Judíos fundamentalistas en pie
de guerra contra los militares de Israel
Por Julián
Varsavsky
Rebelion
17/07/2024
Fuentes: Página/12
La Corte
Suprema los obliga a alistarse y resistieron a los militares que los quieren
reclutar.
Este martes una
turba de judíos ultraortodoxos atacó a dos oficiales del Ejército israelí en
Bnei Brak —periferia de Tel Aviv— cuando salían de una reunión con un rabino
para crear una brigada de religiosos fundamentalistas en las fuerzas
armadas. Medio centenar de hombres de saco y sobretodo negros, camisa
blanca y sombrero, se enervaron al descubrirlos y comenzaron a gritar
“¡asesinos!», mientras lanzaban botellas: uno se arrojó sobre el capó de un
auto para impedirles partir. La consigna es «muertos o presos, antes que
alistados».
Quizá Benjamín
Netanhayu tenga ya decidida una fecha de invasión al Líbano y debe
reforzar su tropa para operar en ese frente, en Gaza y en una Cisjordania cada
día más violentada: necesita reclutas mientras centenares de miles de personas
han abandonado el país. Aunque extendió a 3 años el servicio militar, no
alcanza y el Gobierno ha ido a por los eximidos: los judíos ultra
religiosos. Estos se resisten, considerando que tener una fuerza armada
es tan importante como una fuerza de religiosos estudiando la Torá de lo cual
dependería la existencia misma de Israel. Y lo dicen en un sentido
literal, oponiéndose violentamente a empuñar las armas. El resto de la sociedad
observa cómo 325 de sus hijos han muerto en Gaza, mientras los ultra religiosos
son mantenidos por el Estado solo para rezar y estudiar libros sagrados casi
todo el día. La situación se volvió insostenible.
Las condenas políticas
El episodio en
Bnei Brak fue condenado por amplios sectores de la política israelí, incluido
Yitzhak Goldknopf, líder del partido ultraortodoxo Judaísmo Unido de la Torá,
clave en la coalición de Gobierno de Benjamín Netanyahu. También lo condenaron
los dos ministros más ultraderechistas, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich que
representan a los colonos, muy belicistas.
Los ultraortodoxos “haredí” son los que organizaron protestas en las
últimas semanas contra la integración forzosa de sus jóvenes en el Ejército,
después de que el Tribunal Supremo israelí ordenara tomar medidas para aumentar
el número de religiosos que realizan el servicio militar obligatorio. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, aprobó el envío de órdenes de
reclutamiento a ultraortodoxos a partir del mes de agosto, sin especificar
cuántos de los 63.000 haredim en edad militar serán reclutados. Las fuerzas
armadas han avisado que para el año 2024 solo podrían reclutar a 3.000 porque
los ultra ortodoxos tienen requisitos especiales referidos a la dieta kosher y
la convivencia con mujeres: tendrían que acomodar a los nuevos reclutas en
batallones especiales.
Los jóvenes que
estudian a tiempo completo en las escuelas talmúdicas yeshivá están exentos del
servicio militar, al igual que los árabes israelíes (estos últimos difícilmente
aceptarían pelear contra los palestinos que son sus hermanos).
«Sin base legal»
La exención de
los religiosos había sido prorrogada a través de disposiciones especiales pero
hace tres semanas el Supremo decidió que «no existe base legal para
excluir a los hombres ultra ortodoxos del reclutamiento» y que si no
sirven al Ejército, tampoco deben recibir subvenciones educativas ni asistencia
social. A pesar de que el servicio militar es mixto, en el caso de los ortodoxos
no convocarán a las mujeres.
Consultado
por Página/12, el analista político Daniel Kupervaser
explicó desde Israel: “Desde la creación del Estado de Israel, Ben Gurion
aceptó el pedido de líderes ultra ortodoxos de eximir de la obligación militar
a solo 400 jóvenes dedicados única y permanentemente al estudio de la Torá con
perspectiva de convertirlos en eminencias en el tema. El problema se
complicó cuando el componente ultra ortodoxo comenzó a tomar peso formando
partidos políticos. Hoy son un 14 por ciento de la población de más de 18 años
—60.000 posibles reclutas— y por su alta natalidad, su peso crecerá
significativamente: hoy se acercan al 25 por ciento de los niños que comienzan
los estudios primarios”.
