Biden y Starmer pagarán
un alto precio por apoyar la guerra de Israel en Gaza. La historia va a juzgar
con severidad a los dirigentes políticos que justificaron y toleraron la
limpieza étnica de Israel en Gaza. Y es año electoral.
Biden y Starmer pierden el voto musulmán
El Viejo Topo
21 febrero, 2024
Durante los últimos cuatro meses, Occidente ha visto cómo Gaza era demolida bloque a bloque. Se han arrasado barrios residenciales, se han volado universidades, hospitales y bibliotecas. Las familias, que constituyen los pilares de la sociedad, han sido exterminadas en sus hogares, donde se reunían en grupo. Las filas de la clase media –médicos, periodistas, académicos, empresarios– diezmadas. Los convoyes de ayuda han sido bombardeados. Los hambrientos que hacían cola para conseguir comida, o los que simplemente intentaban huir a pie, ejecutados por francotiradores.
Estas escenas
de devastación recuerdan a los peores crímenes de la Segunda Guerra Mundial.
Tras rechazar
una oferta de Hamás para detener los combates y sacar con vida a los rehenes
que le quedaban, el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió una y
otra vez perseguir la victoria hasta el amargo final.
Rafah, que se
ha convertido en el último refugio, está a punto de convertirse en el próximo
objetivo. Y, sin embargo, cuatro meses después, esta operación a escala
industrial no tiene dificultades para encontrar partidarios entre quienes se
identifican como liberales.
Justificar la guerra
Tras la
organización de un homenaje nacional a las víctimas francesas del atentado de
Hamás del 7 de octubre, se preguntó al ex presidente francés François Hollande
si las víctimas francesas de Israel en Gaza no merecen lo mismo.
«No puede ser
el mismo homenaje», dijo Hollande. «Una vida es una vida y una vida equivale a
otra, pero hay víctimas del terrorismo y víctimas de la guerra. Ser víctima del
terrorismo significa ser atacado como francés o como defensor de un modo de
vida. Una víctima colateral, está en una guerra […], no es de la misma
naturaleza», añadió.
El columnista
Tom Friedman, tres veces ganador del Premio Pulitzer, justificó que Estados
Unidos e Israel incendiaran «la jungla» con las siguientes palabras: «Irán es a
la geopolítica lo que una especie de avispa parasitoide recientemente
descubierta es a la naturaleza. ¿Qué hace esta avispa parasitoide? Según Science
Daily, la avispa «inyecta sus huevos en orugas vivas, y las larvas bebé de
avispa se comen lentamente a la oruga desde dentro hacia fuera, estallando una
vez que han comido hasta saciarse».
«¿Hay alguna
descripción mejor de Líbano, Yemen, Siria e Irak hoy en día? Son las orugas. El
Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica es la avispa.Los Houzíes, Hezbolá,
Hamás y Kataib Hezbolá son los huevos que eclosionan dentro del huésped
–Líbano, Yemen, Siria e Irak– y se lo comen desde dentro hacia fuera. No
tenemos ninguna contraestrategia que mate de forma segura y eficaz a la avispa
sin incendiar toda la selva».
La idea de que
los judíos son parásitos se remonta al Siglo de las Luces, pero fue retomada
por los nazis en Alemania y Austria. En el Museo del Holocausto de Washington
se exhibe un cartel nazi que compara a los judíos con piojos causantes del
tifus. Friedman haría bien en visitarlo, al igual que el editor del New
York Times que publicó su artículo.
Hollande y
Friedman están al final de sus carreras. Pero el presidente estadounidense Joe
Biden y el líder laborista Keir Starmer no. Ambos se enfrentan a unas
elecciones este año.
Un lastre electoral
La
despreocupación de Biden y Starmer por los peligros que podría acarrearles el
apoyo a la campaña de Israel en Gaza es extraña porque cada uno de ellos valora
el poder por encima de los principios. Son unos desvergonzados incumplidores de
promesas. Cabría esperar que fueran más cautos antes de seguir a Israel por el
camino de la ignominia histórica. Porque cada día que pasa en esta guerra,
Netanyahu parece cada vez menos el hombre por el que apostar.
