A algunos nos había
pasado por alto: las emisiones de fuente militar no cuentan en los acuerdos
sobre el clima. No generan derechos de emisión. Y solo las de EEUU en
Afganistán tenían una media anual mayor que la de muchos países
industrializados.
Deuda militar
El Viejo Topo
7 febrero, 2024
Los ejércitos
de EEUU y Reino Unido deben a los países pobres 110.000 millones de dólares de
compensación climática por emisiones de carbono
Según los
cálculos elaborados por el think tank Common
Wealth, una organización sin fines de lucro financiada por fundaciones
filantrópicas y donaciones con base en el Reino Unido y que
también trabajó en Estados Unidos, el costo social de las emisiones de carbono de
los ejércitos de estos dos países citados es aproximadamente de 111.000
millones de dólares. Un dinero que se sustrae de las finanzas de las
naciones más amenazadas por la crisis climática.
Los acuerdos
climáticos internacionales establecen que los países, las empresas o las
entidades que emiten gases de efecto invernadero reciben una asignación
de derechos de emisión, que representan una cierta cantidad de emisiones
permitidas. Estos derechos pueden ser comprados, vendidos o
transferidos entre las partes participantes en el mercado. Si una
entidad tiene excedentes de derechos de emisión porque ha reducido sus
emisiones, puede vender esos excedentes a otras entidades que necesiten más
derechos para cumplir con sus metas de reducción de emisiones.
Es evidente que
son los países más pobres los que, por su poca industrialización y consumo,
tienen excedentes de derechos de emisión para vender; y que son los ricos los
que, al contaminar más y necesitar más derechos de emisión, pagan a los pobres
para poder contaminar lo que estos segundos no hacen. Pues bien, en ese cálculo
no se han incluido los 430 millones de toneladas de CO₂ que han emitido los
militares del Reino Unido y de EEUU desde que entró en vigor el Acuerdo
Climático de París, en 2016. Eso supone más del total de emisiones de gases de efecto invernadero
producidos en el Reino Unido en 2022.
No olvidemos
que las emisiones de fuentes militares no se abordan en los acuerdos
internacionales sobre el clima. Como resultado del cabildeo estadounidense, las
emisiones militares en el extranjero se eximieron del Protocolo de Kioto de
1997 y la presentación de informes sobre emisiones militares
siguió siendo voluntaria en el Acuerdo Climático de París de 2015.
Los derechos
para emitir esos millones de toneladas de CO₂, según el estudio de Common
Wealth, se calculan en los 110.000 millones de dólares, 106.000 millones
atribuibles a las emisiones de los EEUU y 5.000 millones a las emisiones del
Reino Unido. Un dinero que nunca pagaron estos dos países.
La organización
denuncia así que “la presencia de EEUU y el Reino Unido en el extranjero
muestra los diversos modos a través de los cuales las bases militares, su
actividad y su infraestructura producen daños ambientales y residuos tóxicos”.
No solo eso,
“los militares del Reino Unido y EEUU disponen de su propia industria militar
internacional para suministrar equipos y servicios. En ambos países, esa
industria es beneficiaria de la inversión pública y de muchas decisiones
estatales. Por ejemplo, en los EEUU, el presupuesto del Departamento de Defensa
aprobado el pasado diciembre en el Senado fue de 886.000 millones de dólares.
El gasto en defensa de Estados Unidos representa casi el 40% de los gastos
militares de los países de todo el mundo, según cifras del Instituto
Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) referidas a
2022. De hecho, Washington gasta más en defensa que los siguientes 10 países
juntos.
Desde 2001, el
Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha representado entre el 77% y el
80% del consumo total de energía del gobierno de EEUU, mientras que el
Ministerio de Defensa del Reino Unido representa al menos el 40% de las
emisiones del sector público británico.
Conmon Wealth
recuerda que “las estrategias industriales centradas en el ejército tanto de
los EEUU como del Reino Unido se han beneficiado de la intervención estatal,
mientras que los sectores verdes han sufrido una falta de apoyo”.
Los costos de
la contaminación militar y los daños ambientales se están sufriendo con mayor
intensidad en los países del Sur Mundial, que se enfrentan a los efectos
difusos, pero cada vez más intensos, del calentamiento global. Según las
recomendaciones del estudio anglosajón, “como paso inicial para corregir su
contribución histórica y actual a la crisis ecológica, los EEUU y el Reino
Unido deberían contribuir junto a otros grandes emisores de CO₂, con los fondos
necesarios para compensar a los países del Sur que enfrentan la crisis climática
y la escasez de contribuciones por parte para los países contaminantes del
Norte”.
“Reducir la
huella global de EEUU y el Reino Unido de casi 900 bases militares e introducir
un superfondo militar, similar al administrado por la Agencia de Protección
Ambiental de los Estados Unidos, para pagar la rehabilitación ambiental de las
comunidades afectadas por materiales peligrosos, la contaminación y los
residuos de bases e infraestructura militares son algunas de las medidas
necesarias para corregir todo el espectro de impactos ambientales”, añade la
Fundación.
En un estudio
de 2019, la Universidad de Brown (EEUU) estimó que
desde la invasión de Afganistán en 2001, el ejército de Estados Unidos había
emitido 1.212 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, con una
media anual mayor que la de muchos países industrializados como Suecia, Noruega
o Suiza.
Otro informe de las universidades británicas de Durham y
Lancaster concluyó que el ejército de EEUU es “uno de los
mayores contaminadores de la historia” y afirmó que, si fuese un país, sería el
47 mayor emisor de gases de efecto invernadero, teniendo en cuenta solo las
emisiones por uso de combustible.
Si el drama de
las muertes y la destrucción de las guerras no fuera una suficiente razón para
renegar de los ejércitos y exigir un menor gasto militar, ahora observamos la
contaminación de su industria y los mecanismos de las grandes potencias para
evitar las responsabilidades financieras establecidas en los acuerdos mundiales
de medioambiente.
Fuente: GLOBALTER.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario