El timo de la creación de empleo
25.06.2019
No hay partido político, ni político con aspiraciones, que no ofrezca como prioritario crear empleo y además de calidad. Así construyen su eslogan electoral que olvidan al día siguiente para volver a instalarse en las políticas de siempre en las que el empleo queda relegado. Solamente cuando exista la expectativa de negocio se origina un gran movimiento para promocionarlo y, para justificarlo, argumentan que creará empleo, cuando de lo que en realidad se trata es de empresas o proyectos muy intensivos en capital y muy poco empleo, con la perversión añadida de que parte del capital y de los recursos necesarios -infraestructuras, exenciones fiscales, contaminación, etc.- serán a costa del erario público, es decir, a nuestra costa y a mayor gloria del amo invisible del poder económico, que es el que realmente nos gobierna a todos pero para empobrecernos cada vez más. En este punto estamos y parece que para seguir, porque otras expectativas ni siquiera se vislumbran, a juzgar por la esencia de los partidos en el poder o en la oposición. Todo ello regido por los principios y ética inculcada a los ciudadanos, en los que prima el poder del dinero, sin importar qué medios y a costa de qué o de quién se consigue. Nunca el fin ha justificado tanto a los medios empleados. Y no es para menos, en la cima del progreso y de la abundancia, destaca la brecha creciente entre ricos y pobres. La pobreza a la que está condenada un tercio de la población es la consecuencia inmediata, junto con la amenaza latente para otro tercio de una clase media que ha dejado de serlo, aunque siga creyendo que lo es.
Cada
modelo económico responde fielmente a unos principios y a él se
supeditan las reglas de juego de los partidos. Las diferencias entre
partidos, dentro del modelo económico imperante, son mínimas, como no
podría ser de otra manera. Pueden suavizarse los modales, pero los
despidos, la precariedad, los desahucios, la evasión fiscal, el fraude,
la corrupción y, en general, el predominio de lo que han venido en
denominar “los mercados” como santo y seña y referente del sistema
económico, es exactamente el mismo para todos y cada uno de los
partidos. Y, en este sistema económico la creación de empleo, no pasa de
ser un efecto colateral, nunca prioritario, contrariamente a lo que
predican los partidos del sistema, que para esto están, aunque digan lo
contrario.
Veamos. Nuestro modelo económico, nuestra economía,
se rige rigurosamente por la rentabilidad. Si un negocio, si una empresa
no es rentable, sencillamente no es viable. A nadie se le ocurre
comenzar por crear empleo si no es para obtener un beneficio y requerirá
tantos empleos como necesite para maximizar la inversión realizada. Los
negocios, las empresas se rigen por las leyes mercantiles y tienen como
fin prioritario el beneficio. Por supuesto que ni siquiera importa la
necesidad ni la utilidad social que puedan generar los productos que
fabrica o el empleo que puedan crear. El beneficio es lo esencial e
incluso, si en otra actividad se puede obtener una rentabilidad mayor,
allí se desplazará la inversión. En este modelo económico la
deslocalización, los despidos, los Eres y los cierres no obedecen más
que a lo anterior, exclusivamente. Los ingresos menos los gastos son los
beneficios, y solo éstos son lo que importa al capital invertido,
ninguna otra cosa y nada que ver con la utilidad de los productos
fabricados ni con el empleo.
Para llevar a cabo cualquier
actividad económica es imprescindible disponer de recursos, quien no los
posea solo le queda buscar empleo allí en donde pueda. Nada nuevo, nada
que no se sepa, pero parece que algunos o no quieren enterarse o
disfrutan dejándose engañar con el manido discurso de los partidos
políticos. Partidos que no tienen por misión precisamente crear empleo
sino “gobernar” dentro del sistema económico cuyo fin es la maximización
de los beneficios, no otra cosa. La posibilidad de crear empleo siempre
estará supeditada a quien disponga de recursos y siempre que considere
que puede rentabilizar la inversión necesaria.
Lo llamaban
capitalismo, ahora neoliberalismo, ninguna diferencia esencial, solo en
apariencia y en algún matiz que en nada cambia ni la esencia ni el fondo
del sistema. Unos posen los medios y otros no, éstos solo tienen la
disponibilidad de trabajar al servicio de los poseedores de esos medios.
Muchos de estos asalariados, en el colmo de la ausencia de conciencia
de clase, han "escapado" de su situación real mediante un recurso
"imaginario": ahora no son trabajadores, son emprendedores.
La
diferencia es clara. Las empresas y actividades neoliberales se rigen
exclusivamente por la rentabilidad, nunca por los beneficios sociales.
Para las empresas públicas cuenta la rentabilidad social y su utilidad,
no los beneficios. Pero sucede que los servicios prestados son de la
mayor demanda, de la mayor necesidad, y por ello son tan apetecibles por
las inversiones privadas para obtener una rentabilidad económica tan
cuantiosa como segura. La perversión política y de los políticos o del
partido al que pertenecen, es privatizar los servicios públicos con el
argumento de que no son rentables económicamente, como si éste fuera su
objeto.
El modelo descrito es insaciable y tiene una sustanciosa
posibilidad de progresar si consigue privatizar servicios públicos, lo
que implica el recorte de prestaciones sociales. En ello están y a ello
están colaborando los partidos de la derecha y los de la izquierda. Unos
de forma clara y directa y otros aceptando la situación como mal menor,
cuando no colaborando directamente o dejándose embaucar con la trampa
de la creación de empleo.
Con este modelo económico, nunca se ha
creado empresa alguna ni para dar empleo ni para cubrir necesidades. Y,
aunque sea una simpleza repetirlo, en el modelo neoliberal, el empleo
solo se crea para beneficio de la inversión. Pero todavía hay más, los
beneficios están ligados a los salarios, de modo que éstos están
amenazados, siempre a la baja, ante cualquier merma de los beneficios e
incluso sin merma, todo dependerá de la correlación de fuerzas. La
precariedad es la esencia del sistema y el paro es necesario para
garantizar la precariedad.
En medio de este panorama, tanto la
derecha como la izquierda, dicen que apuestan, de un modo o de otro, por
mejorar el sistema. Sistema que está condenado a una tasa decreciente
de ganancia, dada la creciente necesidad de capital constante (medios de
producción) y la decreciente necesidad de capital variable (fuerza de
trabajo, salarios).
El timo de la creación de empleo: el sistema
no tiene por misión crear empleo, sino beneficios, solo beneficios, el
empleo realmente es un “mal menor”.
El tema no se agota con
estas breves reflexiones, por supuesto, pero de momento, huyamos de la
demagogia de los partidos y del juego de los progres.
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