La campaña de
Israel en Gaza se está convirtiendo en un lastre electoral, precisamente porque
ya va por su quinto mes y no da señales de detenerse. El derrocamiento de Sadam
Husein dejó de ser una fácil demostración de fuerza para el ejército
estadounidense en el momento en que comenzó la resistencia iraquí. Y, sin
embargo, dos décadas después de que George Bush y Tony Blair cometieran el
error que definió sus carreras al invadir Irak, que proyectó una sombra de la
que ninguno de los dos hombres ha podido alejarse, Biden y Starmer están
escenificando una actuación similar. Si el momento en que Blair sacrificó la
confianza de la nación fue el «expediente dudoso» sobre las inexistentes armas
de destrucción masiva de Sadam Husein, el fin de la reputación de Starmer entre
los musulmanes británicos se produjo en lo que debería haber sido una
entrevista rutinaria de la LBC.
Nick Ferrari
preguntó a Starmer si Israel tenía derecho a cortar la electricidad y el agua a
Gaza. Starmer respondió: «Creo que Israel tiene ese derecho. Se trata de una
situación en curso. Obviamente, todo debe hacerse dentro del derecho
internacional, pero no quiero alejarme de los principios básicos de que Israel
tiene derecho a defenderse y Hamás es responsable».
Rápidamente se
retractó de ese comentario, pero ese fue el momento decisivo.
El momento
decisivo de Biden llegó cuando pareció dudar de la cifra de muertos presentada
por el Ministerio de Sanidad palestino. «No tengo la menor idea de que los
palestinos digan la verdad sobre el número de muertos», dijo Biden,
contradiciendo directamente la opinión de la ONU y de los organismos
internacionales de derechos humanos de que sus cifras eran fiables. «Seguimos
incluyendo sus datos en nuestros informes y están claramente fundamentados»,
dijo la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en una
declaración a Reuters.
Ambas
declaraciones inclinaron la balanza de la opinión pública y tuvieron un efecto
devastador en los votantes musulmanes a ambos lados del Atlántico.
Perder el voto musulmán
Un sondeo
publicado hace unos días mostraba una drástica caída del apoyo de los
musulmanes británicos a los laboristas.
Los datos
recogidos por Survation, por encargo de la Red Musulmana Laborista (LMN),
mostraron que el 60 por ciento de los musulmanes británicos que expresaron su
preferencia por un partido dijeron que votarían a los laboristas. Eso representa
una caída del 26 por ciento de los musulmanes encuestados anteriormente en
2019. Solo el 43 por ciento dijo que definitivamente volvería a votar a los
laboristas, con un 23 por ciento de indecisos.
La
identificación con los laboristas ha bajado del 72 por ciento en 2021 al 49 por
ciento en 2024, con un 38 por ciento de los musulmanes británicos declarando
tener una visión más desfavorable del Partido Laborista tras los últimos 12
meses. La valoración personal de Starmer es de -11 por ciento.
El apoyo a los
laboristas entre los musulmanes ha ido disminuyendo constantemente desde las
elecciones de 2019, pero el punto de inflexión hacia un rápido declive se
produjo en noviembre, un mes después de la guerra de Gaza. En cuatro meses el
apoyo al partido se ha desplomado del 70 al 40 por ciento.
El instinto de
Starmer le ha llevado a redoblar la apuesta. Poco después de su debacle en la
LBC, advirtió a todos los representantes electos que no asistieran a las protestas
por el alto el fuego. Cuando se sometió a votación la negativa de Starmer a
pedir un alto el fuego, varios miembros de su gabinete en la sombra dimitieron.
Desde entonces
han dimitido más de 70 concejales laboristas en zonas como Oxford, Burnley,
Hastings y Norwich. Las dimisiones y expulsiones de la izquierda antisionista
del partido están produciendo ahora un retroceso.
Otros treinta y
seis parlamentarios, incluida Margaret Hodge, que llamó al anterior líder
laborista Jeremy Corbyn «puto antisemita y racista», podrían convertirse en
marginales.
Los grupos de
base están surgiendo por todas partes, con miles de voluntarios dispuestos a
apoyar a los candidatos independientes.
Un grupo
llamado The Muslim Vote (TMV) ha declarado que apoyará a los candidatos
independientes con recursos, redes, voluntarios y financiación en las
circunscripciones donde crea que tiene audiencia.
Un candidato
independiente podría presentarse en la circunscripción de Starmer. Ya se ha
encontrado una joven candidata británico-palestina, Leanne Mohamed, para
desafiar a Streeting en Ilford North. El Grupo de Acción Comunitaria de
Redbridge que la propuso se comprometió a presentar una candidata «fuerte sobre
Palestina, el NHS, el racismo, la islamofobia y la crisis del coste de la
vida».
