El papel de la ultraderecha española como aniquilador
de la organización obrera.
DIARIO OCTUBRE /
13.01.2020
La crisis
social y política que genera la crisis económica, lleva a los sectores más
reaccionarios del capitalismo a recurrir a la violencia extrema para seguir
manteniendo su dominio.
Esta crisis
crea condiciones revolucionarias, pero también crea el caldo de cultivo para
que germinen las ideas más reaccionarias y se vayan extendiendo entre los
sectores políticos más atrasados de la sociedad. En particular, en la pequeña
burguesía y en sectores de la clase obrera que han sido arrojados a la
precariedad, al desempleo y de ahí a la exclusión social. En ese magma de
frustración hunde sus raíces las posiciones fascistas, que buscan dirigir la
rabia de la clase obrera no contra el sistema capitalista y sus representantes,
sino contra los más desvalidos de entre sus víctimas (población migrante,
refugiados, etc.) así como contra comunistas, feministas, independentistas,
etc. Colectivos que aglutinan un odio identitario chovinista, y forman parte de
lo que han venido en llamar la antiEspaña, concepto que comparte este fascismo
de nuevo cuño con el fascismo español de los años 30.
Y es que a
diferencia del actual rebrote fascista en Europa, en España no se ha producido
tal “rebrote”. El fascismo español brotó en los años 30 del siglo pasado y se
ha mantenido bien brotado hasta nuestros días merced a la no ruptura ni
económica ni política con el régimen franquista. La impunidad con la que la
Transición pasó por alto los crímenes franquistas, los juicios sumarísimos, el
golpismo militar, etc. y la pervivencia de las estructuras de dominación económica
de quienes sostuvieron y usufructuaron el golpe de estado fascista de 1936, se
configuran en el humus idóneo para que el fascismo se enquistara, y a día de
hoy, a partidos como Vox se les considere demócratas.
El verdadero
objetivo que persiguen los fascistas no es otro que sembrar el terror entre los
trabajadores a perder lo poco que tienen (un trabajo precario, un subsidio de
desempleo, una ayuda social, etc.) y desarticular todo movimiento organizado
para impedir que se incorporen a la lucha contra el sistema capitalista.
No debemos
perder de vista en este proceso el papel que juega el reformismo
socialdemócrata (PSOE+Podemos) que con sus prácticas conciliadoras y
colaboracionistas con el capitalismo, desmovilizan y dividen a las masas con
vagas promesas y tímidas reformas que en nada erosionan la agresividad del
sistema; constriñendo la lucha obrera al corsé de las urnas y el mercadeo
institucional.
Para ser
herramienta al servicio de los intereses del capitalismo y a la vez hacer
asimilable entre la clase obrera toda una serie de medidas antiobreras, resulta
fundamental para la ultraderecha la creación de un enemigo interno que dispare
las pasiones reaccionarias más primarias.
Con este
pretexto, la unidad de España se convierte en la piedra angular del discurso de
Vox, hecho/mito que comparte con la Constitución española, lo que revela una
coincidencia nada sospechosa con el carácter ultraconservador de ambas
entidades. Es más, Vox no se reivindica de extrema derecha sino
constitucionalista. De hecho, para solucionar el conflicto territorial que
tiene el Estado español en Catalunya piden aplicar la Constitución sin ambages,
lo que disipa cualquier tipo de duda sobre el carácter nada neutro de la
Constitución.
El revisionismo
histórico, los discursos racistas, el miedo del patriarcado ante la
organización feminista, etc. son discursos cargados de odio amplificados en los
mass media que germinan en acciones como la retirada de las placas de homenaje
a Las 13 Rosas, el atentado contra un centro de menores no acompañados, la
perenne violencia machista. El fascismo grita “a por ellos” y sus perros de
presa ejecutan.
Es el momento
de la organización, la conciencia de clase y la lucha, establecer genealogía
con ese patrimonio obrero que se revela como antídoto fundamental contra el
fascismo.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario