Frente
a VOX, ¿habrá izquierda para la clase obrera?
Rebelión
El Viejo Topo
10.01.2018
Por el socialismo y la disolución del
resto de -ismos
Los trabajadores no tienen partido
político al que votar. Al menos, no tienen ninguno que represente sus intereses
y ello tiene consecuencias graves. Una de ellas es el aumento de la derecha
populista y filofascista por todo el orbe. También en España, como se certificó
tras las elecciones andaluzas. Analicemos el fenómeno… El aumento de votos de
Vox es consecuencia directa de dos factores principales: 1) la última crisis
económica iniciada en 2007/8 y 2) el pésimo trabajo de los líderes de las
organizaciones de izquierda. Como las consecuencias de la crisis son por todos
conocidas, centraré el análisis en el segundo fenómeno que lleva al escenario
que enfrentamos hoy.
Desde
la disolución de la URSS y los países de su órbita entre 1989 y 1991, la
izquierda no reformista perdió su referente mayoritario y entró en un periodo
de indefinición ideológica. Sin ningún enemigo importante al que enfrentar, la
clase capitalista avanzó sus posiciones en la lucha de clases global. Esto
permitió la ofensiva neoliberal que llega hasta nuestros días y ha posibilitado
que, en lo económico, todo el espectro se haya desplazado hacia la derecha: los
socialdemócratas se hicieron social-liberales incluso antes de arribar a los
gobiernos y los comunistas, socialdemócratas (en el mejor de los casos). Al
mismo tiempo, gracias al control de la industria cultural (medios de
comunicación, industria editorial, musical, cinematográfica, etc.), el feminismo,
el movimiento LGTB, el ecologismo y el animalismo se fueron infiltrando y
agrandando en el “mercado de izquierdas”. Ello debido a que eran ideologías
que 1) no podían ser mayoritarias al basarse en su
especificidad y representar a colectivos concretos, lo que resultaba funcional
para las élites porque dividía y consumía los esfuerzos de los
explotados por emanciparse y 2) porque generaban un
nicho de mercado capitalista (e institucional) que no entraba en
contradicciones con el modo de producción actual en su conjunto.
Por esas razones, tanto cierto feminismo ahora transformado en mainstream,
como el ecologismo menos combativo, el movimiento LGTB y el animalismo
consumista fueron promovidos desde los medios y las instituciones
controlados directa o pasivamente por la
burguesía [1]
Justo
en un momento en que la izquierda era impotente para llevar a cabo políticas de
izquierda en lo económico, desde la industria cultural se podían hacer series
con gays o lesbianas para aumentar el nicho de espectadores o promocionar
cantantes con mensajes “feministas” sin que el sistema sufriera ningún
varapalo. Al contrario: era una forma de ampliar el mercado por acumulación de
nichos y asimilar para su hegemonía política (capitalista) a estos sectores
bajo un barniz cultural supuestamente “de izquierdas”. En definitiva, todos
esos “-ismos” eran ideologías políticas alternativas, pero no
contrahegemónicas. Mucho más benévolas para la clase dirigente y su
oligarquía que el marxismo o cualquier otra tendencia socialista o libertaria
que buscara superar el sistema actual de donde esta élite extraía sus
privilegios. Es algo que explica con acierto Daniel Bernabé en su ensayo La
trampa de la diversidad (Akal, 2018) [2] Todo ello supuso la
sustitución en la izquierda de narrativas integrales y holísticas con potencial
movilizador trasversal para la mayoría de la población (como el materialismo
histórico) por el posmodernismo neoliberal y todas sus customizaciones
identitarias de hipertrofia de la diferencia, mercantilizadas bajo un
“activismo político” entendido como pasatiempo folclórico inofensivo para el
dominio del capital. De hecho, todas estas organizaciones portadoras de “las
ideologías de la diversidad” se multiplicarían como hongos con ayudas públicas
de las diferentes administraciones locales, regionales, nacionales e
internacionales. También encontrarían una generosa parcela de reproducción en
las universidades tanto públicas como privadas.
Otra
cuestión a señalar es que estos problemas de sectores por definición minoritarios
no son prioritarios ni nunca lo serán para el conjunto de la clase trabajadora
que, recordémoslo, sigue siendo el mayor y mejor agente del que dispone la
izquierda para la transformación social (por número y por posicionamiento en el
sistema productivo). Es más, estas preocupaciones relativas a la identidad
suelen ser problemas del sector de los trabajadores más aburguesado
ideológicamente que, una vez alcanzado un mínimo material, puede
preocuparse por cuestiones de representación simbólica. Un sector de
profesionales liberales y/o funcionarios con estudios universitarios y a menudo
con varios idiomas que suele ser visto como privilegiado por gran parte de la
clase trabajadora (que a su vez es estigmatizada por estos aspirantes a la
inexistente “clase media” bajo los nombres de “chonis”, “garrulos”, etc.).
* *
*
Lo
cierto es que incluso el trabajador gay o la trabajadora lesbiana de una cadena
de montaje, de un supermercado o de un call center, no están
preocupados todo el día cavilando sobre si en la cabalgata de los Reyes Magos
el Ayuntamiento de Madrid sacará una carroza que visibilice la diversidad de
género, sino por cuándo podrán coger las vacaciones para disfrutar con su
pareja o si les van a subir el salario y podrán llegar a fin de mes con su
familia sin pedir un préstamo, por ejemplo. Pero aún más: de esas ideologías,
la que aspira a apelar a un público mayor y ya se ha convertido en mainstream en
gran parte de la izquierda no silenciosa (el feminismo), si se
coloca en primer lugar como frecuentemente ocurre en los discursos de los
políticos de la izquierda electoral (tanto Iglesias como Garzón apelaron al
movimiento feminista antes que al obrero para luchar contra el avance de VOX)
[3] tiene la funcionalidad (para los poderosos) de dividir a los
aplastadxs por el sistema. Cuando no enfrentarlos justo por su mitad:
entre hombres y mujeres. Algo muy interesante para los interesados en que nada
cambie.
Pese
a lo que predica el feliz idealismo multiculturalista y posmodernista de la
izquierda actual, que agota a la militancia con sus continuas ocurrencias y las
dobles y triples militancias en sus “matrioskas de siglas”, hay que reconocer
que no hay tiempo para todo. Por ejemplo, cuando un grupo de
militantes de izquierda se está reuniendo semanalmente para discutir sobre
feminismo y violencia de género, ocupando su tiempo y sus esfuerzos preparando
la siguiente reunión y efectuando las tareas asignadas, es un tiempo
que no se está dedicando a otros objetivos prioritarios como el brutal
aumento de la desigualdad entre mujeres y hombres ricos y
mujeres y hombres pobres a escala internacional.
Recordemos que estamos en las cifras más altas de desigualdad jamás alcanzadas,
con 8 personas que tienen la MISMA riqueza que la mitad de la población mundial
[4]. Es decir, 8 = 3.650.000.000. ¿Qué le parece? Si esas y esos militantes
están dedicando su esfuerzo a combatir la violencia de algunos hombres
contra algunas mujeres, que le ha costado la vida a 48 mujeres
el año pasado en nuestro país [5] no están luchando contra la siniestralidad
laboral capitalista que le costó la vida a 618 trabajadores y trabajadoras [6]
Todavía menos por los más de 3.600 españoles que, desesperados, se suicidan
anualmente por la alienación de una sociedad de mercado que les enferma el alma
y las mentes [7] Y desde luego, tampoco están centrando su tiempo en ayudar a
las más de 800 millones de personas que pasan hambre en este maltratado mundo
[8] lo que afecta a 1 de cada 9 seres humanos del globo y explica muchos de los
movimientos migratorios de los que tanto rédito electoral saca la derecha. Es
una cuestión material: si dedicas la mayoría de tu tiempo a
una cosa, no tienes tiempo para otra.
Con
lo apuntado, parece sensato estipular que sí hay niveles de importancia si
partimos de la base que todas las vidas humanas valen igual. Si la mayoría de
la militancia de izquierdas está centrada en cuestiones que afectan a muy pocas
personas pero que están infladas emocionalmente en sus psiques por los grandes
medios con intención de establecer la agenda (agenda-setting) para
hacerla impotente contra sus privilegios y enfrentarla, la victoria ideológica
está claro del lado de quien descansa. ¿Significa eso que hay que
abandonar a su suerte a las mujeres que son víctimas de la violencia? No,
significa que hay que establecer prioridades porque los recursos económicos y
temporales de la izquierda son reducidos. No hay que dejar de hablar ni
de analizar seriamente el tema, ni mucho menos, pero sí ponerlo en el lugar que
racionalmente merece por su presencia en el mundo real fuera de la
interesada manipulación mediática que de éste sufrimos día a día.
En
realidad, la mayoría de los trabajadores ignoran la martilleante prédica
feminista o de la diversidad posmoderna de otros “-ismos”. Incluso muchos (y
muchas) militantes la critican en privado por miedo a reprimendas. Otros se
cansan y vuelven a casa aumentando las cifras de la abstención, agotados de
escuchar a una izquierda dogmática que ante su impotencia material se ha
convertido en una especie de Nueva Inquisición con todo el poder para expedir y
quitar carnets de lo “políticamente correcto”. Aplastando, incluso, la libertad
de expresión que asegura defender en las únicas fronteras feudales que conserva
con derecho a administrar por el imperio del capital: las simbólicas [9]. Esta
falta de seriedad y de un proyecto socialista coherente ha
provocado, lógicamente, el hastío de la mayoría trabajadora y un ascenso
importante de la extrema derecha en Europa y en el mundo.
La
clase asalariada se encuentra desamparada, huérfana de ningún sueño global de
emancipación. Como mucho, los sectores más
conscientes se hallan a la defensiva en un escenario de recortes y/o
recuperación económica sin restablecimiento de derechos donde el objetivo final
parece ser quedarse como estábamos antes. Algo totalmente quimérico y
a la vez deprimente en un mundo donde la tecnología y
las posibilidades objetivas de reducción de la jornada laboral para la
población no dejan de aumentar con los avances de la Inteligencia Artificial.
En un mundo donde podríamos ser más felices que nunca ansiamos serlo “tanto”
como nuestros padres y/o abuelos. En honor a la verdad, la izquierda actual no
solo asiste impotente ante este derroche de posibilidades históricas queriendo
que seamos “tan felices” como en los tiempos dorados del Estado del Bienestar
pudiendo tener un trabajo fijo, comprarnos una vivienda o aspirar a un proyecto
familiar; sino que realmente se conforma con “feminizar” toda esta precariedad
sin cuestionar de raíz sus fundamentos materiales. Todo ello acaba colocando al
hombre en una tramposa situación de elección binaria y mutuamente excluyente de
1) apoyo dogmático, ortodoxo y entusiasta cuando no fanático al feminismo
sectario imperante o 2) expulsión a las filas del Hades del machismo y el
patriarcado.
* *
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Ante
este escenario, en España VOX conecta con parte del buen sentido común de
la gente corriente que Gramsci conceptualizaba como progresivo (había otro que
caracterizaba como regresivo, irracional y supersticioso). Esta parte de “buen
sentido común” gramsciano lleva a los votantes de VOX a atender a
preocupaciones reales y materiales que cualquier trabajador entiende
perfectamente. Así, desde lo que llamo “la izquierda seria”, alejada de las
“alertas anfifascistas” proclamadas a modo rimbombante ante los medios que los
parieron por personajes públicos de errática trayectoria que viven en
residencias señoriales en la sierra madrileña [10], hemos de entender que los
votantes de VOX no son todos fascistas, al menos, de momento. Son gentes de
distinta procedencia que observan y denuncian problemas reales pero
se apoyan en soluciones regresivas y protofascistas
predicadas por oportunistas personajes de derecha populista auspiciados por una
parte del gran capital que siempre conserva la carta del fascismo como un as en
la manga dispuesto a ordenar el desorden creado por sus bacanales neoliberales.
