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La
revolución de octubre, sus causas
26.11.2019
NOTA
IMPORTANTE
Este es el tercer documento de un trabajo en el que
hemos intentado analizar los aspectos teóricos que, a nuestro juicio, gravitan
en torno a la gran protesta de 18 de octubre pasado en Chile. Era nuestro deseo
dar a conocer una visión un tanto diferente a la que usualmente se formula
cuando suceden estos hechos. Por tal motivo, entregamos, en el primero de
ellos, un análisis de lo que, en esos momentos, nos parecía crucial (sus
orígenes) y destacar el rol trascendental que jugó la juventud en el desencadenamiento
de la protesta. En el segundo, quisimos referirnos a su esencia que, para
nosotros, se encuadra en un paradigma nuevo que pareciera estar imponiéndose en
el mundo (el biológico), sustituyendo al actualmente vigente (el económico). En
el presente hemos querido abordar el tema de las causas, sin profundizar en
cada una de ellas sino intentando dar una visión más general adaptada a aquella
que diéramos a conocer en los anteriores documentos, para concluir en la visión
de un ser humano diferente, representado en la juventud actual.
LA TEORIA DE LAS CAUSAS
Uno de los primeros hechos que llama la atención
cuando se trata de analizar las posibles causas de un fenómeno —cualquiera que
sea—, es su extraordinaria multiplicidad. Con mayor razón, tratándose de un
movimiento social. Por eso, en nuestro primer documento relativo al estallido
social de 18 de octubre, afirmábamos lo siguiente:
“Un cambio social, un acontecimiento generado por un
movimiento social, no tiene una causa. Por lo mismo, es inútil buscársela pues,
en primer lugar, aquella no es una sino son muchas, innumerables, múltiples y,
en segundo lugar, extremadamente variadas” [1] .
Y citábamos a tal efecto a Francesco Alberoni quien,
en un sentido similar, indicaba
“En este tipo de fenómenos es impropio hablar de
causas. Se trata más bien de determinar las condiciones del sistema social que
hacen más probable su manifestación, las pre-condiciones de su
aparición” [2] .
Porque constituye una liviandad sin precedentes
aseverar que un suceso es provocado por ‘una’ causa; por el contrario, en su
manifestación se da la concurrencia de numerosos factores que pueden ser
estimados como ‘causas’ suyas. No es casualidad que esa circunstancia haya dado
origen a una verdadera ‘teoría de las causas’, especialmente en el ámbito del
derecho que es donde se requiere, con mayor propiedad, un método al respecto.
Nosotros volveremos al pasado para reencontrarnos con el pensador griego
Aristóteles.
LAS CAUSAS EN ARISTÓTELES
En realidad, el primer estudioso que esbozó una teoría
respecto a las causas fue Aristóteles quien, observando los fenómenos de la
naturaleza, advirtió la extrema variedad de aquellas, circunstancia que lo
impulsó a agruparlas y clasificarlas, finalmente, en cuatro que parecían
resumir con mayor propiedad su naturaleza. La clasificación del estagirita se
orientó a distinguir, en primer lugar, de qué estaban compuestos tales
fenómenos (material), en segundo lugar, cómo se manifestaban (formal), en
tercero, qué los provocaba (eficiente) y, por último, cuál era su objetivo
(final). Por eso, cuando se trata hoy de explicar la teoría aristotélica de las
causas se recurre al ejemplo de una estatua en donde su causa material
lo constituye la substancia que sirvió para construirla, su causa formal
es lo que se quiere representar con ella, su figura, los contornos suyos, en
tanto su causa eficiente es el por qué pudo producirse, el factor que
posibilitó su concreción, y la causa final el objetivo propuesto para
realizarla. Estas cuatro causas se reproducen en la generalidad de los
fenómenos que ocurren en la naturaleza.
A nosotros, para explicar con mayor propiedad lo que
nos parece pudo haber sucedido con la revolución (chilena) de octubre, nos ha
parecido más apropiado recurrir a la teoría de las causas que construyera el
estagirita, por lo que, para los efectos didácticos, emplearemos tal
clasificación dividiendo las causas en la forma indicada, es decir, material,
formal, eficiente y final. Las trataremos en ese mismo orden.
