Hegel
y Marx. Alienación y la idea comunista
Publicado el 21 de febrero de 2024 /
Por Marlon Javier López
KAOSENLARED
Uno de los grandes temas de
la Fenomenología del Espíritu y, de la filosofía de Hegel en
general es el de la alienación y su superación en la historia. Hegel concibe la
obra como una introducción a su sistema filosófico. Su definición de filosofía
implica una visión alejada del sentido común, este último nos arrastra a
concebir la realidad como una colección de objetos individuales separados de
nosotros. El saber filosófico, o como Hegel le denominaba, la “ciencia”,
difiere fundamentalmente del sentido común en este sentido. Para el saber
verdadero, la realidad no consiste en una suma de objetos individuales, sino
que estos encuentran su verdad en el todo: “la verdad es el todo”,
escribiría en la Fenomenología del Espíritu (Hegel, 2017, p. 15).
Sin embargo, la conciencia
de este saber, que Hegel denomina como saber absoluto, debe ser lograda por
medio de un proceso de aprendizaje, en el que se ponen a prueba todas las
formas de verdad alternativas. La exposición adquirirá una dimensión lógico
histórica (Lukács, 1970), ya que Hegel pretende demostrar el camino al
conocimiento no como el resultado de las especulaciones de un individuo, sino
como el logro de la humanidad en su desarrollo como especie.
Un punto de inflexión
fundamental será el pasaje del señorío y el siervo, un pasaje que de acuerdo a
múltiples pensadores fue decisivo en la formación del pensamiento de Marx.
Aunque recientemente se ha cuestionado tal influencia (Arthur, 1983), es
indudable que las implicaciones de la argumentación que Hegel realiza en dicho
pasaje lo sitúan en una posición bastante cercana a la desarrollada por Marx
posteriormente. En resumen Hegel se vale de la figura del señor y el siervo
para ilustrar la lucha por el reconocimiento implicada en la existencia humana.
Las personas no son lo que son en abstracto, su identidad se constituye de
manera social. Así pues, dos autoconciencias lucharán a vida o muerte para
obtener cada una el reconocimiento de la otra. Una cede por temor,
convirtiéndose en el siervo, mientras que la otra se alza como el amo que obtiene
el reconocimiento de la otra. Sin embargo en un giro dialéctico inesperado, la
conciencia sometida se revela como la auténtica, pues el amo, quien
inicialmente había mostrado su independencia absoluta (lo cual se revela en la
ausencia de miedo ante la muerte), ahora depende del trabajo del siervo para
sobrevivir. Este último, por el contrario obtiene el reconocimiento derivado
del uso que reciben los productos de su trabajo.
En la medida en que el
esclavo se enfrenta a una realidad hostil y ajena está alienado, sin embargo,
lo mismo acontece con el amo, quien solo obtiene el reconocimiento de un
esclavo, más no de otra autoconciencia libre como él. El reconocimiento del
esclavo no significa nada. Más aún, se ha vuelto dependiente, siervo de su
siervo, mientras el esclavo va superando la limitación que el mundo externo
representa para él, lo ha transformado por medio de su trabajo, de modo que ya
no le parece tan hostil. Es notable, dice Lukács, viendo en esta línea
argumentativa demasiadas semejanzas con Marx, que el progreso de la
historia se produzca por medio del trabajo (Lukács, 1970, p. 463).
El siervo pues se libera,
supera su condición alienada, pero lo hace de una manera limitada. Las formas
de la conciencia que representan esta etapa: el estoicismo, el escepticismo y
el epicureísmo representan al mismo tiempo las escuelas filosóficas
predominantes en la antigüedad romana. Son una respuesta subjetiva a la
alienación que predominaba en aquel mundo. Hegel explica por qué el
cristianismo tenía que desarrollarse bajo estas condiciones. Lo que aquellas
escuelas filosóficas expresaban era el rechazo ante una realidad que los
individuos no podían soportar. El despotismo de los emperadores romanos no
dejaba lugar para el surgimiento de una consciencia de lo universal. Sin
embargo, aquella era anhelada y dicho anhelo vino a ser llenado por el
cristianismo (Stewart, 2021, p. 49-50).
En su explicación del
cristianismo Hegel reproduce el esquema desarrollado en el pasaje del amo y el
esclavo. Dios, dirá, para ser un ser pleno, necesita el reconocimiento de otro
ser consciente. Es con el fin de satisfacer esa condición que se aliena a sí
mismo, creando el mundo en el que habitamos. En este mundo necesariamente debe
surgir un ser a su semejanza en virtud del cual pueda ser reconocido. En este
esquema, de acuerdo con Hegel, la humanidad se reconoce en lo absoluto, al
mismo tiempo que Dios obtiene pleno reconocimiento y existencia suprema. Sin
embargo, para que aquella sea completa, Dios debe devenir hombre, deviniendo
tanto divino como humano. La humanidad podrá ahora reconocerse plenamente en lo
divino (Stewart, 2021).
