No haber tenido durante decenios políticas de izquierdas lo primero que
supone es que a estas alturas, las clases trabajadoras, que somos la inmensa
mayoría de la población, todavía no seamos conscientes del tipo de pólvora que
contiene el barril donde nos hayamos sentados.
La crisis de 2008 no fue una crisis capitalista más ni
ella se debió a la consecuencia de una mala administración por parte de los farruquitos
del capital, que además eran unos sinvergüenzas, sino como consecuencia de la propia
dinámica de funcionamiento del modo de producción capitalista.
La crisis de 2008 representa la culminación del desarrollo del capitalismo financiero, última etapa del capitalismo como elemento de desarrollo. A partir de aquí, todo lo que antes habia constituido un desarrollo de la fuerzas productivas del capitalismo se convierte en elementos de regreso social de ese de ese mismo desarrollo con la entrada del capitalismo en su última etapa, EL FASCISMO FINANCIERO , antes de su extinción. Esto es lo que explica y no otra cosa las politicas sociales regresivas, la pérdida de derechos de lso trabajadores, el robo por parte del capital a las empresas más rentables del Estado, al robo de las pensiones, etc.
El capitalismo, salvo perecer, necesita obtener un determiando nivel de rentabilidad de los capitales invertidos, y al no poder obtenerla al nivel que necesita directamente ni de la producción ni de las finanzas, es por lo que los capitalistas a través de sus representantes en la politica y en el gobierno tienen que sustraer necesariamente el capital que necesitan recortando derechos y robando directamente a los trabajadores y al Estado lo que es suyo.
Y esto que lo pdemos ver como lo queramos ver: panza arriba, bocabajo, de costado,etc., lo unico que indica es que lo que nos espera es el caos social y económico de sguir pro el camono que llevamos, porque el modo de producción capitalista ya no puede aportar más que más penurias y sufirmientos, o una nueva frma de sociedad, el socialismo, que evidentemente no tiene nada que ver con el PSOE.
Así de necesario y urgente es poner en marcha los Círculos, grupos de trabajo, etc.
La crisis de 2008 representa la culminación del desarrollo del capitalismo financiero, última etapa del capitalismo como elemento de desarrollo. A partir de aquí, todo lo que antes habia constituido un desarrollo de la fuerzas productivas del capitalismo se convierte en elementos de regreso social de ese de ese mismo desarrollo con la entrada del capitalismo en su última etapa, EL FASCISMO FINANCIERO , antes de su extinción. Esto es lo que explica y no otra cosa las politicas sociales regresivas, la pérdida de derechos de lso trabajadores, el robo por parte del capital a las empresas más rentables del Estado, al robo de las pensiones, etc.
El capitalismo, salvo perecer, necesita obtener un determiando nivel de rentabilidad de los capitales invertidos, y al no poder obtenerla al nivel que necesita directamente ni de la producción ni de las finanzas, es por lo que los capitalistas a través de sus representantes en la politica y en el gobierno tienen que sustraer necesariamente el capital que necesitan recortando derechos y robando directamente a los trabajadores y al Estado lo que es suyo.
Y esto que lo pdemos ver como lo queramos ver: panza arriba, bocabajo, de costado,etc., lo unico que indica es que lo que nos espera es el caos social y económico de sguir pro el camono que llevamos, porque el modo de producción capitalista ya no puede aportar más que más penurias y sufirmientos, o una nueva frma de sociedad, el socialismo, que evidentemente no tiene nada que ver con el PSOE.
Así de necesario y urgente es poner en marcha los Círculos, grupos de trabajo, etc.
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Zozobra en el FMI
Rebelión
CTXT
25.10.2019
Para el Fondo, la solución al estancamiento de la
economía es recuperar la globalización comercial. Confunde, sin embargo, el
multilateralismo keynesiano de Bretton Woods con la agenda neoliberal
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Kristalina
Georgieva durante una rueda de prensa tras la reunión de la asamblea del FMI.
La preocupación
se palpaba en la asamblea del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial
que terminó este domingo en Washington ante lo que algunos economistas
consideran un gradual estancamiento de la economía mundial –ya se suma China a
la desaceleración; su crecimiento ha bajado del 9% al 6% en los últimos cinco
años y no hay indicios de que Pekín pueda frenar la ralentización–.