Los
ejes de VOX son la unidad de España, efectivamente cuestionada por un
nacional-independentismo regresivo y posfeudal como el catalán o el vasco; la
locura del feminismo mainstream actual avivado por ciertos
sectores de la clase capitalista para dividir a la clase trabajadora por sexos;
o la duplicación de instituciones estatales como el Senado o las comunidades
autónomas que, efectivamente, tienen una productividad muy baja y en muchos
lugares producen más daño que beneficios a la población (por ejemplo, en el
sistema nacional de salud o en ciertos sectores de la educación). Sin embargo,
obsérvese como Vox no cuestiona una institución tan poco “productiva” para las
gentes que moran y trabajan en España como la monarquía, es más: la celebran
[11]. Tampoco en lo económico aportan nada nuevo, son básicamente neoliberales
sin complejos, muy parecidos a la mayoría de políticos del PP o Ciudadanos que
pretenden conseguir el apoyo obrero en base a venderles la clásica moto de que
si los empresarios pagan menos impuestos, ganarán más y sus salarios serán más
grandes con lo cual todos se irán felices y contentos a comer perdices.
Así
que, pese a sus serias limitaciones programáticas y discursivas [12] VOX
conecta con parte de la población hastiada de muchas sandeces y
omisiones de la izquierda posmoderna. ¿Ejemplos? El feminismo exaltado
de algunas y algunos que como ya no se atreven a cuestionar el sistema
económico porque no saben ni tienen formación (para tenerla no cuentan
los tweets ni las horas de “activismo” en Facebook) ni planes
alternativos (socialistas) que proponer a la población, deben entrar en el
mercado (capitalista) de la diversidad para parecer diferentes
a la derecha gobernante (diferentes en lo simbólico, no en lo material donde
son del todo yermos). Así apoyan un feminismo productor de nuevas injusticias
con su lamentable “discriminación positiva” que genera más resentimiento que
afecto entre la clase obrera (políticas que hunden sus raíces en los gobiernos
liberales estadounidenses de Kennedy y Nixon) [13] Un feminismo hipertrofiado
por la testosterona de hombres irrisoriamente acomplejados por algún pecado
original que del mismo modo que no fue culpa ni autoría de ninguna Eva, tampoco
lo fue de ningún Adán, sino de las limitaciones propias de un estadio concreto
del desarrollo sociocultural del ser humano y la división sexual del trabajo.
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Llegados
a este punto, quiero dejar claro (aunque seguro muchos lo obviarán
intencionadamente) que no es que opine que no queden cuestiones por
cambiar para conseguir la igualdad de la mujer respecto al hombre. El
problema es que los métodos para conseguirla pueden producir nuevas
injusticias y por otra parte es honesto reconocer que ya la
mujer se ha igualado en numerosos aspectos al hombre cuando no se ha puesto por
encima suyo en algunas cuestiones en los países desarrollados [14] . En
este sentido, las políticas discriminatorias no ayudarán a resolver los
problemas donde efectivamente la mujer está por debajo del hombre en estas
sociedades donde la lógica del capitalismo ha ayudado a que con la
incorporación de la mujer al mercado laboral ésta haya ganado una autonomía
económica y política inédita en cualquier época anterior. Las
mejoras que la situación de las mujeres han experimentado en los países
capitalistas desarrollados las últimas décadas ha sido espectaculares y no
reconocerlas es falsear la historia.
El
movimiento socialista debe luchar por la igualdad de los seres humanos, no por
la desigualdad (y por eso hay que finiquitar las clases sociales que dividen y
enfrentan a unos con otros). No se puede luchar izando la bandera de lo
que nos hace diferentes sino con aquella que representa lo que nos iguala. No
para obviar o marginar la diferencia, sino al contrario: para aceptarla como
algo natural que no tiene ni aspira a tener más protagonismo del que posee.
Además, hay que recordar a las y los comunistas que confunden churras con
merinas que, tanto Marx como Engels afirmaron en un documento tan popular como
el Manifiesto Comunista (que tantísimos autoproclamados
“marxistas” ni han leído ni entendido) que el capitalismo era el
máximo destructor de la sociedad patriarcal [15]. Por tanto
aquellas teorías del “feminismo marxista” donde se igualan el funcionamiento
del capitalismo con el patriarcado son simplemente falsas, careciendo de todo
rigor histórico y teórico suficiente excepto para las y los convencidos. En
este sentido, es muy interesante leer las críticas que dos marxistas que no
se consideraban feministas como Rosa Luxemburg o Aleksandra Kollontái
dedicaban al movimiento sufragista [16].
