Hoy podemos decir que la revolución feminista, si no ha
triunfado del todo, está en trance de hacerlo. Queda aún mucho por hacer, pero
es mucho lo que se ha avanzado en las últimas décadas. Algo que no puede
decirse de la mayoría de las luchas sociales contemporáneas.
¿Qué pasa el 8 de marzo?
EL VIEJO TOPO / 8 marzo, 2025
¿QUÉ PASA EL 8 DE MARZO?
Por Mercè Otero Vidal
El próximo año, 2026, se celebrará el 50 aniversario
de las Jornades Catalanes de la Dona que tuvieron lugar en el
Paraninfo de la Universidad de Barcelona a finales de mayo de 1976. Empiezo con
este aviso recordatorio, porque fue preparando estas primeras jornadas cuando
las feministas de mi generación, que habíamos vivido la represión bajo en
nacionalcatolicismo franquista, descubrimos que existía una fecha
internacionalmente reconocida para celebrar, recordar y reivindicar la
presencia de las mujeres y sus aportaciones en el ámbito del trabajo y en la
sociedad en general en igualdad de condiciones con los hombres. En realidad,
con la muerte del dictador a finales del 1975, llegamos justo a tiempo de
sumarnos a la convocatoria de la ONU que había declarado 1975 como Año
Internacional de la Mujer y había reconocido de manera oficial el 8 de marzo
como fecha para conmemorar el Día de la Mujer.
Este hito se consigue después de una larga historia de
más de cien años de dura y dolorosa reclamación de derechos para las mujeres
por parte principalmente de las sufragistas y de las socialistas. A principios
del siglo XX, a consecuencia de las reivindicaciones laborales y de huelgas en
las fábricas textiles donde trabajaban mayoritariamente mujeres, hubo grandes
manifestaciones en nuestro país y en distintas partes del mundo como Nueva York
y Chicago, de tal manera que en el segundo encuentro Internacional Socialista
de Mujeres, en Copenhague (1910), por iniciativa de Clara Zetkin, se propuso
fijar un día simbólico en recuerdo y apoyo a estas movilizaciones y que
sirviera para reivindicar los derechos de las mujeres. Al año siguiente, se
celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer Trabajadora el 19 de
marzo en algunos países europeos como Alemania, Austria,
Dinamarca y Suiza.
Vale la pena recordar, ahora que estamos encadenando
episodios de violencia armada en todo el mundo y está muy presente la amenaza
de la extrema derecha, que con el estallido de la Primera Guerra Mundial el
motivo central de las celebraciones del 8 de marzo, junto a los derechos de las
mujeres, fue la paz y que en los años siguientes también primaron los
planteamientos antifascistas. En este mismo sentido, repasando nuestra historia
más cercana, nos encontramos que el año 1936 se celebró el día internacional de
las mujeres en Madrid y en Barcelona. Y un año después, ya en guerra, continuó
la movilización reivindicativa y solidaria de las mujeres en la manifestación
que el 25 de febrero de 1937, Dia de la Dona en Guerra, recorrió el centro
de Barcelona, así como en las intervenciones del mitin del 7 de marzo en la
plaza de toros Monumental. En Catalunya, en 1938, a instancias de la Agrupación
de Mujeres Antifascistas, tuvo lugar una Semana de la Mujer como marco a la
jornada del 8 de marzo donde las proclamas sobre el pacifismo y el antifascismo
tuvieron el protagonismo incluso por encima de los discursos sobre la igualdad
de mujeres y hombres.
Si penosamente pasamos en silencio los años del
franquismo, volvemos a situarnos en 1976 y se puede decir que hasta 2017 las
celebraciones del 8M se sucedieron con manifiestos y marchas con participación
más o menos numerosa y siempre con una fiesta exclusiva para mujeres al final
del día. Incluso en el año 2010, en que nevó en Barcelona, al atardecer del día
8 de marzo un grupo de feministas bajó por la Rambla haciendo el recorrido
habitual de la manifestación hasta la plaza de Sant Jaume.