Además, con
tipos de interés cero o negativos y niveles record de endeudamiento (la deuda
privada y pública iguala ya al 221% del PIB mundial), se agotan las
herramientas monetarias y fiscales para prevenir una recesión y, tal vez, una
segunda crisis financiera. Crece también la zozobra por las consecuencias
políticas de esta impotencia macroeconómica.
Mervyn King, el
exgobernador del Banco de Inglaterra se sumó a las alertas sobre el futuro en
un lúgubre discurso pronunciado en el cierre de la asamblea. “El mundo se ha
puesto al revés; ya es un lugar turbulento”, dijo. “La economía está atrapada
en una trampa de bajo crecimiento (...) estamos caminando dormidos hacia una
crisis financiera”, anunció ante un público de hombres trajeados con cara de
póquer. King insiste en los temores acerca de un estancamiento estructural
provocado por una falta de demanda en la economía mundial que Larry Summers, el
exsecretario del Tesoro de Bill Clinton y asesor económico de Barack Obama,
viene resaltando desde hace dos o tres años. King acaba de escribir, junto con
John Kay, el libro Radical uncertainty, un concepto de John Maynard
Keynes que plantea que los modelos de previsión son de uso muy
limitado en un mundo complejo e imprevisible.
Esta inquietud
coincide con una preocupación, también palpable en la cumbre del FMI y el G20,
respecto a la turbulencia política, manifestada en el auge de partidos que el
FMI suele calificar como populistas e inward looking (nacionalista tal
vez sería la traducción más amena) y rebeliones nacionalistas como el brexit.
Se han comentado también las manifestaciones violentas y los disturbios que se
producen en diversas ciudades desde Santiago de Chile y Quito a París y
Barcelona, algunas de las cuales han sido la respuesta a las políticas del FMI.
Aunque cada
disturbio en las calles de ciudades de países ricos y pobres tiene raíces
distintas, todo puede estar relacionado en un mundo inseguro y traumatizado por
una tóxica frustración social.
Es lo que ha
dejado entrever Nadia Calviño, la ministra de Economía de España, esta semana
durante su visita a Washington. Destacó en una rueda de prensa al final de la
asamblea las “interesantes similitudes entre los diferentes tumultos violentos
en la calle en contextos políticos y económicos absolutamente heterogéneos”.
Calviño ya había comentado en un discurso pronunciado en el Atlantic Council en
Washington el viernes que “las escenas de violencia en Barcelona me recuerdan a
las protestas de los ‘chalecos amarillos’ en París. Denotan una rabia y una
tensión subyacentes que no son propias de una sola zona del mundo”.
Incluso en Hong
Kong, el blanco de algunos ataques de los manifestantes eran los bancos chinos
y la percepción de que existe una élite china (cada vez más enriquecida) que
controla de forma férrea un Estado cada día más autoritario. King destacó los
disturbios en Hong Kong como ejemplo del “estado precario del mundo”.
SERÍA ABSURDO
PENSAR QUE LA RADICALIZACIÓN DEL NACIONALISMO CATALÁN, ESCOCÉS E INGLÉS NO
TIENE NADA QUE VER CON LA RABIA DESATADA POR LA RESOLUCIÓN INJUSTA DE LA CRISIS
DEL 2008
La rebelión en
las calles se manifiesta de mil formas, muchas de ellas equivocadas. Pero sería
absurdo pensar que la radicalización del nacionalismo catalán, escocés e inglés
(manifestado en el brexit) no tiene nada que ver con la rabia desatada por la
resolución injusta de la crisis del 2008-2012 y la recesión. King recordó en su
discurso que la factura para el contribuyente de los rescates bancarios en 37
países tras la crisis fue de 3,5 billones de dólares. “No nos debe sorprender
que estos rescates fueran extremadamente impopulares”, dijo. Esto contribuye a
una cultura política cada vez menos tolerante. En el caso del Reino Unido
“puedes estar a favor o en contra del brexit pero lo que es un peligro para
nuestra democracia es la falta de tolerancia en ambos bandos”, dijo King, que
apoya el brexit.
