Explotación, tráfico y grandes
beneficios para las mafias.
DIARIO OCTUBRE / 24.01.2020
En el otoño de
2014, los blogueros ucranianos activamente comentaron las palabras del alcalde
de la pequeña localidad de Stepanovka, situada en la zona minera de Donbass. El
alcalde habló a la prensa de las conversaciones de los batallones voluntarios
ucranianos, a los que se había prometido por la guerra “un trozo de tierra y
dos esclavos”. En aquel momento, hizo gracia al público patriótico y los
líderes de opinión de las redes irónicamente preguntaban en sus blogs dónde
podían reclamar sus palacios.
Sin embrago,
han pasado cinco años y la esclavitud se ha establecido como un problema real
en el país de la dignidad y la libertad. No se trata solo del nuevo Código del
Trabajo, que dejará en situación de esclavitud a millones de asalariados,
completamente dependientes de sus dueños. Además de eso, en Ucrania aumenta el
tráfico de personas que las bandas criminales utilizan para el trabajo forzado
o para la esclavitud sexual. Y el Estado no puede parar sus actividades ni ha
creado ninguna fuerza específica para atajar el problema.
El 15 de enero,
en el distrito de Olevsk de la región de Yitomir, se desarticuló un grupo
fuertemente armado que mantenía como esclavos a siete hombres. Los habían
reclutado en diferentes trabajos, les habían retirado la documentación, les
habían privado de su libertad y les forzaban a trabajar gratis para sus
captores. Es más, al ser ciudadano bielorruso uno de los esclavos capturados
por la banda criminal, este incidente tiene una dimensión internacional.
“Los hombres
retenidos tenían entre 20 y 50 años y algunos de ellos eran discapacitados. Los
traficantes utilizaron la violencia para suprimir su voluntad, les prohibieron
abandonar el lugar de residencia y trabajo, y con actos ilegales
impidieron los intentos de resistencia”, afirma el mensaje de la Fiscalía
regional. Los esclavos fueron amenazados y fue sencillo porque los criminales
tenían a sus disposición un arsenal de armamento que incluía rifles, granadas,
explosivos y navajas de combate.
Según las
informaciones, las personas secuestradas eran utilizadas para trabajar en las
minas de ámbar, esas mismas mantenidas desde hace seis años por nacionalistas
bien armados. Su influencia en la zona del ámbar es tal que las regiones del
norte de la Polesia ucraniana son popularmente conocidas como la “república del
ámbar”. Los grupos de bandidos utilizan para el duro trabajo físico a personas
normalmente solas, enfermas o que sufren de adición a las drogas o el alcohol,
a las que obligan a cavar en la tierra arcillosa y arenosa.
El ámbar da
grandes beneficios a las mafias. Sin embargo, los esclavos deben conformarse
con tener un techo y algo para comer. Es más, según el comunicado de la
Fiscalía, se encontraban en “terribles condiciones de vida y nutrición, que
suponían un verdadero riesgo para estos esclavos que eran considerados
desechables. Nadie sabe cuántas personas pueden acabar sus vidas en este
régimen de esclavitud en algún agujero buscando ámbar. Al fin y al cabo, nadie
busca a personas sin hogar o sin familia que hayan desaparecido.
La puesta en
libertad de estas víctimas no ha sido más que una feliz coincidencia. Los
extractores de ámbar, entre ellos muchas personas con experiencia de combate,
son los dueños absolutos de las minas ilegales. Llega hasta el punto de que, en
ocasiones, llenas las carreteras forestales de puestos de control que decoran
con banderas rojas y negras y en los que impiden en paso a personas no
autorizadas. Y la policía local tremendamente corrupta, se gana su parte del
pastel de esta economía en la sombra. Esta situación no es inusual y no se
limita a la región de Polesia. La geografía del trabajo esclavo es amplia. Por
ejemplo, el año pasado, en el país se desarticuló un sistema de falsos “centros
de rehabilitación” en los que en realidad había personas retenidas en régimen
de esclavitud.
“El grupo
criminal operaba por toda Ucrania bajo la tapadera de organización de caridad.
Personas con adicción al alcohol o las drogas eran ilegalmente retenidas y
forzadas a realizar trabajo forzado. Durante un registro de la policía y la
policía de fronteras ordenada por la Fiscalía de la región de Donetsk, se
paralizaron las actividades de tres de estos centros en Mariupol, Lviv e
Ivano-Frankivsk. La policía detuvo a doce personas que, lideradas por un
organizador, son sospechosas de detención ilegal. Se ha liberado de la
esclavitud a alrededor de cien personas”, informó entonces el Ministerio del
Interior de Ucrania.
El mismo grupo
operaba en Odessa, donde centenares de esclavos eran forzados a trabajar en
plantaciones y campos privados para desarrollar esta “potencia agrícola”.
“Según se ha podido saber durante la investigación preliminar, los consumidores
de estos “productos vivos” eran una pareja: un ciudadano de Ucrania y otro de
Georgia, dueños de una empresa agrícola situada en la región de Odessa. Entre
2015 y 2018, en las estaciones de tren de Kiev, Odessa, Nikolaev y otras
ciudades sus reclutadores se dedicaron a buscar personas en situación
vulnerable y sin residencia permanente. Las personas reclutadas eran
trasladadas a Odessa, donde se les retiraba la documentación y el teléfono
móvil. Después se instalaban en barracones, donde en cada habitación residían,
en condiciones inhumanas, entre 15 y 20 personas, hombres y mujeres. Las
víctimas eran sometidas a violencia física y psicológica constante por pare de
los guardas de esos barracones. Los trabajadores que se negaran a trabajar o
trataran de huir eran brutalmente golpeados delante de otros empleados para
evitar así futuros incidentes”, afirmó sobre esta tragedia humana el documento
de la Fiscalía de Ucrania. Entre la seguridad de estos campos de concentración
comerciales también había representantes de los grupos paramilitares de extrema
derecha.
Un estudio de
la Organización Internacional para las Migraciones en Ucrania, publicado en vísperas
del año nuevo, afirma que la explotación de personas ha afectado a más de un
cuarto de millón de personas. Pero eso solo es la punta del iceberg. Las
autoridades admiten que el trabajo forzado tiene una presencia muy superior a
la que muestran las estadísticas. Y seguirá aumentando, ya que el
empobrecimiento de Ucrania, que dejará a más personas en situaciones extremas,
hará más vulnerable a la población. Y las bromas sobre esclavos en Donetsk
serán muy tristes compradas con esta realidad.
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