Cataluña
y nuestro particular “estado de derecho”
(II)
Antonio
Maira/ Analista político en medios informativos/
capitán de fragata de la Armada.
16-12-2017
“Si te conoces a ti
mismo y conoces a tu enemigo, no necesitas
temer
el resultado de un centenar de batallas.
Si
te conoces a ti mismo pero no conoces a tu enemigo,
por
cada victoria que ganes sufrirás también una derrota.
Si
no te conoces ni a ti mismo ni a tu enemigo,
sucumbirás
en cada batalla.”
Sun
Tzu, el arte de la guerra
En mi
artículo anterior sobre las crisis en todo el estado español y en Cataluña, derivadas del procés y de su
influencia en el resto el país, quedaron algunas cuestiones por analizar en lo
que se refiere a los escenarios, económico político, mediático, histórico; y
también, fundamentalmente al más confidencial y encubierto de todos, el
escenario internacional.
Voy
a ocuparme hoy, parcialmente, del escenario mediático con algunas referencias
ejemplares al escenario histórico. De los demás me ocuparé en próximos
artículos. Quedará para próximas entregas el análisis restante del escenario
mediático, el análisis del escenario económico y político. Estos últimos son
instrumentos fundamentales para el desarrollo de la estrategia del gobierno y
de sus aliados: los del marco bipartidista PP y PSOE (y de sus sucursales
catalanas), más los emergentes: Ciudadanos, Podemos y las alianzas de este
último, sobre todo en Barcelona; y para la implicación de un factor esencial:
las grandes empresas españolas, catalanas o multinacionales.
En
general se trata nada menos que de las primeras fases de una guerra que se
desarrolla en un marco más grande, el estatal, el europeo y también el
internacional. Es el marco de la “guerra mundo” en la que los EEUU, Europa, el
estado español y la propia Cataluña analizan sus posiciones, los riesgos y los
empeños.
No
se trata de ninguna broma ni aspaviento el grito de alarma de la candidata de
Esquerra, señora Rovira, cuando se ha referido a las advertencias indirectas
pero muy precisas, con intermediarios poco locuaces pero sin cara de broma, del
Gobierno central al Govern sobre la “necesidad” y posibilidad
de poner muertos “sobre la mesa” para estabilizar de una vez Cataluña.
De
momento eso ha sido una sugerencia para mantener en límites viables al estado
catalán, y una amenaza de aplicar con toda brutalidad presente, y alguna más si
hace falta, la ocupación policial de Cataluña, la vigencia del artículo 155 y
la posible intervención militar -si es necesaria-, tal como ha advertido
claramente la ministra Cospedal y han confirmado algunos hechos que han tenido
lugar en estos últimos días.
Cuando
el “estado de derecho”, con referencia exclusiva a la Constitución vigente, a
los mecanismos para cambiarla y a los caminos y base electoral sobre los que se
realiza un referéndum, no sirven para solucionar democráticamente un problema
de la magnitud que plantea Cataluña, se inventa rápidamente otro “estado de
derecho”. De él forman parte, como núcleos centrales, el artículo 155 y la
imposibilidad absoluta de articular un referéndum que “consagre”, a “nivel
estatal”, la independencia de Cataluñai.
La
base persuasiva de todo eso ha sido -además de la ocultación de la
imposibilidad real de abrir un período constituyente, es que tal proceso
constituyente es absolutamente necesario para terminar con un estado corrupto
cuyas raíces, ejemplo y estímulo primario han surgido de la primera
magistratura del estado: la Monarquía borbónica, y sus evidentes secuaces en el
régimen parlamentario bipartidista.
Sobre
esta imposibilidad se ha montado el “A por ellos” policial, y las
amenazas de la intervención militar que ha salido de la boca de una corrupta
con medallas, la ministra Cospedal, e incluso de algunas exhibiciones militares
que este año se han trasladado de la playa de Cádiz y del Puerto de Santa María
a Zaragozaii.