Muchos
(y muchas) están cada vez más cansados de que se estigmatice a los hombres, que
se implementen políticas de “discriminación positiva” como las “listas
cremallera” y/u otras en base a diferencias de acceso o brechas salariales que
en no pocos casos provienen de estudios tendenciosos con una metodología
científica y heurística más que cuestionable [17]. Hay que recordar que, en
España, con la ley en la mano, a igual ocupación no puede existir diferente
salario y, de hecho, no lo hay. Sumado a ello, cada vez más mujeres y hombres
están hartos de que se privilegie a la mujer en el tratamiento de ciertas noticias
por el mero hecho de ser “mujer” (como si eso fuera una debilidad) o se
estigmatice a los hombres como protoacosadores, agresores, abusadores,
violadores y proxenetas latentes en potencia (¿dónde dejó nuestra izquierda uno
de sus mejores vástagos históricos como fue la presunción de inocencia?) [18]
En
contraposición, la “izquierda de la diversidad” que baila al ritmo de las modas
del capital, cada vez trata mejor a los animales a tenor del aumento de
activismo “animalista”. O eso dicen, pese a que cada vez observo a
más animales por la calle castrados y/o zarandeados por el cuello con las
correas de sus amos. En un mundo gobernado por la lógica del
capital y el beneficio, donde la alienación social y el individualismo
narcisista y competitivo no cesa de aumentar quebrando las relaciones de
confianza y solidaridad entre las personas, las “mascotas” (que ya no animales)
vienen a sustituir ese hueco emocional dejado por el marido que se marchó, la
novia que no se encuentra, el amigo que no se tiene, la hermanita que no llega
o el hijo que se fue a otro país para encontrar trabajo. El aumento del número
de personas con animales-mascotas ha crecido exponencialmente al ritmo de una
industria que ya mueve, solo en la Unión Europea, 36.500 millones de euros anuales
(la mitad de lo que gasta en salud pública el gobierno de España) [19] En un
momento en que en nuestro país crece el número de hambrientos hasta las 600.000
personas [20] ya tenemos a 20 millones de mascotas entre nosotros (repartidas
en 4 de cada 10 hogares) [21] La gente del “primer mundo” se gasta más en
mantener a animales que tienen esclavizados disponiendo de ellos como objetos
de consumo o como juguetes biológicos de divertimento para intentar llenar su
vacío existencial (más de 800 euros anuales en caso de los perros) [22] que en
alimentar a las más de 25.000 personas que se mueren de hambre al día (¿conoce
usted a alguien que se gaste casi mil euros anuales para alimentar a los
hambrientos?) [23] Así es nuestra izquierda: cada vez más ducha en el
conocimiento del Manifiesto Animalista de Pellunchon y menos
en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Desconocemos el
apoyo que recibirán de los animales que algunxs aspiran a transformar en
sujetos con derechos políticos [24] pero que pensamos tendrá un pésimo efecto
como reclamo para una clase trabajadora que verá, sobre todo si es blanca,
heterosexual y masculina, cómo después de llamarla “eurocéntrica”, “machista” y
“especista” se la trata peor que a todos los colectivos de la diversidad,
incluidos los que aspiran a “liberar” al simpático gatito Michu y al perrito
Bobby de las garras de sus (quizás veganos) propietarios. Ahí tenemos a una
parte importante de nuestra izquierda: absolutamente desnortada.
* *
*
Decía
Terry Eagleton que debemos ser capaces de ver la parte de verdad que los
rivales políticos tienen en sus argumentos. De nada sirve descalificar al
oponente ni llamar a la calle a tus seguidores para conseguir lo que no has
conseguido en las urnas, como imprudentemente animan ciertos políticos que cada
vez se diferencian menos de la “casta” que otrora criticaron excepto, quizás,
en su corte de pelo. Hay que separar lo bueno de la paja, lo auténtico de lo
regresivo, para entenderlos y evitar el avance de sus posiciones dañinas (de
nada sirve “condenarlos”). Es decir: pura dialéctica. La gente que vota a
VOX no son enloquecidos electores que de repente apoyan con su voto a un
partido de sanguinarios alienígenas dispuestos a conquistar el mundo, no;
tampoco son ciudadanos que busquen respaldar electoralmente el inicio de la
construcción del IV Reich en Europa. En realidad, los votantes de este nuevo
partido son en su mayoría personas sencillas y frustradas (muchas de clase
trabajadora), gentes que anhelan orden y sentido en un mundo desordenado por el
imperio del capital, personas que podrían ser usted o yo mismo en
distinto contexto económico y con diferente educación, que están
desencantadas con las explicaciones y las promesas de una izquierda infantil,
débil, incapaz, yerma y sectaria que ha sido educada en la universidad por
autores que casi nunca tuvieron militancia en organizaciones de masas y jamás
se han preocupado por conocer lo que en realidad piensan los obreros porque con
una actitud elitista y paternalista desconfiaban de ellos por, simplemente,
considerarlos “incapaces” cuando no directamente “gilipollas” [25]
Tenemos
que recuperar a la izquierda seria y a todas las personas válidas que la
progresía posmoderna ha mandado a sus casas durante estos años. Décadas donde
los marxistas hemos sido arrinconados como reliquias del Pleistoceno por sus
discursos multicolor apoyados por ciertos medios. Debemos recuperar
aquella izquierda que producía orgullo de clase, que ensanchaba el
corazón a aquellos obreros y obreras valientes y solidarios de todas las
profesiones que sentían eran parte de una fraternidad mayor pese a sus
múltiples, legítimas y enriquecedoras diferencias. Aquella izquierda
que militaba desde finales del siglo XIX en el Partido Socialdemócrata o desde
principios del XX en el Partido Comunista, por políticas reales de superación
del sistema capitalista y que, mientras tanto, dentro de este sistema, abogaban
por mejoras tangibles en los derechos de los trabajadores ufanándose por
autoeducarse con programas de formación que aumentaran su humanismo y capacidad
de análisis. Pues sin cultura contrahegemónica no puede existir praxis
política contrahegemónica. Curiosamente hoy, la lectura política de moda en
la izquierda no son autores marxistas ni anarquistas sino feministas,
promocionados por las editoriales propiedad del gran capital.26
En
nuestros días, ni Pablo Iglesias ni Alberto Garzón están en disposición de
liderar (veremos si de acompasar, si las bases les obligaran) esta necesaria
revolución que debe darse desde abajo y (sinceramente) tiene pocas
posibilidades de que acontezca antes de que el nuevo fascismo nos engulla a
todxs en sus fauces (sin importar las siglas de la derecha que lo ejecuten).
Tanto Iglesias como Garzón están totalmente insertos en organizaciones
atravesadas por las dinámicas ideológicas del “mercado de la diversidad” y su
propia posición de líderes depende de las prebendas y la representación que
cedan a estos sectores. Pese al poder que se les presupone, en realidad están
muy debilitados y sujetos a estas familias que les dominan ideológica y
políticamente. Poco o nada debemos esperar de ellos.
