GOLPE DE
ESTADO Y LUCHA DE CLASES EN UCRANIA. CRISIS EN UCRANIA Y SUS RAÍCES PROFUNDAS
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Guennadi
Ziuganov
Presidente del CC del PCFR
Socilogía
Crítica
14.09.2014
Movimiento de Bandera como expresión extremista
de la rusofobia
La opción de los radicales nacionalistas
ucranianos a favor de la lucha contra la “ocupación soviética” no era su error
o una maniobra táctica provisional. Era inevitable y lógica y lo sigue siendo
para el nacionalismo ucraniano moderno. Es la única opción posible en beneficio
de la alianza antirusa contra cualquier adversario más temible de Ucrania. Sin
esa alianza antinatural ninguna “autonomía” de Ucrania separada de Rusia es
imposible simplemente dicho.
Es cierto que en las acciones de las
autoridades en los territorios de Ucrania que formaron parte antes del Imperio
Ruso hubo deformaciones políticas y culturales. Pero desde el inicio, la
afinidad lingüística y cultural de nuestros pueblos, la semejanza de su modo de
pensar, tradiciones y costumbres mitigaban la agudeza de ese problema.
Caracterizar aquel periodo de la historia como ocupación de Ucrania es
imposible. Tales características es una especulación analfabeta y vil. Es justo
hablar de siglos de la historia común de Rusia y Ucrania Oriental y Central y
de que como resultado de nuestra unión se formó la única nación política.
Pero el odio hacia los opresores de aquel
entonces el movimiento de Bandera lo trasladó también al Poder soviético
después de su consolidación en Ucrania Occidental. No querían entender que los
principios del poder soviético nada tenían que ver con el orden colonial que
implantaban los amos de Polonia. Tampoco querían entender que precisamente
dentro del Estado soviético Ucrania Occidental y Central obtuvieron de hecho
una mayor independencia que en los tiempos del Imperio Ruso y la instauración
del poder soviético en la parte occidental de Ucrania no era colonización sino
liberación de ella.
¿Pero por qué los ideólogos de la
rusofobia logran ahora también engañar a una parte considerable de la sociedad?
La explicación es que muchos ucranianos de nuevo encontraron en el nacionalismo
radical una panacea contra todas sus desgracias y la alternativa de todo lo que
les oprimía y humillaba. Pero en este caso las calamidades y humillaciones
están relacionadas con una nueva realidad. No es una dura arbitrariedad polaca
del siglo pasado. Ahora es arbitrariedad de la oligarquía y el capitalismo
bandidesco.
La crisis económica y moral permanente en
Ucrania que surgió después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991,
la injusticia social cada vez más profunda y la desigualdad se hicieron
catalizadores de los ánimos nacionalistas radicales que afloraron primeramente
en 2004, y después en los años 2013-2014. Sin ello esos ánimos no tenían
fundamento en Ucrania al igual que en los años del florecimiento del poder
soviético dentro del cual los intereses de los ucranianos se materializaron lo
máximo. Es suficiente señalar que durante el mayor periodo de la segunda mitad
del siglo XX la Unión Soviética fue encabezada por los políticos estrechamente
vinculados con Ucrania: Nikita Jruschov y Leonid Brezhnev.
Sin embargo, los rusofobos en el
Occidente, los liberales-antisoviéticos en Rusia e ideólogos del nuevo nacionalismo
ucraniano formularon la falsa tesis de que suponiendo que el Poder soviético
diera más libertades al pueblo ucraniano fue de todos modos el de ocupación ya
que Ucrania permanecia bajo el control del imperio, en este caso el soviético.
Por consiguiente, la lucha de Bandera y sus correligionarios contra el poder
fue lucha emancipadora. Hoy en día, aspirando a liberarse definitivamente de la
influencia rusa los nuevos nacionalistas ucranianos muestran que son fieles a
los mismos principios de la lucha por la independencia movidos por el afán de
consolidarla en el marco de la estatalidad lograda por Ucrania.
La falacia de principio de esa tesis se
refuta también por la historia y los acontecimientos actuales cuando muchos
capítulos de la historia se repiten. La explicación es que los nacionalistas
radicales nunca actuaron como fuerza político-nacional independiente. La
liberación de Ucrania Occidental de la opresión polaca no fue su mérito sino el
del Poder Soviético. La lucha contra el último llevó a los nacionalistas
ucranianos a la formación de la alianza con los ocupantes hitlerianos.
Pero tan pronto como la idea de la
estatalidad ucraniana se viera orientada hacia el Occidente, con el
distanciamiento de Rusia, ella misma se convirtió en una ficción y la unidad
confusa se convirtiera en una revuelta. La causa es que Ucrania posee muy
escasas experiencias de la estatalidad autónoma. En nuestros días no podrá
existir fuera de la zona de influencia de los Estados más poderosos.
