Palestina es hoy
la mayor cárcel a cielo abierto del mundo. Una cárcel que sus carceleros
bombardean impunemente, asesinando a mansalva, excusando sus crímenes en las
acciones de Hamas. Una guerra larga, de carácter colonial, que parece no tener
fin.
Palestina y el eje de la resistencia
Martín Martinelli
El Viejo Topo
20 mayo, 2024
Las raíces de Hamás se remontan a casi medio siglo atrás y no se refieren a ningún tipo de “terrorismo islámico”. Esta es una figura promovida e inventada por las potencias anglosajonas para invadir diferentes países de la región de Asia occidental. En los años 1970, el jeque palestino Ahmed Yassin fundó una organización basada en el islam, aceptada por Israel, porque consideraba que podría debilitar a Al-Fatah, la principal organización de la OLP (Organización de Liberación de Palestina). Sus mayores derivaciones actuales son políticas y geopolíticas.
El movimiento
suní Hamás emergió en un contexto de desilusión respecto de los movimientos
políticos palestinos seculares, a los que perciben incapaces de finalizar con
la ocupación militar israelí y la colonización de asentamientos. Luchó contra
la ocupación israelí y marcó el resurgimiento de las fuerzas islámicas en
Cisjordania y la Franja de Gaza. Convive con el nacionalismo laico de Al-Fatah,
y defiende el nacionalismo islámico como un proyecto político distinto. Es
importante aclarar que la mayoría del pueblo palestino es musulmana, por ello
los centros de acción o ayuda social nacieron en muchos casos como mezquitas.
Desde 2001, Hamás
debate con Al-Fatah para alcanzar una posición “nacional” –en
referencia a la inclusión representativa de todas las facciones– más que
“nacionalista” en las conversaciones de paz con Israel. El movimiento de
Resistencia Islámico, Hamás, fue creado por la Sociedad de los Hermanos
Musulmanes en 1988. Dedicado a las actividades sociales, religiosas y
políticas, es el ejemplo de islamismo nacionalista: es una agrupación palestina
que logra armonizar ambos conceptos, al diferenciar objetivos de corto plazo (la
nación) de los de largo plazo (la Umma).
El islam
político propone una teoría de la política y del Estado; representa una
manifestación intelectual de la interacción entre religión y política, como la
República Islámica de Irán, un caso posible. Algunos intelectuales musulmanes
consideraban al nacionalismo como impuesto y un proyecto particularista, a
diferencia del islamismo que buscaría establecer la Umma o comunidad islámica,
sin distinción de orígenes étnicos, de lenguaje, geográficos, etc.
La dicotomía
entre nacionalismo e islamismo supranacional ha bajado su intensidad, dado el
surgimiento de Estados islámicos y la concepción de Estado moderno, la
adaptación islámica o nacionalización del islamismo. Como Hamás, que busca
primero concretar un Estado palestino, al participar y aceptar las estructuras
políticas, para continuar con la búsqueda de un islam supranacional.
La
reconciliación del islamismo con el nacionalismo concibe una especie de
jerarquía de círculos identitarios, donde el patriotismo y el nacionalismo
árabe conducen a un círculo mayor y abarcador, supranacional, el de la Umma
islámica. La cuestión de la liberación de Palestina, presente en el capítulo
XIV de la Carta Fundacional de Hamás, está tratada desde tres esferas
diferentes, pero interrelacionadas entre sí: la palestina, la árabe, y la
islámica, cada una de las cuales tiene un papel preferencial en la lucha con
Israel.
En 2005, Abbas
fue elegido presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), comenzando a
administrar Cisjordania con poderes limitados. Ese año Israel también se retiró
de la Franja de Gaza, territorio ocupado por sus tropas y colonos, poniendo fin
a 38 años de ocupación. La retirada formaba parte de los acuerdos del “proceso
de paz”: la ejecución del plan de retirada no transcurrió sin problemas.
