La lenta laminación de
lo que antaño fue Europa y su cultura, continúa. Ya nadie se engaña: la ciega
subalternidad con respecto a EEUU sigue creciendo imparablemente. Así, hasta
fatalmente empobrecernos. Así, hasta que hagamos la guerra por ellos.
El sabotaje
que nos lanza EEUU
El Viejo Topo
21 septiembre, 2024
Ayer, triste
doblez del valiente Parlamento Europeo, que primero aprueba el uso de misiles
europeos contra objetivos en Rusia (377 votos a favor, 191 en contra y 51
abstenciones) y luego pide que se emita una orden de detención internacional
contra el presidente de Venezuela, Maduro, así como el reconocimiento como
presidente del líder opositor Edmundo González Urrutia.
A estas alturas,
la UE, la verdadera Europa política (y no la ansiada, ideal, esperada, etc.) es
simplemente el cañón que EE.UU. emplea contra sus enemigos -mientras ellos dan
un paso atrás (los Estados Unidos NO han aprobado el uso de misiles
estadounidenses en territorio ruso).
A veces, como
exeuropeista que acaba de salir de su desintoxicación, sigo preguntándome cómo
fue posible todo esto.
La UE se reduce
ahora a ser un sistema de sabotaje de esa forma de vida que era Europa.
Desde las
recomendaciones pedagógicas de la agenda 2030, pasando por la destrucción del
tejido industrial en nombre de una agenda llamada «verde», pasando por el
desmantelamiento sistemático del Estado de bienestar, hasta la ruptura de
relaciones con todos sus vecinos (hacia el Este y el Sur, Rusia y Oriente Medio
en primer lugar) para aumentar la dependencia de los EE.UU., la UE es sólo un
gran mecanismo de autosabotaje y de deterioración por americanización de la
cultura europea residual.
Y en el origen
de todo esto está, aguas arriba, ese proceso de americanización de las clases
dominantes que comenzó en los años 90 del siglo pasado y que ahora está dando
plenos frutos. Las poblaciones europeas (las libres de la devastación mental
producida por las pantallas portátiles) todavía permanecen parcialmente no
asimiladas con respecto a la omnipresente americanización de la cultura y los
valores.
El triunfo de
la mentalidad liberal, ahora neoliberal, de la que la cultura estadounidense es
la encarnación eminente, hegemonizó primero a los bloques sociales más
«actualizados» y «modernos» (en otro tiempo los habríamos llamado «burgueses»),
y luego se convirtió en consenso político.
En la política
reducida a variantes del (neo)liberalismo, los diversos «centro-derecha» y los
diversos «centro-izquierda» son perfectamente intercambiables. Por cada
abyección en un ámbito legislativo del centro derecha se puede encontrar una
abyección similar (en nombre de la alternancia) en el centro izquierda. A favor
del uso de misiles europeos en territorio ruso, por ejemplo, votaron por
Italia: FdI, FI y PD; todas ellas personas que, si pudieran, venderían Abruzzo
por un ático en Manhattan.
Así, hoy todos
estamos dentro de un mecanismo infernal, contraproducente, sin salida porque
somos incapaces de imaginar una forma de vida alternativa, que no sea una
variante de las representaciones de Hollywood.
Estamos todos
dentro de la burbuja del thatcherismo («no hay alternativa») y todo lo que no
encaja culturalmente se rebaja a una excentricidad deplorable, cosas que
ninguna persona decente aceptaría («oscurantismo –huelga decirlo, religioso»,
«familismo –va de suyo, amoral», «populismo», «soberanismo», «rojipardismo»,
etc.).
Fuente: L’AntiDiplomatico
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