REBELIÓN
30-12-2013
Como
siempre, se acumulan una cantidad de hechos –entre elecciones, muertes,
conflictos– que cada año se destacan periodísticamente, pero que
dificultan la comprensión de los cambios en las relaciones de poder, las
que efectivamente cuentan en la evolución de la situación
internacional.
En la compleja trama de acontecimientos, lo más importante fue el
cambio de clima en el escenario internacional. Desde que triunfó en la guerra fría,
Estados Unidos ha adoptado la postura, frente a los conflictos
internacionales, de imponer la militarización. Transferir el
enfrentamiento al campo militar, donde su superioridad es manifiesta, ha
sido la característica principal de la acción imperial. Así ocurrió en
Afganistán, en Irak y en Libia por medio de fuerzas intermedias. Y todo
llevaba a una repetición de este tipo de acciones en Siria e Irán.
Pero, de repente, tomando la palabra al secretario de Estado
norteamericano, John Kerry, el gobierno ruso propuso un acuerdo para
Siria que desconcertó al gobierno de Obama, el que finalmente no tuvo
más que aceptar. Esto fue posible porque el gobierno de Estados Unidos
no logró crear las condiciones políticas para una nueva ofensiva
militar.
Primero, el Parlamento británico negó, por primera vez, el apoyo a
Washington para un ataque a Siria. Después fue evidenciándose que ni la
opinión pública, ni el Congreso, ni tampoco los militares de Estados
Unidos estaban a favor de la ofensiva anunciada o de un tipo de ataque
propuesto por el gobierno de Barack Obama.
El resultado es que Estados Unidos fue conducido a aceptar la
propuesta rusa, lo que abrió las puertas a otras posibilidades, entre
ellas, coincidiendo con las elecciones en Irán, hacia negociaciones
políticas, confirmando el vínculo estrecho entre el conflicto sirio y el
iraní.
Otro de los desenlaces ha sido que Israel, Arabia Saudita y Kuwait
han quedado aislados en sus posiciones favorables a acciones militares
directas contra Siria e Irán. Se fue instalando un clima de
negociaciones pacíficas de los conflictos, convocándose una nueva
conferencia de paz para la segunda quincena de enero, en Ginebra, para
discutir un acuerdo de paz sobre Siria. Una conferencia que no plantea
como condición la salida de Bashar Assad del gobierno, como se intentaba
hacer anteriormente.
La oposición moderada en Siria tuvo que aceptar su
participación, incluso en estas condiciones. Y aún más, tuvo la sorpresa
de que Estados Unidos y Gran Bretaña suspendían su apoyo militar, dada
la hegemonía en el frente opositor de los grupos fundamentalistas,
apoyados por Arabia Saudita y Kuwait.
Como dos puntos determinan un plan, las pláticas sobre Siria abrieran
espacio para una negociación, por primera vez desde 1979, entre Estados
Unidos e Irán. Se ha dibujado así, en pocas semanas, un escenario
totalmente diverso de aquel que había imperado a lo largo de los años
anteriores.
Estados Unidos pasó de la ofensiva a la defensiva, en tanto Rusia
pasó de actor marginal a central en las negociaciones de paz, al punto
de que la revista Forbes, por primera vez, ha elegido a
Vladimir Putin como el hombre más influyente del mundo, por encima de
Barack Obama. Eso se debe no al poderío militar o económico de Rusia,
sino a su capacidad de iniciativa política.
Así, junto a la capacidad de países del sur de resistir a la recesión
en el centro del capitalismo, por sus intercambios mutuos y por la
expansión de sus mercados internos hacia el consumo popular, expresando
un tipo de multilateralismo económico en el mundo, la mayor novedad
política internacional de 2013 ha sido un embrionario multilateralismo
político que proyecta hacia 2014 las negociaciones políticas sobre Siria
e Irán como los temas más importantes en la consolidación de ese nuevo
clima en las relaciones internacionales.
Fuente original: http://www.jornada.unam.mx/2013/12/27/opinion/018a2pol
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