Esto representa
una potente fusión de Gaza y la agenda del Partido Laborista anterior a
Starmer. Todo ello hace vulnerables a los ambiciosos apparatchiks como
Streeting. El propio Streeting es consciente del peligro que corre y ha
empezado a decir perogrulladas sobre la importancia de un Estado palestino.
Streeting se negó a pedir un alto el fuego.
Nadie se hace
ilusiones de que el voto musulmán pueda impedir que Starmer llegue al poder,
pero podría marcar la diferencia entre una victoria aplastante al estilo de
Blair y un gobierno en minoría.
Abandonar a Biden
Biden es
vulnerable en Michigan. Ante el creciente enfado de una importante población
árabe y musulmana, la respuesta de su equipo de campaña fue muy similar a la de
Starmer: descartar a los árabes y buscar otras vías para la victoria.
Como
informó Politico: «El apoyo de Biden a Israel ha perjudicado
gravemente a la campaña entre la considerable población árabe-estadounidense de
Michigan, y su equipo se está esforzando por encontrar otras vías para la
victoria en el disputado estado, según dos asesores de campaña a los que se ha
concedido el anonimato porque no están autorizados a hablar públicamente de
estrategia».
Dearborn tiene
la mayor concentración de estadounidenses de origen árabe. Se ha convertido en
el epicentro de una campaña nacional contra la reelección de Biden. Como la
noche sigue al día, un artículo de opinión del Wall Street Journal bautizó
a Dearborn como «la capital de la Yihad de Estados Unidos». En consecuencia, se
ha incrementado la presencia policial local.
Activistas de
Michigan, Minnesota, Arizona, Wisconsin, Florida, Georgia, Nevada y Pensilvania
han creado una campaña AbandonBiden, seis de ellos son estados disputados.
«Estamos
buscando la manera de construir un mecanismo de coordinación entre todos los
estados indecisos para que estemos constantemente trabajando juntos para
asegurar que los musulmanes estadounidenses salgan en todos estos estados, y
que el señor Biden pierda cada uno de ellos», dijo Hassan Abdel Salam, profesor
de la Universidad de Minnesota y miembro de la Coalición Nacional
#AbandonBiden. «Justo detrás de mí, lo que debería ver el señor Biden son 111
votos electorales. Y ganó la última vez con 74».
¿Abandonar a
Biden aunque el vencedor de esa campaña sea Donald Trump, el némesis de los
musulmanes?
Pues parece que
sí. Una nueva generación está en marcha para cambiar definitivamente la cara
del Partido Demócrata. «No tenemos dos opciones. Tenemos muchas opciones», dijo
Jaylani Hussein, director de la sección de Minnesota del Consejo de Relaciones
Americano-Islámicas (CAIR), en Dearborn, Michigan, cuando se le preguntó por
alternativas a Biden.
Biden ganó en
Michigan por 2,8 puntos porcentuales y los árabes representan el 5% de los
votos. El primer alcalde árabe de Dearborn, Abdullah Hammoud, tiene muy claro
lo que quiere que haga Biden.
«Nunca ha habido en la historia una guerra en la que el 80% del país esté
absolutamente diezmado, en la que el 100% de la población haya sido desplazada
y en la que el 50% de los muertos sean niños. Eso no ha ocurrido nunca.
»Nosotros, queremos
acción, no palabras vacías. Si el presidente Biden quiere adoptar una postura
firme, puede empezar por restringir la ayuda militar al Estado de Israel.
Podría empezar pidiendo un alto el fuego, porque ahora mismo mueren casi 200
civiles cada día. Son pasos tangibles que se pueden dar porque lo que
entendemos es que sólo los esfuerzos diplomáticos pueden conducir a una paz
duradera y a la justicia».
Podemos estar
seguros de una cosa. La Historia va a juzgar con mucha severidad a los
dirigentes políticos que justificaron y toleraron la limpieza étnica que se
está produciendo ahora en Gaza.
La negativa de Biden y Starmer a pedir un alto el fuego y su negativa a
respaldar la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de que
Israel debe tomar medidas para cumplir la Convención sobre el Genocidio,
producirán una mancha indeleble en sus carreras. Ninguno de los dos ve el
peligro que corren con Gaza. Pero tampoco lo vieron Bush o Blair cuando
invadieron Irak.
Fuente: https://www.middleeasteye.net/
Artículo
seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de Salvador López
Arnal
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario