Si
tuviésemos gobiernos decentes pondrían los datos sobre la mesa con
transparencia para mostrar que la situación económica va bien o que hay
problemas. Pero no es eso lo que tenemos.
En 2008, Zapatero ya
empezó pidiendo patriotismo frente a quienes, en su opinión, solo se
dedicaban a sembrar "alarmismo injustificado" cuando advertían de que
estábamos en una crisis profunda. Y desde hace semanas, Rajoy y todos
sus ministros se dedican a convencer a la población de que enseguida se
comenzará a crear empleo y actividad económica porque la crisis se ha
acabado y comienza, gracias a ellos, una nueva senda de crecimiento y
bienestar.
Los datos, sin embargo, no permiten valorar tan positivamente lo que viene sucediendo.
El
Producto Interior Bruto está estancado. Se nos dice que hemos salido de
la recesión porque en el tercer trimestre de 2013 se registró un
crecimiento del 0,1% respecto al anterior. Pero se trata de un avance
tan exiguo que está por debajo de lo que se debería considerar como
margen de error y la variación interanual sigue siendo negativa en los
tres trimestres de 2013.
Además, los motores de la economía
siguen perdiendo fuelle. El consumo de los hogares ( corregido de
efectos estacionales y de calendario) ha bajado de 148.090 millones de
euros a finales de 2012 a 147.982 millones a finales del tercer
trimestre de 2013 (una caída que es mucho mayor en términos corrientes).
La inversión también ha bajado, de 49.006 millones de euros a 45.932
millones. Han aumentado levemente las exportaciones (en menor cantidad a
medida que ha ido avanzando el año porque la demanda de los países
europeos se ha deteriorado) y también las importaciones, y la
consecuencia de todo ello es que la renta nacional disponible bruta
también ha bajado de 263.572 millones de euros a 241.139 millones.
El
empleo tampoco muestra una evolución que se pueda considerar positiva
ni definitivamente mejorada, como también se quiere hacer creer.
A
finales del tercer trimestre de 2013 había disminuido el número de
activos (lo que permite que pueda registrarse una mejora aparente de la
tasa de paro) al pasar de 22,92 millones a finales de 2012 a 22,72
millones. También ha descendido en ese periodo el número de ocupados (de
16,95 millones a 16,82 millones), el de ocupados a tiempo completo (de
14,35 millones a 14,23 millones), el de asalariados con contrato
indefinido (de 10,72 millones a 10,4 millones) y el total de asalariados
(de 13,92 millones a 13,74 millones). El número total de parados ha
disminuido ligeramente (de 5,96 millones a 5,9 millones) pero han
aumentado los parados con más de dos años en esta situación (de 1,92
millones a 2,17 millones).
También ha bajado en lo que llevamos
de 2013 el índice de comercio al por menor, el índice de producción
industrial, la utilización de la capacidad productiva, el indicador de
cifra de negocios en la mayoría de las actividades económicas y se prevé
que en 2014 siga produciéndose el cierre de un gran número de empresas y
un aumento del número de concursos.
La deuda pública, por último
no ha dejado de aumentar y ha pasado de representar el 84,2% del PIB a
finales de 2012 al 93,4% al terminar el tercer trimestre de 2013.
La
evaluación general que a mi juicio merecen estos datos y otros de más o
menos la misma índole y que seguramente serán confirmados cuando se
conozcan los del ejercicio completo podrían resumirse en tres ideas
principales.
En primer lugar, que es muy aventurado, por no decir
que irresponsable y carente de rigor, afirmar que hemos salido de lo
peor y que la economía española está ya encaminada hacia la
recuperación. Sobre todo, si se tiene en cuenta que en Europa los datos
están empeorando y que no puede descartarse un rebrote recesivo en los
próximos trimestres.
En segundo lugar, que es cierto que algunos
indicadores (como los de destrucción de empleo, entrada de capitales,
ciertos gastos de consumo, exportaciones, o incluso el de variación
trimestral del PIB) muestran que no se han dado las caídas de momentos
anteriores, lo que podría interpretarse como que en 2013 se ha tocado
fondo. Pero como eso no va acompañado de muestras significativas y
globales de mejoría podrís ser más realista pensar que lo que hemos
vivido en el ejercicio que acaba han sido las primeras muestras de una
etapa depresiva tras la sacudida de la crisis.
Finalmente, parece
también claro que esos síntomas de mejoría que se puedan observar
reflejan que se trata de una recuperación solamente relativa a ciertas
actividades o grupos de población pero no al conjunto de la economía.
Sin
embargo, el hecho de que las cosas no vayan tan bien como dice el
gobierno y los banqueros no quiere decir que no estemos en un punto de
inflexión muy relevante y que seguramente consolide un notable cambio de
situación en 2014.
A lo largo de 2013 el gobierno y los grandes
grupos de poder han seguido ganando el pulso que echan desde 2010 a la
inmensa mayoría de la sociedad española para saldar la crisis a su
favor, imponiendo nuevas reglas de juego no solo en el terreno económico
sino también en el político y social.
Lo que se está
solventando en España no es salir o no de la crisis porque de cualquier
crisis se sale tarde o temprano, aunque sea con los pies por delante,
sino la situación que va a quedar tras el momento de convulsión. Y lo
que hemos podido comprobar claramente a lo largo de 2013 es que la
extrema derecha y los grandes grupos económicos y financieros están
terminando de imponer su voluntad al resto de la sociedad y, en esa
misma medida, han ido ganando confianza.
Lo que con toda
seguridad está sucediendo, y a expensas de poder comprobarlo cuando se
publiquen datos para todo el año y en relación con mayor número de
variables, es que los grupos sociales más poderosos y determinantes de
la actividad económica se han puesto en movimiento después de bastantes
trimestres de atonía. Por un lado, por puro instinto de supervivencia
porque, como decía Joan Robinson, los capitalistas ganan lo que gastan.
Por otra, porque han surtido efecto las reformas y medidas
gubernamentales orientadas a darles más poder e influencia y eso ha
aumentado su beneficio y confianza (el número de trabajadores cubiertos
por los convenios registrados han caído casi el 60% con respecto a 2010 y
la subida salarial pactada ha sido, en términos reales, el 15% de la
del año anterior) . Y, finalmente, porque el discurso del gobierno y de
los grandes focos de opinión ha logrado convencer a mucha gente de que
la situación es mejor y de que se puede acabar ya con el retraimiento y
la desconfianza de meses o incluso de años anteriores.
Vivimos
así una situación paradójica. La extraordinaria concentración de la
renta y la riqueza que existe en España y que se está agudizando en los
últimos seis años de crisis constituye un freno estructural al
desarrollo de nuestra economía y más concretamente para que salgamos de
la crisis con más bienestar y seguridad (entre otras razones, provoca
que el consumo privado se deteriore a pasos de gigante y que se deprima
la actividad productiva al reducirse el gasto total). Pero la paradoja
consiste en que los grupos de mayor renta y las empresas oligopolistas
tienen tanta incidencia en nuestra economía y sociedad que en cuanto han
movido pieza han podido dar la impresión de que es toda la economía la
que se está transformando.
Esos cambios son los que marcan el
cambio de tendencia que se produce cuando se está dando paso más
abiertamente al nuevo modelo en que esos grupos de poder quieren asentar
la economía española. Un nuevo modelo basado en el gasto de las clases
altas, en entradas de capital principalmente vinculadas a una nueva
reventa de activos españoles, en la extraversión de la actividad
empresarial hacia los mercados extranjeros basada en salarios muy bajos y
en una clase trabajadora ya completamente desarmada, y en la mayor
eliminación posible de "inútil" gasto público.
Esta es la
estrategia por la que han apostado claramente y la que les ha dado
confianza, pero se trata de una opción suicida porque no resuelve los
problemas que han provocado nuestros grandes desequilibrios. La deuda (y
no solo la pública sino sobre todo la de las empresas) es ya hoy día
materialmente imposible de pagar y va a seguir creciendo hasta acabar
con una estrategia incapaz de generar ingresos suficientes para
afrontarla. También crecerá la morosidad y la atonía del consumo. Las
empresas y familias van a seguir sin disponer de financiación suficiente
y solo nuevas trampas y favores contables y fiscales podrán seguir
disimulando la insolvencia generalizada de la banca.
Por mucho
que se quiera, la economía española no podrá salir adelante por mucho
tiempo con el simple motor de un sector exportador del que hoy por hoy
solo forma parte el 5% de las empresas y que además se enfrenta a una
demanda exterior en declive. Es una estrategia que equivale a querer
salir del hoyo tirándose de los pelos, un imposible, pues no se puede
salvar a una economía como la española limitándose a salvaguardar los
beneficios (incluso improbables) de unos pocos, de los sectores
oligopolistas, y los privilegios de la oligarquía, por muy amplia que
sea su dominación política.
Precisamente porque son plenamente
conscientes de la inestabilidad y frustración que comporta esa vía, los
grupos de poder y el gobierno apuestan principalmente por controlar el
conflicto y el más mínimo síntoma de respuesta social y política, y ahí
es donde va a radicar la clave de año que se avecina.
Si se sigue
imponiendo, como hasta ahora, su respuesta a la crisis se irá
consolidando la victoria pírrica que conlleva, es decir, la mejoría de
los grupos privilegiados y más protegidos que se traducirá en exiguos
incrementos de la actividad en algunos sectores acompañados de
empobrecimiento general y de una gran atonía en la inmensa mayoría de la
vida económica y, por tanto, de gran desempleo y trabajo cada vez más
precario y de falta de ingreso. Salvo que la movilización social se
imponga y frene la involución económica y política que todo ello
conlleva y que solo nos puede llevar a revivir problemas (no solo
económicos) de otras etapas de nuestra historia.
2014 es año de
elecciones y de rebrotes recesivos en bastantes países europeos y
posiblemente también en España. Será en el año que comienza cuando
veamos hacia qué lado se resuelve finalmente el pulso que está
suponiendo la crisis, aunque nada de lo que ocurra en un sentido u otro
estará libre de dificultades y convulsiones.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario