Europa salva los muebles…
de momento
Rebelion
22/07/2020 | Europa
Fuentes: Público
Después de
la situación tan tensa que se había creado en el seno del Consejo Europeo y del
enorme obstruccionismo con que actuaban algunos países del norte, el acuerdo de
ayer puede considerarse un éxito para la Unión Europea en su
conjunto y, quizá sobre todo, para los Gobiernos del sur. Máxime, si se tiene
en cuenta que tanto el italiano como el español habían tenido que luchar no
sólo contra los ataques del holandés sino con los partidos de su oposición
nacional.
En
España, el Partido
Popular alentó claramente los discursos demagógicos del Gobierno holandés
contra España con tal de dinamitar al de Pedro Sánchez y ahora
tiene que morder tierra de nuevo. La estrategia de acabar como sea, el todo
vale contra un Gobierno legítimo no termina de darle réditos a Pablo Casado y
hace daño a España. En esta ocasión, ha hecho más difícil que se alcanzara lo
conseguido por España pero también da más valor a lo que Sánchez trae de
Bruselas.
Para el
conjunto de la Unión Europea el acuerdo es positivo si se tiene en cuenta que
no haberlo alcanzado y seguir sin dar respuestas definitivas a la crisis que
vivimos hubiera sido un desastre histórico, sobre todo, por las condiciones
fratricidas en las que se estaba dando el debate. Y no se puede negar que el
acuerdo representa un avance sin parangón, no sólo por la cantidad de recursos
que se van a poner en la economía europea sino porque el discurso que ha
servido para justificar la propuesta del Consejo en los últimos meses contiene
elementos que modifican algunos de los principios de política económica
mantenidos hasta ahora y que se había demostrado que no daban los resultados
que se dijo que iban a dar.
El acuerdo
va a permitir que los diferentes países de la UE lleven a cabo programas de
inversión muy ambiciosos, sin los cuales sería materialmente imposible evitar
una recesión muy prolongada, con caídas de la actividad y del empleo
posiblemente nunca vistas.
Sin embargo,
en esta primera y rápida evaluación del acuerdo es imprescindible mencionar
también algunos aspectos que impiden echar las campanas al vuelo, tal y como
están haciendo la gran mayoría de los comentaristas cuando no tienen en cuenta
sus lagunas o incluso los peligros que conlleva, tal y como en un principio
está formulado. estos aspectos críticos que me parecen más destacables son los
siguientes.
– La Unión
Europa vuelve a recurrir a los mercados para financiarse, obviando al Banco
Central Europeo. Es cierto que así se aminora el coste de la deuda que se
generará y que disminuirán las tensiones especulativas, pero sigue siendo un
sinsentido económico que, en lugar de utilizar al banco central como prestamista
en última instancia, se utilice una dramática crisis sanitaria y económica para
que sigan enriqueciéndose los bancos privados.
– Como he
dicho, la cantidad de dinero que se va a movilizar es muy grande, en
comparación con las dotaciones presupuestarias actuales, pero aún así, hay que
señalar que es claramente insuficiente. Con la cantidad de dinero que se va a
poner en juego no se podrá conseguir que los países más afectados por la crisis
puedan financiar todo lo que van a necesitar para no perder más comba todavía
respecto a los más ricos. Baste tener en cuenta un solo dato. Según la última
evaluación del Fondo Monetario Internacional (aquí), Alemania ha gastado ya en
su economía el equivalente al 14% de su PIB, más o menos lo mismo que Francia.
Italia, sin embargo, sólo el 5% y España el 3,2%.
Tal y como
está formulado el acuerdo, será imposible evitar que la divergencia en el seno
de la Unión Europea siga ampliándose
– Esto
último es más grave todavía porque la Unión Europea sigue sin estar dispuesta a
abordar el problema de la deuda que se ha ido acumulando. Sin adoptar fórmulas
que reduzcan significativamente su porcentaje sobre el PIB en los países con
más endeudamiento será imposible evitar nuevas crisis en el futuro que
afectarán a todos. Y eso es algo que sería posible conseguir sin necesidad de
crear agravios y sin que unos países paguen, como se dice, la deuda de otros.
El Banco Central Europeo, en lugar de seguir enriqueciendo a la banca y de
limitarse a evitar artificialmente su insolvencia, puede convertir tramos de
deuda nacionales en deuda a muy largo plazo o perpetua, por ejemplo.
