Lo sabemos desde el
principio: Israel trata de poseer toda la tierra que Dios le dio (y algunos
creen eso de verdad), y no parará hasta matar a todo aquel que se oponga a
ello. Es verdad que no le acompañan ya los ángeles, pero tuenen misiles y
cazabombarderos.
Continúa el genocidio
Roberto Iannuzzi
El Viejo Topo
21 diciembre 2025
GAZA: ¿POR QUÉ
CONTINÚA EL GENOCIDIO A PESAR DEL ALTO EL FUEGO?
El enclave
palestino parece trágicamente destinado a seguir siendo un laboratorio
distópico de experimentación israelí-estadounidense, en un laberinto de
escombros y desesperación sin aparente salida.
El alto el
fuego corre el riesgo de crear la peligrosa ilusión de que la vida en Gaza está
volviendo a la normalidad. Pero […] el mundo no debe dejarse engañar. El
genocidio israelí no ha terminado.
Estas
palabras fueron pronunciadas por Agnès Callamard, ex relatora
especial de la ONU y actual directora de Amnistía Internacional.
Una opinión
similar fue expresada por
el historiador israelí Raz Segal, profesor de estudios sobre el Holocausto y el
genocidio en la Universidad Stockton en Nueva Jersey.
Segal dijo que
los líderes israelíes continúan haciendo declaraciones con claras intenciones
genocidas.
Un informe de
la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo)
concluyó que Israel
había provocado que la Franja sufriera “el peor colapso económico jamás
registrado”.
El PIB per
cápita en el enclave palestino se ha desplomado a 161 dólares al año, menos de
50 centavos al día. Uno de los más bajos del mundo. Más del 92% de
los edificios residenciales han sido destruidos y dañados.
Según
Callamard, “las autoridades israelíes persisten en sus políticas despiadadas,
restringiendo el acceso a la ayuda humanitaria vital y a los servicios
esenciales, e imponiendo deliberadamente condiciones calculadas para destruir
físicamente a los palestinos en Gaza”.
Amnistía
Internacional afirma que los israelíes siguen impidiendo la reconstrucción de
infraestructura esencial para el sustento de la vida.
Según la ONU , desde
el 10 de octubre (fecha en que comenzó la tregua) hasta el 1 de diciembre
entraron en la Franja poco más de 100 camiones al día, en lugar de los 600
estipulados en el acuerdo de alto el fuego.
La comida es
insuficiente e Israel no permite la entrada de tiendas de campaña y edificios
prefabricados, que se necesitan con urgencia con la llegada de las lluvias y el
frío.
Más de 1,5 millones de
palestinos en Gaza viven en tiendas de campaña y otros refugios improvisados.
Las recientes lluvias torrenciales han destruido más de 22.000
tiendas de campaña . El hacinamiento y la exposición a las
aguas residuales, debido al sistema de alcantarillado destruido, agravan aún
más la situación.
Como afirmó el
ex ministro israelí Yossi Beilin , no existe un plan de paz real porque no hay
acuerdo sobre él.
Se habla de un
Estado palestino, al que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha
declarado su oposición irrevocable.
No hay acuerdo entre las partes ni siquiera sobre el desarme de Hamás.
Como mucho, hay
un alto el fuego, afirma Beilin, que se viola constantemente. Desde el 10 de
octubre, cuando comenzó la tregua, Israel ha asesinado al
menos a 360 palestinos.
A pesar de
afirmar que cumple con el plan de Trump, el Estado judío continúa realizando
operaciones militares en la Franja. Durante años, Israel afirmó respetar el
proceso de paz, al tiempo que imponía «hechos sobre el terreno» que llevaron a
su fracaso. El gobierno de Netanyahu ahora ha «importado» el mismo modelo a
Gaza.
La entrada en
la Franja de la fuerza internacional de estabilización prevista en el plan
Trump corre el riesgo de agravar la crisis en el enclave palestino en lugar de
aliviarla, apoyando en la práctica la ocupación israelí.
Casi toda la
población palestina está hacinada en menos de la mitad de la Franja, la parte
controlada por Hamás. La parte ocupada por Israel está despoblada. El enclave
palestino está prácticamente dividido.
La
administración Trump planea construir “comunidades
alternativas seguras” sólo en la llamada “Zona Verde” controlada por Israel,
con el objetivo de atraer a los palestinos allí con la promesa de alimentos,
medicinas y refugio.
Pero estas
comunidades corren el riesgo de convertirse en campos de concentración controlados por
muros, cámaras de vigilancia y puestos militares israelíes.
Los palestinos
que quieran entrar podrían ser arrestados simplemente
por trabajar en el servicio civil de Hamas, y quienes sean admitidos corren el
riesgo de que se les prohíba salir.
La zona
controlada por Hamás quedará sin reconstruir y expuesta a las incursiones
militares israelíes.
En la gestión
de la Franja dividida participa el llamado Centro de Control Cívico-Militar
(CCCM), creado por
Estados Unidos en Kiryat Gat, en el sur de Israel.
El centro está
dirigido por 40 países y al menos dos empresas
estadounidenses especializadas en la creación de software y sistemas de
vigilancia basados en inteligencia artificial (IA): Palantir y Dataminr.
Palantir tiene
una estrecha relación con Israel y está acusado de complicidad en
crímenes de guerra cometidos por las fuerzas israelíes en Gaza durante los
últimos dos años.
La presencia de
estas dos empresas dentro del CCCM sugiere que el control israelí sobre Gaza,
ahora en colaboración con Estados Unidos, seguirá siendo férreo y centrado en
armas y sistemas de vigilancia controlados por inteligencia artificial.
Estos sistemas
son capaces de controlar los movimientos y comunicaciones de la población de
Gaza, monitorear las redes sociales, los chats, los contactos telefónicos e
internet.
El enclave
palestino parece trágicamente destinado a seguir siendo un laboratorio
distópico para probar estas tecnologías, en un laberinto fantasmal de escombros
y desesperación sin aparente salida.
En este
infierno, la agonía causada por la falta de ayuda y la imposibilidad de
reconstrucción podría en cualquier momento conducir a nuevas masacres
provocadas por la reanudación de las operaciones militares israelíes.
Pero el
silencio ha vuelto a recaer sobre la tragedia que continúa en Gaza. El mundo
parece haber vuelto a apartar la mirada.
Fuente: Intelligence for the people

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