1. CAUSA MATERIAL DEL ESTALLIDO SOCIAL
En la teoría aristotélica, la causa material de la
protesta debería ser el elemento que ha servido para generarla, y ese no es
otro que individuos, personas, manifestantes unidos por un sinfín de motivos o
intereses que, si bien no pueden ni deben considerarse comunes a todos, han
podido, sorprendentemente, incitarlos a reunirse, a actuar colectivamente para
enfrentar en forma conjunta a quien sindican como responsable de lo que les
sucede. El adversario pasa a ser, de ese modo, un sujeto común a todos; se
llama ‘Gobierno’, aunque no se le indique por ese nombre. Tal cual ya lo
señaláramos en nuestros trabajos anteriores, los une la alegría de estar
seguros de resolver en esa comunión sus problemas comunes. No por algo están
felices, no por otra cosa los embarga un estado de euforia que los impele a
avanzar por la senda que, estiman, los llevará al triunfo; no por algo los
invade el gozo de dejar atrás esa ‘normalidad’ en que vivían y que aborrecían,
y que ahora les parece tan lejana. Es una ciudadanía, un vasto conjunto de
personas que se conciertan y unen para reclamar por sus derechos amagados.
Saben que sus intereses son distintos porque distintos son todos ellos, saben
que sus intereses no son comunes pero la camaradería que los une, hace que
pasen a ser de todos y se expresen en una multitud de peticiones que,
curiosamente, termina siendo un documento único, proclamación de derechos
comunes no dirigido a autoridad alguna sino como tarea común a realizar por
todos ellos. Es lo que quieren obtener, porque son manifestaciones de anhelos,
enumeración de deseos, conquistas sociales que esperarían tener.
Junto a aquellas, hay denuncias que versan sobre las
injusticias que sufren, denuncias sobre los atropellos que han sufrido de parte
de las fuerzas policiales. Esas son sus ‘causas’, las razones por las que se
unen para manifestar su sentir. Enumerarlas constituye, en sí, una tarea enorme
porque se trata de una acumulación sistemática de circunstancias en el
transcurso del tiempo que encuentra explicación lógica en la frase ‘No son 30
pesos sino 30 años’, en una clara alusión al hecho que no se trataba solamente
de protestar por el alza de la tarifa del ferrocarril metropolitano sino por
motivos aún mayores. En este mismo sentido se pronuncian otros autores:
“Desde el punto de vista psicológico, sabemos que el
malestar acumulado percibido por la inmensa mayoría de los chilenos no tiene
una causa única, y de ahí la complejidad para abordarlo desde las ciencias
sociales y de la salud” [3] .
Entre estas ‘causas’, ya determinadas e
individualizadas, pueden señalarse, por vía meramente ejemplificativa,
“[…] la creciente privatización de nuestros recursos
naturales (políticas públicas que fomentan el extractivisimo desmesurado del
agua, la madera, el cobre y el litio, entre otros) y servicios básicos (gas,
electricidad, carreteras, salud, transporte público, etc.)” [4] .
Pero no es lo único. Le siguen otras, a saber,
“[…] los múltiples casos de corrupción (Penta, SQM,
"Milicogate", "Pacogate", etc.) y colusión (del confort, de
las farmacias, de los pollos, etc.) en las que se obtienen "acuerdos
judiciales" convenientes para los imputados” [5] .
Luego, han de considerarse ciertas aspiraciones como
la organización de una Asamblea Constituyente, el alza de las pensiones y
término de las AFP, mejoras en la salud y supresión de las ISAPRES,
establecimiento del sueldo mínimo ético no inferior a 500 mil pesos, rebaja de
los sueldos de los parlamentarios y de las autoridades políticas, rebaja de los
sueldos de los dueños del capital, cárcel para los corruptos, cárcel para los
que han incurrido en actos violatorios de los derechos humanos, nacionalización
de las riquezas básicas (agua, cobre, litio, entre otras), limitaciones al
ejercicio de las finanzas, renuncia del presidente de la República y de todos
sus ministros, renuncia de los jefes policiales, renuncia de gran parte del
parlamento, etc. En la historia de la democracia post dictatorial poco es lo
que se puede salvar del juicio a sus protagonistas. Hay, por ende un cansancio
en contra de todo lo que dice relación con lo que se ha dado en denominar
‘élite política’ —que resultó tremendamente aplicada en aprender de los
desfalcos de la dictadura y transformarlos en su modo de vida—, a la manera que
lo siguieron haciendo todas las instituciones de la República. Salvo algunas
pequeñas exacciones irregulares, hasta el momento en que se escriben estas
palabras se salvan del juicio histórico la Policía de Investigaciones PDI y el
Cuerpo de Bomberos. El resto se ha visto involucrado en todo tipo de acciones
ilícitas e inmorales tanto por parte de sus autoridades como de quienes actúan
bajo sus órdenes. La desconfianza en la ‘élite política’ que gobierna el país
es manifiesta y se expresa en la frase ‘Que se vayan todos’.