De
hecho, como ya argumenté en diversos lugares, Podemos fue una creación de
profesores de la izquierda posmoderna y posmarxista de la Universidad
Complutense propulsada al calor de sus propios egos y la fuerza del capital de
una parte de la élite mediática que, oportunamente, los apoyó para dividir al
movimiento obrero y restarle votos a una Izquierda Unida por entonces emergente
[27] Podemos dependió y depende desde su nacimiento de la oligarquía
mediática igual o más que un cantante de Operación Triunfo para tener una
carrera de éxito en la música. Del mismo modo que el segundo depende
de la buena sintonía que tenga con los dueños de las empresas musicales y
mediáticas que sustentan el programa televisivo, los primeros dependen de los
dueños de los medios para llegar a la población, pues su nivel de militancia
(aunque sea online y sin cuota) es patético en relación a su
tamaño electoral (en torno al 1%) [28]
Por
eso ahora Podemos es un barco lleno de agujeros a la deriva, adelantado por
otro velero mediático llamada Ciudadanos [29] con una prisionera casi por
completo fagocitada llamada Izquierda Unida que a su vez alberga en sus
entrañas un padre-hijo marxista (el PCE) del que los medios no dirán ni una
palabra. De hecho, aunque no lo crean las preclaras mentes dirigentes de Unidos
Podemos, atrapadas en la capital madrileña y en el “guetorizado” microsistema
de las redes sociales de sus partidarios, actualmente, ya hay amplios sectores
de la población joven que desconocen qué es IU y, por supuesto, no saben ni que
en España siquiera existe un partido llamado Comunista ni que fue la principal
organización política que luchó contra la Dictadura Franquista que ahora algunos
ensalzan con su revisionismo histórico. No hay estudio ni suficiente formación:
son los efectos secundarios de que tus pensamientos se nutran del establecimiento
de agenda que los dueños de las corporaciones mediáticas propagan.
Incluso
si Iglesias y Garzón estuviesen de acuerdo con la crítica defendida en este
artículo jamás lo declararían, porque se arriesgarían a perder el puesto de
liderazgo de sus formaciones políticas. Como miembro de Izquierda Unida y el
Partido Comunista de España, quien les escribe ha recibido frecuentemente
correos de militantes que me expresaban su acuerdo con estos puntos de vista,
pero a renglón seguido, me pedían “por favor” que no hiciese públicas sus
opiniones porque se enfrentarían al ostracismo y la irrelevancia política en
sus organizaciones. Desde luego, el panorama es desolador. Si dentro de la
izquierda no hay espacios para la disensión y el debate sobre los diversos
“-ismos”, nos enfrentamos a un futuro francamente oscuro donde las fuerzas de
la reacción nos aplastarán como a cucarachas en un momento histórico donde, sin
acabar de salir de la crisis económica anterior, ya se avizoran nuevas que
revolucionarán los escenarios políticos [30] El dilema es serio y requiere
altura de miras históricas, algo que organizaciones tan personalistas y
electoralistas como Podemos y tan crecientemente dogmáticas como Izquierda
Unida no pueden ofrecer. El problema es que ese dilema tampoco es
posible de resolver sin muchos de sus militantes de base ni de sus cuadros
medios y algunos dirigentes que son, en realidad, gran parte de las
“fuerzas vivas” de la otra España que no se emociona con las banderas heredadas
del dictador ni con la “reconquista” prometida por los nuevos rostros de la
derecha.
* *
*
Entonces,
¿qué hacer? En opinión de quien les escribe, debemos disolver (que no eliminar)
todos los elementos progresivos del resto de “-ismos” para fortalecer el
socialismo. Como si fuesen unos azucarillos colocados en una bebida que deben
desaparecer en pequeñas partículas que lo impregnen todo para mejorar el sabor
del resto sin restarle protagonismo a la bebida en sí. El socialismo
debe ser ese brebaje revolucionario a producir por el movimiento obrero para
lograr la emancipación de todo el ser humano sin importar bajo qué banderas
nació ni bajo qué alambradas ha crecido. Y para ello, como izquierda debemos
hablar de temas serios que no tratamos y adquirir posiciones fácilmente
defendibles ante las preguntas de cualquier trabajador: ¿Cuál es nuestra
posición respecto al independentismo? ¿Cuál nuestro modelo de Estado? ¿Cuál
nuestra posición respecto a la Unión Europea? ¿Cuál respecto a la migración?
¿Cómo solucionar la desigualdad y la terrible pobreza en el mundo? ¿En qué
consistiría ese socialismo por el que luchamos? Y así un largo etcétera con
respuestas claras y concisas, no mareando la perdiz como acostumbra a hacer la
izquierda posmoderna.
La
izquierda seria debe incluir elementos del feminismo, la defensa de los
colectivos LGTBI, el medio ambiente o la razonable protección de los animales,
entre otros “-ismos”, como partes de un programa mayor de emancipación social, con realismo y sin sectarismos; pero no
puede poner sus reivindicaciones encima del tapete ni
obcecarse con ellas. El movimiento socialista debe luchar, como afirmaba Rosa Luxemburg,
por la igualdad real de la mujer. Algo que ya está dentro del programa
socialista de igualdad entre hombres y mujeres de todos los pueblos del mundo.
La izquierda para los trabajadores debe dejar de hablar de feminismo
garantizando la igualdad de hombres y mujeres, educando a sus militantes en el
fin de los restos del machismo, ha de dejar de hablar del movimiento LGTBI
garantizando la máxima integración de la gente de su colectivo en igualdad con
la mayoría heterosexual y, desde luego, debe incorporar los elementos más
objetivos y realistas del ecologismo para garantizar un mundo con futuro y
calidad de vida donde el medio ambiente no sea una fuente constante de
problemas de salud, migraciones y muertes.
Hay
que crear un discurso claro basado en un proyecto político coherente que llegue
de un modo sencillo a todos sin importar el
nivel de estudios y sin contradicciones alarmantes (como ocurre ahora). Debe
alcanzar a todos los trabajadores: hombres y mujeres, lesbianas y heteros,
blancos y negros, jugadores del parchís y aficionados al ajedrez, seguidores de
la salsa, el rock o la música clásica, etc. Un discurso claro, fácilmente
reproducible y defendible por todos los seres humanos que a partir de una inteligencia
normal y al margen de sus especificidades comparten algo que los ubica en
el mismo espacio social frente al capital: la necesidad
de vender su fuerza de trabajo (su capacidad de emplearse en un
determinado puesto laboral) por un salario (por horas o
por pieza)inferior a lo que hacen ganar (ganancia) a los
dueños de las empresas (es decir, los capitalistas).
