Un repaso al intervencionismo militar hispano
¿Cuántas son, para qué sirven
y cuánto cuestan las misiones exteriores del ejército español?
Por Juan Carlos Rois
Rebelion / España
05/03/2024
Fuentes: Tortuga
El Ministerio de Defensa se ha decidido a actualizar su infografía sobre
las operaciones militares españolas en el exterior vigentes en la actualidad.
Para quienes no
están excesivamente informados de nuestro papel de guardias de la porra
geopolíticos y del enfoque agresivo e intervencionista de la política de
defensa española, conocer que actualmente asistimos a 18 escenarios de guerra
puede ser un sapo difícil de tragar.
Hemos
conseguido que sea de dominio común en la opinión pública conocer el enorme
gasto militar español, su voraz despilfarro, su falta de transparencia y hasta
la losa monumental de deuda ilegítima que genera, pero tenemos menos concreción
si nos preguntamos para qué requiere un estado como el español de ese ingente
gasto militar.
Y conocer el
asunto de la participación española en operaciones militares de un marcado
carácter intervencionista despeja una parte del interrogante, porque una parte
importante del gasto militar español se destina a la injerencia militar en el
exterior; una injerencia, como es de ver en el propio mapa de posición,
dependiente de los intereses de la OTAN y del esfuerzo de la UE en convertirse
en una potencia militar con intereses propios (y no del todo independientes).
Veamos el mapa
Conforme al
mismo podemos ver que nuestra principal contribución en número de operaciones
se destina al apoyo a la OTAN (7 operaciones) con barcos, aviones, submarinos,
tanques y sistemas sofisticados de control, misiles y asesores militares.
Básicamente la OTAN mantiene con estas operaciones el control del atlántico,
índico, báltico y mediterráneo, así como sus posiciones militares en los países
bálticos y fronterizos con Rusia y una gran parte de oriente medio, desde
Turquía a Irak.
Le siguen en
número de operaciones las de la Unión Europea, en las que principalmente España
aporta tropa y asesores militares, sobre todo en Centroáfrica, donde sitúa una
gran parte de su particular influencia y preocupación (no en vano es
medianamente sencillo contrastar el mapa de intereses de la UE con el del
antiguo colonialismo francés).
Encontramos en
tercer lugar los cuatro escenarios que forman parte de lo que la estrategia
militar española denomina su «frontera de seguridad avanzada», principalmente
el Sahel y el Golfo de Guinea, y que hace relación a los intereses de nuestras
empresas internacionalizadas (petróleo del Golfo de Guinea) y con la
coincidencia de intereses con Francia en el control del Sahel.
Y por último
los dos escenarios, Líbano y Colombia, de participación en misiones de la ONU.
- Lo que el
mapa no dice
El mapa del
Ministerio no lo dice todo y miente más que habla, porque por debajo de la
cruel realidad de nuestro intervencionismo se pueden destacar otros aspectos
que lo hacen más bochornoso e indecoroso si cabe.
- a)
Coordinaciones militares, alianzas y cuerpos militares conjuntos
No dice, por
ejemplo, que formamos parte de otras formas de coordinación militar singulares,
como la iniciativa 5+5 defensa del mediterráneo, que coordina iniciativas de
defensa de diez países ribereños del mediterráneo occidental (Argelia, Libia,
Marruecos, Mauritania, Túnez, Francia, Italia, Malta, España y Portugal) y cuya
presidencia en 2024 le corresponde a España.
Bajo el
auspicio de esta iniciativa se realizará en 2024 un importante ejercicio de
salvamento y rescate en la mar (CANASAR), liderado por el Ejército del Aire y
del Espacio español, y otro de seguridad marítima dirigido por la Armada
(MARSEC).
No es nuestro
único acuerdo de «cooperación» militar fuera de las operaciones militares en el
exterior. Para los desmemoriados hay que recordar que tenemos otro con EEUU por
el que cedemos territorio para la instalación de bases militares americanas en
su proyección sobre sus enemigos tradicionales, en virtud del cual, por ejemplo,
en 2024, tiene situados en Rota cuatro de sus barcos de guerra más agresivos,
el USS Arleigh Burke, USS Roosevelt, USS Porter y USS Paul Ignatius, este
último el más nuevo de los barcos estadounidenses desplegados en Europa.
Contamos con
otros acuerdos de cooperación militar llamativos como por ejemplo un memorando
de entendimiento con Israel, acuerdos militares con Arabia Saudí (en este caso
destaca un acuerdo de protección mutua de información militar de 2017 que tiene
como objetivo ocultar la venta de armas poco santa a dicho estado), con
Kazajstán, con la mayoría de los países del Sahel, y así un largo listado.
Formamos parte
del eurocuerpo con Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo; de Euromarfor con
Francia e Italia; de una fuerza anfibia hispano-italiana; de una iniciativa
anfibia europea con Reino Unido, Francia, Holanda e Italia; de una Fuerza de
gendarmería europea con Portugal, Francia, Italia y Países bajos; de un Mando
de transporte Aéreo Italiano y con cuanta iniciativa militar sale a cuento.
- b) Una
inversión en la guerra escandalosa
Tampoco explica
el mapa que desde que Felipe González autorizó el primer contingente militar de
participación en operaciones en el exterior hasta la fecha son ya cerca de 120
escenarios militares en los que han participado los ejércitos españoles, con
más de 120.000 efectivos en circulación.
Es un
escándalo. Somos un país que difícilmente puede considerarse amistoso después
de tanta tropa danzando.
Llama la
atención la falta de visiones críticas en los medios de comunicación cada vez
que la ministra de defensa sale a cacarear esta enorme participación española
en operaciones militares en el exterior.
- c) Un
gasto impresentable para hacer la guerra e imponer la dominación del
bloque occidental.
No nos
despistemos con las mentiras que difunde la publicidad oficial. No es cierto
que las tropas españolas en escenarios militares de control y de conflicto
tengan como finalidad garantizar la paz, como dice la ministra de defensa. Más
bien los esfuerzos militares se encaminan a garantizar las posiciones de la
OTAN y los intereses de euroatlánticos en el statu quo internacional,
todo ello bajo la batuta de mando de EEUU; el principal socio y actor militar
mundial.
Es curioso.
Nunca se ha auditado el gasto en operaciones en el exterior. No lo ha hecho el
Tribunal de Cuentas. Tampoco lo ha exigido el parlamento y no contamos con
ninguna evaluación de esta política.
España ha
enterrado miles de millones de euros en escenarios como Afganistán, Mali o
Irak, por poner dos ejemplos donde la participación se ha saldado con un sonoro
y descarado fracaso, pero nuestro parlamento, como siempre, a por uvas. No ha
pedido nadie evaluar estas políticas. ¿Por qué? Busquen lo simple, porque todos
mojan de esta salsa y no quieren preguntas incómodas.
Podría, como en
otros temas, pedirse que la AIREF u otra instancia de evaluación de las
políticas públicas, que evalúe este tipo de acción. ¿Se va a hacer?¿Lo va a
hacer la derecha militarista?¿el PSOE no menos militarista?¿una izquierda
abotargada y sin alternativa?¿los nacionalismos periféricos?
¿Lo va a pedir
el entramado de organizaciones de cooperación al desarrollo, que saben lo que
está pasando, pero callan o hablan entre dientes al respecto?¿La prensa
amarilla?¿Algún periodista con criterio propio? ¿Alguien más?
Mientras no
exista una fortaleza antimilitarista con capacidad de movilización social, con
criterios, argumentos y alternativas sólidos y con una agenda de verdadero y
constante trabajo y lucha, capaz de hacer pasar factura al cinismo oficial,
nadie moverá un dedo.
Vemos en el cuadro siguiente, de elaboración propia y basado en los datos oficiales más los que ocultan y se les escapan de vez en cuando que, desde 1999 a 2024 (este año con una proyección, pues solo cabe hacer una estimación) España ha gastado en participar en operaciones de injerencia militar nada menos que 20.781 millones de euros sin que pueda decirse que dicha cantidad ha propiciado ni un solo logro de paz en el mundo.
21,781 millones
de euros que en gran parte han servido para sobreincentivar a los militares con
sobresueldos y dietas «a la buxaca», pero también para probar nuestro material
bélico, efectuar de tapadillo inversiones y reparaciones que no constaban con
partidas de gasto claras en otros capítulos del presupuesto y usar, cómo no,
nuestra presencia militar y nuestro material en el escaparate de los
compradores de armas.
