Una comunidad en Malí que evitó la
minería de uranio busca ahora aliviar el sufrimiento causado mediante la
solidaridad y la protección del medioambiente.
Pueblo de Faléa, en Malí. Fuente: L’Action Solidarité Faléa 21 MANY CAMARA
L’Action Solidarité Faléa 21
12 ABR 2021 02:31
Artículo
publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
La municipalidad de Faléa se encuentra en el oeste de
Malí en la frontera con Guinea y Senegal. Su población alcanza las 17.000
personas y la mayoría son jóvenes (entre 15 y 35 años) y femenina
(aproximadamente un 62%) de las etnias djalonke, mandinka, fula y diakhanké.
La Conferencia de Berlín de 1884-5 determinó las
fronteras africanas tal y como hoy las conocemos. Ahora, las empresas
internacionales tienen los derechos de explotación de las tierras arables y los
recursos de prácticamente todo el continente, incluyendo el uranio de Faléa.
Hace 20 años, la empresa francesa COGEMA, después
conocida como AREVA y ahora como Orano, descubrió depósitos de uranio, cobre y
plata en Faléa. En 2007, el gobierno de Malí firmó un acuerdo con la compañía
canadiense Delta Exploration, ahora Rockgate Capital Corp, y después con
Denison Mines para las futuras exploraciones de sus recursos. Las condiciones
del contrato siguen sin hacerse públicas.
A los vecinos ni se les informó ni consultó. Tanto el
concilio de sabios, el ayuntamiento “moderno” que se estableció en 1999 como la
población local quedaron completamente apartados del proceso de toma de
decisiones. Hasta que, en 2008, se construyó una pista de aterrizaje a 50
metros del colegio de educación primaria.
En Malí se conceden 60 licencias anuales para
la exploración y/o explotación a empresas extranjeras. En esta fiebre de la
extracción alentada por el gobierno maliense, el uranio y la bauxita ocupan un
lugar especial. También hay búsqueda de oro, de hecho, Malí es el tercer
productor de oro de África. El mayor potencial de uranio lo encontramos
precisamente en Faléa. El área cuenta con una extraordinaria biodiversidad y
riqueza cultural.
Tradicionalmente, la tierra en Malí no pertenece a
nadie. El maitre de la terre, jefe de la tierra, otorga la tierra a
quien necesita cultivarla. Quedan reconocidos oficialmente como los
cultivadores de la tierra y pueden cavar pozos o plantar árboles, por ejemplo.
Hace 20 años, la empresa francesa COGEMA, después conocida como AREVA y
ahora como Orano, descubrió depósitos de uranio, cobre y plata en Faléa. En
2007, el gobierno de Malí firmó un acuerdo con la compañía canadiense Delta
Exploration, ahora Rockgate Capital Corp, y después con Denison Mines para las
futuras exploraciones de sus recursos. Las condiciones del contrato siguen sin
hacerse públicas.
El sistema tradicional se basa en la sabiduría
antigua, que rechaza hacer de la tierra una propiedad privada o un bien
comercial. La tierra se considera propiedad de las personas y
no puede ser parte de una transacción.
Solo fue en 1996 cuando Malí, teóricamente
independiente desde 1960, adoptó su constitución, recogiendo la
descentralización administrativa, incluida la ley del suelo, en una copia
exacta de varios artículos de la constitución de la V República Francesa. Desde
entonces la reforma administrativa e institucional convive con las leyes
antiguas. Esto ha dado lugar a una gran confusión legal, precisamente en una
época de competencia entre empresas internacionales por el control de sus
recursos naturales.
Se esperaba que esta inevitable confrontación, ya
comenzada en las zonas rurales, ha impuesto la lógica del mercado sobre
el territorio, y la tierra ha pasado a ser una materia prima especulativa.
El proyecto de la mina de uranio se forjó y aprobó en
privado entre el estado maliense y las empresas mineras extranjeras a
partir de 2007. En vista de la amenaza que la mina suponía para su salud,
medioambiente, tierra arable, agua y legado cultural, la población de Faléa se
movilizó para prevenir que sucediera.
En este contexto, y tras una lucha que duró varios
años y recibió el apoyo de varias ONGs de todo el mundo, el poco confiable
presidente de Mali se vio obligado a declarar a finales de marzo de 2011 que el
proyecto minero de Faléa quedaba cancelado. Pese a la
felicidad que originaron estas declaraciones en un primer momento, nunca
inspiraron demasiada confianza.
Sigue en la segunda parte.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.
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