Hamás cuenta
con una serie de organizaciones dependientes que desarrollan actividades en
ámbitos desde la educación cultural y religiosa a los jóvenes a través de sus
madrasas, la asistencia social a los palestinos más necesitados (y a las
familias de sus propios miembros muertos o presos en cárceles israelíes) y la
representación en las instituciones democráticas palestinas a través de la
lista Cambio y Reforma.
Se presentaron
en las elecciones generales de 2006 y obtuvieron mayoría, lo que le otorgó la
potestad de formar el gobierno que lidera Ismail Haniye. El brazo armado de la
organización son las Brigadas de Izz ad-Din al-Qassam, que mantiene la lucha
armada contra el Estado de Israel, al que considera ilegítimo. Tareq Baconi
explica el sentido de Hamas en sus inicios:
En 1988, la OLP
sale con una declaración que recoge la independencia del Estado de Palestina,
que esencialmente equivalía a una concesión histórica en nombre de los
palestinos. Esencialmente, la OLP aceptó la pérdida del 78% de la patria
histórica de los palestinos a manos de Israel y aceptó la formación de un
Estado palestino en el 22% de la tierra. Esta concesión es una concesión que
Hamás cuestiona a continuación.
Hamás —mientras
la OLP sale de este momento de fomento revolucionario y, en cierto modo, depone
las armas y admite que ahora la diplomacia es un camino a seguir— aparece como
un movimiento que desafía ese compromiso. En lugar de la diplomacia,
argumentan, tenemos que seguir comprometidos con la resistencia armada para la
liberación total, excepto que lo hacemos en una ideología que es islámica, no
secular.[1]
La “Hoja de
Ruta” había sido rechazada por varias organizaciones palestinas, incluidas las
Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, el Frente Popular para la Liberación de
Palestina y las corrientes islámicas Hamás y Yijad.
El eje de la resistencia
El eje de la
resistencia es una organización informal surgida como oposición a las
consideraciones del “eje del mal” de 2002, y carece de una fecha de surgimiento
específica. En la historia reciente, debemos ponderar los fracasos de Estados
Unidos en sus objetivos tanto en Iraq como en Afganistán. Hasta 2020, Qassem
Soleimani fue el gran arquitecto de este movimiento, incluso muchos lo
consideran el “Che” Guevara de Medio Oriente, que tenía como objetivo general
el retroceso de la avanzada estadounidense en la región.
Este eje
intenta contrarrestar las incursiones del imperialismo estadounidense con su
brazo israelí en la región. Se trata de guerrillas o formaciones no estatales,
diferentes de los ejércitos regulares que los componen. Países que han estado asediados
y por ende debilitados en sus estructuras estatales y sociales. Ello permitió
un acercamiento en la normalización que buscó Israel con varios de ellos.
Los hutíes,
como se suele denominar a los integrantes de Ansarralla, son un grupo surgido
en Yemen, desde la resistencia de un país bombardeado desde 2015 por Arabia
Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Actúan en uno de los puntos geoestratégicos
más densos, el Estrecho de Bab al-Mandab. Lo denota el tráfico comercial y de
hidrocarburos, así como la cantidad de bases de las potencias (Francia, Estados
Unidos, la única de China), alojadas en la costa de enfrente, en Yibuti. En
conjunto con el Estrecho de Ormuz, se erige parte del eje de la resistencia
desde Irán hasta Yemen. Las agrupaciones que lo integran son junto con los
hutíes de Yemen; Siria; Hezbolla en Líbano, Hamas y la Yijad islámica en
Palestina; Badr, Kataeb Hezbolá y Asaib Ahl al Haq en Iraq y la Guardia
Revolucionaria en Irán.
