“EL CATOLICISMO
HA MUERTO Y ES SU
FANTASMA EL QUE HABITA EN LA IZQUIERDA”
Emmanuel Todd
Sociología
Crítica
07.06.2015
Emmanuel Todd, la semana pasada en su casa de París. /
ERIC HADJ
Su último ensayo,¿Quién
es Charlie? Sociología de una crisis religiosa, publicado en Francia a
principios de mayo, ha dividido a la sociedad francesa en una viva polémica.
Emmanuel Todd (Saint-Germain-en-Laye, Francia, 1951) identifica el movimiento
oficial y burgués que marchó bajo el lema “Je suis Charlie” con la Francia
oficial, dominada por lo que él bautizó hace tiempo como el “catolicismo
zombi” del que François Hollande es el máximo exponente: socialista,
hijo de familia católica descristianizada recientemente y de modelo troncal
(tradición del heredero único) y, por tanto, no igualitaria y autoritaria.
Francia y Europa, que glorificaron la moneda única, viven una crisis religiosa,
asegura Todd, cuyas conclusiones desatan pasiones: el laicismo radical es la
nueva amenaza a la libertad de creencia, y el sistema político galo de hoy se
parece demasiado al Gobierno de Vichy, títere de Berlín. Desde que Todd predijo
en 1976 la descomposición de la Unión Soviética, sus obras rara vez han dejado
indiferente. ¿Quién es Charlie? ha desencadenado la tormenta.
PREGUNTA. Un
conocido le dijo que después de publicar este libro se quedaría sin amigos. ¿Ha
sido así?
RESPUESTA. No.
Ha sido justamente lo contrario. Una parte de la prensa me insulta
gratuitamente, pero otra me ha tratado muy bien. Honestamente, la lista de los
que me han atacado es maravillosa porque la forman aquellos a los que nunca he
tomado en serio. En cuanto a los correos electrónicos que he recibido, solo el
3% dicen estar en desacuerdo. El debate ha sido acalorado, es verdad, pero
porque los franceses somos apasionados y excesivos, pero mi caso ha demostrado
que nuestra cultura liberal está muy viva.
P. Es
sorprendente que incluso el primer ministro, Manuel Valls, haya publicado un
artículo para rebatirle; bien es verdad que usted no se ha ahorrado opiniones
duras, como la de que el Partido Socialista es “objetivamente xenófobo”.
R. Yo no
entiendo por qué Valls hace publicidad a mi libro porque quien lo lea, si es de
izquierdas, no volverá a votar al socialismo en su vida. Mi análisis del PS es
cruel, pero permite explicar muchas cosas, como, por ejemplo, por qué Francia
mantiene una política económica tan dura. El PS tiene la huella del catolicismo
zombi. El catolicismo ha muerto y es su fantasma el que habita en la izquierda.
Eso es lo que molesta. Porque es verdad.
P. El
desencuentro es enorme. Mientras Valls asegura que la caricatura, como la de
Mahoma, ha jugado siempre un papel esencial en la construcción de la opinión
pública, usted dice que es una incitación al odio religioso.
R. El corazón del
proceso liberal-democrático es la alfabetización; no la caricatura. Es una idea
loca creer que, por su propia naturaleza, la caricatura está bien
ideológicamente. Las caricaturas antisemitas en Alemania precedieron al
nazismo. En la Francia posterior a 1968 fue muy importante el cómic, no la
caricatura, y ahí se inscribía Charlie Hebdo. El nuevo Charlie no está en la
tradición cultural francesa y es islamófobo, cosa que defiendo desde antes de
los atentados. El derecho a caricaturizar y a blasfemar es sagrado, pero
también debe existir el derecho a decir que no vale para nada. Me acusan de
complicidad con el terrorismo por decir esto.
P. La defensa
de Charlie como sinónimo de la libertad y de la República Francesa está, sin
embargo, muy extendida.
R. Mire, estoy
muy contento de poder hablar con la prensa italiana y española para poder
desvelar a nuestros socios del Sur el misterio de la Francia de hoy [se ríe]:
por qué Francia apoya a Alemania para que tenga a Europa bajo su bota. Porque
Alemania nunca hubiera podido imponer su política de austeridad sin el acuerdo
francés. Lo que dice mi libro es que hay dos Francias. Una es la Francia
liberal e igualitaria (dos tercios del país). Está en el corazón de la cuenca
de París, con estructura familiar liberal e igualitaria y que (ya sé que es
sorprendente) se asemeja mucho a Andalucía y la nueva Castilla, donde está el
corazón liberal y un poco anarquista de España. Tolerante y descristianizada. Y
esa es la Francia de la Revolución y el laicismo. Pero hay otra Francia, la
periférica (al oeste de los Pirineos, el sur y el este de la región central, el
Ródano, Lorena, Alsacia…). Ahí la estructura familiar es troncal, al igual que
todo el arco del norte de España entre Cataluña y Galicia. En esta otra
Francia, católica hasta hace 50 años, antirrevolucionaria, monárquica,
antisemita y vichista. Ahora domina esta última germanófila, autoritaria y
amante del euro y la austeridad. Lo que yo pretendo es denunciar esa estafa.