No obstante, esta
superación de la alienación también es defectuosa. Puesto que dicha
reconciliación ocurre en el ámbito de la fé y de lo simbólico. Para que sea
completa debe tener lugar en el ámbito de la razón. Hegel nuevamente reproduce
el mismo esquema, pero ahora en la esfera de lo político. En su Filosofía
del Derecho, Hegel defenderá que las instituciones políticas modernas
representan el triunfo de la razón y la plena realización del ser humano. Al
hacerlo, Hegel sostiene que el reino de la libertad ha sido conquistado, de la
mano con el saber absoluto. Con ello, Hegel implica que la humanidad por fin ha
alcanzado una condición en la cual puede realizar plenamente su potencial,
poniendo fin a una historia de alienación. Es solo en el Estado Moderno que la
voluntad general se reconcilia con “el saber y querer propio de la
particularidad” (Hegel, 1999, p. 380).
Hegel de este modo
identifica a la sociedad moderna como el reino de la razón y la libertad,
implicando con ello una superación de la alienación meramente subjetiva. En el
mundo moderno los seres humanos se reconocen como libres, sin embargo ¿lo son
realmente?. Es aquí donde se centra la crítica que el joven Marx realizará
tempranamente en contra de uno de sus más grandes maestros. Es notable que en
este punto Marx reproduce plenamente el procedimiento hegeliano. Aquel que
había señalado todas las formas de superar la alienación como insuficientes,
terminó aceptando una superación así misma insuficiente. La actitud crítica,
signo y sello de la dialéctica hegeliana, se detiene al afrontar los problemas
políticos de su propia época. Al criticarlo acerrimamente, Marx no hacía más
que ser fiel a su método.
Hegel dibuja con agudeza el
carácter alienado del mundo moderno, pero se equivoca al señalar que el Estado
moderno implica su superación. Para Hegel los estamentos, al mediar entre la
generalidad del Estado y la particularidad de la sociedad civil, aseguran la
reconciliación de estos dos extremos. La prueba de ello es que la sociedad,
gracias a esta acción mediadora en la esfera política puede funcionar como un
todo. Para Marx, esto representa una construcción meramente especulativa. En
lugar de esforzarse por comprender la lógica del mundo moderno, Hegel se
esfuerza por encontrar en el mundo moderno determinaciones del “concepto
lógico” (Marx, 1982, p. 403). Así pues, Marx distingue un problema en el
seno mismo de la filosofía de Hegel. Por un lado, el elemento especulativo de
su método, y por otro la agudeza empírica que Hegel demuestra al estudiar la
realidad social”.
La alienación no es un
fenómeno que surja como resultado de la necesidad de actualizar a Dios en el
mundo real, no es un fenómeno que se proponga el mero reconocimiento de la
humanidad para cobrar plena conciencia de sí. Es aquí donde Marx encuentra la
limitación de la crítica que Hegel desarrolla sobre el mundo moderno y sobre la
historia en general. El antagonismo, la alienación, es un proceso real que
persiste y que debe ser superado en el mundo real. La humanidad debe luchar,
para lograr la superación de la alienación en su carácter histórico social y no
simplemente como fenómeno de la conciencia. Este estado pleno de emancipación y
libre de alienación es lo que el joven Marx entendió como comunismo. Aunque
esta crítica no agota la riqueza del pensamiento de Hegel, así como de su
propuesta política, demuestra la fecundidad de la crítica marxiana, la cual no
hace más que seguir con fidelidad los pasos trazados por el propio maestro.
Referencias:
Arthur, Chis (1993) Hegel’s
Master-Slave Dialectic and a Myth of Marxology. New Left Review,
November-December, pp. 67–75
Hegel, G. F. W.
(2017) Fenomenología del Espíritu. Ciudad de México: Fondo de
Cultura Económica.
Hegel G. F. W. (1987) Lecciones
sobre Filosofía de la Religión v. 3 La religión consumada. Madrid:
Editorial Alianza.
Hegel, G. F. W.
(2017) Fenomenología del Espíritu. Ciudad de México: Fondo de
Cultura Económica.
Hegel, G. F. W.
(1999) Principios de la Filosofía del Derecho. Barcelona: Edhasa.
Lukács, G. (1970) El
Joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista. Barcelona:
Ediciones Grijalbo.
Marx, C. (1982). Escritos de Juventud.Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.Stewart, J. (2021). Hegel’s Century: Alienation and Recognition in a Time of Revolution. Cambridge University Press.
Imagen de portada:
Sammenstilling av to fotografier fra 1860-årene av Karl Marx (1818-1883, til
venstre) og Friedrich Engels (1820-1895). Marx og Engels Av Friedrich Karl Wunder/George
Lester. Lisens: Falt i det
fri (Public domain)
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