Dieciséis países retiran
su ayuda a la UNRWA, la entidad que cubre las necesidades básicas de los
habitantes de Gaza, tras la resolución del tribunal de La Haya contra Israel.
La venganza del genocida y sus cómplices
El Viejo Topo
4 febrero, 2024
La resolución
del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya sobre el genocidio israelí en
Gaza, divulgada el pasado viernes 26 de enero, está siendo objeto de diferentes
interpretaciones. Ese mismo día, los palestinos de Gaza expresaban en Al
Jazeera su amargura y desesperación porque el tribunal no ha llamado
al alto el fuego inmediato que ellos necesitan para sobrevivir y que pedía la
reclamación de Sudáfrica.
“Israel puede
seguir bombardeando, pero, eso sí, procurando que la guerra contra la población
de Gaza no se convierta en genocidio”, resumía Junge Welt, uno de
los pocos diarios alemanes decentes, escandalizado por la declaración del
tribunal. “Una parte del genocidio ya se ha producido, de lo que se trataba era
de evitar su progreso y consumación y eso es precisamente lo que el tribunal no
ha hecho”, se lee en un medio disidente de Estados Unidos.
La mayoría de
los medios de comunicación imperiales que han dedicado alguna manipulada
atención al evento de La Haya –por ejemplo, apenas mencionando la formidable
presentación de los abogados sudafricanos e informando con detalle de la
grotesca y desvergonzada “defensa” israelí durante la vista– han puesto el acento
en que “el tribunal rechaza ordenar un alto el fuego en Gaza”, como rezaba el
sábado el titular de portada de The Wall Street Journal, sugiriendo
una victoria de su protegido.
La realidad es
que la resolución de la Haya ha reventado por completo el argumentario israelí.
Ha establecido que sí es “plausible” la acusación sudafricana
de que “Israel ha cometido, está cometiendo y corre el riesgo de seguir
cometiendo actos genocidas contra el pueblo palestino en Gaza”; y, por tanto,
ha aprobado la mayoría de las medidas cautelares presentadas por Sudáfrica y
dictaminado que Israel debe “tomar todas las medidas” para evitar actos de
genocidio en Gaza.
Que un tribunal
históricamente diseñado por el hegemonismo occidental tras la Segunda Guerra
Mundial, que nunca se ha atrevido a investigar y condenar las fechorías
occidentales en el mundo, presidido por una ex alta funcionaria del
Departamento de Estado americano y cuyos jueces solo llegan al cargo tras
demostrar comprensión y sumisión hacia la parodia de justicia universal de la
que forman parte, haya resuelto algo así, es sensacional y explosivo para la
reputación de los genocidas y sus cómplices, independientemente de las
consecuencias jurídicas prácticas que vaya a tener. Recordemos que tanto Israel
como Estados Unidos, París y Berlín ya declararon que ignorarían cualquier
posible sentencia contra Israel.
La realidad es
que, pese a lo dicho, la resolución de La Haya ha sido perfectamente
comprendida por el genocida y sus cómplices en Estados Unidos y la Unión
Europea. Las autoridades israelíes, sus embajadas y quitavergüenzas están fuera
de sí. Acusan al tribunal de antisemitismo. El ministro de Defensa, Yoav
Gallant, ha dicho que el tribunal se extralimitó al dar curso a la “denuncia
antisemita de África del Sur”. El ministro del Interior, Itamar Ben Gvir, ha
añadido que “la decisión del tribunal antisemita de La Haya demuestra lo que ya
sabíamos: que este tribunal no busca la justicia sino la persecución del pueblo
judío”. El mismo Wall Street Journal que publicaba aquel
tranquilizador titular de portada, arremetía en su interior con un editorial
titulado “La guerra de la ONU contra Israel”.
Para
contrarrestar la derrota informativa y vengarse por el atrevimiento de la ONU,
de la que el tribunal es brazo judicial, el mismo viernes 26 las autoridades
israelíes revelaban su “denuncia” de que una docena de los 13.000 empleados de
la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) participaron en las
violencias que siguieron a la brecha abierta en las alambradas del “gran campo
de concentración” de Gaza (la definición es de Giora Eiland, un alto
funcionario de la seguridad de Israel en marzo de 2004, mucho antes del bloqueo
del territorio). La acusación se fundamenta en los interrogatorios de los servicios
de seguridad israelíes a los miles de detenidos palestinos maltratados y
torturados después del 7 de octubre.
El plan israelí
de echar al UNRWA de Gaza, donde sostiene en las necesidades más elementales a
dos millones de seres humanos, para hacer aún más insoportable la supervivencia
en el territorio, ya se conocía desde diciembre, cuando la televisión israelí
filtró un informe del Ministerio de Exteriores. La
primera fase del plan era “establecer la cooperación de la UNRWA con Hamás”,
decía. La segunda era “reducir las operaciones de educación y asistencia” de la
agencia, y la tercera “transferir” su función a nuevos organismos.
Inmediatamente, 16 países han suspendido su financiación a la UNRWA. Se trata,
entre otros, de Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Canadá, Holanda, Italia,
Francia, Suiza, Australia, Japón, Finlandia y Rumanía. En total, representan
alrededor del 60% de la financiación de la agencia.
Es decir: horas
después de que en La Haya se ordenara a Israel “adoptar medidas inmediatas para
permitir el suministro de servicios básicos y de asistencia humanitaria
esencial frente a las adversas condiciones de vida de los palestinos en Gaza”,
y cuando según la ONU más de 750.000 gazatíes se enfrentan a una “hambruna
catastrófica” y a un riesgo de enfermedades e infecciones monstruoso, todos
esos países cómplices del “derecho de Israel a defenderse” suspenden la
financiación del principal organismo asistencial e incrementan los efectos de
la masacre que ha eliminado a más del 1% de la población y herido a más del 2%
en los últimos tres meses. ¿Qué es eso sino una venganza del genocida y sus
cómplices ante la resolución judicial?
Después de que
por primera vez en la historia un país del sur se atreviese a sentar en el
banquillo al Occidente colonial, exigiendo el fin de la masacre contra la
martirizada población autóctona de Palestina, la resolución de La Haya convoca
a la solidaridad internacional. De momento, solo los hutíes del Yemen responden
a los masacradores y sus cómplices de una forma digna y consecuente,
interrumpiendo selectivamente el tráfico marítimo en el Mar Rojo.
Fuente: CTXT.
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