Y también, obvio es decirlo, para el campaneo internacional de nuestros
mediocres políticos que, a falta de una visión estratégica o de otros méritos,
participan en el concierto de las naciones poniendo los mamporreros al servicio
del servil sistema de relaciones políticas en el que nos desenvolvemos.
Pero ese
campaneo le sale caro al planeta. Si comparamos el mapa elaborado por Defensa
con otro relativo al índice de paz mundial, veremos la extraña casualidad de
que gran parte de los peores escenarios para el índice mundial de paz coincide
con el de nuestra presencia vigilando mares, asesorando países o posicionando
tropas. ´
Resulta turbador que participamos activamente en los lugares donde peor van los
múltiples indicadores de paz, ya sea los relacionados con el desarrollo, con la
seguridad humana o con la justicia. No parece que la paz que llevamos sea tan
pacífica como prefieren los indicadores.
- d) El
negocio de las armas
Otro de los
motivos de nuestra activa presencia en nuestra alianza de guerra surge a
nuestro alrededor es nuestro activísimo papel en la venta de armas por doquier.
Si superponemos
el mapa de las operaciones militares en el exterior en las que participa España
con otro de los principales y más activos compradores de armas Made in Spain
surge la duda de si la política intervencionista española no es la avanzadilla
de los señores de la guerra y sus opíparos negocios.
Al respecto
conviene recordar que los crecientes aumentos del gasto militar de occidente
exigidos por EEUU no tienen como principal objetivo construir la paz o la
seguridad colectiva, sino incentivar y cebar el negocio de las grandes
corporaciones armamentísticas, principalmente de matriz norteamericana e
imponer un tirón de la economía de guerra, con su correlato de generación de
deuda en múltiples países, que beneficia la dependencia de casi todos a los
intereses americanos.
A menor escala,
nosotros replicamos el modelo poniéndonos a rueda de la superpotencia americana
para recoger las migajas con nuestra menos lucrativa industria militar, la
sexta exportadora de armas según el SIPRI si contamos los últimos diez años y
la octava si solo contamos el último, donde se han incorporado nuevos buitres carroñeros
al negocio de los señores de la guerra.
- e) Un
ejército entrenado
Otra de las
funciones de las operaciones en el exterior, lejos de tener nada que ver con la
paz, es entrenar a la tropa, ponerla en perfecto estado de combate por si llega
el caso de tener que hacer un uso masivo de esta.
Es
significativo comprobar que son más de 121.000 efectivos los que han
participado en operaciones en el exterior.
Es evidente que
esto no equivale a que han mandado fuera a todo el ejército, pues se van
reemplazando en contingentes de militares en operaciones exteriores por
periodos de tiempo determinado los efectivos en el exterior. Pero 121.000 es un
volumen que hace que, en el mejor de los casos, podamos pensar que la mayoría
de las unidades operativas del ejército han engrasado su musculatura en
conflictos exteriores y cuentan por ello con un alto grado de experiencia
caliente en escenarios de guerra.
Para un ejército
el poder ejercitarse en la guerra, sin que nadie se escandalice, es una
oportunidad nada despreciable y sirve al interés del militarismo de tener todo
dispuesto, también por si lo que aquel otro dejó atado y bien atado se descose
o se desata.
La participación en escenarios de guerra se realiza en operaciones donde
participan ejércitos de diversos países de forma conjunta y combinada, lo que
también es un aprendizaje y una preparación del ejército para una eventual
actuación global futura de imposición por la fuerza de las ideas dominantes en
la cabeza de mando.
Llama la
atención que en la estrategia de defensa española, amén de designar como riesgo
o amenaza con enfoque militar a cualquier cosa que pueda para en el globo,
desde una pandemia a un virus informático pasando por problemas de suministro
de agua o ataques de los marcianos, hay un enemigo tradicional de nuestra
versión militarista histórica más autoritaria que sigue formando parte de la
obsesión militar: el enemigo interno, ya sea social, territorial o de cualquier
otro signo.
También para
eso se entrena el ejército, tanto con demostraciones de escenario clásico
militar como de contrainsurgencia, espionaje, ciberseguridad y un largo
etcétera al que contribuye la participación en misiones en el exterior.
Fuente: https://www.grupotortuga.com/Cuantas-son-para-que-sirven-y
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