P. Me parece
que en el Sur estamos más inquietos a ese respecto con el Frente Nacional que
no con la izquierda francesa.
R. El FN no es
una amenaza para ustedes. Es horrible, sí. Pero la cuestión es que la inversión
es completa. Nuestra situación es como si el FN dominara Andalucía o que el
PSOE fuera fuerte en Castilla y León, base histórica del franquismo.
P. ¿Es la
laicidad la nueva religión de Europa?
R. Creo que
tanta reivindicación de la laicidad demuestra que atravesamos una crisis
metafísica, religiosa. La reacción a los atentados de enero fue inmensa, lo que
sobrerrepresentó el fenómeno terrorista. Pero el problema no es el islam, sino
la crisis terminal del catolicismo. Francia vive en la ilusión de que es
racional y moderna, que progresa en libertad y valores positivos (emancipación
de la mujer, matrimonio homosexual…), pero detrás de toda esa satisfacción hay
una angustia subterránea porque por primera vez la humanidad vive sin ninguna
creencia metafísica.
P. ¿Acaso la
religión es una necesidad intrínseca del ser humano?
R. La gente no
puede vivir sin una creencia colectiva. El individuo es otra cosa. El
neoliberalismo es para mí una concepción religiosa sobre el mercado absoluto.
El fracaso económico, el fracaso del mercado y del euro ha producido una crisis
metafísica. Hemos elegido el islam como objetivo de todos nuestros males. Eso
nos permite comprender esa movilización increíble, de fe colectiva…
P. En su libro
critica duramente el “laicismo radical”.
R. El laicismo
radical no es laicidad. Cuando yo era niño, en la escuela laica había capellanes
católicos y los viernes se comía pescado aunque nadie supiera por qué. Era una
escuela relajada respecto al hecho religioso. Porque la laicidad no es una
creencia negativa. Es más bien indiferencia. La situación es hoy muy distinta y
acusamos constantemente a los militantes del islam.
P. ¿Cuál es el
corazón de Europa?
R. Es Alemania.
No hace falta ser antropólogo para saberlo. Alemania en su estructura
fundamental familiar es troncal y un tercio es católico, así que un tercio es
católica zombi [recientemente descristianizado]. Esa parte es la que
instintivamente defiende la austeridad, la autoridad y la disciplina. Yo diría
que el catolicismo zombi es el fundamento ideológico de la eurozona.
P. Su idea de
Europa es bien distinta al ideal europeo tradicional.
R. En toda
sociedad occidental hay un Charlie durmiente que puede despertar en cualquier
momento. La eurozona está paralizada. Vive una mezcla de crisis económica y
religiosa porque el euro es el nuevo dios. En el vacío de creencias hay que
inscribir también los movimientos secesionistas de Escocia y Cataluña. Es el
intento de reconstruir la identidad en esa nación periférica. Hubo un sueño
europeo, pero en 2015 tenemos ya la certeza absoluta de que el euro es un
fracaso monstruoso, aunque sigue siendo, todavía, una religión. Continuamos
haciendo sacrificios. Es una crisis religiosa en la crisis religiosa, y es en
ese contexto en el que todas las clases medias francesas, cuatro millones, se
movilizan [las manifestaciones en Francia reunieron a cuatro millones de
personas el 11 de enero contra los atentados]. Es la angustia. Y lo peligroso
es que esa gente hipermovilizada no está preparada todavía para abandonar el
euro. Hay una gran obstinación en mantener esa religión monetaria y hay una
gran islamofobia en esas clases medias movilizadas.
P. Tanto el
islam como el judaísmo son religiones minoritarias con escaso poder en nuestras
sociedades. ¿Dónde está la razón profunda de la islamofobia y el antisemitismo?
R. La posguerra
europea, como la transición española, nos hicieron perder la noción de la
historia. Estamos viviendo la continuidad. Mire, a mí me trastornó
especialmente la matanza en el supermercado judío, el Hyper Cacher. Resistí la
tentación tras las matanzas antisemitas anteriores. Esta es la primera vez que
escribo un libro en tanto que judío. Porque es verdad que hay antisemitismo en
los barrios y, sobre todo, en los medios islamistas, pero soy historiador y sé
que el único continente que ha masacrado a los judíos es Europa. Jamás ha
habido algo parecido en el mundo árabe. En mi libro trato de demostrar esa
interacción perversa entre la islamofobia y el antisemitismo. Más islamofobia
traerá más antisemitismo. Es una trampa de la neo-República, en la que los
débiles luchan unos contra otros. El catolicismo zombi en el poder desciende de
los antisemitas.
P. Sobre ello
debo decir que ha sido llamativo observar cómo el ataque a Charlie ha dejado
siempre en segundo plano ese crimen antisemita del Hyper Cacher.
R. Levantar
solo el estandarte de Charlie es lo que yo llamo el pecado original de Charlie.
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