UNA SOCIEDAD EN BUSCA DE REFERENTES
Ignacio Urquizu
Sociología Crítica
10.03.2015
Podemos
es fruto del desencanto, Ciudadanos es la búsqueda de alternativas técnicas
[ Fuente: El país. 7 de marzo, 2015 ]El
último clima social de Metroscopia nos muestra una fragmentación partidista
desconocida en nuestra democracia: nunca cuatro partidos de ámbito nacional se
habían situado a tan poca distancia entre ellos. De hecho, los porcentajes
están tan cercanos, que podríamos hablar de un empate técnico. Este escenario
sólo podemos comprenderlo si entendemos qué está pasando en nuestra sociedad en
los últimos años. Fruto de las múltiples crisis por las que pasa nuestro país,
la ciudadanía se ha mostrado desconcertada y perdida. En esta situación, los
partidos tradicionales han mostrado cierta incapacidad puesto que no han
logrado empatizar con el estado de ánimo de los españoles. Y fruto de este
desconcierto, en la ciudadanía se han instalado dos deseos.
Por
un lado, desde hace bastante tiempo hay instaurada una fuerte pulsión de
cambio. La magnitud de la crisis económica y sus consecuencias sociales y
políticas parecen haber configurado en el imaginario colectivo el fin de una
etapa que daría paso a nuevos actores. Estos sentimientos están siendo
canalizados en los últimos meses a través de Podemos y Ciudadanos. Son dos
formaciones que responden a motivaciones totalmente distintas. Mientras que el
partido de Pablo Iglesias es fruto del desencanto, la formación de Albert
Rivera está mucho más relacionada con la búsqueda de alternativas técnicas.
Pero a ambos les une una conexión con el deseo ciudadano de cambio.
Por
otro lado, estamos ante una ciudadanía en busca de referentes. Todos los datos
sociológicos de esta legislatura han revelado una gran orfandad política en
nuestra sociedad. Pero no sólo respecto a los partidos, sino que en muchos
ámbitos cuesta encontrar en estos momentos referentes con algo de credibilidad.
Y ante estas ausencias, la ciudadanía parece estar escuchando con atención a
los nuevos.
Sólo
si entendemos estas dos motivaciones ciudadanas podemos situar en un contexto
mucho más amplio el famoso debate entre élites y ciudadanos (o los de abajo
frente a los de arriba). Una interpretación excesivamente simplista sería
pensar que el resultado de este conflicto social es una democracia asamblearia,
sin dirigentes ni partidos. Pero los datos de opinión pública no dicen eso. En
una reciente encuesta elaborada por Metroscopia observamos que el 75% de los
españoles consideran necesarias a las formaciones políticas y casi el 70% cree
que sin partidos no es posible la democracia. Lo que les produce una profunda
desafección es su funcionamiento: el 70% dice estar poco o nada satisfecho. Y
si echamos la vista atrás, ya en 2012 el 65% de los españoles consideraba que
otros líderes deberían ponerse al frente de los principales partidos.
En
definitiva, la enorme fragmentación política que empieza a visualizarse en
nuestro país tiene mucho que ver con los deseos de cambio que hay en una
sociedad carente de referentes sólidos. La única duda que queda en el aire es
si esta división electoral se trasladará al Parlamento. Nuestro sistema
electoral ha generado un fuerte bipartidismo en el 60% de los distritos
electorales, los cuales reparten casi el 40% de los escaños. Por ello la
implantación territorial de los distintos partidos será fundamental a la hora
de transformar los deseos de los españoles en diputados.
Ignacio
Urquizu es profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y
coordinador del seminario de análisis político de Metroscopia.
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