Entretanto, en la alianza antirusa con los
adversarios abiertos de Ucrania sólo son capaces de disfrazar temporalmente sus
auténticos planes inamistosos y el pueblo ucranio no tiene ninguna oportunidad
de lograr la verdadera independencia. El “Movimiento nacional” en Ucrania no es
un camino que conduce a la liberación sino hacia el sentido contrario. Es la
vía antinacional.
Lo sienten hoy millones de ucranianos,
muchos de los cuales se levantaron con armas en mano contra los
neonacionalistas. Su lucha es una verdadera resistencia nacional puesto que
dijeron un No decidido a los planes de romper los lazos seculares con Rusia y
el pueblo ruso. Y recibieron como respuesta los bombardeos aéreos y de
artillería contra los barrios residenciales. Es de esa manera que actuaron los
nacionalistas de Bandera en los años 1930 – 1950 contra los ucranianos que
tomaron conciencia de la esencia destructiva de su “nacionalismo”. No pueden
tratar así a su pueblo, a quienes alimentan las ideas genuinamente nacionales,
quienes se preocupan realmente por su pueblo.
Causas directas del golpe de estado en
Ucrania
La línea divisoria que partió la historia
moderna de Ucrania fue la decisión del presidente Yanukovich en otoño del año
pasado de no aceptar la asociación de Ucrania con la Unión Europea y
encaminarse hacia la Unión Aduanera con Rusia y demás países. Esa decisión fue
totalmente fundamentada desde el punto de vista económico. Los representantes
rusos en las conversaciones con la parte ucraniana durante muchos meses de una
forma argumentada pero sin algún éxito iban convenciendo a sus colocutores en
Kiev de que el movimiento hacia el Occidente está relacionado con la total
descomposición de la economía ucraniana relacionada estrechamente con la rusa.
Empero, los círculos gobernantes de Kiev
se orientaban por el rumbo prooccidental estrictamente ideológico. Solamente en
el momento último, en el momento de la toma de decisión, el dirigente de
Ucrania reconoció las realidades económicas y declaró su intención de ingresar
en la Unión Aduanera. Mientras tanto, la opinión pública por esfuerzos de
numerosos “organizaciones no gubernamentales” y medios de comunicación creados
y controlados por el Occidente ya se pusieron de cara a Europa. El pueblo no
tenía la información fidedigna sobre las inminentes consecuencias gravísimas de
la participación subordinada en la Unión Europea. Pero el sueño de
“reunificación con Europa” ya desde hace tiempo ofuscaba los cerebros de los
intelectuales o ciudadanos que creían apasionada e ingenuamente que la
membresía asociada en la UE llevaría automáticamente a los ucranianos al nivel
europeo del bienestar.
La decisión de ingresar en la Unión
Aduanera con la Rusia semidespreciable según los intelectuales prooccidentales
fue recibida por muchos en Ucrania como fracaso del sueño dorado. La irritación
masiva se volcó a las calles de la capital ucraniana que desde hace tiempo
estuvo bajo la influencia de los activistas desenfrenados procedentes de
Ucrania Occidental.
Pero el Maidan que prendió su fuego en
noviembre del año pasado se ahogó poco a poco. En enero de este ano, allí
todavía se agitaban unos doscientos – trescientos fanáticos y semivagabundos
que encontraron su modo autoexpresarse y conseguían la alimentación gratuita en
el centro de la capital. Mientras tanto la disminución del grado de
confrontación no coincidió con los planes de quienes dirigían realmente los
acontecimientos en Ucrania. Al fuego apagándose del descontento social los
políticos occidentales empezaron a echar porciones grandes del combustible y
fabricar la sustancia inflamante para el estallido del radicalismo dirigido
hábilmente contra Rusia.
Pero sería incorrecto limitarlo todo a las
artimañas de los políticos occidentales y servicios especiales. La culpa
personal bastante grande por el incendio prendido en Ucrania la tiene también
el señor Yakunovich y su equipo. Ese “equipo”, mejor dicho la familia del ex
presidente, al llegar al poder empezó a convertir agresivamente el poder
político en dinero. La avidez de Los de Donetsk como les llamaba el pueblo no
tenía límites. Los empresarios pequeños y grandes tenían que pagar los tributos
numerosos. El apoderamiento ilegal del negocio se convirtió en cosa común. Así
que el descontento del pueblo por la degradación constante de la economía se
sumó a la agudísima indignación de la parte muy activa de la población -las
pymes- dado el saqueo efectuado por los amigos y parientes de Yanukovich.
Entretanto, Yanukovich persiguiendo los
intereses tácticos se presentaba como partidario del acercamiento con Rusia
aunque su política era abiertamente prooccidental. Por ello, la opinión pública
asociaba a Yanukovich con Rusia. De allí la tonalidad antirusa de Maydan. Pero,
¿acaso tenemos el derecho de criticar al pueblo ucraniano por el hecho de que
en su mayoría no tomara la conciencia de la necesidad de recuperar la alianza
fraternal con Rusia? Podríamos tener ese derecho si la Federación de Rusia
diera el ejemplo del Estado social, si eliminara la oligarquía, la corrupción
total, los principios del capitalismo bandidesco. En ese caso el pueblo
ucraniano se pondría sin vacilar bajo las mismas banderas con Rusia, las
banderas que le salvaron en el pasado.
