(Primer ministro chino: Wen Jiabao)
Robert Weil. Rebelión.
Traducido para Rebelión por Sebastián Risau
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37814 1 of 14 26/9/2006 07:51
Pero las políticas oficiales de reformas en esta área, como las elecciones de autoridades municipales, a pesar de ser una democratización superficial, son frecuentemente recibidas con escepticismo por las clases trabajadoras, ya que en su mayoría estas son usadas para justificar los nombramientos hechos desde arriba en el partido. En esta, como en muchas otras áreas, los recuerdos del período socialista, y especialmente la participación de los obreros y los campesinos en la administración de fábricas, granjas e incluso universidades y gobiernos locales durante la Revolución Cultural, siguen sirviendo como punto de referencia, y contrastan marcadamente con el
despojamiento de todos esos derechos en la China de hoy. Como lo expresó un trabajador: las reformas democráticas, en la forma que han sido implementadas hasta ahora, ponen la revolución de Mao cabeza abajo y ponen la vida de los trabajadores patas arriba; son una especie de venganza y represalia contra la clase trabajadora.
En consecuencia, la clave para una aproximación aceptable a la reforma política será, una vez mas, encontrar la forma de reunir los conceptos de izquierda de control obrero y campesino con la democracia participativa que es ahora parte de la agenda progresista. Esta búsqueda ya ha comenzado. En la carta de 2004 dirigida a Hu Jintao por los veteranos de la Revolución una de las principales demandas era la reanimación de las luchas populares masivas, como un medio de controlar los abusos de poder y de dar a las clases trabajadoras un papel directo en el funcionamiento del partido y del estado, como parte de un sistema democrático. Sin embargo, las barreras para construir un movimiento unido y llevar a cabo estos cambios revolucionarios son hoy tan formidables en China como en cualquier otro lado. A pesar del legado que han recibido, los obreros y campesinos más viejos temen que, si no se alcanza pronto un nuevo nivel en la lucha por el socialismo, los recuerdos de la época de la Revolución acabarán muriendo, y las jóvenes generaciones sólo conocerán y perseguirán el deseo de hacerse ricos y formar parte de la cultura del consumo. En ese caso habría que empezar todo de nuevo, de la nada, cuando finalmente surja la necesidad de un cambio fundamental, si esto ocurriera.
Pero los chinos tienen la ventaja de que ya lo han hecho antes. Por más lejana que esta perspectiva pueda parecer, China todavía tiene la posibilidad de una vía rápida hacia una renovada revolución socialista, un evento que volvería a sacudir al mundo. Pero este es, sin duda, apenas uno de los muchos escenarios posibles para lo que ocurrirá en China en un futuro cercano. La complejidad y polarización de su estructura de clases están impulsando a la sociedad china en direcciones contrarias, dando la posibilidad de una amplia gama de resultados.
Esto se evidencia en la evolución más reciente, tanto de las condiciones de las clases trabajadoras como de la respuesta del partido y del estado a los nuevos desafíos. Con el objeto de prevenir nuevos disturbios en las áreas rurales, los dos líderes supremos, Hu Jintao y Wen Jiabao, han introducido una serie de cambios en la política rural que han tenido efectos bastante espectaculares. Estos cambios incluyen la eliminación del impuesto agrario de los campesinos, así como la mayoría de las tasas locales (muchas de ellas ilegales) que eran una de las principales fuentes de protestas. También hay planes de mayores inversiones en las áreas rurales, incluyendo las fábricas en ciudades y aldeas pequeñas, y especialmente en educación, salud y cuidado del medio ambiente. Estas medidas, junto a los precios más favorables de los bienes agrícolas, han aliviado significativamente la presión sobre muchas familias campesinas. Incluso se habla oficialmente de Nuevas Ciudades Socialistas, aunque hasta ahora el significado de este termino no está claro, y puede ser simplemente un intento de poner una etiqueta más de izquierda a las políticas agrarias ya introducidas. Pero todavía está por verse cual será la profundidad de las reformas dentro de las reformas, debido sobre todo a la tradición de falta de implementación a nivel local (lo que históricamente es un factor endémico a nivel gubernamental) y a la desenfrenada venta de tierras para diversos proyectos por parte de funcionarios frecuentemente corruptos, lo que continúa siendo la regla en muchas áreas. Sin embargo, uno de sus efectos ya es muy claro. En una sorprendente inversión de lo que ocurría hace unos tres años, en las zonas exportadoras de las regiones costeras se está sintiendo una creciente falta de obreros, a medida que los migrantes vuelven a sus ciudades en grandes números, en parte para beneficiarse de la mejora de las condiciones allí, y también como rechazo a la salvaje explotación de las fábricas costeras. Esta migración inversa es un reflejo de la evolución de la conciencia, resistencia y autoorganización de los migrantes, muchos de los cuales son ahora curtidos veteranos, que ya no aceptaran las condiciones que los atraían cuando eran más jóvenes. Pero incluso el flujo de jóvenes trabajadores migrantes, y especialmente mujeres pobres que eran preferidas por las fábricas y sufrían la mayor explotación, está comenzando a detenerse.
Si bien esto ha tenido el efecto positivo de forzar a las industrias exportadoras a aumentar los salarios y los beneficios en un esfuerzo para continuar atrayendo una fuerza de trabajo suficientemente grande, también hay signos de que algunos empresas se están corriendo hacia el fondo , desplazando sus fábricas hacia países de costo laboral aún más bajo, como Vietnam, India y Bangladesh. Rebelión.
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