Los hutíes
atacaron buques mercantes relacionados con Israel como estrategia para exigir
el cese al fuego contra los palestinos gazatíes. Eso genera sorpresa mundial
por provenir de un país en sus condiciones, mientras la coalición Estados
Unidos-Reino Unido atacó el puerto yemení de Hodeida. Además de observar la disparidad
de potencia militar entre unos y otros, eso corrobora quiénes están más
interesados en los movimientos israelíes en la región. Es decir, las potencias
militares anglosajonas tratando de detener por ese medio su pérdida de
potencial económico y financiero.
Los movimientos
más recientes en las placas tectónicas de la región generaron que países
enfrentados o en un nivel de tensión y rivalidad, ahora se hayan ido acercando
como Irán y Arabia Saudita. Por ejemplo, en lo estructural, en dos grandes
organizaciones y sobre todo en el realineamiento del tablero mundial que es el
BRICS+ o BRICS10. Esa ampliación muestra varios desarrollos.
El eje de la
resistencia es parte del acercamiento de Irán a Rusia y China, por los cambios
de la última década de una recomposición del poder de varios actores de la
región materializado en los ingresos de Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes
Unidos, Irán y Arabia Saudita. La magnitud de este cambio es algo que podría
ser impensable una o dos décadas atrás, en pleno apogeo de la unipolaridad
estadounidense.
Esos son
algunos de los intereses geopolíticos detrás de estos meses de bombardeos
israelíes sobre los palestinos. Las cifras de muertos, heridos y desplazados
resultan estrepitosas. Superan la expulsión de palestinos de 1948 y más que
duplican el poder de fuego del mayor atentado terrorista de la historia, las
bombas nucleares que el ejército estadounidense arrojó sobre Hiroshima y
Nagasaki, que inauguraron la era contemporánea, ahora en cuestionamiento.
En el caso de
Hamas, esta organización política, social y también con un brazo de guerrilla,
plantea tres objetivos principales: “la creación de un Estado palestino
independiente, la liberación de los prisioneros palestinos encerrados en las
cárceles israelíes y el fin de las incursiones de colonos y policías israelíes
en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén”. Actualmente, se acerca a Fatah para
buscar una coalición de gobierno unitario, también con la mediación de la cada
vez más influyente diplomacia china, y forma parte de los pedidos de aceptar a
Palestina en la ONU como miembro pleno. Esto último le daría reconocimiento y
protección internacional, en caso de que se pudiese frenar la ayuda ingente de
Estados Unidos, sostén irremplazable del comportamiento belicista de Israel.
Estas
organizaciones de variada orientación, poseen un accionar con independencia,
pero con un objetivo común: erosionar el poder militar estadounidense en sus
países como paso previo a la liberación de Palestina. Mientras tanto, Estados
Unidos con su apoyo en la zona, tratan de aislar a estas organizaciones y
colocarles el mote de terroristas.
Irán impulsó un
giro hacia el este. Mantiene un tratado de 25 años con el gigante asiático de
petróleo y gas a cambio de inversiones en infraestructura. Por eso Irán, uno de
los países más sancionados económicamente por Estados Unidos, segundo detrás de
Rusia, luego de sufrir ciberataques y asesinatos selectivos desde Israel,
incluyendo a Qassem Soleimani, está cada vez más relacionado con los países de
su región y de China y Rusia en el tablero mundial.
Otro de los
objetivos del eje de la resistencia es la liberación de Palestina. Esto se
contrasta con los intentos de Israel de normalizar las relaciones de los países
árabes en años recientes. Y, además, demuestra que más allá de los
posicionamientos oficiales de los países, en las poblaciones de la región
continúa el rechazo al plan de balcanización en “Medio Oriente”, promovido a
través de ese aliado casi incondicional de Estados Unidos.
Este eje genera
un cambio en las relaciones de poder, más allá de lo que hagan los ejércitos
regulares de sus países a los que se intentó desmantelar o deteriorar su
poderío. Por eso, se trata de una reconstitución bajo otras formas que intenta
mostrar su desacuerdo con las bases estadounidenses en Iraq, o con la
prepotencia del ejército israelí hacia Siria, Líbano y Palestina.
