Yo vi rendirse a los mercenarios
DIARIO OCTUBRE / abril 19, 2025
«Fidel nos imprimió valor y una fuerza tremenda»
«Después de aquel temor inicial y sin apenas darme cuenta, me volví un “monstruo” y fui p´alante todo el tiempo», rememora Anastasio. Foto: Ventura de Jesús García.
Ventura de Jesús (Granma).— A sus 92 años de edad, Anastasio Suárez Rodríguez es lo que se dice un anciano venerable y, por si fuera poco, mantiene vivo el deseo de seguir haciendo por la Revolución.
A pesar de su
avanzada edad, confía en que el tiempo le alcance para empeñarse en otros
proyectos. «Yo me digo: si Fidel nunca se detuvo, yo tampoco voy a parar»,
expresa para reiterar su decisión de continuar luchando en esta vida.
Siente orgullo
de haber integrado el Batallón 225 de Jagüey Grande, y de su participación en
el enfrentamiento a los mercenarios en abril de 1961.
Chacho, como lo
llaman los más allegados, es un hombre de baja estatura, locuaz y de voz
segura, con un rostro y unas manos que revelan de cierto modo su longevidad y
los sacrificios que marcaron su juventud.
Quizá por los
infortunios del tiempo y la dureza de los años que corren, su imagen física se
ve reducida dentro de su histórico uniforme verde olivo.
Aunque por lo
visto no hay poder humano capaz de hacerlo desistir de sus aspiraciones
presentes y futuras, admite que ya la vista no lo acompaña como antes. «Pero
estoy bien, no me quejo», insiste en su decisión de no flaquear.
Carpintero de
oficio, Anastasio tenía 27 años cuando la invasión mercenaria, y poseía cierta
experiencia en la lucha contra bandidos.
«Procedo de una
familia muy humilde y no pude estudiar, pero mi familia toda abrazó la causa de
la Revolución y mi mamá nos inculcó las buenas costumbres y el espíritu de
guapear».
Al evocar las
horas difíciles de Girón, confiesa que no sabe de dónde tomó aliento para
sobreponerse a la incesante metralla de la aviación. «Juro que sentí miedo»,
asegura mientras hace un ademán con las dos manos, y sonríe.
«El Escambray
fue otra cosa, algo así como la lucha de guerrillas. Ahora bien, yo nunca había
vivido un bombardeo tan intenso como el del trayecto de Australia hacia Playa
Larga; no había donde refugiarse.
«Era un
suicidio caminar por la carretera y ni siquiera en la cuneta había cómo
protegerse. Éramos vulnerables al ataque aéreo. En un primer momento nos
engañaron, pues llevaban banderas con la insignia cubana.
«Después de
aquel temor inicial y sin apenas darme cuenta, me volví un “monstruo” y fui
p´alante todo el tiempo. Por lo demás, creo que Fidel nos imprimió valor y una
fuerza tremenda».
En lo adelante,
confiesa, apenas tuvo tiempo de pensar en el peligro y la muerte, aunque
asegura que el olor a carne quemada de los caídos por la metralla y el sol le
desgarró las entrañas.
«Después de
Girón estuve varios días sin poder comer debidamente».
Manifiesta no
olvidar el valor de sus compañeros y el haber sufrido la pérdida de gente muy
cercana como Iluminado Rodríguez y Antero Fernández Vargas, «quien nos hizo
milicianos a nosotros en Jagüey Grande», cuenta.
Entre los
recuerdos que mejor conserva sobre la epopeya de Girón está constatar el valor
de las fuerzas revolucionarias, «gente brava, con coraje y voluntad, algo que
al final fue decisivo en la victoria, a pesar del poderío en armas de los
mercenarios».
A ellos, en
cambio, «les faltó la razón, mientras nosotros defendíamos una causa justa y
estábamos dispuestos a morir por ella; por eso combatimos con firmeza».
Chacho dice
estar seguro de que Girón demostró que la moral de un pueblo es más importante
que los plomos y las balas.
Otro momento
inolvidable para el hoy nonagenario combatiente fue haber visto a los
mercenarios rendirse. «Iban con las manos detrás de la cabeza y con la derrota
dibujada en sus rostros. Nos dimos cuenta de que eran nada, unos desalmados que
en definitiva se entregaron como palomas».
Nada lo ilusiona más que recordar aquel pasaje. «Por eso nos pusimos eufóricos y empezamos a gritar cuando se declaró la victoria».
Girón demostró que la moral de un pueblo es más importante que los plomos y
las balas. Foto: Raúl Corrales
LA CIÉNAGA DE
HOY
Desde los
primeros años de la Revolución y tras la Victoria de Playa Girón, la primera
gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina, el Gobierno y Estado
cubanos no se olvidan de quienes viven en esa zona; no se olvidan del sitio en
el que habita mucha gente humilde, que además es un monumento a la historia que
simboliza libertad e independencia, no solo para Cuba, sino también para la
región.
Como cada año
por estas fechas, y en honor a la efeméride, se realizan acciones de
rehabilitación y construcción en beneficio de los pobladores cenagueros, entre
ellas destacan:
·
La inauguración de un servicio de microbiología, la
reparación de los pisos y el techo de la sala de rehabilitación, y los
consultorios asociados al policlínico principal de urgencias, Celia Sánchez
Manduley.
·
Una nueva casita infantil con capacidad para atender a
diez niños de madres trabajadoras de la localidad de Playa Girón.
·
La construcción de una capilla funeraria.
·
La reanimación del Museo Girón.
·
La conclusión de una cámara de congelación para la
conservación de pescado.
·
Se incorporaron nuevos servicios de Etecsa en las
comunidades de Soplillar, Pálpite y Los Hondones.
·
La reconstrucción de El Peaje, símbolo distintivo de
la Ciénaga de Zapata.
Fuente: granma.cu
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