– Hay que
tener en cuenta, además, que una buena parte de los fondos que se van a dedicar
a la reconstrucción tras la pandemia merman otros programas de gasto de la UE
previamente aprobados, de modo que su impacto neto final no será el que a
primera vista parece que tiene. Y este efecto puede ser más negativo,
precisamente para los países más beneficiados por los fondos de cohesión que se
van a recortar en beneficio de otros programas que irán en mayor medida a los
países más ricos.
– También es
muy importante señalar que los nuevos fondos van a ir acompañados de
condicionalidad. Algo que debe valorarse con cuidado. Es cierto que ésta es
deseable cuando se refiere a aspectos en los que algunos Gobiernos no vienen
consiguiendo los resultados óptimos deseados, como en el mejor uso posible del
gasto, transparencia, lucha contra la corrupción, eficacia del sector público,
etc. Pero también lo es que en la Unión Europea priman principios de
comportamiento que han guiado las condiciones impuestas hasta ahora y que han
demostrado que no sirven realmente para lo que se dice que sirven. Si se sigue
imponiendo esta tipo de condicionalidad, volveremos a las andadas.
Lo que ahora
es fundamental es que las economía europeas y sobre todo las más afectadas por
la crisis, recuperen cuanto antes la actividad, que esa actividad responda a
nuevas lógicas productivas y sociales y que eso se haga con el menor incremento
posible de una deuda que pueda actuar como una losa para conseguirlo.
Por eso,
este acuerdo no puede ser valorado en todo lo que significa sino hasta que se
ponga sobre el papel el tipo de condicionalidad ex post que va
a llevar consigo. Si se vuelve a insistir en condiciones que la experiencia ha
demostrado que frenan la actividad y aumentan la deuda, en lugar de solucionar
problemas los volverá a crear y en mayor grado.
En concreto,
hay que ver qué posición se mantendrá sobre las reglas fiscales, de momento en
suspenso. La evidencia empírica ha demostrado que las políticas de austeridad
tienen efectos negativos, que estos no son momentáneos sino que persisten en el
tiempo, que son todavía peores cuando se aplican en fases de crisis y que
terminan aumentando el porcentaje de deuda sobre el PIB. Y la experiencia de
estos últimos años también nos ha permitido comprobar que para incrementar la
actividad y reducir el peso de la deuda lo que mejor funciona es impulsar la
demanda, lo cual se consigue mejor a través de la inversión pública y el gasto
en sectores que generan más empleo (salud, educación, cuidados…) que bajando
impuestos o concediendo transferencias a empresas. Como también es un hecho que
la insistencia en lograr superávits públicos primarios (más ingresos que gastos
antes de pagar intereses) no es la vía que reduce la deuda sino justamente la
que la aumenta.
Si una vez
suscrito este acuerdo, los Gobiernos europeos con mayor capacidad de decisión
vuelven a esa especie de homeopatía económica que es la doctrina de la
austeridad, las divergencias aumentarán y la crisis de los países hasta ahora
más endeudados, precisamente por el predominio de ese tipo de políticas, será
inevitable. Con la salvedad de que ya no serán los países más pequeños de la
Unión Europea como Grecia, Malta o Chipre, sino potencias económicas como
Italia o España.
En resumen,
los países del sur no han sufrido la derrota que querían infringirle los del
norte y el acuerdo constituye un paso de gigante en la historia de la Unión
Europea. Aunque esto haya tenido que ser por la fuerza de los hechos, a
trompicones, abriendo heridas que quizá no cierren nunca y ante el drama de una
crisis sanitaria, hay que felicitarse por lo que se acaba de acordar. Pero,
dicho esto, es una irresponsabilidad o un engaño dejar de mencionar los grandes
retos que la Unión Europea no está siendo todavía capaz de abordar y que este
acuerdo deja al desnudo quizá con mayor nitidez que en ninguna otra ocasión
anterior.
En los meses
venideros se sigue jugando el futuro de Europa porque una cosa es que lo menos
malo sea preferible a lo peor y otra que se haya hecho lo que se debía hacer.
Fuente: https://blogs.publico.es/juantorres/2020/07/21/el-sur-de-europa-salva-los-muebles-de-momento/
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