La causa material de un fenómeno social es el conjunto
de todas las aspiraciones por la solución de las necesidades que los urgen; en
suma, lo que usualmente se denomina ‘causa’. Sin embargo, en ese conjunto no
está todo. Es solamente un aspecto de la problemática que los une; hay otros
aspectos tanto o más importantes que han incidido en la gestación de un
estallido social.
2. CAUSA FORMAL DEL ESTALLIDO SOCIAL
La causa formal, es la figura, el modelo que adopta el
estallido social en demanda de sus aspiraciones y que, hasta el momento en que
se escriben estas líneas, se ha manifestado en un conjunto de movilizaciones
sociales donde destacan las formas tradicionales que son la marcha y la
concentración, incluida la concentración para marchar; que es una forma mixta,
agregándose a esas, la protesta que se traduce en el caceroleo o manifestación
ruidosa en los lugares donde residen los manifestantes y en principios
rudimentarios de organización territorial. Es una forma no exenta del uso de la
fuerza, de la manifestación de la rabia y del rencor en donde el deseo de la
destrucción y del saqueo desempeña un rol importante. Ya lo hemos dicho en
nuestros documentos anteriores: también la satisfacción del rencor ocasiona
placer. Esto no es una afirmación gratuita.
“ […] la transformación social produce desorden. El
comportamiento de los individuos aislados se refugia en las normas
consuetudinarias. Aparecen otras posibilidades de acciones en tanto las
antiguas caen en el descrédito. Con todo, esto se produce de hecho, sin que el
sistema socio-cultural se reestructure en su complejo” [6] .
Dejemos, sin embargo, establecido aquí que esta forma
de realizar la protesta social no es la misma empleada en 1983, año en el cual
los manifestantes se apoderaban y se hacían dueños de los territorios en donde
vivían, colocando barricadas para impedir que las fuerzas policiales ingresaran
a esos lugares, y designaban a sus propias autoridades locales con líderes
territoriales que jamás actuaban por sí sino previa consulta a las bases. En la
protesta iniciada el 18 de octubre pasado se emplea la concentración aunque en
forma de marcha de un lugar a otro y en encuentros masivos en determinados
lugares como lo es la Plaza de la Dignidad (ex Plaza Italia). Sin embargo, la
concentración y la marcha en la protesta del 2019 tienen una característica que
la hacen diferir de las anteriores. En 1983, la marcha y la concentración
tenían líderes designados que no solamente convocaban a su realización sino tomaban
la palabra y hablaban desde el podio a los allí reunidos; esta forma ha sido
superada: en las actuales marchas y concentraciones no hay oradores designados
ni personas que levanten la voz para hablarle al ‘pueblo reunido’; tampoco
convocantes que se disputen el derecho a ‘reunir al pueblo’. Nada de eso: hay
manifestantes que bailan, conversan, gritan, agitan banderas, niños jugando,
madres que pasean a sus bebés, ancianos que marchan reclamando por mejores
pensiones o por una solución a sus problemas de salud. No hay discursos ni
alocuciones. Hay un ‘estado naciente’ que se manifiesta y propaga. Ninguna de
estas movilizaciones ha contado con la anuencia de autoridad alguna: la
población misma se convoca y autoconcede (sola) el permiso para reunirse y actuar.
No hay autoridad a la que se recurra por parte de los manifestantes; nadie la
necesita.
3. CAUSA EFICIENTE DEL ESTALLIDO SOCIAL
Llegamos, así, a determinar la causa eficiente del
estallido social que es, en suma, aquello que lo mueve o provoca, el factor que
lo ha hecho posible. En otras palabras, el agente que ha conseguido unir a
todas aquellas personas o, lo que es igual, el elemento aglutinador que ha
permitido hacer comunes todas aquellas peticiones, antes individuales,
específicas, singulares y, consecuentemente, aisladas entre sí. En suma, el
factor de unidad, el atractor.
