India
Huelga general, 150 millones de personas dicen no al despotismo
Vijay PrashadR
VIENTOSU
10/01/2019
Las ciudades indias nunca están en silencio. El ruido es un rasgo permanente: el claxon de los coches, el canto de los pájaros, los gritos de los vendedores, el constante zumbido de las motos. El martes la India ha estado en huelga. Es probable que en torno a 150 millones de trabajadores no hayan acudido a sus centros de trabajo. Los sindicatos de la izquierda han convocado una huelga general en un país exhausto por la creciente desigualdad y con un estado de ánimo de insatisfacción.
Las calles de Kerala —Estado gobernado por el Frente de Izquierda Democrática— no están tranquilas. Circulan coches y motos. Pero las carreteras sí lo están. El transporte público no circula por las carreteras porque los sindicatos de transportes secundan la huelga. Thiruvananthapuram suena como hace 20 años, cuando había menos tráfico y la ciudad estaba más en calma. Pero no hay nada de calma en la atmósfera. Los trabajadores están furiosos. El gobierno de Delhi continúa traicionándolos.
La mayor huelga de la historia
Las huelgas de estas dimensiones no son raras en la India. La mayor huelga registrada en la historia mundial tuvo lugar en la India en 2016, cuando 180 millones de trabajadores protestaron contra el gobierno del primer ministro Narenda Modi. Las exigencias de esta huelga eran muchas, como de costumbre, pero se articulaban en torno al deterioro del nivel de vida de los trabajadores, a la ausencia de trabajo y a los ataques políticos contra los sindicatos.
El gobierno de Modi trata de reformar las leyes sindicales. Tapen Sen, el líder del Centro de Sindicatos de la India dijo que las nuevas leyes sindicales suponen prácticamente una esclavización de los ciudadanos hindúes. Son palabras mayores. Pero no son increíbles.
Liberalización
Cuando India consiguió la independencia en 1947, se inició un camino "mixto" de desarrollo nacional. Los sectores importantes de la economía permanecieron en manos del gobierno, con empresas públicas formadas para producir bienes industriales esenciales y mejorar el desarrollo del país. El sector agrícola también se organizó de modo que el gobierno proporcionaba créditos subvencionados a los agricultores y fijando los precios de compra para garantizar que los agricultores siguieran cultivando alimentos esenciales.
Todo esto cambió a partir de 1991, cuando el gobierno comenzó a "liberalizar" la economía, privatizando el sector público, reduciendo su papel en el mercado agrícola y acogiendo con satisfacción la inversión extranjera. Ahora, el crecimiento se basa en la tasa de rendimiento de la inversión financiera y no en la inversión en el pueblo y su futuro. La nueva orientación política basada en la liberalización ha hecho crecer a la clase media y ha permitido a los ricos ganar cantidades fabulosas de dinero. Pero también ha creado una crisis agraria y una situación precaria para los trabajadores.
Desmoralizar a los trabajadores
A partir de 1991, el gobierno sabía que no era suficiente con privatizar el sector público y vender los activos públicos valiosos a manos privadas. Tenía que hacer dos cosas más. Primero tenía que asegurarse de que las empresas del sector público fracasaban y perdieran legitimidad. El gobierno privó de fondos a estas empresas públicas y las dejó en el aire. Sin inversión, estas empresas no pudieron realizar mejoras y, por lo tanto, comenzaron a deteriorarse. Su desaparición validó el argumento de la liberalización, aunque su desaparición había sido impuesta por una política de desinversión. En segundo lugar, el gobierno presionó para quebrar el poder sindical usando los tribunales para socavar el derecho de huelga y la legislatura para cambiar las leyes sindicales. Con unos sindicatos más débiles, los trabajadores estaban ahora completamente a merced de las empresas privadas.