* *
*
¿Qué
hacer para convertirnos en una izquierda “seria” para nuestra clase?
- Colocar la construcción del Socialismo como espacio libre de explotación en el imaginario colectivo como
objetivo prioritario de la izquierda a nivel nacional, europeo e
internacional, tanto en la prédica en los centros de
trabajo o en mítines como respecto a los discursos dirigidos a los medios
[31] Además de fomentar debates, charlas y reuniones con los expertos de
diferentes áreas para concretar un programa de cómo funcionaría ese nuevo
socialismo a la luz de lo bueno y lo malo de las experiencias fracasadas
junto a las posibilidades que ofrece la nueva tecnología.
- Colocar la defensa de la clase trabajadora como la base de nuestro programa. Una clase que entenderemos
internacionalmente debido a las conexiones del mercado global que asocia
las bondades y desgracias de unos trabajadores con otros (algo que es
progresivo, pues permite la unión internacional de los obreros y la futura
conquista internacional del Socialismo). Eso quiere decir que frente
a la inmigración se aceptarán acuerdos de
integración geográficamente distribuida entre ciudadanos y regiones
españolas de los recién llegados en relación a programas de empleo
y repoblaciónplanificados por el Estado. Pero también quiere decir
que no se aceptarán más inmigrantes (aunque sí se
garantizarán los primeros auxilios) que los que puedan integrarse en estos
planes estatales. Al mismo tiempo, se trabajará a nivel europeo e
internacional por la construcción de una ciudadanía universal con
su documento de identidad internacional que otorgue a todas estas
personas de unos derechos mínimos a respetar con respaldo
jurídico y económico (presupuestario) en cualquier parte del globo. Para
ello habrá que trabajar con Naciones Unidas o la organización mundial que
venga a substituirla para compartir esfuerzos en la distribución de una
inmigración que, por otra parte, también necesitamos como sociedades
envejecidas.
- Disolver (integrar por disolución) los elementos progresivos del resto de -ismos que actualmente se encuentran
en la izquierda (feminismo, defensa de la diversidad sexual LGTBI,
ecologismo, animalismo, etc.) en el movimiento obrero y eliminar todos los
elementos regresivos, irracionales, pequeñoburgueses y/o directamente
capitalistas de los mismos [32]
- Defender la unidad de España y una recentralización de las competencias que
actualmente tienen las Comunidades Autónomas frente a los nacionalismos
regresivos que buscan volver al pasado. Defender la unidad de este estado
(actualmente) burgués para su conquista obrera dentro del marco de
la Unión Europea y todas las organizaciones internacionales que
podamos estar (hasta que nos echen si nuestra política y la suya difieren
hasta el punto de “tener que expulsarnos”, pero nunca nos iremos por
iniciativa propia lo que tendría efectos desastrosos porque siempre es más
progresivo para el buen sentido común de la gente –hasta que se demuestre
lo contrario– “unir” que “dividir”, del mismo modo que lo es más
“centralizar” que “descentralizar”) [33] Deberemos también suprimir
el Senado como vestigio del pasado a la vez que abogamos por la
construcción y democratización de la Unión Europea como un agente
interestatal diferenciado del poder de Estados Unidos, Rusia o
China. Buscaremos alianzas y avanzaremos en la integración política
de las sociedades europeas ahora que pronto estarán disponibles las
tecnologías que nos harán parlantes de cualquier idioma [34]. Todo ello
facilitará la política internacionalista de la clase obrera. Si
cometiéramos el error de replegarnos a las fronteras estatales y
acuñáramos nuestra propia moneda, seríamos destruidos por los países
competidores. Además, no hay esperanza para construir ningún socialismo ni
intento de este que merezca la pena en una España autárquica asediada por
diversos poderes mucho más grandes. La clase trabajadora necesita a la
Unión Europea como también necesita defender la unidad de España frente a
las aventuras pequeñoburguesas de los nacionalistas/independentistas del
País Vasco o Cataluña, entre otros todavía más peregrinos.
- Construcción de una República con asamblea
unicameral con acuerdo de los sectores republicanos de
izquierda, centro y derecha, como mínimo común múltiplo para conquistas
posteriores y para acabar con el nepotismo y la corrupción
tradicionalmente adosadas a las formas monárquicas de gobierno.
- Construir una industria cultural prosocialista (a nivel regional, nacional, europeo e internacional) en base a
la unión de todos los proyectos que actualmente están esparcidos por la
red y las ondas. Esto incluye crear una red colaborativa de medios de
comunicación, industria musical, televisión online, ateneos,
centros de deporte, etc. que popularicen nuestros valores y objetivos de
una forma pedagógica y estética entre las masas. No habrá
proyecto socialista mientras el mayor sueño de los jóvenes y no pocos
adultos sea hacerse ricos o mientras triunfe entre ellos la desidia
cultural, el individualismo narcisista o la falta de solidaridad,
esfuerzo, compromiso y seriedad.
- Crear una nueva Internacional Socialista apoyada por todas las agrupaciones políticas, sindicales y culturales
socialistas, comunistas y/o anarquistas que busquen la superación del
capitalismo y la conquista del socialismo bajo unos mínimos compartidos.
Ha sido patético comprobar que existe más “internacionalismo” entre la
derecha populista e hipernacionalista europea de Le Pen y VOX que entre la
que (debería) representar el movimiento obrero. Los obreros deben
ser tanto o más cosmopolitas que los empresarios, si quieren
tener posibilidades de vencerles como apuntaba Marx… ¡hace más de 150
años!35
- Instaurar la democracia de base en nuestras organizaciones a todos los niveles de decisión
(incluyendo las decisiones económicas de calado) eliminando las “listas
cremalleras” y todo atisbo de “discriminación positiva” de ningún
colectivo, que lo único que consigue es hundir las prédicas a favor de la
“democracia participativa”. Aumentar las cuotas de los militantes
y afiliados según sus ingresos (pagará mayor porcentaje quien más
tenga) yacabar con las votaciones de los simpatizantes. Quien
quiera tener derecho a voto deberá tener el deber de sustentar con sus
esfuerzos económicos y vitales la organización. Ningún derecho sin
deber.