A nuestro entender la causa eficiente de la protesta
que se iniciara el 18 de octubre pasado ha de encontrarse en el espectacular
desarrollo experimentado por las fuerzas productivas en estos últimos años. En
otras palabras, afirmamos aquí que ha sido el avance de la tecnología lo que ha
hecho posible el exitoso movimiento que hoy día conmueve a Chile y hace fijar
los ojos del mundo en esta nación.
En efecto, el desarrollo de las fuerzas productivas (o
tecnología) ha impulsado la creación de nuevos y sucesivos instrumentos de
trabajo que están provocando cambios espectaculares en el ser humano. Porque el
ser humano cambia y transforma la naturaleza, pero en esa acción cambia y se
transforma él mismo.
La información y, consecuentemente, las comunicaciones
han experimentado un desarrollo sin parangones, especialmente con la
propagación del teléfono móvil o celular que ha permitido la creación de redes
sociales a través de la cual se relacionan las personas y conciertan su actuar.
A diferencia de las protestas de 1983, donde se actuaba a través de las
radioemisoras permitidas, de las revistas que circulaban y de la propia prensa
popular, hoy en día todo eso está superado por el desarrollo tecnológico. La
tecnología permite el despegue increíble de la comunicación al extremo que hoy
es imposible ocultar los hechos y las palabras, las imágenes vuelan de una
parte del planeta a otra, se sabe de la injusticia, de las desigualdades, de la
corrupción, de las arbitrariedades. Todo se conoce; al menos, todo lo
concerniente a la contingencia. Se puede filmar y fotografiar hechos y probar,
de esa manera, las acusaciones y denuncias que se formulan en contra de
determinadas autoridades o personas. La comunidad y, particularmente la
juventud, se ha empoderado gracias a la tecnología. Cuando veíamos a los
jóvenes preocupados solamente de manipular sus aparatos celulares, absortos en
lo que suponíamos ‘enajenación’, no imaginábamos el salto prodigioso que
estaban experimentando sus mentes. La información corría entre ellos, fluía y
se propagaba con la celeridad de las ondas electrónicas y los empoderaban
nutriéndolos de hechos que suponíamos ignoraban. Y no era así. Maduraban.
Crecían. Se hacían sujetos sociales que reclamarían su lugar en la sociedad.
Retrocedamos: en la teoría social, el modo de
producción capitalista (MPK) es un conjunto que forman las fuerzas productivas
(FP) y las relaciones de producción (RP). Las FP corresponden a lo que usualmente
se conoce bajo el nombre de ‘tecnología’ (que incluye a las ‘ciencias’:) es un
conjunto de elementos esencialmente activos, en perpetuo desarrollo. Las FP son
dinámicas, poseen un ‘perpetuum mobile’, es imposible detenerlas porque están
insertas en la propia naturaleza del ser humano. Al contrario, las RP
(relaciones que establecen los seres humanos con motivo de la producción) son
elementos esencialmente conservadores, tienden a permanecer en el estado en que
se encuentran y, si evolucionan, lo hacen siempre a la zaga de los
acontecimientos. Se puede hacer una metáfora que describa su estructura de
manera didáctica: imaginemos a las RP como un cauce en cuyo interior corren las
FP como si se tratara de un río cuyo caudal crece y crece. Al final, las FP
terminan sobrepasando el cauce (RP) que las conduce, obligándolo a abrirse para
dar paso a su curso impetuoso. La no correspondencia entre el desarrollo de las
fuerzas productivas y las relaciones de producción abre una época de revolución
social que inaugura un nuevo período para la comunidad que la experimenta.
El teléfono móvil no es el único instrumento de
trabajo que ha aportado la tecnología para la emergencia de una nueva forma de
protestar y que ha cobrado importancia en los hechos que conmueven a Chile
desde el 18 de octubre pasado. La prensa ha ocupado los drones para sobrevolar
las protestas, observarlas y calcular la magnitud de las mismas; también la
policía lo ha hecho pero para los efectos de la vigilancia. Sin embargo, sus
resultados han sido discutibles pues uno de aquellos aparatos fue derribado por
la interferencia de otro instrumento tecnológico (los ‘lápices laser’) pudo
provocar en la señal que lo guiaba. Ese mismo instrumento de trabajo (rayo
laser) ha permitido a los jóvenes encandilar la vista de los pilotos de los
helicópteros y entorpecer sus maniobras al extremo de hacerlos desistir de su
vigilancia. Han servido, igualmente, para que los manifestantes alumbren los
ojos de los conductores de los vehículos policiales que llegan esparcir bombas
lacrimógenas o gases pimienta entre quienes protestan sin mediar provocación
alguna. El día 9 del presente, el uso de los rayos laser permitió la quema de
dos ‘zorrillos’ en la Alameda casi esquina Plaza Italia. Pero los movimientos
populares, igualmente, han utilizado los drones para prever la llegada de las
fuerzas represivas.
