas por la preocupación universal por la comida y la agricultura.
Marcha de los campesinos hacia la capital, Delhi, gritando consignas y
atravesando las barricadas levantadas por la policía, el 26 de enero de 2021,
Día de la República India (Foto: Altaf Qadri/AP Photo)
Eso es lo que
deberíamos aprender de las protestas de los campesinos: cómo enfrentarnos a la
creciente polarización armándonos de pluralismo, integración y oposición
pacífica democrática. En Estados Unidos y en la India esta clase de iniciativas
pueden servir de antídoto a la enfermedad del populismo radical y las políticas
restringidas de identidad. No es casualidad que las protestas de los campesinos en la
India sean una de las mayores en la historia y vayan en
aumento. Las obvias consecuencias negativas del proyecto de ley tendrían
repercusiones medioambientales, económicas y
culturales dentro y fuera de aquel país y es evidente que el mundo debería
preocuparse por ello. La continuada mercantilización neoliberal para privatizar
el uso de la tierra propuesta por Modi entra en conflicto con su uso como forma
de vida y tejido cultural de los agricultores indios. Sin embargo, la verdadera
excepcionalidad de las protestas y del creciente apoyo que están recibiendo se
basa en la naturaleza peculiar del modo en que se están
realizando.
La comunidad
global debe aprender de este ejemplo cómo enfrentar el creciente nacionalismo
étnico y la división política mediante una integración unificada basada en los
intereses comunes, y no en el desprecio hacia el otro. Los manifestantes han
aceptado con brazos abiertos la diversidad y han ampliado la identificación con
“lo indio” más allá de la afiliación política o religiosa. De la misma manera,
nosotros debemos ampliar, en lugar de restringir, la identidad nacional en el
contexto de la globalización. Solo cuando adoptemos ese pluralismo colectivo
podremos superar el populismo polarizado.
Harleen Kaur es doctoranda de antropología sociocultural de la Universidad
de California en Davis y la orgullosa nieta de granjeros punyabíes.
Fuente: https://www.counterpunch.org/2021/04/08/what-should-we-learn-from-indias-farmers-protests/
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete
su integridad y se nombre a su autora, a su traductor y a Rebelión.org como
fuente de la traducción.
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