- Aumentar la formación de nuestros militantes y
promover el debate como sana
y dialéctica forma de mejorar la conceptualización y el entendimiento de
las posibilidades que ofrece la realidad (material). Habrá que fomentar
los cursos de marxismo, economía, historia, cultura general, artes,
comunicación y deportes para tener un movimiento lleno de militantes
cultos y en forma (mens sana in corpore sano). No habrá socialismo
sin un movimiento socialista formado, serio y sano liberado de las
diversas drogas que lo debilitan haciéndolo dependiente de las dinámicas
del capital. Precisamos de robustez, coherencia y seriedad para seducir
y dar ejemplo a las masas. Se requiere la formación de un Renacimiento
obrero que sea capaz de crear una contrahegemonía
socialista lo suficientemente atractiva para ser hegemónica entre
la población tras la conquista del poder político.
- Acabar con el culto a la personalidad de los líderes que es una forma cómoda de reproducir las dinámicas de
dominación que requiere la oligarquía capitalista a través de su control
de la industria del espectáculo. Esto no significará que no haya líderes o
caras conocidas que sirvan de portavoces de nuestro proyecto frente al
pueblo, sino que su desempeño en los cargos estará temporalmente
limitado y ello permitirá que haya un sano reemplazo también
desde las bases y el necesario debate ideológico se
produzca de un modo natural sin estar proscrito (como ocurre en la
actualidad con las opiniones heterodoxas). Algo que inevitablemente
esclerotiza estas formaciones políticas transformándolas en organizaciones
electoralistas con dinámicas de vasallaje y traición propias de la
aristocracia medieval.
En
síntesis, los trabajadores que viven en España y en el mundo necesitan de esta
izquierda seria que actualmente apenas existe mas que como voces disidentes
fragmentadas y asustadas dentro de una izquierda hegemónica de sesgo
posmoderno, modales y simbología irreverentes, pero praxis económica
obedientemente social-liberal (como demuestran tantos gobiernos locales). Los
trabajadores necesitan una izquierda con la que sentirse representados,
defendidos e identificados, a la que votar y amar y, por
ahora, no la tienen. Así que: ¿Ayudamos a construirla antes que todos seamos
engullidos por las fauces del nuevo fascismo financiado por una parte del
capital mundializado o seguimos echándole la culpa a los demás?
Notas
- Por todo ello se potenció la creación y publicitó
la existencia de ONG y asociaciones con estas temáticas entre los jóvenes,
mientras que en las universidades de todo el mundo se creaban
departamentos que producían un hábitat donde los antiguos intelectuales de
la izquierda comunista se encontraban a salvo de la reacción neoliberal
(aunque en realidad, ayudaban a sustentarla, como veremos más adelante).
- El cual ha sido contestado por dirigentes de
izquierda como: Garzón Espinosa, Alberto (2018), “Crítica de la crítica a
la diversidad”. En eldiario.es, 24 de junio.
- Pablo Iglesias con su “alerta antifascista” llamó
primero a las feministas que a lxs trabajadores y Alberto Garzón
(teóricamente comunista) rizó el rizo llamando primero a los y las
ecologistas y luego a las feministas antes que a los sindicatos. Se puede
ver en: http://www.youtube.com/watch?v=WQXyoRkCApE
- BBC (2017), “Los 8 millonarios que tienen más
dinero que la mitad de la población del mundo”. En BBC, 16 de
enero.
- Agencia Efe (2017), “48 mujeres son
asesinadas por violencia de género en España”. En El
Nuevo Día, 31 de diciembre.
- Europa Press (2018), “Mueren 618
personas en accidente laboral en 2017, un 1,8% más”. En Europa
Press, 15 de febrero.
- RTVE/EFE (2018), “El suicidio en España en
cifras”. En RTVE, 10 de septiembre.
- Melguizo, Soraya (2017), La FAO denuncia que 815
millones de personas pasan hambre en el mundo. En El Mundo, 15
de septiembre.
- Marcos, Ana (2018), “Condenado el autor de un
poema machista a pagar 50.000 euros a Irene Montero”. En El
País, 8 de noviembre.
- No me refiero a Alberto Garzón, que vive con su
mujer en un piso de clase trabajadora en Rivas-Vaciamadrid.
- “Viva España y viva el Rey” clamaba su líder,
Santiago Abascal, en Vistalegre. Ver en: Europa Press (2018), “Vox llena
Vistalegre con la ‘España viva’ de la ‘resistencia’: ‘Desbordaremos las
urnas’.” En Europa Press, 7 de octubre.
- Santiago Abascal, líder de Vox, en su discurso en
Vistalegre en octubre pasado fue capaz de emplear a “España” como sujeto
12 veces en tres minutos de discurso mientras que no utilizó el sujeto
“españoles” ni “ciudadanos” o “trabajadores”. Sí que mencionó dos veces a
“Dios”. Además, en diversas ocasiones clamó por “la España viva”
recordando de un modo explícito tiempos pasados. Ver en: VOX (2018),
“Discurso de Santiago Abascal en Vistalegre”. En YouTube, 7 de
octubre.
- Illescas, Jon E. (2018), “¿Feminismo con o sin
clase?”. En Topo Express, 27 de marzo.
- En cuestiones electorales, divorcios, malos
tratos, legalmente, tienen las de ganar en sus disputas con los hombres
(otra cosa es la mentalidad machista de algunos jueces, la cual hay que
solventar con educación y con paciencia a medida que las nuevas
generaciones sustituyan a las viejas).
- Marx y Engels (1999), El Manifiesto
Comunista. Libros de la Frontera, Madrid, p.39 [1848].