Tal vez pasa lo
mismo en España. Calviño destacó los elogios a la economía española que siempre
se repiten en las asambleas del FMI donde España se exhibe como el alumno
estrella de la devaluación interna (léase salarios descendientes) desde
hace cinco o seis años. Pero ella sabe –más que los economistas del equipo
europeo del FMI– que rebasar la media de crecimiento del PIB en la raquítica
zona euro no bastará para garantizar la paz social. La desigualdad por renta y
por territorio se dispara en España, el campo se vacía y la convergencia de las
regiones con la media europea ya se ha convertido en divergencia. De modo que
la ministra acertaba al decir en Washington: “El crecimiento económico por sí
solo no es un buen indicador del bienestar social”.
Asimismo, la
nueva directora gerente del fondo, Kristalina Georgieva, alertó sobre la
probabilidad de que el estancamiento del comercio mundial y la recesión
manufacturera que afecta a países como Alemania y Corea del Sur incidan pronto
en el consumo. “Hay una cadena de costes y consecuencias que conecta las
tensiones comerciales, la inversión, y la erosión de puestos de trabajo”, dijo
al cierre de la asamblea. Tras provocar la crisis manufacturera, “la próxima
ficha en caer será el consumo”, afirmó. Georgieva advirtió de que el comercio
mundial en estos momentos “está más o menos paralizado”. El FMI prevé este año
el crecimiento más bajo desde la crisis financiera.
Por si las
imágenes de Barcelona no bastaran para confirmar la tesis de King de que
estamos en un “mundo al revés” inestable y peligroso, llegaron las imágenes de
la violencia callejera contra las políticas apoyadas por el FMI en América
Latina, en Santiago de Chile, ya sumadas a las de Ecuador y Argentina. Todo
esto ha complicado el rediseño de la imagen del fondo y la recuperada agenda
neoliberal en la región. Al inicio de la asamblea la economista jefa del fondo
Gota Gopinath tuvo que expresar públicamente su tristeza “por los heridos y los
muertos en Ecuador”.
“América Latina
está ardiendo”, me comentó Richard Kozul-Wright, economista de la UNCTAD que
propone un new deal verde para reactivar la economía mundial, igualar la
renta y combatir el cambio climático. No solo en América Latina.
Georgieva –la
economista búlgara de 66 años que asumió el máximo cargo de la poderosa
institución multilateral hace tres meses– insistió en que todo se arreglará si
se recupera la agenda de globalización comercial. “Un sistema abierto y
transparente de comercio multilateral” es necesario para “impulsar el
crecimiento y garantizar la paz”, dijo, evocando en su 75 aniversario el
espíritu de Bretton Woods, la cumbre multilateral de 1944 que, bajo la tutela
de Harry Dexter y John Maynard Keynes, sentó las bases para un nuevo orden
económico global que, para muchos economistas, fue la clave del crecimiento
económico y la paz relativa de la posguerra.
Pero Georgieva
confunde el multilateralismo keynesiano de Bretton Woods con la agenda
neoliberal instalada desde los años ochenta. “La idea de Bretton Woods fue
exportar el new deal al resto del mundo; ahora necesitamos un new
deal verde global con políticas reflacionistas para impulsar la demanda y
nuevas instituciones”, afirma Kozul-Wright. Esto supondría también “proteger
las economías nacionales frente a los mercados financieros”. El modelo del
Consenso de Washington de liberalización comercial y financiera que Georgieva
defiende “generó enormes desigualdades dentro de las economías avanzadas y
desequilibrios entre países”, añade Michael Pettis de la Universidad de Pekín.
Para Dani Rodrik, de Harvard, “la coexistencia pacífica” entre China y EE.UU.
requiere abandonar para siempre y no recuperar el modelo de
“hiperglobalización” en boga desde los años ochenta.
Andy Robinson
es licenciado por la London School of Economics en Ciencias Económicas y
Sociología y en Periodismo por El País UAM. Fue corresponsal de ‘La Vanguardia’
en Nueva York y hoy ejerce como enviado especial para este periódico. Su último
libro es ‘Off the Road. Miedo, asco y esperanza en América’ (Editorial Ariel,
2016).