GOLPE DE
ESTADO Y LUCHA DE CLASES EN UCRANIA. CRISIS EN UCRANIA Y SUS RAÍCES PROFUNDAS
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Guennadi
Ziuganov
Presidente del CC del PCFR
Sociología
Crítica
14.09.2014
Hoy, a lo largo y ancho de las Repúblicas
Populares de Lugansk y Donetsk arden las llamas de guerra. Por primera vez
desde la liberación de Ucrania de los fascistas hace 70 años las ciudades y
poblados pacíficos son blanco de bombardeos de artillería y aviación. El saldo
de muertos y heridos se calcula en miles, los refugiados, en decenas de miles.
Se arrasan barrios residenciales, jardines de infancia y escuelas, policlínicos
y hospitales, instalaciones de suministro de energía y agua. Están cercadas
varias ciudades con centenares de miles de habitantes.
El poder de los seguidores de Bandera, sus
protectores en Occidente y adeptos en el campamento liberal ruso está
silenciando abiertamente los crímenes de guerra cometidos en Nueva Rusia.
Puesto que la destrucción de las ciudades y poblados es una violación flagrante
de las normas y las costumbres de guerra. Las convenciones de Ginebra de 1949
prohíben directamente el uso de la artillería y la aviación de combate contra los
poblados habitados. Entretanto, la Junta que usurpó el poder en Kiev como
resultado del golpe de estado lleva a cabo una estrategia vil y cobarde. Sus
unidades punitivas pierden constantemente en un enfrentamiento abierto con los
destacamentos de autodefensa de Nueva Rusia.
Las tropas y los ejércitos privados de los
oligarcas están aniquilando conscientemente a la población civil. Es una
limpieza étnica. La población rusohablante es echada de su patria histórica. Es
un grave crimen de lesa humanidad.
Raíces históricas de los acontecimientos
La atención en Rusia hacia los
acontecimientos en Ucrania y el dolor que experimentamos por la guerra de allí
son legítimos. Ucrania no solamente es una parte del mundo eslavo. La tierra de
Ucrania y su pueblo es una parte inalienable de la conciencia y la historia
eslavas. La explicación radica en una profunda relación espiritual y cultural
entre nuestros pueblos y su unión histórica inseparable. Cuando se trata de
meter cizaña entre nuestros pueblos en intereses del Occidente se corta a lo
vivo, se abre una profunda herida a la sociedad rusa y todos los ciudadanos de
Ucrania. Pues solamente en unión con Rusia Ucrania puede alcanzar las alturas
de prosperidad que muchos en Ucrania solamente ven en la alianza con Europa. La
alianza que siempre trae desgracias.
Así fue siempre. En los siglos XII—XIV,
cuando la llamada Rusia Roja que se extendía en torno a Lvov fue desgarrada en
pedazos por sus vecinos occidentales. Y así fue en los siglos XVI—XVII, cuando
la Polonia de la nobleza intentó erradicar en las tierras ucranianas con espada
y fuego el mismo espíritu de la libertad y religión ortodoxa, la memoria de la
gran unidad panrusa. Y en el siglo XVIII, cuando un puñado de traidores se
reunieron en torno a Mazepa (a quién Pedro I quería en serio imponer la
pesadísima “medalla de Judas”, medalla del traidor). También a principios del
siglo XX, cuando los “autónomos” locales apostaron por las bayonetas alemanas.
Todo ello convertía a Ucrania en la arena de sangrientas batallas. Sólo la
salvaba la ayuda de Rusia.
Ahora también los temibles acontecimientos
actuales confirman la idea de V. Lenin de que solamente con la unión de los
proletarios de toda Rusia y Ucrania es posible una Ucrania libre, sin esa unión
es inconcebible. Vale recordar aquí que todas las empresas grandes de altas
tecnologías de Ucrania, no solamente en las provincias de Donetsk y Lugansk,
sino también en las provincias de Járkov, Dniepropetrovsk y Zaporozhie y otras,
se construyeron en la URSS con cargo al presupuesto nacional, aportando Rusia,
los ciudadanos rusos, el 70 % de los gastos.
Así que, la unión fraternal en la época de
las duras pruebas es nuestra causa y deber común.
Parece que la guerra civil en Ucrania
estalló repentinamente. Apenas hace seis meses, era uno de numerosos Estados
que afrontaba problemas económicos y sociales difíciles pero que mantenía la
estabilidad política. El descontento de la población iba acumulándose. No había
nada que presagiara convulsiones duras. Pero sería incorrecto considerar que la
explosión social se produjo súbitamente como un trueno inesperado.
Es de reconocer que los dirigentes rusos
respondieron de la forma muy adecuada frente a la amenaza al recuperar la
península de Crimea para Rusia en vísperas del 70 aniversario de su liberación
de los fascistas y al prevenir realmente el estallido de una gran guerra.
Para entender mejor las raíces de la
tragedia de Ucrania es preciso ver las raíces históricas en su desarrollo,
entender los mecanismos del surgimiento de la crisis muy profunda en el hermano
país. Es necesario ver tanto las manifestaciones sangrientas externas de la
guerra fratricida en Ucrania como las premisas históricas, económicas,
clasistas, culturales, étnicas, religiosas y otras de esos acontecimientos. Solamente
un análisis integral permitiría determinar correctamente las fuerzas motrices
de la crisis en Ucrania, prever el desarrollo de los acontecimientos, elaborar
la estrategia y la táctica de resolución de ese conflicto durísimo.
