Notre Dame y los bombardeos
imperialistas: un doble rasero que quiebra humanidad
Por Cecilia
Zamudio
Kaosenlared
19.04.2019
Los medios de la Dictadura del Capital dictan lamentos por
Notre Dame, pero cuando los países imperialistas bombardean ciudades y asesinan
a millones de personas, esos mismos medios dictan que hay que “aplaudir” lo que
cínicamente llaman “bombardeos humanitarios”, dictan aplaudir invasiones y
saqueos
Es triste, sí,
que se haya incendiado Notre Dame de París; pero más triste es que Francia,
junto a los EEUU y demás países imperialistas, bombardeen países por todo el
Orbe, con desconcertante facilidad para masacrar millones de personas, destruir
patrimonio histórico de la humanidad de más extensión y antigüedad incluso que
Notre Dame, destruir escuelas, hospitales e infraestructura vital para la
salubridad, utilizar uranio empobrecido y dejar decenas de miles de amputados y
unos índices de cáncer descomunales en aquellos países que bombardean y
torturan a través de mercenarios por ellos fomentados (como el ISIS o como los
supuestos “rebeldes libios”)… Y todo para saquear hasta la médula los recursos
de los países invadidos. Porque esa fiera que invade y pisotea, lleva las
fauces ávidas del capitalismo transnacional.
Los medios de la Dictadura del Capital hoy dictan que hay que
rasgarse las vestiduras por la catedral de París, pero en cambio cuando los
países imperialistas bombardean otros países día y noche, truncando vidas y
exterminando sueños, esos mismos medios del Capital dictan que hay que
“aplaudir” lo que cínicamente llaman “bombardeos humanitarios”, dictan que hay
que aplaudir invasiones y saqueo. Y por supuesto, la destrucción de patrimonio
cultural de la humanidad, para los medios del Capital, parece no importar en lo
más mínimo, a menos que se produzca en una metrópoli capitalista.
La destrucción de patrimonio cultural de la humanidad no es digna de ser mencionada por los medios del Capital, si esta se produce a manos de marines estadounidenses que roban ávidos los tesoros de Bagdad, si esta se produce por los bombardeos de la OTAN, o por los mercenarios fanáticos sembrados por el imperialismo europeo y estadounidense en numerosos países. Poco le importan a los medios del Capital los sublimes monumentos Libios que se alcanzaron a salvar de los bombardeos de los “aliados”, y que hoy corren peligro a manos de los fanáticos implantados allí por la brutalidad del imperialismo. Los mercenarios armados y entrenados por EEUU, ni bien tomaron el poder en Libia instauraron la Ley religiosa de la Sharía, de extrema crueldad con las mujeres y destructiva con la diversidad de la cultura libia, bajo los aplausos enérgicos de la UE y EEUU, que aclamaron lo que cínicamente llamaron “democracia”. Poco les importó a los medios del Capital transnacional, cuando el imperialismo europeo y estadounidense descargó toneladas de bombas arrasando monumentos antiquísimos, y destruyendo incluso la colosal obra del Gran Río Artificial, que iba a llevar las aguas del Acuífero Nubio al desierto, bajo la lógica de la solidaridad entre los países de África. El FMI prefiere que los países azotados por la sequía y la desertificación sigan endeudándose en condiciones leoninas, antes que haber permitido que la Libia de Gadafi reverdeciera parte del desierto.
Lo que al imperialismo europeo y estadounidense le interesaba
en Libia, era poder saquear los enormes recursos petroleros libios, controlar
el Acuífero Nubio, y poder llevarse las inmensas reservas de oro libias; nunca
la motivación real del imperialismo fue el pueblo libio, que martirizó hasta
más no poder. El pueblo libio y los demás africanos radicados o de paso por
Libia, hasta hoy siguen padeciendo el terror del régimen marioneta instaurado
tras la invasión por las potencias imperialistas.
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Poco les importa la destrucción del patrimonio cultural de la
humanidad a los medios del Capital, si esta se produce por las “expediciones
punitivas” de los autoproclamados “policías del mundo”, descargando sus bombas
y mercenarios sobre la magnificencia perdida para siempre de Palmira o de Alepo
(Siria), sobre las preciosas Hatra, Mosul y Nimrud descuartizadas (Irak), sobre
Saná supliciada (Yemen); poco les importa a los medios del Capital que los mercenarios
del imperialismo estadounidense y europeo, adiestrados en fanatismo para
sembrar el caos controlado, destruyan patrimonio en Tombuctú (Mali) o en
Bamiyan (Afganistán), por citar solo dos ejemplos. Y los seres humanos
lacerados, torturados, amputados y empujados a los caminos del éxodo, importan
menos todavía a ojos de esos medios cuyos dueños atesoran también en base al
saqueo y la explotación… queda claro que para los imperios los seres humanos
son menos importantes que la acumulación capitalista.
Los medios de la Dictadura del Capital hoy dictan que hay que
rasgarse las vestiduras por la catedral de París, los televisores se llenan de
católicos rezando frenéticos; se intenta tapar, con el show mediático, la
protesta social contra la precariedad cada vez más acuciante a la que el
capitalismo empuja a la población mundial, se hace una colecta que en pocas
horas reúne sumas faraminosas para Notre Dame… Y mientras tanto Notre
Humanité et Notre Planète (nuestra humanidad y planeta) siguen
luchando, sin ser televisados, por sobrevivir al capitalismo y su barbarie; y
mientras tanto siguen los bombardeos imperialistas fragmentando por los aires
las vidas de millones de niños, sigue siendo impartido el adiestramiento en
técnicas de tortura en las bases militares estadounidenses, siguen su accionar
los marines, los mercenarios y paramilitares sembrados por el imperialismo por
todo el planeta, desgarrando comunidades, masacrando tercas y siempre renovadas
resistencias al saqueo capitalista, exterminando selvas y pueblos indígenas,
arrinconando poblaciones al destierro… sigue la voracidad multinacional
pulverizando montañas y secuestrando ríos, haciendo crecer hambrunas y
sepelios… sigue la guerra constante que la clase explotadora le hace a la
clase explotada, pero eso, para los medios del Capital, no merece rasgarse las
vestiduras.
Doble rasero e infamia sin límites, colonización mental para
avalar la barbarie y el saqueo que perpetra el imperialismo.
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