Estos grupos se
consolidan como un frente común a la inusitada violencia desenvuelta por
Estados Unidos que dejó países destrozados, millones de refugiados y cientos de
miles de muertos con un gasto militar creciente. Es una forma de alineamiento
regional, contracara de los intentos de fragmentación personificados en Israel
y el creciente apoyo militar y logístico que recibe. Irán también avisó a
Israel, con su ataque medido, de que se inicia un nuevo periodo. Y junto a la
resistencia en el Sahel, plantean más cuestionamientos a las formas
neocoloniales de las potencias euro-estadounidenses.
Es factible que
pueda incidir en lo que sucede en Palestina, por generar un entretejido de
agrupaciones, con diferente tecnología y fuerza militar. Su finalidad detenta
una carga histórica y relevante para sus sociedades en general, el de
menoscabar los procesos encabezados por Israel y Estados Unidos, para
establecer un “caos controlado” de desunión y de recalentamiento militar en la
región. Para ese propósito, ellos entienden a Palestina como una cuestión
clave.
Luchar por la autodeterminación
La realidad
social y política palestina se fracturó en tres planos (algunos consideran
cuatro, con Jerusalén Este): en Cisjordania y Gaza, en el interior de Israel y
en el exterior de la Palestina histórica (refugio y emigración). Estas tres
dimensiones, si bien poseen particularidades, no han estado aisladas unas de
otras y se han influido. Para los palestinos conforman una misma realidad y
cualquier palestino tiene a sus familiares dispersos en estos tres mundos. En
otras palabras, las tres esferas de la ocupación israelí sobre Palestina son
indisociables. El enfrentamiento con Israel aglutina a casi todas las facciones
palestinas e incluso cohesiona al mundo musulmán y a la causa árabe.
El pueblo
palestino continúa en la lucha por su autodeterminación, más allá de si es
posible la aplicación de una solución de un Estado binacional o de dos Estados.
Sin dejar de ver la situación de ocupación que lleva décadas y se incrementa de
manera sostenida. Al mismo tiempo, se reconoce internacionalmente la aplicación
de un apartheid sobre su población, pero eso aún no ha
modificado sustancialmente su realidad.
Entre las
formas de resistencia palestina y de solidaridad internacional hacia su causa,
encontramos la campaña BDS, Boicot Desinversión y Sanciones (emparentado con el
sudafricano), que se opuso a las declaraciones de la Alianza Internacional para
el Recuerdo del Holocausto (AIRH), para rechazar la asimilación entre la
judeofobia (antisemitismo) como forma de racismo, y el antisionismo como
rechazo a las políticas israelíes hacia los palestinos.
La escalada
actual demuestra cómo cambió el mundo, sobre todo desde 2013/14, y se aceleró
en febrero de 2022, un declive relativo de Estados Unidos en varios aspectos,
que retrocede en algunos lugares como Medio Oriente. En este nuevo existe un
renovado poder de China en su alianza estratégica con Rusia. La Franja de Gaza
está controladas desde 2007 por tierra, mar y aire, este es el caldo de cultivo
junto con la opresión y los bombardeos cíclicos, donde emerge este círculo de
violencia.
Exigimos el
cese inmediato de los bombardeos y la guerra de exterminio, una probable
limpieza étnica del ejército israelí si no frena sus objetivos. Al mismo tiempo
lamentamos las pérdidas humanas y sus secuelas para los involucrados. Las y los
palestinos llevan resistiendo los intentos de expulsión desde la Nakba de hace 76
años. Pedimos que se ponga fin todas las formas por las que el ejército israelí
intenta cercar y bombardear a los palestinos, quienes viven en la mayor cárcel
a cielo abierto del mundo. Frente a esta maquinaria de muerte y desinformación,
la posición a adoptar es denunciar el uso político y geopolítico de estas
matanzas.
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