4. CAUSA FINAL DEL ESTALLIDO SOCIAL
Así, pues, llegamos a la última de las causas que
elaborara el estagirita. Se trata, nada menos, que de la causa final del estallido
social de 18 de octubre de 2019 o qué se ha pretendido con esta movilización.
En términos generales, puede asegurarse que, en la
mente de los manifestantes, existe un común denominador que hace de la causa
final un cambio social, un cambio aún no definido pero que campea en la cabeza
de los insurrectos. Una idea que puede corresponder a esa idea ‘abortada’, a
esa idea oculta, no expresada, que Mathiesen llamaba ‘det ofullg å nga’. En
suma, algo que aún no se hace presente con la claridad que se podría esperar. Y
es natural que así sea, pues tal circunstancia es corolario de toda explosión
social donde la expresión político/partidaria está ausente. Por lo mismo, no es
posible determinar aún su exacta finalidad. Por tanto, se trata de algo que
está por verse. Y de algo que va a depender del desarrollo mismo de cada
manifestación, de las conversaciones entre las personas, de las redes sociales
que se van organizando, de la formación de asambleas territoriales (no
cabildos) que pueden derivar en una nueva forma de organización social.
Lo que sí está claro es que un eventual retorno a la
antigua ‘normalidad’ en la que todos vivíamos ya no es posible y se expresa en
la frase ‘Chile cambió’. Hay un anhelo de cambios que va más allá de cualquier
simple opinión.
UNA REVOLUCION PLANETARIA
Por eso, lo que sucede en Chile no ha de considerarse
como ‘algo único’. Estimarlo así constituiría un error de proporciones.
Implicaría desconocer todo lo que ya hemos esbozado en el desarrollo de esta
tesis. Chile cambió. Y no es la ‘única’ nación que experimenta semejantes
cambios sino éstos abarcan un conjunto todavía mayor. Porque los cambios
tecnológicos no son privativos de nación alguna toda vez que el comercio está globalizado.
En consecuencia, las explosiones sociales sobrepasan las barreras nacionales y
hacen creer a no pocos que abarcan a toda una región.
“La noticia de que el presidente de Bolivia, Evo
Morales, dimitió en medio de un escándalo de
fraude electoral pone de relieve una lamentable realidad sobre
América del Sur. Si bien es cierto que el continente ha hecho importantes
progresos económicos en los últimos años, sigue viéndose afectado por
frecuentes disturbios políticos y civiles” [7] .
Los disturbios no son privativos de las economías
pobres. Ni tal fenómeno es meramente regional. Estamos en presencia de un
fenómeno planetario ocasionado, como lo hemos señalado, por el desarrollo
tecnológico de estos últimos años, lo cual explica que en numerosas regiones
del planeta se de este tipo de explosiones sociales como una ‘coincidencia’,
que Manuel Castells, explica diciendo que
“ […] la especie humana se mentaliza de alguna manera
[…] ” [8]
La especie humana no se ‘mentaliza’ para actuar así.
Hay causas directas y materiales que pueden explicar con creces lo que está
sucediendo. Tampoco es la desigualdad social, como parecen entenderlo otros
investigadores.
“Las protestas obligaron a los líderes de Líbano y
Argelia a renunciar, derrocaron al régimen en Sudán y llevaron al gobierno de
Iraq al borde del colapso. "No creo que podamos publicar una historia
general de desigualdad" para explicarlos a todos, dice Milanovic, autor
más reciente de "Capitalism, Alone" y profesor de la Universidad de
la Ciudad de Nueva York” [9] .
El problema es que tampoco la desigualdad explica lo
que sucede pues ésta ha devenido en un problema en vías de superación en
algunos países de oriente, como se señala respecto a Argelia:
“Argelia, por ejemplo, se encuentra entre los países
más igualitarios, a juzgar por los últimos números del Banco Mundial. Aún así,
los argelinos han estado protestando a lo largo de 2019, primero contra un
presidente de larga data, que terminó por retirarse, y luego contra un sistema
político más amplio dominado por camarillas de oficiales del ejército,
empresarios y jefes de partido” [10] .