La mezcla explosiva que provocó el
estallido social en Ucrania incluía varios elementos fundamentales: el
descontento legítimo de las masas populares por el constante empeoramiento de
su situación económica; la indignación de las pequeñas y medianas empresas por
las acciones ilícitas de los tiburones del equipo de Yanukovich; la ambición de
los intelectuales prooccidentales de subordinarse aún más a la opinión pública,
así como las intrigas de los políticos pronorteamericanos y los servicios
especiales orientados a ahondar la división entre Rusia y Ucrania.
Al mismo tiempo, el grupo gobernante ruso
consideraba y sigue considerando a Ucrania en primer lugar como territorio por
el cual pasa el gasoducto. Por ello, la política de la cúpula gobernante rusa
se limitaba exclusivamente con el aseguramiento del flujo interrumpido del gas
a Europa. Los ánimos sociales en Ucrania no sólo no eran el objeto de interés y
acción por parte de la “elite” rusa sino que se ignoraban como factor
totalmente no sustantivo sobre el fondo de las intrigas de las “cúpulas
dirigentes” de los dos países en torno a la tubería de gas. Por ello los
pueblos de las repúblicas hermas tienen que pagar el precio muy caro.
Golpe de estado y sus consecuencias
Los intentos de los dirigentes de Ucrania
de establecer un orden elemental en las calles de su capital incluyendo las
negociaciones tropezaban contra la resistencia feroz de los comandos bien
entrenados reclutados en las regiones occidentales. A mediados de febrero, en
Kiev empezó a aplicarse la tecnología norteamericana de las revoluciones
seudopopulares: la conquista del poder por vía callejera con el apoyo masivo desde
afuera probado en curso de los golpes de estado en Yugoslavia, Georgia, Ucrania
(2004), en Libia, así como durante la “primavera árabe” en los países del
Cercano Oriente y Norte de África.
Al mismo tiempo, los dirigentes de Ucrania
se convirtieron en objeto de la constante presión por parte del Occidente. La
Unión Europea amenazaba con la creación de una lista negra de funcionarios
contra los que se aplicarían diferentes sanciones. El clan de Yanukovich pensó
sobre todo de sus cuentas en bancos y zonas offshore occidentales. Lo que hizo
muy vulnerables a los dirigentes de Ucrania ante el chantaje del Occidente. El
resultado de la flaqueza del Jefe del Estado fue la parálisis de los órganos de
orden público y la traición de la cúpula política que no cumplió con sus
deberes constitucionales.
Al mismo tiempo, los representantes de la
oposición que supuestamente luchaban por la democracia contra el régimen
autoritario y el futuro luminoso bajo la egida de la Unión Europea aplicaban de
hecho los usos y costumbres de sus antecesores fascistas de Bandera. Los
manifestantes “pacíficos” se apoderaban de las sedes administrativas, atacaban
a la policía, lanzando los cocteles Molotov. Y el presidente Yanukovich
esquivaba las acciones decididas entregando paso a paso el poder a las manos de
los elementos neonazis. Todo culminó con el golpe de estado. El 18 de febrero
en las calles de Kiev empezaron los verdaderos combates con uso de las armas de
fuego. En tres días, el saldo de muertos fue de 100 personas y más de 600
hospitalizados. El 23 de febrero Yanukovich se fugó de Kiev.
Los herederos de Bandera, secuaz fascista,
que arribaron al poder empezaron en seguida la campaña de supresión de sus
opositores políticos y la población rusoparlante. Por decisión de los diputados
atemorizados de la Rada Suprema (Parlamento) fue derogada la ley que permitía
el uso del idioma ruso en función del segundo idioma oficial en varias regiones
de Ucrania. Empezó el pogromo de los locales del PC de Ucrania. El Partido
Comunista fue ilegalizado en varias regiones. Fueron maltratados físicamente
los diputados de la Rada miembros del Partido Comunista y el Partido de las
Regiones, y los policías que fueron fieles al juramento.
Los adeptos de Bandera también empezaron a
destruir la memoria histórica. Empezó por todas partes la demolición de los
monumentos a Lenin y los militares soviéticos caídos durante la liberación de
Ucrania de los ocupantes fascistas. Al destruir los monumentos a Lenin, los
nacionalistas no sólo eliminaban la herencia histórica sino también los
símbolos de la estatalidad ucraniana ya que el Decreto sobre la fundación de la
Republica de Ucrania fue firmado por Lenin. Como efecto de esta bacanal de la
destrucción se levantó al movimiento de resistencia en el sudeste del país y
finalmente estalló la guerra civil.
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