Según
Kupervaser, el sector ultra-ortodoxo de la sociedad ganó peso por el
sistema parlamentario israelí, donde a pesar de ser minoritarios, son un factor
crítico de intervención en la política ya que su capacidad de desempate deja en
sus manos el coronar o derrocar gobiernos. Y aclara que no se
debe confundir a los anteriores con los religiosos nacionalistas que son un 12
por ciento de la población y sí se alistan al ejército. Y tampoco se debe
mezclarlos con otra secta dentro de los ultra ortodoxos llamada Naturi Karta,
antisionistas y pro-palestinos, quienes son una minoría ínfima. Gran parte de
ellos vive en el barrio Mea Shearim de Jerusalén en unas pocas cuadras
semipeatonales, casi amurallados en un ambiente que remite un poco al medioevo,
haciendo una selección del uso de las tecnologías de acuerdo a su
interpretación de los mandatos bíblicos: las noticias del barrio se publican en
afiches que pegan en la calle.
Ellos
consideran que el Estado de Israel es una abominación que no debería haberse
creado ya que eso solo sería posible con la llegada del mesías y bajo su
liderazgo. A modo de provocación, ellos violan la muy estricta prohibición que
colocar en público siquiera un pin con la bandera palestina: la pintan en
paredes y las izan muy alto para que a los soldados le cueste mucho bajarlas.
Luego golpean —sin mucho énfasis— a los religiosos, quienes para evitar los
embates envían a sus hijos más pequeños a blandir en la cara de los militares
banderitas palestinas, muertos de risa. Porque ellos se consideran judíos
palestinos que viven aquí desde hace siglos. Y lo hacen de una manera sumamente
ortodoxa, casi sin salir del lugar. Tampoco les agradan los extraños: a
este cronista lo expulsaron arrojándole un fierrito en la espalda y a los
gritos, por ir filmando por la calle con un celular.
La mirada del sociólogo
Andy Faur es un
sociólogo argentino —rabino laico— y explica a Página/12 desde
Jerusalén que “no más del 50 por ciento de los jóvenes ultra ortodoxos
estudian realmente en las yeshivot; el resto están registrados pero no van a
las clases, trabajan en tareas informales o deambulan por las calles. Esos
jóvenes son también prisioneros del sistema, siguiendo un camino predeterminado
por sus líderes desde el nacimiento. Este sistema totalitario los tiene
atrapados: al no tener estudios o habilidades laborales para su inserción en la
sociedad, están a merced de la ayuda de sus instituciones y organizaciones
comunitarias. Al casarse muy jóvenes, tener muchos hijos y no poder
sustentarse, dependen de los subsidios que puedan conseguir dentro de sus
herméticas comunidades. Son el sector más empobrecido y falto de
preparación y por ello reciben privilegios del Estado, incluyendo subsidios por
estudiar —aunque la mitad no lo haga—, a diferencia de los universitarios que
pagan sus estudios. Netanyahu está metido en un embrollo porque tiene que
acatar la orden judicial de reclutar a los ultra ortodoxos, al tiempo que su
principal soporte político son dos partidos ultra ortodoxos —Shas y Agudat
Israel— que se oponen a esto, lo cual pone en vilo la continuidad de su
gobierno”.
Susana Durman
—argentina exiliada en 1975— declara para Página/12 desde
Maalot —norte de Israel— con sonido de bombas de fondo: “No estoy de
acuerdo en absoluto con la idea de enviar a los ultra religiosos al Ejército,
porque la solución a todo lo que está pasando no es que haya más soldados, sino
hacer la paz. Es absurdo lo que quieren hacer”.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/752705-los-ultraortodoxos-no-quieren-ser-soldados
No hay comentarios:
Publicar un comentario