Todas implican la presencia militar enormemente ruidosa en centros de
población. La utilización de simuladores de combate por civiles es un hecho
repetido. Con seguridad lo es también la presencia, a voz en grito, de los
enemigos sugeridos por el espíritu del ¡A por ellos! A juzgar por las imágenes
que hemos visto en las redes sociales deben ser elementos fascistizados que
cuentan con el beneplácito de la ministra de defensa y de algunos mandos
militares. En Cataluña se han visto grupos fascistas que se han movido en
perfecto sincronismo con las manifestaciones de apoyo al Gobierno.
El
Artículo 155 de la Constitución es perfecto para crear un ambiente de
pre-guerra civil en Cataluña: se trata de una norma abierta que lo permite
todo, incluidas medidas como el cierre del Parlamento, el nombramiento de una
especie de virreina, la vicepresidenta Soraya Sanz de Santa María -a las
órdenes del Presidente del Gobierno estatal y Presidente, a su vez, de
Cataluña.
Este
último tiene poderes plenarios para todo, incluso para nombrar Delegados del
Gobierno Central en sustitución de los Consejeros catalanes, para ordenar la
intervención del fiscal del estado, ordenar el procesamiento de consejeros,
funcionarios de alto nivel, alcaldes insurrectos, líderes sociales y otra gente
fotografiada tras el desmadre represivo del 1 de octubre. Además de ello, el
poder estatal, tiene la facultad soberana de declarar la inconstitucionalidad
de las leyes catalanas, fijar los delitos aplicables, encarcelar a los cargos
electos de Cataluña y para convocar elecciones cuando lo considere más
conveniente. Elecciones realizadas en un virtual estado de sitio que ha dejado
al margen a los dirigentes políticos y sociales de Cataluña.
Además,
un día sí y otro también, se lanza una amenaza, seguida de un desmentido o
situada en el saco sin fondo y sin medida del “acaloramiento electoral”, para
aterrorizar a la gente y colocarla entre la espada de la represión del artículo
155 y la pared que anuncia a voz en grito todos los desastres posibles.
Los
intereses estratégicos
El
caso es servir a los intereses estratégicos (el mantenimiento de un estado
transicional, corrupto, autoritario, monárquico, pseudoparlamentario, de
democracia para pocos, no participativo, de creciente y desvergonzada
desigualdad, dependiente de poderes exteriores y en deriva rápida hacia el
fascismo) y utilizar para ello y en cada momento una táctica adecuada.
Empecemos
por el escenario mediático, uno de los campos de batalla previos a la guerra
propiamente dicha. Digamos antes que todos ellos son enormemente flexibles,
superpuestos y, en ocasiones, intercambiables. La primacía puede corresponder a
uno o a un grupo de ellos e inmediatamente cambiar a otro o a otros.
En
Cataluña, por ejemplo, todos los periodistas “a pie de obra”, los dirigentes de
tertulias informativas, o los grandes entrevistadores, trabajan para grandes
cadenas de medios de comunicación (televisivos, radiales y escritos, incluyendo
grandes agencias informativas) que nunca explican, más que como instrumento
publicitario, quiénes son sus dueños y la procedencia de sus guiones
informativos, de sus imágenes, de sus vídeos y, sobre todo, de lo que dejan
fuera de sus programas y de las razones y controles que lo justifican.
Jamás
explican cómo funcionan sus cadenas, cuáles son las matrices políticas que
deben inculcar, cuáles los líderes políticos a los que deben ridiculizar o
promocionar, o porqué deben destacar el “papel mediador” de la Corona (aunque
la evidencia demuestre todo lo contrario).
John
Reed y Falsimedia
Vamos
a empezar por dar un notable rodeo histórico para explicar, con la máxima
modestia por mi parte (no soy periodista aunque llevo 17 años de práctica
trabajando como tal en los medios alternativos, no soy analista político pero
soy licenciado en ciencias políticas, económicas y sociales desde el año 1975,
no soy militar pero sí capitán de fragata de la Armada - literalmente empujado
fuera de las FFAA por haber pertenecido a la Unión Militar Democrática. De modo
que me siento capaz de explicar a los profesionales de la información lo que es
un buen periodista y, sobre todo, las condiciones que tiene que tener (como
dicen ellos mismos) un buen relato.