Para nosotros, los comunistas, lo
acontecimientos en la hermana república no sólo tienen un interés teórico. No
somos politólogos impasibles que observan el curso de acontecimientos. Nuestro
deber es sacar lecciones de la agudísima lucha social en la que está sumido
nuestro vecino. Es por ello que es necesario analizar los acontecimientos en
Ucrania teniendo presente que algo semejante puede repetirse en una u otra
forma también en Rusia.
Es lógico que nuestra atención y simpatías
se dirigen en primer lugar a la lucha de la naciente Nueva Rusia. Pero no menos
importante es entender los orígenes y las fuerzas motrices del oponente: el
neofascismo renacido. Para ello se debe analizar el nacimiento y la formación
del movimiento de Bandera como nacionalismo étnico ucraniano extremista. Hay
que entender el fundamento ideológico de ese movimiento, cuyo nacionalismo
junto con la rusofobia se alimentan hoy en Ucrania.
Orígenes del nacionalismo radical
Es cuestión de principios entender que
exceptuando el período soviético Ucrania nunca tenía su propia estatalidad y la
historia común para todo el pueblo ucraniano. A lo largo de los siglos, cuando
se formaban las potencias europeas, Ucrania nunca fue Estado independiente y
nunca fue un todo único formando parte de otros Estados. El territorio actual
de Ucrania estaba dividido y repartido entre potencias europeas. A mediados del
siglo XVII, como resultado de la unión voluntaria con Rusia su parte oriental
se vio bajo la tutela de Rusia y así empezó la historia de la Rusia Pequeña y
los territorios del occidente de Ucrania quedaron bajo el dominio de Polonia,
y, luego, Austro-Hungría.
La política de Polonia respecto a la
población ucraniana era muy cruel, incluso sadista. Los ucranianos occidentales
dentro del Estado polaco eran considerados personas de calidad inferior. Es la
causa clave de que precisamente en Ucrania Occidental se formó el nacionalismo
ucraniano radical parecido parcialmente a las ideas de la exclusividad racial
proclamadas en el Tercer Reich.
Los partidarios de Bandera no solamente
formaron parte de la coalición táctica con los ocupantes fascistas sino que
participaron muy activamente en operaciones punitivas incluyendo contra la
población ucraniana autóctona. La misma táctica la continuaron ellos en
clandestinidad en Ucrania Occidental terminada la guerra. En la lucha contra el
movimiento de Bandera que continuó hasta mediados de los años 1950 cayeron más
de 25 mil militares soviéticos y oficiales de seguridad estatal y más de 30 mil
ciudadanos pacíficos ucranianos. También costó caro a los militantes de
Bandera, más de 60 mil muertos.
La política de Bandera no se convirtió en
la idea nacional-liberadora sino en una secta totalitaria de fanáticos dementes
que asesinaban en primer lugar a los ucranianos. Las manifestaciones de semejante
secta totalitaria son propias también de la Iglesia Unitaria Ucraniana
occidental que pertenece al ramo católico. Es precisamente a ella que
pertenecían los partidarios de Bandera que no querían tomar en consideración
que la inmensa mayoría de los habitantes ucranianos profesaban la religión
ortodoxa. La ideología de los adeptos de la Iglesia Unitaria en realidad está
muy poco relacionada con el catolicismo. Es más pronto una forma sectaria
extremista del protestantismo mezclada con el baptismo. No son casuales los
vínculos de las figuras clave de la cúpula dirigente de Kiev con los sectarios:
el baptista Turchinov, y Yatseniuk que tiene amistades con cientólogos.
Toda victoria del nacionalismo extremista
zoológico es resultado de una profunda crisis del poder cuya enemistad percibe
cada vez más la sociedad y reacciona de una manera radical ante las
manifestaciones monstruosas. Y el único modo para ese poder de conservarse es
la alianza con la ideología del nacionalismo radical gracias a la cual la cúpula
anterior mantiene sus posiciones aparentemente bajo banderas nuevas.
La nueva “elite” con raíces en la anterior
usa las armas de Bandera así como a sus partidarios como carne de cañón para
embaucar una vez más a millones de personas al realizar un enroque de clanes
dentro del poder. Como resultado, la oligarquía no sólo mantuvo sino también
consolidó sus posiciones. La misma política económica, incluso más dura, la van
a llevar a cabo bajo las banderas de Bandera. Y será bajo una rigurosa tutela
del Occidente, o sea en la misma “alianza con el diablo” contra Moscú que
significa para Ucrania la agudización, no la resolución de problemas.
Un análisis científico imparcial nos lleva
a la conclusión que rehúyen de todos modos tanto los políticos occidentales como
los actuales “reyezuelos” de Kiev que afanan cortar los lazos multiseculares
con Rusia. La conclusión es que el pueblo de Ucrania Oriental y Central está
relacionado mucho más con Rusia que con Ucrania occidental. Los intentos de
hacer que Ucrania se ponga en la vía antirusa se dirigen no sólo contra Rusia
sino también contra la mayor parte del pueblo ucraniano. Representan por si una
acción antiucraniana, antinacional bajo el ropaje de la demagogia nacionalista.
Desde el punto de vista objetivo es así,
aunque no todos los habitantes de las regiones occidentales y centrales de
Ucrania lo entienden cabalmente. La historia del movimiento de Bandera ya ha
puesto al descubierto esa paradoja trágica que se repite hoy en día por la
cúpula de los nuevos dirigentes de Bandera que arribaron al poder. Como si
defendiendo los intereses de todo el pueblo ucranio esos políticos pisotean los
intereses de su inmensa mayoría que no pueden ser realizados fuera de los
vínculos estrechos con Rusia. Es ello lo que no querían entender el mismo
Bandera y sus correligionarios. Tampoco quiere prestarlo atención la elite
actual de Ucrania que se guía por la mano de Washington.
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