El cambio en la celebración del 8M se produjo en 2018,
cuando coincide la iniciativa de la primera Huelga Feminista de Cuidados con el
movimiento internacional del Me Too/Yo también y se desencadena una eclosión
social y un salto cualitativo en la participación en los actos del 8 de marzo.
Por primera vez, más allá de las manifestaciones, se propone y se lleva a cabo,
dentro de las posibilidades, una huelga laboral, estudiantil, de cuidados y de
consumo bajo el lema «Si nosaltres parem, el món s’atura» («Si nosotras
paramos, el mundo se detiene»). Por lo que se refiere al Me Too, es bien
conocido que se trata de un movimiento iniciado a través de las redes sociales
para denunciar las agresiones y abusos sexuales que se extendió a partir de los
escándalos en el mundo del cine.
Con el tiempo, la pluralidad y diversidad dentro del
movimiento feminista ha requerido organizar asambleas para consensuar los actos
del 8M, cuando antes con el trabajo de una comisión era suficiente. También
actualmente los encuentros de la asamblea sirven para elaborar unos largos
manifiestos donde se visibilizan, bajo el plural «mujeres», todas las
denuncias, reivindicaciones y exigencias de los distintos colectivos. En sus
orígenes, como ya se ha dicho, las reclamaciones del 8 de marzo se centraban
especialmente en la igualdad de derechos de las mujeres en el ámbito del
trabajo asalariado; luego, se reconoció que las amas de casa, las mujeres
dedicadas al trabajo doméstico, eran también trabajadoras; y posteriormente la dedicación
a los cuidados amplió y cambió el concepto del trabajo doméstico. Precisamente
los cuidados esenciales a la vida y a la calidad de vida son los que este año
(2025) protagonizan las reivindicaciones del 8M, como puede verse en el largo
manifiesto (consensuado en la asamblea) del que reproducimos fragmentos del
principio:
¡Los cuidados sostienen la vida! Exigimos derechos y
corresponsabilidad para vivir con justicia y libertad.
Este 8M ponemos los cuidados en el centro como pilar
esencial de la vida y denunciamos su precarización y explotación por parte del
sistema económico y político. El cuidado remunerado y no remunerado es un eje
fundamental de desigualdad social y de género. Como feministas interseccionales
defendemos el derecho a escoger cómo queremos cuidar y ser cuidadas en
condiciones dignas, sin discriminación ni explotación.
Exigimos corresponsabilidad por parte de los hombres,
de las administraciones y del conjunto de la sociedad, porque los cuidados son
un derecho colectivo y una responsabilidad social y no el trabajo individual
exigido a las mujeres. Además, reivindicamos el cuidado del planeta porque el
mismo sistema que explota nuestras vidas exprime y destruye la Tierra. […] Los
cuidados continúan siendo invisibilizados e infravalorados por el sistema
capitalista cisheteropatriarcal, capacitista, edatista, adultocentrista,
racista y colonial.
Como se ha podido ver, este texto sobre el 8M tiene el
sesgo catalán/barcelonés y, en este caso, todavía faltaría añadir que el 8M es
celebrado, con matices más reivindicativos o más festivos, por todas las
instituciones con actos y manifiestos y también evidentemente por las entidades
culturales y de participación ciudadana. Un ejemplo es la manifestación
nocturna que tiene lugar la víspera del 8 marzo convocada por las mujeres que
se agrupan en Se va a armar la Gorda.
El arraigo de la conmemoración del 8M como Día de las
Mujeres es fuerte y continuado y hay que valorarlo con optimismo como una lucha
en conjunto, prolongada en el tiempo, de manera que pasa de generación en
generación el deber de luchar por los derechos de las mujeres que, como nos
recordó Simone de Beauvoir, no podemos creer que los tengamos ya ganados para
siempre.
Fuente: Mientras Tanto
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