Marruecos es el patio trasero
del gran capital español, no el delantero
DIARIO OCTUBRE / febrero
5, 2024
El chovinismo que durante estos días está llenando
ríos de tinta en editoriales y platós de televisión, llamando a expulsar lo
marroquí (sean cosas o sean humanos) es una vieja cortina de humo utilizada en
España para ver siempre la paja en el ojo ajeno.
Desde la muerte de Hassan II y la entronización de
Mohamed VI, Marruecos está copiando el modelo desarrollista implantado en
España durante el franquismo, que consistía en atraer capitales extranjeros
alardeando de los bajos costes de producción, ya sea por la mano de obra barata
o por los privilegios fiscales otorgados por los gobiernos de turno.
Muchas empresas españolas del sector agrícola, o
comercializadoras españolas que adquieren productos agrícolas en el país, han
aprovechado esta coyuntura olvidándose por supuesto del «nacionalismo» de su
producción. El caso de Mercadona es quizá uno de los casos más pornográficos de
esta práctica empresarial. La cadena de alimentación, propiedad del empresario
valenciano Juan Roig, presume de apoyar el producto nacional y es a veces
citada como ejemplo de «protección» y «españolidad».
Pero se trata de un mero postureo comercial. La
empresa utiliza un leguleyo argumento para indicar que siguiendo la normativa
de etiquetado, se debe indicar el lugar de envasado independientemente del
origen de la materia prima. Esto mismo ocurre con otras empresas como Borges,
que tiene una de sus plantas de producción en Marrakech pero que se define a sí
misma como una de las empresas españolas más antiguas, pero su españolidad, en
términos de producción, es completamente minoritaria.
El Parlamento Europeo aprobó en 2012 la renovación del
acuerdo agrícola con Marruecos que suponía la liberalización del comercio de
todos los productos agroalimentarios, salvo aquellos que la Unión Europea
considera como sensibles para el mantenimiento de la economía agrícola. Uno de
estos productos sensibles era el tomate. Aun así, el acuerdo contemplaba un
aumento de la cuota de estos productos sensibles que Marruecos podría vender a
Europa.
El Informe Bové, presentado por el agricultor y
eurodiputado francés de Los Verdes José Bové en los meses previos al acuerdo,
en 2011, denunció que el mismo solamente beneficiaría a un puñado de empresas
con sede a ambos lados del Mediterráneo, en un claro señalamiento a las
empresas españolas que estaban haciendo un negocio redondo. Es decir, que
cuando la UE subvenciona la agricultura marroquí, lo que hace realmente es
transferir fondos a sus propias empresas radicadas en el país.
El combo de empresas de matriz española instaladas en
Marruecos asciende a 322 a fecha de enero de 2023, de las que más de un 10% son
empresas netamente agrícolas. Existe además entre ellas un potente lobby pro
marroquí que precisamente tiene como objetivo explotar todo lo posible esta
«oportunidad» que se le abre de producir barato en Marruecos y vender caro en
España.
De hecho, el Instituto de Comercio Exterior de España
considera a este país un socio «prioritario» en su estrategia Horizonte África
y establece periódicamente rutas de trabajo para que empresas punteras del
sector primario español incrementen sus inversiones. En la financiación de
estas operaciones participan, según publican en la web del organismo, entidades
como Caixabank o Banco Sabadell, empresas que fueron muy aplaudidas por
trasladar sus sedes sociales de Catalunya a otras zonas del territorio español
por sus temores al independentismo. También el Banco Santander, una de las
empresas embajadoras de la Marca España es, paradójicamente, una de las
entidades que más rentabilidad saca de la deslocalización de la actividad
agrícola local.
En otras palabras, Marruecos está de rebajas y las
empresas nacionales están dispuestas a sacar tajada.
Circulan a menudo numerosos mensajes que imputan el
privilegio de Marruecos sobre determinadas áreas económicas españolas a un
supuesto complot en el que el gobierno español estaría secuestrado por algún
contubernio.
Pero
no hay más ciego que el que no quiere ver. El gran capital español es el que
está haciendo una gran caja en Marruecos a costa de quien sea; y en el caso de
los agricultores, su enemigo no es un marroquí que llegó a España en los bajos
de un camión o con forma de tomate, sino un engominado con despacho en el Paseo
de La Castellana.
FUENTEmpr21.info
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