Derecho a la huelga
Esta huelga, como las anteriores, trata sobre las condiciones de vida y sobre el derecho a la huelga. Una nueva ley sindical puede aprobarse en esta legislatura. Significaría la muerte del sindicalismo en la India. Las declaraciones de Tapan Sen sobre la esclavitud parecen menos hiperbólicas en este contexto. Si los trabajadores no tienen poder, entonces están efectivamente esclavizados en la empresa. Ya hay casos de fábricas que operan casi como campos de concentración.
Recorrer las fábricas a lo largo del corredor Chennai-Coimbatore o en el área de Manesar da una idea del asunto. Son fortalezas, difíciles de romper. O prisiones. De todas formas, los sindicatos no son bienvenidos allí. Se mantienen alejados por la fuerza, ya sea con violencia o mediante la fuerza política. Los trabajadores a menudo son traídos desde lugares lejanos, inmigrantes con pocas raíces en el territorio. Ningún trabajador se queda mucho tiempo. Tan pronto como se asientan, son desplazados.
Trabajadores sin trabajo y sindicalistas acosados crean un ambiente de trabajo duro. La cultura de la solidaridad de la clase trabajadora se erosiona, la violencia social crece: el semillero de la política neofascista.
Esperanza en Kerala
Kerala es un lugar único en la India. Aquí, la tradición de lucha sigue siendo fuerte. El orgullo de la historia de transformación social de Kerala es evidente. A lo largo de los últimos 100 años, Kerala ha profundizado sus ataques a las jerarquías y la discriminación. Prácticas horribles han sido rechazadas y los movimientos de izquierdas han fomentado la acción pública como un rasgo normal de la vida social.
Cuando la izquierda está en el poder, como ahora, no introduce nuevas políticas por imposición. Los movimientos de masas de la izquierda desarrollan campañas públicas para crear conciencia y construir una voluntad política que respalde las políticas. Esta es una de las razones por las cuales la desesperanza no se cierne sobre Kerala.
En otros lugares de la India, alrededor de 300.000 agricultores se han suicidado en gran parte debido a la crisis de la deuda agraria. El profesor Siddik Rabiyath, de la Universidad de Kerala, me dice que los pescadores tienen una mayor carga de deuda que los agricultores, pero que no se suicidan. Sugiere que esto podría deberse a la esperanza de que la captura del día siguiente los rescatará de la deuda. También se debe a la atmósfera general de esperanza en Kerala.
El año pasado, cuando este Estado de 35 millones de personas se sumergió bajo el agua en una inundación, los pescadores tomaron sus botes y se convirtieron en la primera línea de los rescatistas. No hicieron este trabajo por dinero o por fama. Lo hicieron por la tradición de solidaridad social en el Estado y por la cultura de la acción pública aquí implantada.
La huelga
Las líneas de ferrocarril que salen de Thiruvananthapuram no funcionan. Los huelguistas se sientan en las vías. Han bloqueado los trenes. También los huelguistas en Assam, en el otro extremo de la India han bloqueado las líneas ferroviarias. La carretera nacional 16 en Bhubaneswar, Odisha, está cortada. Los coches y las motocicletas no pueden moverse. Las escuelas y las universidades están en silencio. Los sindicatos patrullan las áreas industriales fuera de Delhi y fuera de Chennai. Los autobuses públicos en Mumbai permanecen en sus estacionamientos.
El gobierno del primer ministro Narendra Modi ha guardado silencio. Hay elecciones a finales de este año. La temperatura política en la India no favorece a Modi. Pero ésa no es la razón de su silencio. Él ha convertido en costumbre ignorar la acción pública, estar por encima de todo, hacer como que no está sucediendo nada. Si la nueva ley sindical entra en vigor, la India abandonará cualquier compromiso con la democracia en el lugar de trabajo. Es parte de la lenta erosión de la democracia en el país, una deriva hacia la dictadura de la jerarquía y la dominación. Los trabajadores no quieren eso. Están en las calles. Tienen otros planes para su futuro.
08/01/2019
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