Lo que sí está claro es que
“Lo que está pasando en Chile no es excepcional para
nada, es un fenómeno global… Si se hunden (los chilenos), se hunden con todo el
mundo porque está todo el mundo así…” [11]
El 24 de octubre, seis días después que estallaran las
protestas en Chile, en Beirut, Líbano, se hizo sentir una gigantesca
manifestación en donde flamearon las banderas antigubernamentales. No han sido
las únicas. Ni tampoco lo serán. Hong Kong es una señal. También lo que sucede
en Francia y en otros países del continente europeo; y en América Latina,
especialmente, Colombia. Y no se trata de casualidades ni de coincidencias: la
causa eficiente de este fenómeno planetario está en el portentoso desarrollo de
las fuerzas productivas que exige un radical cambio en las relaciones de
producción, cambio que no se ha realizado y que debe hacerse a la brevedad.
Es posible que Chile sea la primera nación del orbe en
adquirir el carácter de revolución en ciernes, algo que debería comenzar a
suceder (si es que no está ya sucediendo) en otras formaciones sociales del
planeta. Lo cierto es que no es casualidad esa frase que aparece, repetida, en
muchos de los rayados del gran Santiago: ‘El neoliberalismo nació y murió en
Chile”. Tiene rasgos peculiares, como lo señala Manuel Castells en la
conferencia que diera el pasado sábado 09 de noviembre en la ciudad de
Valparaíso pues:
“Hay una crisis de legitimidad política en el sentido
de que la mayoría de los ciudadanos del mundo no confían ni en los partidos
políticos ni en los gobiernos ni en las instituciones financieras ni en los medios
de comunicación. Y tampoco en instituciones que tenían una cierta autoridad
moral, como la Iglesia Católica [] ” [12]
EL FUTURO DE LA PROTESTA Y NUEVO SER HUMANO
Sostenemos nosotros aquí que ha sido y es la
tecnología lo que provoca hoy el estallido social de Chile. Ya no es posible
mantener las mismas relaciones de producción que existen porque no se avienen
con el portentoso desarrollo experimentado por las fuerzas productivas o
tecnología. Repitámoslo a riesgo de ser majaderos: el ser humano transforma la
naturaleza y al hacerlo se transforma a sí mismo. Una nueva era se abre paso en
el mundo de la mano de otro ser humano, distinto a nosotros, un ser humano
mucho más humano, mucho más empoderado, mucho más vinculado que nosotros con
sus semejantes. Las relaciones de producción deberán experimentar drásticos
cambios especialmente en su expresión jurídica que es la forma de entender la
propiedad, algo que comienza a manifestarse con bastante fuerza dentro del
movimiento social. Un nuevo mundo que espera una forma diferente de
relacionarse entre los individuos. Materia que no está exenta de duros
enfrentamientos. Ya lo había intentado expresar Klaus Schwab, cuando indicaba:
“La escala, alcance y complejidad de cómo la
revolución tecnológica influencia nuestro comportamiento y la forma de vivir
será distinto a todo lo que la humanidad ha experimentado” [13] .
Del desarrollo tecnológico emerge, muy a pesar de
muchos, un nuevo ser humano. Un ser humano que nace con la comunicación en sus
manos, un sujeto social que no necesita de líderes ni de caudillos ni de una
estructura vertical de individuos que decida el destino de sus vidas. Un ser
humano que abomina de quienes buscan suplantarlo y decidir por él. Un sujeto
social cuya visión no es ya vertical ni autoritaria sino horizontal y
cooperativa. Un nuevo ser humano que emerge para reemplazar al que existía y
del que somos parte.
No podría suponerse que sea el ‘hombre nuevo’ del que
hablaba el Che Guevara, ni el ser humano aquel cuya aparición esperaba Clotario
Blest. Lo que sí está claro que se trata de otra persona, distinta a nosotros.
Un ser humano que no necesita de los partidos políticos ni de las instituciones
que hoy existen. Una criatura que no busca la reproducción de su pasado sino
centra su atención acerca de cómo construir su futuro. Desde este punto de
vista, sin lugar a dudas es un sujeto que viene a superarnos y, tal vez, a
mostrarnos ese futuro. De lo cual podemos inferir que estamos frente a personas
que no sólo prescinden de nosotros sino que, en ciertos momentos, nuestra
presencia puede resultarles, incluso, hasta un estorbo para su desarrollo.
