Pensiones No Contributivas
Una vergüenza (más) en el Reino de España
Acacio Puig
Vientosur
25.01.2020
La cuantía de
las llamadas pensiones no contributivas (PNC) ha sido durante el año
2019 de 392 euros mensuales, además de dos extras anuales por la misma cantidad
(14 pagas). La actualización aprobada por el gobierno de unidad progresista
supone -a partir de enero de 2020- un incremento del 0.9%, es decir que lxs PNC
cobraremos ya 395,50 euros mes (¡un desastre!). En definitiva, como dijo
Rodrigo Rato cuando escamoteaba en un debate institucional sus latrocinios,
“¡es el capitalismo!”; frase que completaremos como contrapartida con la
certera máxima de Proudhon: “¡la propiedad es el robo!”.
No están todxs
lxs que son en las estadísticas del IMSERSO. Los últimos datos del año 2019
fijan un total de 451.146 personas pensionistas no contributivas, dispersas y
de entidad diferente en las comunidades autónomas del país. Varias decenas de
miles en Andalucía, Catalunya, Comunitat Valenciana, Madrid, Canarias… menos en
el resto. Pero conocemos bien los trucos de la ingeniería estadística y sabemos
de mucha gente que, por unos u otros motivos, no está registrada en esos
listados (o bien, van dejando este mundo, porque no alcanzan la esperanza de
vida).
En cualquier
caso, en el documento oficial sobre Pensiones 2020 se dice sobre PNC:
“El Estado a
través de la Seguridad Social garantiza (…) o por cumplir los requisitos
exigidos en la modalidad no contributiva, la protección adecuada frente a las
contingencias y en las situaciones que se contemplan en la Ley General de la
Seguridad Social.
Las Pensiones
no Contributivas, reguladas en dicha Ley, aseguran a todos los ciudadanos en
situación de jubilación o invalidez y en estado de necesidad, una prestación
económica, asistencia médico-farmacéutica gratuita y servicios sociales
complementarios; aunque no se haya cotizado o se haya hecho de forma
insuficiente para tener derecho a una Pensión Contributiva” .
Como encabezan
los datos de este artículo, lo referido a “prestación económica” es de todo
punto miserable en un Estado social de derecho. Esa situación se agravó desde
la contrarreforma laboral del PP que fijó en 15 los años cotizados para tener
derecho a la pensión mínima.
Pero ¿cuál es
la entidad de esos cientos de miles de personas pensionistas no contributivas?
Su entidad es su invisibilidad. Desde luego que en muchísimos casos son
mujeres, como bien denuncia Anta Tere Díaz en este artículo.
Ana incide en
la brecha salarial de género y el trabajo de cuidados como algo históricamente
considerado obligatorio y gratuito… inserto a la fuerza en el ADN de la mujer
trabajadora. Pero a pesar de ser eso cierto y fundamental, conviene no olvidar
otros ingredientes, a los que alude Ana, pero que enfatizaré aquí porque
configuran también la situación de lxs PNC en nuestro país. Por ejemplo, el que
muchas mujeres y hombres de entre quienes cumplimos hace tiempo los 65 años,
desarrollamos parte de nuestra vida laboral durante el tardo franquismo en muy
precarias condiciones. Los trabajos sin contrato eran moneda corriente, la
militancia antifranquista, la represión, el exilio y la cárcel, nos marginaron
de la vida laboral durante largos períodos y generaron secuelas y difícil
inserción en la misma, secuelas a veces casi insuperables. Se trabajaba en la
práctica como “autónomos” (con más rigor diremos que “en negro”) pero sin
capacidad económica de cotizar como tales y eso ha tenido consecuencias en el
largo plazo de muchxs y de minorías marginalizadas (e incluyo aquí las gentes
ocupadas en el ejercicio de las llamadas profesiones creativas, como es
el caso de artistas, periodistas, escritores, ilustradores gráficos…)
De modo que a
día de hoy ciertamente hemos sobrevivido –y escribo en primera persona en mi
calidad de PNC- pero en condiciones de extrema austeridad (y más austeridad la
de quienes carecíamos de vivienda en propiedad). De modo y manera que en lo
referente a pensionistas no contributivos, podemos señalar que unos viven en la
calle -formando parte de las milicias de los sin techo- otros refugiados en
minúsculas aldeas en las que aún se encuentran viviendas de bajo alquiler y…
con más frecuencia de lo que se cree, muchxs más encuentran en la estructura
familiar los mínimos complementos a este endeble Estado social que, como
señalaba Ramón Fernández Durán en su ensayo Tercera piel (publicado en
2010 por Virus editorial) funciona como el Estado social de derecho realmente
existente en el Reino de España, un territorio además ferozmente carcomido por
las políticas del capitalismo neoliberal.
Es posible que
en Euskadi -como escribe Ana Teresa Díaz en el artículo arriba citado- la
problemática de las pensiones no contributivas logre adquirir relieve y llegue
a formar parte relevante de las vindicaciones del movimiento de pensionistas en
marcha… pero los pocos cientos de miles de PNC extendidos por las diversas
comunidades autónomas del Reino de España, no tenemos entidad como masa crítica.
Añadiremos, con
cierto malestar, que en bastantes casos (lxs viejos militantes) ocupados en el
combate por la emancipación del género humano hemos olvidado nuestra
propia situación que nos abocaba a ser PNC y por ello, la urgente labor de
pelear nuestras concretas condiciones de vida digna en la vejez.
¿Es ya tarde?
No debiera serlo, pero sorprende que el asunto PNC no destaque en el contexto
de la actualización del 0,9%, que quede diluido en el más general de las
pensiones mínimas y también en la tan justa exigencia de blindar la
actualización de las pensiones de acuerdo con el IPC real.
En cualquier
caso, el movimiento de pensionistas, los sindicatos, los partidos y el recién
estrenado gobierno de unidad progresista (PSOE-UP) están moral, política y socialmente
obligados a demostrar con las derogaciones de la contrarreforma laboral del
gobierno Rajoy y las revisiones y actualizaciones pertinentes, que la situación
de lxs pensionista no contributivos constituye una auténtica situación de
emergencia humanitaria y que hay que resolverla. ¡Vamos a ver!
25/01/2020
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