En
una de sus mejores obras “Diez días que conmovieron al mundo”iii John
Reed, periodista norteamericano y comunista, que estaba presente en Petrogrado
durante la Revolución de Octubre es minuciosamente objetivo al relatar los
sucesos, tras la observación directa de los que ocurrieron en diez días
terribles y gloriosos.
Reed
que ya había sido corresponsal de guerra en la Revolución mejicana y en la
Primera Guerra Mundial incluía, además de los sucesos vividos en primera línea,
todas las entrevistas, proclamas y documentos emitidos por los personajes que
luchan, por los organismos revolucionarios y del Gobierno Provisional.
Lo
característico –y lo ejemplar de Reed es que además de relatar con fidelidad (reconocida
por sus amigos y sus enemigos), todo lo que ve; no oculta su simpatía por los
obreros, campesinos y soldados que se han constituido en soviets.
Al
fin y al cabo son los pobrísimos, los hambrientos de aquella guerra descomunal,
contra los riquísimos, los que hacían ostentación continua de su riqueza, de su
poder y de su desprecio.
Los
periodistas de ahora –tanto los jóvenes y veteranos cronistas a “pie de calle”,
como los “coordinadores de mesas informativas”, y los periodistas sacralizados
por los medios como grandes prototipos de la profesión, olvidan que ellos son
intermediarios de la información, meros reguladores del proceso informativo y
no los personajes de primera línea. Se sienten como dioses.
Sin
embargo, algunos realizan su tarea olvidando los hechos fundamentales o
enterrándolos bajo un caudal informativo saturado. Otros reproducen
interpretaciones sesgadas de hechos verificables; los más, se preguntan y se
responden a sí mismos, es decir, actúan como “creadores de opinión” al servicio
de las grandes empresas y agencias de información.
Los
entrevistados, que consiguen cansarnos hasta el agotamiento (siempre son los
mismos en circunstancias habituales y casi los mismos en momentos de
aceleración informativa y de urgencia mediática), se presentan a sí mismos
como independientes sin indicar sus simpatías políticas que
tiene que adivinar el espectador o el radio escucha. En la mejor de las
situaciones un pequeño letrero nos indica, por breves momentos, el medio o el
partido al que pertenecen.
Si
se trata de organizaciones como PDeCAT, Esquerra, y sobre todo las CUT, los
representantes y sus opiniones han sido previamente demonizados por los
tertulianos “independientes” y por los periodistas que siguen el guion
establecido.
Los
periodistas de hoy deberían tener el libro “Diez días que estremecieron al
mundo” como “libro de estilo” y mantenerlo como lectura diaria debajo de la
almohada.
Cataluña
En
el caso de Cataluña todos los equipos informativos trabajan en cadena, con
datos de audiencia e informaciones basadas en encuestas sobre el análisis del
impacto sobre el público. Toda la maquinaria desinformativa, -con distribución
variable de papeles, (salvo el invariable de los medios que siempre ejercen el
papel de extrema derecha), funciona sobre unos modelos detallados y plenamente
constituidos. Son como moldes en los que los hechos y su significado se van
adaptando, casi automáticamente, al resultado estratégicamente definido.
Es
como una máquina de desinformación que utiliza componentes alternativos y
variables que, al mismo tiempo, es muy minuciosa para convertir literalmente la
información en una auténtica máquina de guerra.
La
naturaleza de la guerra
El
Gobierno y los partidos del “arco constitucional” mueven los primeros hilos y
los grandes poderes del estado tratan de mantener la revuelta catalana bajo
control.
Los
medios organizan una verdadera guerra, que se va a realizar en varios
escenarios y con distintos instrumentos, incluidos los emocionalesiv y
psicológicos, para alistar los poderes legales, los judiciales, los
eminentemente represivos, incluida la apertura de puertas a los grupos
fascistas. Sobre estos moldes informativos hablaré en un artículo posterior.
ii https://www.elconfidencial.com/espana/2017-12-13/independencia-cataluna-civiles-tanque-amenaza-puigdemont_1491804/
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