Demás está decir lo inútil que puede serles nuestra receta acerca de cómo
organizarse para alcanzar una sociedad mejor. Lo mismo que nuestra visión
acerca del ‘partido’.
¿No hay, entonces, una forma de apoyar este vasto
movimiento? Sí, la hay. Y la primera es dejarlo que se desarrolle. Lo que no
significa sino, contribuir a eliminar todos los obstáculos que puedan salirle
al paso, materia a la que nos referimos en otra parte de nuestro trabajo.
Porque la protesta tiene elementos adversos dentro y fuera de ella.
¿Decepcionante? Tal vez pueda resultar así para quien
aún piense que la sociedad del futuro va a levantarse sobre los mismos
parámetros de la actual. No para quienes creemos, precisamente, lo contrario. Y
esto es importante. Porque la mejor contribución que podemos hacer al trabajo
de las generaciones que vienen a sustituirnos es advertirles los riesgos de
incurrir en prácticas que tienen como finalidad reconstruir la vieja sociedad
que todos aborrecemos, pues entonces la ‘venganza del pasado’ se hará presente
con todo su vigor.
Clotario Blest quería construir una nueva sociedad que
llamaba, a la manera de Víctor Krüger, ‘ergocracia’, que era algo así como un
‘autogobierno de los productores directos’, un ‘autogobierno de los
trabajadores’, algo que no pudo conseguir. Murió como Moisés, aunque no
encaramado en la cima del monte Nebo, pero sí avisorando la tierra prometida
—que, a menudo, ofrece a sus siervos un Dios implacable y deshumanizado—, pero
imposibilitado de acceder a ella. Ignoro si nos ocurrirá lo mismo a quienes
trabajamos en algún momento junto a él. O si tendremos la posibilidad de
sumergirnos en este gran estallido social, como en el útero de una buena madre,
esperando el momento de emerger en ese mundo verdaderamente nuevo cuya
existencia sospechamos e imaginamos más de una vez.
Santiago, noviembre de 2019
[1] Acuña Asenjo, Manuel: “La revolución (chilena) de
octubre. Sus orígenes”, documento de octubre de 2019, publicado en varios
medios digitales.
[2] Alberoni, Francesco: “Genesi”, Garzanti Editore
S.P.A., Milano, 1989, pág. 59.La cita textual es:
“In questo tipo di fenomeni é improprio parlare di
cause. Si trata piu tosto di determinare le condizione del sistema sociale che
rendeno piú probabile la sua comparsa, le pre-condizione del suo
aparire”.
[3] Sandoval Ovando, Eduardo: “Una lección que no
podemos olvidar”, ‘El Mostrador’, 13 de noviembre de 2019.
[4] Sandoval Ovando, Eduardo: Art. citado en (3).
[5] Sandoval Ovando, Eduardo: Art. citado en (3),
[6] Alberoni, Francesco:Obra citada en (2), pág. 69.
La cita textual es:
“[…] la trasformazione sociale produce disordine. I
comportamenti dei singoli individui si scostano dalle norme consuetudinarie.
Appaiono altre possibilitá di azione mentre quelle antiche cadono in discredito.
Peró tutto questo avviene di fatto, senza che il sistema socio-culturale si
ristrutturi nel suo complesso”.
[7] Cavalcanti Guerra, Lenin: “¿Qué está ocurriendo en
Sudamérica?”, CIPER, 19 de noviembre de 2019.
[8] Castells, Manuel: Véase la conferencia dada en
Chile, en el CEP, en noviembre de 2019, que se encuentra en Youtube
“Explosiones sociales, una visión global”.
[9] Bloomberg: “Las protestas mundiales quieren
‘empapar’ a los ricos, pero eso no es todo”, ‘El Mostrador’, 05 de noviembre de
2019..
[10] Bloomberg: Id. (9).
[11] Castells, Manuel: Id. (8)
[12] Redacción: “Sociólogo español Manuel Castells en
Chile analizó la necesidad de reinventar los partidos políticos”, ‘El
Mostrador’, 10 de noviembre de 2019.
[13] Schwab, Klaus: “The
urgency of shaping the Fourth Industrial Revolutiuon”, disponible en INTERNET.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su
libertad para publicarlo en otras fuentes.
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