- http://www.elviejotopo.com/topoexpress/feminismo-con-o-sin-clase/ Illescas,
Jon E. (2018), “¿Feminismo con o sin clase?”. En Topo Express,
27 de marzo.
- Las estadísticas difieren mucho en relación a la
metodología empleada y es difícil de probar debido a que se basa, según
las propias feministas, en discriminaciones “indirectas” que tienen un
componente muy alto de subjetividad y son difícilmente medibles y por
ende, solucionables: Requena Aguilar, Ana (2017), “La brecha salarial no
es lo que pensabas”. En eldiario.es, 26 de febrero. También
en: Barceló Larrán, Diego (2017), “El mito de la brecha salarial”.
En Libre Mercado, [en línea], 16 de diciembre.
- En la actualidad, en las redes sociales,
pareciera suficiente que alguien dijera que un hombre ha abusado de una
mujer para obtener una avalancha de apoyo femenino diciendo “yo te creo”,
y cuestiones que nada tienen que ver con el esclarecimiento racional de
responsabilidades y sí mucho con los dogmas de fe y el “hooliganismo
político”.
- Durán Castelló, Verónica (2018), “Mascotas, un
negocio que mueve 36.500 millones de euros al año en la Unión Europea”.
En Expansión, 9 de octubre. Respecto al gasto público en
España en: Ruiz-Tagle, J., “El gasto público en Sanidad aún no alcanza los
datos de 2009”. En Gaceta Médica, 7 de septiembre.
- Medina Rey, José María (2018), “El hambre vuelve
a aumentar… ¡también en España!”. En El País, 24 de
septiembre.
- EFE (2017), “Hay 20 millones de mascotas en
España, según datos registrados por los veterinarios”. En 20 Minutos,
16 de marzo.
- Ibidem.
- Amayuelas, Andrés R. (2016), “En pie frente a un
sistema que agrede a la humanidad”. En eldiario.es, 15 de
octubre.
- Faria, Catia (2018), “Entrevista a Will Kymlicka.
‘Necesitamos vincular los derechos de los animales con debates más
amplios, como el significado de la democracia, de la representación y de
la autoridad legítima’.” En eldiario.es, 9 de noviembre.
- Algo que, dicho sea de paso, también les ocurre a
las feministas abolicionistas con respecto a la opinión de las prostitutas,
que las lleva a actitudes vergonzantes, sectarias, agresivas y al
insulto: La Sexta (2018), “Duro cara a cara entre Elisa
Beni y la líder del sindicato de prostitutas OTRAS: “Que te penetren 10
tíos por todos los agujeros a diario no es un trabajo””. En La
Sexta, 18 de noviembre.
- El 22 de noviembre de 2018, 7 de los 10 libros
más vendidos en Amazon del apartado de “Sociedad y cultura” eran libros
feministas publicados en su totalidad por grandes editoriales controladas
por la oligarquía mediática que gobierna la industria cultural hegemónica
del capital.
- http://www.elviejotopo.com/topoexpress/feminismo-con-o-sin-clase/ Illescas,
Jon E. (2018), “¿Feminismo con o sin clase?”. En Topo Express,
27 de marzo.
- Solo son 40.000 sus miembros activos: El País
(2018), “El Partido de Podemos en 10 cifras”. En El País, 17
de enero.
- Aunque Ciudadanos existía previamente como un
artefacto para el escenario catalán, no fue hasta la irrupción electoral
de Podemos que los medios masivos (controlados por la oligarquía
mediática) se dignaron a auparlo al imaginario colectivo español.
Precisamente para recoger ese voto de descontento bipartidista que Podemos
había recogido en las europeas de 2014 y lo había transformado en un
partido tan “peligroso”. Su propio Frankenstein se hizo más grande de lo
deseado y crearon otro orientado hacia el centro para reducirlo hasta el
tamaño que solía tener la izquierda que la propia Podemos había ayudado a
reducir y sustituir (Izquierda Unida).
- Roberts, Michael (2018), “¿Se avecina una crisis
global de la deuda?”. En Sin Permiso, 15 de mayo.
- Aunque luego estos medios burgueses harán lo que
deseen reconfigurando el mensaje a su gusto gracias al montaje y a su
condición de herramienta de la clase explotadora, pero esto se
contrarrestará con el punto 6.
- Lo que quiere decir que se defenderá la igualdad
entre hombres y mujeres allí donde no se dé o se vea cuestionada, entre
heteros, gays y lesbianas y la defensa del medio ambiente como una
necesidad biológica para nuestra especie y el futuro en el planeta, pero
nunca se defenderán con sectarismos, programas extremistas que alejen a
los obreros y su buen sentido común ni citando sus marcas o a sus
“activistas” (feministas, ecologistas, etc.) sino integrándolas en el
movimiento socialista bajo el sencillo adjetivo de militantes
“socialistas” (esto facilitará la unión política y la comprensión por
economía del lenguaje y por ordenamiento de lo que es común en todas las
personas).
- Las economías de escala hacen que centralizando
los recursos se puedan ofrecer mejores servicios con menor costo o lo que
es lo mismo: la unión hace la fuerza. Además, todos los problemas que
enfrentamos son de naturaleza global y los Estados-nación son unidades
improductivas e inferiores al cosmopolitismo del capital para enfrentarlos
como seres humanos y clase trabajadora.
- Tejerina, Laura (2018), “Travis Touch, probamos
este traductor portátil de 105 idiomas”. En tuexperto.com, 8
de noviembre.
- En palabras de Karl Marx: “Los socialistas han
demostrado que la lucha general entre el capital y el trabajo se da en
todas partes; han demostrado, en suma, su carácter cosmopolita. Por lo
tanto han tratado de poner de acuerdo a los trabajadores de distintos
países. Algo muy necesario, porque los mismos capitalistas cada vez se
volvían más cosmopolitas […] Hoy está claro que el socialismo no es solo
un problema local, sino internacional, que debe resolverse mediante una
acción internacional de los trabajadores.” En: Tridon, G. (2018), Espiando
a Marx. Barcelona, El Viejo Topo.
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