jueves, 21 de octubre de 2010

SOBRE LAS CONDICIONES DE LAS CLASES TRABAJADORAS EN CHINA

(13/14)

(Planta industrial china)

Robert Weil. Rebelión.
Traducido para Rebelión por Sebastián Risau

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37814 1 of 14 26/9/2006 07:51

En consecuencia, no hay una solución simple para revisar el sistema actual, ya que cada acción genera contradicciones adicionales, debido a la naturaleza del mercado capitalista mundial al que China se encuentra cada vez más atada. Aunque el mercado interno está creciendo, cualquier caída de la competitividad global y la desaceleración económica resultante (el gran miedo de los líderes chinos) no sólo minaría la capacidad de llevar a cabo las revisiones de política que Hu y Wen están intentando, incluyendo el nuevo énfasis en la igualdad social , sino que también traería la amenaza de disturbios a gran escala.
La incapacidad de la mercantilización capitalista para resolver esas contradicciones continúa dando nueva fuerza a la izquierda. Un sorprendente ejemplo de esta creciente influencia fue evidente en marzo de 2006, por primera vez en quizás una década, el Congreso Popular Nacional, la legislatura manejada por el Partido Comunista, se consumió con un debate ideológico sobre socialismo y capitalismo, que muchos asumían que había sido enterrado por la larga racha de rápido crecimiento económico de China.
La controversia ha obligado al gobierno a archivar un proyecto de ley para proteger el derecho de propiedad, que se había esperado que pasaría sin problemas, y resaltó la renacida influencia de un pequeño pero expresivo grupo de académicos y consejeros políticos de tendencia socialista. Estos pensadores de izquierda de la vieja escuela han usado la creciente brecha en la distribución de ingresos para expresar sus dudas acerca de lo que ellos ven como una búsqueda desenfrenada de riqueza privada y de desarrollo económico guiado por el mercado Los que restaron importancia a este ataque considerándolo una reminiscencia de épocas ya pasadas subestimaron el continuo atractivo de las ideas socialistas en su país, donde la manifiesta desigualdad entre los ricos y los pobres, la corrupción generalizada, los abusos contra los trabajadores y las quitas de tierra son recordatorios diarios de lo mucho que China se ha apartado de su ideología oficial. (New York Times, 12 de Marzo de 2006)
Por más que alguna forma de la ley de propiedad acabara siendo aprobada en el largo plazo, las propuestas de permitirle al mercado jugar un amplio papel en educación y salud y los pedidos aún más radicales de privatización de la tierra han sido rechazados, al menos por ahora. Incluso los líderes supremos se han sentido obligados a moverse, al menos superficialmente, en dirección al socialismo, que sigue siendo la base teórica del gobierno y del Partido Comunista, a pesar de sus prácticas capitalistas.
Desde su llegada al poder en 2002 el presidente Hu ha intentado también establecer sus
credenciales de izquierda ensalzando el marxismo, elogiando a Mao y estimulando investigaciones para hacer que la frecuentemente ignorada ideología socialista oficial sea más relevante para el presente. (New York Times, 12 de Marzo de 2006)
Incluso los métodos de la apoca de Mao han sido revividos, en un intento de restaurar la
menguante legitimidad del partido, al que la mayoría considera profundamente corrupto.
A la manera de una empresa gigante preocupada por su desorden organizacional y su desprestigiada imagen pública, el Partido Comunista Chino está tratando de transformarse en una maquina moderna y eficiente. Pero para eso ha elegido una de sus más antiguas herramientas políticas: una campaña ideológica al estilo maoísta, con sus necesarios grupos de estudio y todo.
Desde hace ya más de 14 meses se les ha ordenado a los 70 millones de miembros del
partido que lean discursos de Mao y Deng Xiaoping, así como el abrumador tratado de más de 17000 palabras que es la constitución del partido. Las reuniones obligatorias incluyen sesiones donde los cuadros del partido deben hacer su autocrítica y también criticar a todos los demás. (New York Times, 9 de marzo de 2006).
Si bien algunos la consideran un serio intento de hacer una reforma y otros son muy cínicos al respecto, la campaña puede no ser tan importante por su impacto directo como por su reconocimiento de que el partido se ha apartado demasiado de su función de servir a la gente , como exigía Mao, y aún más de sus metas revolucionarias originales. Pocos esperan que Hu y Wen lideren un renacimiento de la revolución socialista, o siquiera que se aparten radicalmente de la vía capitalista con la que el estado y el partido han estado comprometidos por treinta años, y con la cual las fuerzas económicas están ahora tan fuertemente ligadas. Pero la promoción oficial de los conceptos socialistas y el estudio de Mao no pueden sino abrir más espacio para un renacimiento de la izquierda que permita lidiar con la creciente crisis. Rebelión.

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